Rodolfo Ybarra. Secreto de Estado. Lima: Arteidea, 2012. 100 pp.
Rodolfo Ybarra. Secreto de Estado. Lima: Arteidea, 2012. 100 pp.
Rodolfo Ybarra (Lima, 1969) es quizás el secreto mejor guardado de la narrativa peruana contemporánea. Ybarra está sumergido en la contracultura limeña, la estética punk y en el activismo político. Si bien posee una larga labor poética desde los años 90 en adelante, el paso de la poesía a la narrativa ha dado frutos notables: la novela Matagente, texto paródico sobre un asesino en serie, además de colaboraciones en antologías en los que sus textos destacaban del conjunto respectivo. Secreto de Estado es una novela breve o “nouvelle” en la que vuelve a sorprender. Y llama la atención por la casi nula recepción.
La novela se inserta dentro del ciