“Las peleas entre escritores ya se han vuelto un género literario”
25 noviembre, 2014 | Publicado por jmaldonado under Sin categoría |
http://blog.rpp.com.pe/cronopiosyfamas/2014/11/25/las-peleas-entre-escritores-ya-se-han-vuelto-un-genero-literario/
Por Joe Iljimae
Entrevista al escritor Rodolfo Ybarra Pinto.
Rodolfo ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha delinquido en poesía acometiendo los siguientes atentados: -“La Túnika de Ankou” (1989) -“Sinfonía del Kaos” (1993) -“Vómitos” (1998) -“Por la Boca, Muertos” (2002) -“Ruptura de Heje” (2006) -“Carne Humana” (2006) -“Construcción del Minotauro” (2006) En el plano teórico ha publicado un panfleto de agit-prop titulado “Las Armas del Escritor” de más de dos mil páginas, y del cual ha salido el primer tomo (primer atentado). En video ha registrado “La Decadencia de Lima” (1998) 1 h. 45“, y los videoarte “Omnívoro”, “Retrovisor”, etc. En música, aparte de haber compuesto más de 100 temas musicales ha colaborado en la composición de 3 óperas. Ha dirigido también un programa de televisión cuasi clandestino en canal 27 UHF bajo el nombre “Degeneración”, programa político-cultural que se emitía los sábados de 1997 y 1998. Ha escrito también las novelas “Secreto de Estado” y “Matagente” (la primera novela gore en el Perú).
Rodolfo ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha delinquido en poesía acometiendo los siguientes atentados: -“La Túnika de Ankou” (1989) -“Sinfonía del Kaos” (1993) -“Vómitos” (1998) -“Por la Boca, Muertos” (2002) -“Ruptura de Heje” (2006) -“Carne Humana” (2006) -“Construcción del Minotauro” (2006) En el plano teórico ha publicado un panfleto de agit-prop titulado “Las Armas del Escritor” de más de dos mil páginas, y del cual ha salido el primer tomo (primer atentado). En video ha registrado “La Decadencia de Lima” (1998) 1 h. 45“, y los videoarte “Omnívoro”, “Retrovisor”, etc. En música, aparte de haber compuesto más de 100 temas musicales ha colaborado en la composición de 3 óperas. Ha dirigido también un programa de televisión cuasi clandestino en canal 27 UHF bajo el nombre “Degeneración”, programa político-cultural que se emitía los sábados de 1997 y 1998. Ha escrito también las novelas “Secreto de Estado” y “Matagente” (la primera novela gore en el Perú).
-Bueno, Rodolfo, yo quería empezar por el origen de todo. Me refiero a tu acercamiento con los libros. Tú dijiste, por ahí, que antes de empezar a escribir, eras un niño “introspectivo”, “tímido”, “casi índigo” y que leías todo lo que caía en tus manos…
-Sí. Lo que pasa es que cada uno tiene un acercamiento particular con su proceso literario, de cómo va entendiendo el mundo. En mi caso fue muy rápido. Y creo que por una necesidad práctica. Porque mi padre había fallecido, falleció cuando yo era muy niño. Entonces mi mamá tuvo que reemplazarlo en las cuestiones del hogar, del trabajo y en la calle. Ella ya no estaba. Y mis hermanos era mayores y cada uno estaba en sus trabajos, sus cosas, sus estudios. Entonces, por necesidad de compensación, yo aprendí a leer a los tres años. De repente era la necesidad de los niños, ¿no? Siempre se quiere reemplazar a un familiar cercano -en este caso mi padre- por libros, revistas, juguetes.
-¿De esa forma empezaste a robar diccionarios a tus familiares?
-Sí, me interesaban muchos los diccionarios. Porque había mapas, nombres de personajes famosos, leyendas, y eso me agradaba mucho. Aparte porque tenían un aspecto de juguete. Eran unas cosas gordas, cuadradas. Y yo con eso armaba torres y fortalezas. Fue como una cuestión lúdica al principio y luego, al poco tiempo, ya empecé a escribir mi propio diccionario.
-¿Un diccionario personal?
-Sí. Nunca llegué a acabarlo. Pero hasta ahora lo tengo. Algún día pienso publicarlo: un “diccionario personal”. Lo que yo opino sobre cada palabra y no lo que nos dictan las grandes conciencias de la literatura o grandes académicos.
-¿Entonces tomaste esa especie de falencia familiar para volcarlo en la literatura?
-Sí. En la adolescencia entendí que lo mejor que me cabía como hijo de una sociedad proletaria, entonces, no era hacer grandes esculturas porque no iba a tener recursos para hacerlo; no era tocar piano porque ni siquiera había un piano en mi casa (sabía tocar ah, puedo tocar hasta diez instrumentos), pero sí, descubrí que lo que me correspondía a mí era escribir, porque para escribir solo necesitas un lapicero, un papel y la imaginación.
-¿Qué libros recuerdas que te hayan marcado cuando eras adolescente o cuando eras un niño? ¿Es verdad que te leíste todo “Memorias de Casanova” a los ocho años?
-Sí, me interesó mucho “Memorias de Casanavoa”. Pero de niño a veces no tienes que escoger y lees todo lo que tengas a la mano. Leí por ejemplo, “La riqueza del país”, “Cuesta arriba”, “Los venciendo”. Con todos esos libros empecé. Después agarré la novela, las que había por ahí en casa. Y empecé, ya como a los diez años, a buscar bibliotecas. Iba a todas las bibliotecas que había, cruzaba medio Lima. Me iba a la Victoria, en el parque El Porvenir, y así yo iba solitario, escondiéndome por las calles porque había delincuentes y gente malvada. Mi madre pensaba que me iba a jugar fulbito y esas cosas, pero no, yo me iba a leer porque me gustaba leer. Incluso ahora me gusta más leer que escribir. A pesar de que dicen que escribo bastante, yo creo que leo más. Siento mucho regocijo leyendo, una suerte de orgasmo, una simulación de la libido.
-Lo bueno que uno de niño no jerarquiza los libros. Más bien lee de todo sin la capacidad valorativa del adulto.
-Sí. Recuerdo que en mi caso yo también leía todo. En el colegio me hacían a declamar poemas para el día de la madre y para otras fechas importantes. Me acuerdo de “La flor blanca”, “La escalara hacia la luna”, y todos esos pequeños poemas que recitaba en la escuela. Además me interesaban libros de matemáticas, de electrónica, de música. Algo así como en el medioevo, cuando se centraban los grandes conocimientos en dos grandes bloques: el trivio y el cuadrivio. Y la música era parte de las matemáticas, por ejemplo. Por eso en la música ves los tiempos… Todo eso era así. En cambio ahora, la especialización del trabajo, La División Internacional del Trabajo, ha creado cientos de carreras dividiendo elpensamiento. En la antigüedad no era así. Por eso había muchos sabios. Leonardo Da Vinci no se explica en estos tiempos, se explica en sus tiempos. Porque entendía de todo, le enseñaron de todo. Tenía conocimientos astronómicos y hasta gastronómicos. Podía construir un tanque, podía hacer una licuadora humana, podía escribir sobre cocina. Así es como yo considero al verdadero genio, cuando ya su capacidad intelectiva ha crecido tanto que puede escribir de cosas tan sencillas y tan banales pero con su gran dosis de universalidad. Ahora, si eres escritor, todo el conocimiento te debe importar porque te va a servir. Para crear un personaje, por ejemplo. Lo vas a hacer más correcto, más real. Por dos cosas: por seducción o por impacto. Por seducción son los libros y por impacto es que tú vivas. Como en el caso de Bukowski, por ejemplo. Bukowski era un borracho, mujeriego, onanista, etc. Pero a él nadie le ha contado, él fue y por eso escribió por “impacto”. Borges es la antípodas. Escribió por seducción.
-Tu primera publicación fue “La túnica de Ankún” ¿A los cuántos años la publicaste?
-A los 18 años. Yo ya tenía textos, muchos textos. A veces iba a la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (jirón Puno 421). En ese tiempo yo vivía por jirón Puno, un par de cuadras más arriba, y caminaba y me metía. Yo escribía mucho y quería saber si mis textos tenían algún valor y entonces, me acercaba a algunos escritores entregándoles mis textos. Estaba Cronwell Jara, Juan Benavente y sus “Viernes Literarios”, y otras personas a las que yo consultaba. Solo quería convencerme de que mis textos tuvieran algún valor literario. Uno, cuando es joven, siempre está en duda. Algo similar le pasó a mi amigo, Gonzalo Portals, quien también estuvo un tiempo en duda y para cerciorarse, para ver si sus poemas estaban bien o mal, los envió al Copé y ganó el Premio Oro Copé. Entonces, ya que más duda podía tener de que si estaba yendo por buen camino o no… Pero mira, yo siempre he cuestionado los premios literarios, siempre lo he dicho, y seguí el consejo de Gonzalo, que ganó el premio en el 93. Y bueno, mandé también algunos libros, y quedé finalista tres veces y gané otros premios nacionales. Pero eso no significada nada. Uno siempre se pregunta si es escritor o no. ¿Qué es lo que te dice yo soy escritor? ¿Qué es lo que te dice la conciencia o superconciencia para asegurar que eres escritor”? O sea, porque publicas un libro, porque ganas un premio o porque tus amigos te dicen “eres escritor”, ¿realmente eres escritor?
-¿Hasta ahora sigues buscando esa respuesta?
-Es que justamente escribo libros para eso. La escritura es la búsqueda de esa respuesta. Hay que insistir cada día. Y nadie se cree cuentos. Bueno, yo al menos no me creo el cuento del escritor. Tampoco se lo creo a nadie.
-Rodolfo, tú no reconoces géneros. No existe el cuento como género o como novela o como poemas. Para ti todo es literatura…
-Acá, en República de Chile, cuadra 7, existe una iglesia mesiánica, así se llama, Iglesia Mesiánica de Meishu-Sama. Uno de los principios de esta iglesia, es que todo lo que crea el hombre, incluido marxismo, anarquismo, dogmatismo, todo, todo, todo, es arte. O sea, tú vas y dices: “yo soy un marxistas, leninista, maoísta”, y te presentas en la iglesia, los de la iglesia te abrazan y te dicen: “sí, venga a usted, porque Meishu Sama le ha dado ese arte para crear cosas y lo que usted ha creado es también arte”: Y te reciben. Entonces de esa forma yo entiendo la cultura. Entiendo que todo es cultura. Yo puedo estar en contra de un ultraradical, de cierto feminismo burgués, de derecha, o de las ideas de Beatriz Preciado, por ejemplo, que me parece tener ideas de juguete, pero finalmente yo lo aprecio como arte. Pues al final todo eso se vuelve literatura. Porque yo puedo escribir de todo lo que se mueve por el mundo. Al final todo es un texto, y el texto es la prolongación del pensamiento.
-Entonces tú no debes estar muy de acuerdo con Vargas Llosa en este punto. Pues en su último ensayo “La civilización del espectáculo”, cuestiona este fenómeno que acabas de mencionar: “que ahora todo es cultura”. Para Vargas Llosa esto es peligroso y falaz.
-Lo que pasa con Vargas Llosa es que él tiene un pensamiento clasista y un pensamiento que niega la posibilidad a lo que él llama “pre-modernos”, la capacidad de crear cultura. Él cree que estos pre-modernos no pueden crear ideas como se creaban en el eurocentrismo. Vargas Llosa plantea su pensamiento justamente desde allá. Es un caso que lo hemos visto desde las épocas en las que Arguedas debatía con Cortázar, y Vargas Llosa, se ponía al lado de Cortázar y abandonada las ideas de Arguedas. Cosa que ya escribió en un ensayo, La Utopía Arcaica. Ficciones del indigenismo (1996). A partir de ahí él ya empieza a cambiar. No sé si será una idea de derechas, no sé si libremercadista, pero la cosa es que eso le impide aceptar que alguien, un artesano, por ejemplo, alguien que no ha leído nada, pueda crear con sus manos una escultura tan bella como Rodin, ¿no? Es un imposible para él. O conversar con un anciano de alguna tribu de Bolivia y que ese anciano le pueda enseñar algo. Entonces con ese tipo de pensamiento no avanzamos. Porque con ese tipo de pensamientos se han exterminado culturas. Lo que se hace en Estados Unidos por ejemplo, con ese pensamiento clasista. Yo creo que no debemos negar a todas las personas el crear cultura. Es un error, una barbarie. Entonces lo que Vargas Llosa llama barbarie se le podría aplicar a él…
-Tu novela Matagente se abre con la siguiente frase: “Para escribir un texto de crímenes, se necesita una pistola o una granada de mano. El lapicero debería ser el arma homicida y el papel el cuerpo del delito”. De esta forma entra Matagente, la primera novela gore en Perú. ¿Cómo empezó a gestar en ti la idea de escribir esta novela?
-Creo que los escritores son producto de la ociosidad. El ocio sociológico hace que uno pueda tener tiempo y darse los espacios para escribir… Yo he pasado por muchos procesos. Empecé a trabajar saliendo del colegio porque quería ser independiente. Entonces entré a una fábrica, a la fábrica textil “La Paloma”, que quedaba en la cuadra 4 de Malecón Checa, en Zarate. Ahí iba yo todos los días y entraba a las siete de la mañana y salía, creo, que a las seis de la tarde. Eso era lo anormal. Lo normal era que yo saliera a las diez de la noche. Los clásicos “sobretiempos” y esas cosas. Recuerdo que el dueño era, aunque parecía una caricatura, un tipo enorme, gordo, que se paraba encima de unas máquinas de remalle y arengaba para que los trabajadores hagan acción para los beneficios de la empresa, etc. Yo era planchador. Estaba rodeado de humo, vapor expresionista. Los estampados de los polos botaban mucho vapor que impactaban en mi rostro. Imagínate. Ese acto robótico lo tenía que hacer de siete de la mañana hasta las diez de la noche. Lo único bueno era que yo tenía bastante tiempo para pensar. Mis manos estaban ocupadas pero mi mente estaba libre. Entonces en medio de ese vapor yo imaginaba cosas. Yo miraba muchas películas de terror, películas de serie B, malísimas. Así que en el centro de todo eso, se fue gestando Matagente. La idea del crimen, a lo Raskolnikov, más o menos, que mata a una vieja. En mi caso era la de “matar” a este jefe gordo que nos arengaba para autoflagelarnos. De esa forma empecé a escribir la novela. Primero en hojitas, servilletas, boletos y así lo fui guardando. En el camino, claro, aparecieron otras cosas. “Sinfonía del Kaos”, “Vomitos”, “Por la boca, muertos”, libros de ensayos y otros textos más. Pero igual seguía escribiendo de ese personajillo que con el tiempo se fue transmutando en algunos presidentes y políticos del país. Y así terminé la historia de la novela. Luego ya le agregaría el manual para asesinar gente, como ahora existe todo tipo de manuales, manual para cocinar, manual para aprender inglés, manual para ser pendejo, manual para aprender a escribir en tres sesiones, entonces pensé que faltaba uno para cometer crímenes. Pero cuando fui investigando me di cuenta que en Estados Unidos ya había un manual para matar gente.
-Claro, Hitman.
-Sí. Este libro fue sancionado, fue multado, fue retirado de librerías porque este libro no tenía ningún valor literario, sino simplemente era un manual, hecho supuestamente por un asesino, para cometer homicidios. Años después ya nos enteraríamos que el libro lo escribió un ama de casa que no tenía nada que hacer y escribió su manual para matar gente. La cosa es que fue retirado del mercado. Entonces yo me dije que podía hacer algo parecido pero estéticamente mejor elaborado.
-¿Cómo se tomó la aparición de este libro en el Perú?
-Me plantearon la idea de llevarlo al Plan Lector. Cuando consultaron me pidieron que cambie el capítulo de la violación a la niña, luego un par de actos de tortura, ¿entonces que iba a salir de eso?, un libro light. Por eso no acepté. Aunque la propuesta era crematísticamente muy correspondida y aparte que iba a viajar a provincia y posibilidades de llevar la novela al extranjero. Pero convertir el libro en eso, no pues. Entonces dije que se quedara así nomás. Y la crítica, no hay una crítica altura para este libro. O sea, la crítica estándar, no puede alcanzar a entender el género gore. Estos críticos entienden lo normal, y lo normal es que cuentes una historia en el sentido aristotélico. Inicio, medio, final. Pero como este es un libro gore, donde lo más importante son las acciones, el crítico no lo entiende y se queda flotando. No lo entiende, porque su capacidad no alcanza. Entonces ha hecho que una parte de la crítica no lo haya retribuido como tal, pero yo me conformo con que algunos escritores de peso y que leen e investigan más, o que tienen más mundo y entienden al gore, lo hayan levantado. Me estoy refiriendo a Pedro Novoa, a Daniel Alarcón, a Diego Trelles, escritores relativamente jóvenes que tienen más mundo y que han entendido más el gore. Entonces entienden más el libro. Y bueno, la novela se agotó de manera abrupta y ya estamos haciendo coordinaciones para una segunda edición. Y creo que eso es suficiente para entender que un libro está en buen camino.
-Lo interesante de tu novela es que tiene una estructura. No solo tiene la historia en sí. Aparte está el manual y una parte de poesía en prosa. Es una suerte de tríptico…
-Sí. Primero salió la novela. Después se convirtió en el manual que traía trazos de poesía porque eso era la parte donde el personaje Atoj entra en rehabilitación. Y como tú sabes, en los loqueros (para eso tuve que ir a Larco Herrera por cierto) hay talleres donde los enfermos pueden expresarse. Entonces un día fui y me di cuenta que habían pegado algunos textos que los internos habían escrito y me pareció algo interesante. Entonces así fui creando una estructura tripartita.
-En tu libro haces referencia a escritores que también se han dejado llevar por el crimen. Hablas por ejemplo de Hemingway, de William Burroughs, y muchos otros…
-Sí, también está Jean Genet. Este escritor estaba preso, aunque no por homicidio, y escribía en el papel higiénico. Un día el alcaide, que sabía un poco de literatura, y que era amigo de Sartre, recibió estos papeles y encontró en ellos un gran valor literario y se los llevó a Sartre. Y Sartre dijo: ¿quién es este hombre? ¿Quién es este genio? Por eso lo sacan del presidio. En cuanto a tu pregunta, claro, hay una retahíla de escritores que han llegado a cometer crímenes. El más conocido es Burroughs, que le disparó a su mujer. Chocano también. ¡Hemingway! Cuenta en sus diarios que había estado en la guerra no solo ayudando sino también matando. Y él lo cuenta. Hay una escena que él narra y dice que asestó un tiro en la cabeza a un tipo y el cerebro le salió por los ojos, etc. Todo eso es gore.
-¿Cómo te sentiste, Rodolfo, cuando tu personaje Atoj se fue desarrollando? ¿Hubo algún rechazo, cariño hacía él?
-Lo que pasa es que cuando uno construye un personaje, hay momentos en que el personaje se independiza y empieza a tener sus propios sueños, a cuestionar, por otra parte, a su propio autor (a lo “Niebla” de Unamuno). Y es ahí cuando el personaje me usó a mí para cometer en el papel los crímenes que él quiere realizar. Eso me parecía un escándalo. El acto de pederastia, por ejemplo, me fue horripilante. Igual, cuando se lo pase a otros amigos, me dijeron que esa parte les gustaba y que a la vez no les gustaba, porque les hacía sentir que algo dentro de sí no estaba bien. Algo así como un acto monstruoso y perverso. Era lo mismo que me hacía sentir a mí. Un rechazo total hacia mi personaje. Pero al fin y al cabo es un personaje que solo se mueve en el contexto de una historia. No estoy contando la vida de Díaz Balbín, ¿no? Este personaje solo es una ilusión, una proyección de mi yo interno.
-Bueno, supongo que para escribir esta novela, debiste de haber consumido bastante material audiovisual. Y hablo del cine… ¿Cuántas películas por lo menos llegaste a ver?
-Creo que unas 400 más o menos. Sobre horror, sobre monstruos, sobre vampiros. Muchas películas de serie B hasta llegar a La Jarjacha, Star Red, películas malísimas pero que al final servían para lo que yo quería escribir. Pues todo sirve al final, todo aporta aunque sea un poco, te ayuda en la perspectiva… Se podría decir también que este es un libro visual, hay una manifestación de eso, del conocimiento y de la cuestión mágica el cine.
-¿Te han propuesto llevar el libro al cine?
-Sí. Dos o tres propuestas. Dos eran de carácter cómic. Ya uno lo dibujó, tiene lo trazos, solo falta arreglar un poco las viñetas. Pero eso ya es un formato más corto. Y hay una idea de cortometraje. Y no solo en cortometraje, pues hace poco un amigo que llego de Italia tuvo la idea de convertir la novela en una obra de teatro. Entonces las propuestas están, y que bien que estén porque en realidad yo escribí el libro un poco para divertirme y para liberarme de esas ganas que tenía de “ahorcar” a ese tipo gordo de la fábrica.
-¿Crees que tu novela sea un reflejo, tal vez subliminal, tal vez disimulado, de la sociedad en la que vivimos? Bueno, te hablo el tema de los parricidas, los grupos paramilitares, los fanáticos religiosos, los terroristas… Porque en el Perú ha habido mucho material y faltaba una novela de esta dimensión.
-Sí, bueno. A pesar de que me han dicho que esta novela es políticamente incorrecta, lo cual acepto y agradezco, yo creo que algo de esa historia de lo que nos ha tocado vivir se refleja en la novela. Pues la verdad es que somos un país que ha vivido de forma sangrienta…
-Y desde la época de los incas…
-Desde los incas; desde la época de la guerra con Chile. 40 mil muertos, la guerra interna 70 mil u 80 mil muertos. Las peleas y pugnas entre nosotros, los militarismos, o sea, sangre por todos lados. Somos una historia de sangre. Entonces yo me preguntaba por qué, si nosotros somos un país cuya historia está hecha de sangre, no existía una novela donde se hable de esto. Así que este punto también fue una suerte de impulso que me ayudó a terminar el texto.
-El mundo en vez de avanzar hacia adelante, retrocede. Cada vez está peor. Estos hechos sangrientos son como el pan de cada día en los noticieros… ¿Crees que con todo este material pueda existir un segundo tomo de Matagente?
-Todos estos años hemos visto como se ha agravado los hechos de sangre. El mismo periodismo, este periodismo amarillo, este periodismo del Chino que sacaba cerebros reventados, que sacaba cuerpos despanzurrados, ese periodismo ya no es nada. Hoy en día buscas en internet y ves como un hombre con un machete corta la cabeza de veinte individuos o parte a una persona viva en dos con una motosierra. Ese nivel de salvajismo es al que estamos llegando ahora. Y el non plus ultra, es el estado islámico. Es la concepción política religiosa de que todos somos el mal y ellos son el bien, por lo tanto merecemos morir como ratas o como pollos, gallos, gallinas, cortando el cuello a todo el mundo…
-!Y en vivo!
-Y en vivo y en directo. Entonces hay material hasta para un tercer o cuarto tomo que no sé si algún día escribiré… Bueno no sé si tendré el tiempo. Ahora estoy avocado en otra novela, una novela bastante voluminosa.
-Ahora que hemos entrado a los temas sociales y políticos, debemos empezar a conversar con mucho más cuidado. Pues tú señalas que para hablar sobre estas cosas, “primero hay que pensar mal”…
-Las noticias, los medios de información, prensa, radio, televisión, mass media, todo esa estructura informativa, incluso los libros, esas grandes editoriales, responden a un principio económico. O sea, ya están basados sobre un sustento de capitales. Y como tal, responden a las verdades de esos capitales. Por ejemplo, alguien que te informa de CNN no va a decir algo contra los dueños de CNN. Entonces en razón de eso yo debe a pensar mal de todo lo que informan los medios en cuestiones sociales y políticas. Pues los medios responden a plutocracias, a grandes financiamientos, y en los casos más graves a narcocracias. Entonces sigo diciendo que no puedo pensar bien, tengo que pensar mal. Y no es que yo sea un total incrédulo o un total escéptico dogmático de lo que ocurre. Pero en cuestión de política económica, lo repito, debemos empezar pensando mal…
-¿Rodolfo Ybarra es un personaje de izquierda?
-Ya se ha manipulado mucho esa idea de las izquierdas. Yo creo que ya no se puede ser tanto de izquierda, yo creo que esa es una idea que ha caído en la demagogia, se ha devaluado. Ahora lo que hay son los “marginados”, los indignados, los que no están ni con Dios ni con el Diablo. Yo creo que no se es de ningún lado. O sea, en muchos países no hay izquierda. En Perú tampoco existe izquierda. Lo que hay son pequeños grupos que dicen representar al pueblo, que se atribuyen esa potestad de representar al pueblo y en el nombre de ese pueblo hablar con las plutocracias con los empresarios, con los dueños del mundo, para tranzar como nos deben de tratar, que es lo que nos deben de hacer. Entonces frente a estos señores que se arrogan la autoridad, yo me digo que es mejor no ser representado por nada ni por nadie. Pues por qué voy a tener a mi izquierda o derecha a un ser que no se viste como yo, que no come como yo, que no ha estudiado donde yo he estudiado, que no piensa igual que yo. Me parece ilógico. Ese es el caso de Pablo Iglesias, lo he dicho muchas veces, y lo repito acá. No hay un partido que me represente no hay nada.
-Bueno, en una entrevista señalaste que el Perú vive de espalda a su propia historia y que por eso es “un país idiota”
-Sí, es un país idiota. Porque elige y reelige a los que les pone la soga al cuello, a los que se disfrazan cada cierto tiempo y nos espolean toda la vida…
-¿Te refieres a García?
-A García, a Fujimori, a Toledo a Castañeda. A toda esa casta seudopolítica de traficantes, incluido desde más atrás si revisamos la historia, vamos a ver militares que tomaron el poder cuando han querido y políticos de ultraderecha que se han hecho llamar gente del pueblo. Como el caso de Belaunde, por ejemplo. Entonces, frente a eso, lo único que me queda pensar es que el Perú es un “país idiota”. Pero eso no significa que yo sea peyorativo con respecto a los peruanos, es en general, es una idea de concepto, de lo que es la idiotez en este país.
-Cambiando un poco de tema, Rodolfo. ¿Es verdad que llevas una vida monástica, de retiro, de exilio, de eremita?
-Sí. Ahora hasta me doy un tiempo para cuidar a las plantas, algo para mí de vital importancia. Hubo un tiempo en que yo pertenecí a varias iglesias, a varios grupos. Desde muy joven he andado hasta con los Hare Krishna. He vivido en el templo donde yo tenía que limpiar y hacer servicios y de esa forma entendí el mundo. Probé el prasadam, que es una comida vegetariana 100 por ciento ofrecida a Krishna. Entendí en ese año de total ascetismo, de total alimentación a base de verduras, que mi vida se encaminaría mejor de forma sana, saludable. Además me sentí sano. Mira, yo hablo porque yo hago cosas, es decir, yo no hablo porque me contaron, hay gente que habla por que le contaron, no, yo hablo porque yo experimento, experimento día a día y eso me trajo salud, más pensamiento y también más tiempo para escribir. Es decir, tengo un poco menos horas de sueño, porque mi cuerpo, mi metabolismo se repara más rápido y así puedo conseguir más tiempo para escribir. Nada más.
-O sea, ya no comes carne… Por ejemplo, ahora la chilla está de moda.
-Bueno, sí, cosas que están saliendo… Hay una discusión sobre los transgénicos y otras muchas cosas. Yo estoy en contra de esas cosas. Estas empresas que han convertido a las semillas en semillas bomba. Ahora encuentras una semilla con fecha de vencimiento. Cosas así, a mí no me gustan. He practicado diferentes tipos de dieta, la paleolítica, por ejemplo, una dieta antes de la invención del fuego…
-Vaya…
-Sí, es una dieta donde solo se comen raíces, frutos sanos, donde no se hierve, no se cocina. Y todo eso antes de que se descubriera el fuego y de que el hombre domesticara a los animales. No había leche, ni huevos, ni nada de esas cosas. Y también me he sentido sano. O sea, sigue habiendo esa discusión sobre la B12 porque en los vegetales no existe la B12, pero hay otros alimentos abastecidos de B12 y el hígado puede guardar tres años la B12… Sabes que si no hay B12 el cerebro se adormece, se “lentejea”, pero bueno, con alimentos enriquecidos en B12 tú vives una vida normal y no tienes por qué envidiar a los que comen carne, o reses, o vacas o chanchos.
-Bueno, te preguntaba eso de tu vida en retiro, más tranquila, sosegada, porque mucha gente cree que Rodolfo Ybarra es un ser autodestructivo, kamikaze, un personaje maldito.
-Sí, pues, porque en verdad, en el fondo, he regresado de los infiernos, porque de joven trabajaba en una fábrica, ¿y qué hacen todos los que trabajan en fábricas?, esperan el fin de semana para emborracharse y olvidarse que tienen un grillete en la pata. Entonces por ahí empezó mi autodestrucción. Trabajaba como un animal y quería olvidar que era un animal, que ya no era un ser pensante sino que era una especie de robot, máquina, o buey, qué sé yo, que tenía que empujar o mover una máquina para enriquecer a otros. Entonces así comencé a experimentar la cuestión del alcohol social, de sumergirme en un submundo para olvidarme todo. Y después recaí con esta iglesia mesiánica que se alimentaba solamente de vegetales. Yo creo que sí he tenido una época autodestructiva, es más, pensé que me iba a morir. Me decía que no llegaría ni a los veintisiete años. Me enfermé del estómago, me dio úlceras por el alcohol, el cigarro, las drogas y psicotrópicos. Andaba con muchas pastillas, con una bolsa entera de pastillas. Paracetamol, penicilina, hepabionta, y a la vez su contraparte, vitaminas, energizantes…
-Eras una farmacia andante…
-Sí, como una farmacia andante. Sabía de todo, tenía todas las recetas pegadas en un cuaderno, iba al médico por cualquier tontería. Un sarpullido o porque se me enrojecía el ojo, o porque se me caía un poco de cabello. Ya me estaba enfermando, eso me estaba autodrestruyendo. Y de ahí, menos mal, salté a lo otro. A tener una vida monástica, una vida más tranquila y disipada, viajé mucho también. Cogía mi mochila y me iba. Dormía donde me cayera la noche. Además, me he mudado más de 100 veces. Eso dice un poco de lo que he hecho…
-Entonces tú debes estar en desacuerdo con la corrida de toros, la pelea de gallos, la pelea de perros, no, que es una actividad ilícita en muchas partes…
-Las peleas de perros que se practicaban en Inglaterra, era un espectáculo más bien vulgar. La pelea era de perros contra ratas. Era el Rat -Pits o Rat-Baiting. Se ponían perros y ratas; y el perro mordía a las ratas y mientras más ratas mordía, el perro ganaba. A veces también las ratas las atacaban. Era una especie de juego o tortura.
-En Roma también hacían pelear perros contra osos. A los perros les ponían armaduras metálicas y los soltaban al ruedo…
-Ese juego perverso y malévolo, creo que refleja una parte del espíritu del hombre. Pero yo no estoy de acuerdo con eso. No estoy de acuerdo con un toro que no se puede defender. Incluso también estoy en desacuerdo con el Yawar Fiesta que se realiza en provincia o con el Jala Pato. Todo eso es una salvajada. Así que yo no estoy de acuerdo en que ningún animal sea torturado. Ni para vestido (a esos animales que le arrancan la piel, vivos, para conservar el lustre y el brillo) ni para actos de espectáculos.
-Bueno, Rodolfo, hablemos de otro punto importante. ¿Qué es lo que te gusta a ti del Centro de Lima, de la urbe, de la periferia? ¿Qué es lo que más te atrae? Pues tú caminaste mucho por el Centro de Lima en tu juventud…
-Los que siempre me ha llamado la atención han sido los personajes bizarros, siempre me he acercado a estos personajes. Recuerdo que en el 97 yo tenía un programa de televisión e hice un par de documentales sobre esos personajes, de esos personajes que conviven en el Centro, que pasan horas de horas ahí. Hace poco el municipio ha cerrado cantinas, bares, y dice que hay que respetar a los que viven en ese punto porque ellos tienen derecho al silencio, etc, etc. Yo me pregunto, esa gente que vive ahí, que trabaja en el día y solo llegan a dormir en las noches, ¿son los verdaderos dueños de esos espacios? ¿O los que están todo el día ahí? Hay gente que camina, trabaja, duerme y se emborracha ahí. ¿Quién está más en el Centro de Lima? ¿El que pulula ahí o el que trabaja y está todo el día en otro lado? Todo eso es una locura. Porque en realidad esos personajes que están ahí son más dueños del Centro de Lima que los que tienen propiedades en el Centro de Lima. Me estoy refiriendo a todos esos artesanos, a los que hacen mimo, a los artistas, a los mismos señores que hacen “política” en la Plaza San Martín y a los que se les llamapolitiqueros, farsantes; a los travestis, a las prostitutas, a los vagabundos, a los cafichos y borrachos, a los punk, a los anarcopunk, a los metaleros, libreros, vendedores de baratijas, a los fletes, etc., todos ellos son los verdaderos dueños del Centro de Lima. Y a mí siempre me han atraído esos personajes porque cada personaje tiene una historia, una historia muy particular. Cada uno tiene una visión diferente del mundo y casi todos son autodestructivos. Ya de hecho han asumido que el solo hecho de estar en el Centro de Lima…
-¿Es sinónimo de morir?
-Sí, de morir en la intemperie como en el Serengeti.
-Roberto Arlt tiene un artículo muy bueno titulado, “El placer de vagabundear”. En este texto señala que “aún pasará mucho tiempo antes de que la gente se dé cuenta de la utilidad de darse unos baños de multitud y callejeo. Pero el día que lo aprendan serán más sabios, y más perfecto y más indulgentes”. ¿Crees que el artista, especialmente los escritores, deberían darse siempre un baño de multitud y de callejeo?
-Sí. En el caso del escritor o del artista no se entiende que estén alejados de las calles. Por ejemplo, la beat generation: Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Gregory Corso, William Burroughs, Colin Wilson, no se los hubiera entendido sin la calle. No se entiende a todos esos artistas sin haber vagabundeado, sin haber pasado hambre, sin haber dormido en los brazos de una prostituta o alguna mujer en orfandad. Mira, yo creo que la calle y el vagabundeo alimenta el espíritu. Las calles son el reflejo del mundo. O sea, las calles como tal. Baudelaire, por ejemplo, escribe un poema donde narra a dos personas que miran a través de una vitrina lo que está sucediendo en un bar de mala muerte. Ese poema para mi refleja la realidad y refleja el mundo. Esa es la calle, la calle donde la gente sufre, donde se manifiesta la verdadera realidad. Desde el siglo XVIII hemos visto que las calles es el verdadero hogar de los artistas. Porque en las calles transcurre todo y todo está ahí.
-Muy de acuerdo contigo, Rodolfo. Pero hoy en día hay escritores que no salen del café Haití, por ejemplo; no salen de esta discoteca llamada “Sargento Pimienta”. Andan pululando en esos mezquinos espacios como peces en el agua. ¿Qué crees que es lo que está pasando?
-Yo creo que esto ya es una cuestión de clase. El típico escritor aburguesado, un escritor que necesita de buen vino, buen espacio, buen aire, asientos ergonómicos tipo Vargas Llosa. Que escriben una literatura formal, fofa.
-Sí, obviamente, obviamente. Todo eso produce una literatura que no le hace daño a nadie, que no critica el orden establecido, que va a seguir lamiéndole las botas al poder. Ese, creo yo, que no es mi caso, ni tu caso, ni el caso de nosotros. Pues creo yo, y me alegra, que se está gestando una nueva corriente de escritores, una corriente que regresa a los bares, que revisa, husmea, explora las calles y hasta escudriña y rebusca en la basura. Hay escritores que son recicladores, que incluso han ganado algunos premios. Entonces, este tipo de escritor que transita y que va por las calles va a tener un diferente tipo de opinión al otro escritor, al escritor formal que no sale del café Haití o del malecón de Miraflores. Ahora, y esto es importante, el hecho de estar solo en la calle no significa que se va a ser un escritor estéticamente bueno. Pues para serlo, hay que trabajar, y trabajar el doble. O sea, si vas a callejear cuatro o cinco horas, tienes que trabajar ocho o diez horas. El doble. Pues todo bien que se esté vagabundeando, pero eso no te garantiza nada. Eso te asegura una buena experiencia y, en algunos casos, una buena ética. Y lo otro lo tienes que aprender con las lecturas, con los debates, con las discusiones cara a cara, en la escritura que es donde una aprende y avanza. Pero hay que tener en claro que esto no siempre es unitario. Por lo general un escritor avanza cuando se mueve de forma gregaria. Hemos visto al grupo Colónida, al grupo Hora Zero, al grupo Narración, por ejemplo en el Perú. Son grupos. O sea uno no avanza, sino que avanza en grupo. La literatura en un país avanza en grupo. Es gregario. No se entiende a Mariátegui ni a Haya de la Torre, sin entender a Gonzales Prada como maestro de Haya de la Torre y como maestro de Mariátegui y maestro de todos los anarcos sindicalistas primarios. Entonces es eso. Y así es como se mueve el mundo. Yo tampoco estoy solo. Yo pertenezco a una generación de escritores con los cuales he avanzado.
-En estos días, Rodolfo, ¿te interesa algún escritor peruano que sea relativamente joven? Y no estoy hablando de escritores que se dicen ser nuevos o jóvenes como Yushimito, Gamboa, Trelles, Alarcón, que ya, en realidad, no son nada nuevos ni jóvenes…
-Bueno, sí. Aunque generalmente yo espero un segundo o tercer libro para poder dar una opinión. Pues los escritores jóvenes casi siempre se quedan en el primero y desaparecen. Pues con un segundo o tercer libro, yo ya tengo una opinión sobre el escritor o sobre el poeta o sobre el narrador. Claro que si tengo nombres, gente joven que incluso se acerca y me entrega textos que son inéditos… Uno de estos jóvenes podría ser Rafael Inocente, por ejemplo, que es un escritor joven y que ha publicado una novela. Y a pesar que tiene algunos “excesos” es una novela bastante válida. Me estoy refiriendo a La Ciudad de los culpables. Bueno, Pedrito Novoa también, que ha empezado una carrera meteórica, electromagnética. Tiene una prosa avasallante y me parece un escritor bastante valioso. Y qué bueno que sea revalidado por los premios, esto que está obteniendo me parece bastante interesante. Otro, Fernando Cueto, y así algunos otros más.
-Bueno, yo tengo algo que anoté por aquí, acerca de una cosa importante que dijiste hace algún tiempo. Dices que “la escritura no es más que el reflejo de lo que uno lee”. Hay un tema que preocupa bastante, Rodolfo… Hace poco estuve conversando con Gabriel Ruíz Ortega sobre un tema muy delicado que era que los escritores contemporáneos no leen o se leen entre ellos y ya no regresan a los grandes maestros del siglo XIX, del siglo XVIII… Tú que conoces más de esto, ¿qué crees que es lo que está pasando?
-Sí, el problema viene de la American Way of Life, o sea, esa idea del triunfo rápido, del joven que a los 25 años tiene su casa, su auto, su perro, su millón de dólares en su cuenta bancaria… Eso se ha trasplantado a la literatura. La idea de que el escritor quiere tener logros antes que comprometerse realmente con la escritura. ¿Y cómo logra escribir un gran libro sin leer? Mira, la lectura implica años. Yo he estado años y años en la biblioteca. Leía y leía y casi no escribía. En cambio ahora se ha invertido los tiempos. La misma sociedad ha obligado a estos señores el triunfo rápido, entonces escriben como sea, hasta con errores ortográficos, pagan a otro para que se lo corrijan, se lo retornan, le hacen los cambios, etc., etc., incluso les reescriben el texto. Y todo eso está mal…
-Claro. Piglia dice que ahora “hay más escritores que lectores”…
-Los que compran libros son los mismos escritores para saber cómo escribe la competencia. Como te digo, ese ya es un problema del propiosistema del mercado, donde la estructura y la globalización generan todo este tipo de escritores. Que en el fondo hacen daño a la literatura.
-El tema de la escritura contemporánea en el Perú, vamos a contextualizarnos en el país, es que los escritores manejan muy bien la forma, la gramática, hasta la estética, pero si estudiamos un poco esto, vemos que no hay un fondo, un planteamiento importante, un mensaje. Tú calificaste esto como “literatura fofa”.
-Sí, por lo mismo que sus vivencias son fofas, por lo mismo que sus lecturas son lánguidas, por lo mismo que su entorno es caviar, este que te repetía hace un rato. Asientos ergonómicos, aire acondicionad, buen vino y tu manzana al lado derecho para comerlo entre horas. ¿Entonces eso que genera? Pues para contrarrestar eso tendrías que ser un genio tipo Borges y no hay genios. A mí me ha probado la historia, la vida misma, que el escribir es un trabajo al destajo. Pero también tienes que leer, tienes que vivir, tienes que hacer cosas. Hay que saltar al vacío. Entonces no hacer eso produce este tipo de escritores que escriben sobre filosofía del mosquito, mirándose al ombligo, cosas que no reflejan ni una realidad ni nada, sino que son literatura de divertimento, literatura light, cero grasas, una literatura pasteurizada, para consumo. Y con esto haces dinero, te invitan a los recitales, a las ferias de libro y ya tienes un nombre. Pero otra vez viene la pregunta: ¿Esto es escribir realmente? ¿Esto te hace escritor? Y así, seguimos preguntándonos. Veo poco, en realidad poquísimos escritores que tengan un valor tanto de forma como de fondo. En muchos casos solo de forma. Escriben muy bien, manejan bien los diálogos, el párrafo, la palabra, la gramática, qué sé yo, incluso tiene hasta cuatro correctores de estilo, pero en el fondo no lees nada, ¿qué hay detrás de todo eso? Grandes historias de amor que suceden; que A ama a B, que B ama a A, que le deja, que tiene que vivir solo en la nostalgia, llorando en su rincón, ¿qué hay en eso? O sea, ¿qué es eso? No hay nada. Las grandes epopeyas, a lo Ostrovski, han sido abolidas… El resto es pura farsa, pura simulación.
-Hace un tiempo, Rodolfo, se habló mucho de esa disputa entre escritores proto-indígenas y escritores proto-costeños… Ahora, aunque no se hable mucho de esto, hay una suerte de recelo, de guerra silenciosa, de ataques revestidos con sobonería entre escritores, vamos a decirlo así, proto-miraflorinos y escritores prote-perifericos… ¿Otra vez entramos a la misma cantaleta?
Lo que veo es que yo me entiendo como un escritor anarco post andino urbano post post feminista. Y que mira desde su perspectiva a estas peleas que ocurre entre los proto-miraflorinos y los otros, pero que no llevan a nada. Definitivamente hay grupos y uno los lee. Aunque la gente diga que no, que todo esto es una farsa, esto es la argolla… Pero si tú te pones a revisar vas a encontrar que Pepito que es amigo de Luchito, siempre escribe bien de Luchito. Y Luchito que es amigo de Pepito siempre escribe bien de Pepito. O sea, yo te escribo una reseña, te levanto, y después cuando yo saque mi libro tú me vas a deber y escribir una reseña y me levantas. Algo así como un trato tácito. Entonces para ellos los grandes poetas son los amigos con los que toman el fin de semana; el gran escritor es al que le invitan a Colombia, entonces ese es el gran escritor; o el que se pasea por el malecón o los que se van en yate, pues hay un grupo que se va en yate y que se creen los cuatro escritores más importantes, los hermanos Karamazov, van a pasear y ellos son los baluartes de la literatura peruana… Y efectivamente esos grupos existen y se gratifican, se respaldan entre ellos y se premian entre ellos. No sé quién pueda negar eso, es una realidad más que evidente.
-Ahora, conociendo que esto no es un secreto, que existen estos grupos, estas capillas, estos clanes, cofradías, podría ser aceptable que cada uno tenga sus preferencias. Pero que de ahí, que uno de estos salte al ataque de otro que no sea de su clan, ya es una cosa deplorable. Y digo esto, porque hace poco, un crítico o típico filósofo del Facebook, por ejemplo, posteó una indirecta contra un escritor peruano que quedó finalista en el Premio Herralde. O sea, una vez que se supo que el escritor no salió ganador, este personaje salió al ataque burlesco, sarcástico, hasta se podría decir, infantil. Este tipo de mezquindad, de envidias, de encono se ve bastante entre los escritores…
-Las peleas entre escritores ya se han vuelto un género literario. Tú ves esas peleas entre escritores y vas a encontrar que hay mucha habilidad y mucha inteligencia y en otros casos no los hay. En el caso peruano yo no veo mucha inteligencia, yo más bien veo mucha mezquindad, mucha envidia; veo el reflejo de las miserias de uno y del otro. Hay gente que no tiene talento y quisiera que el otro no lo tuviera. Y cuando el otro demuestra que puede más, que escribe mejor, que gana premios, etc., el otro quiere tirárselo abajo como sea. Y hay varios casos. Y mira, yo no sé cómo funciona esto. Hay una suerte de cuestión interna que es beneficiar a un sector que son los escritores del establishment, de los escritores pro-sistema. Entonces a ellos no les sirve que un escritor que viene de abajo, que viene del pueblo, que toma su bus azul o su combi, se codee con ellos. Porque los desprestigia, porque los pone en evidencia. Entonces ahí lo niegan. Y todo esto empieza por medio de los insultos. En mi caso me han dicho de todo. Tengo más de 100 adjetivos hacia mi persona. Los tengo todos y anotados con cada nombre de quien lo dijo. De repente algún día voy a publicar eso por medio de esos post que saco. La última por ejemplo, fue una feminista que me insulta porque simplemente yo critico su feminismo barato. Entonces ella saca que yo soy un idiota, que debería haberme extinguido, que soy un machista, etc. Ella habla sin saber nada de las fuerzas internas del feminismo, sin saber que quien disparó a Lenin fue una mujer, por ejemplo, una feminista. Ya ves, no sabe nada de feminismo. O sea, ¿solo porque leyó a Beatriz Preciado ya se cree feminista?, y eso que ni siquiera aplica lo que dice ese libro. Además, ahí se dice que “la contrasexualidad busca generar una contraproducción de placer y de saber en el marco de un sistema de contraeconomía contrasexual” (Manifiesto Contrasexual, página 34). ¿Alguien podría explicar eso? ¿Alguna feminista me podría explicar este trabalenguas? O sea, no sabe absolutamente nada. Eso de que la mujer debe cambiarse y ponerse un nombre masculino, por ejemplo. Y ya ves, ni siquiera ha hecho eso. Que hay que masturbarse los brazos y las piernas porque el cuerpo está compuesto de falos… Toda esa tesis es una tontería. Y volviendo al tema, yo soy de los que creen que cualquiera puede ser un escritor. Desde el basurero hasta la mujer que lleva platos de comida a los edificios. Y eso es lo que esos escritores temen en el fondo, tiene un gran miedo, todo estos señores aburguesados, escritores del salón, escritores del Haití, escritores de Starbucks, es ese temor a que gente del pueblo pueda sentarse a su lado y codearte con ellos.
-Ahora todo se mueve a modo de amiguismo… Por ejemplo esta última lista de invitados a La Feria de Colombia.
-Todo es un cenáculo de amigos: yo hablo bien de ti y tú hablas bien de mí. Sino pregúntenle al señor Yrigoyen, ¿quién es el mejor poeta de la generación del 90? No sé. Pregúntenle nomás. Pregúntenle quién es. Pues es eso. Hay un “cenáculo” que hay que “destruirlo”, hay que acabar con esos grupos que hacen daño a la literatura.
-Para terminar. Los Premios Luces. Uno de los premios banales, que no califica la estética, sino más bien el entorno de ventas, la calidad publicitaria, etc.
-Bueno, este es un premio mediático que se construye en base a votos. Y esos votos son de la gente que lee el mismo periódico, periódico que auspicia, con reseñas a sus propios escritores. Y entonces no van a nominar a alguien que no haya salido reseñado en estos medios. Ya de por sí se convierte en un premio elitista. Yo no tengo nada que decir sobre eso, sobre El Comercio mismo que es una mafia que ha trabajado con el fujimontesinismo, que defiende a Keiko y todo lo que está detrás. Ya qué más decir. Más bien, en el caso extremo, de que El Comercio nominara a alguien del otro lado, o sea, lo correcto sería negarse a eso, rechazarlo. Si Sartre renunció al premio Nobel, por qué no un escritor podría renunciar a un premio Luces. Son cosas que suceden. Pero eso ya es una cuestión de ética con estética. Cuando se juntan estos dos principios ocurre un milagro. Entonces esto se transformaría en un descubrimiento intelectual que respaldaría un acto así. En mi caso, yo no podría sentirme muy bien si El Comercio me nominara, no podría sentirme bien y tendría que decirme que algo está mal, algo que estoy haciendo está mal y tendría que reformularme y potenciarme y, así como las computadoras, resetearme.
Fotografía: Javier Arnao Pastor
1 comentario:
Para gente que aún lucha por desconectarse, quitarse el cable de la nuca, y no ser demolido por las máquinas esto es como la imagen del hombre del tanque. El camino con gente así es mas cálido.
Gracias, Rodolfo.
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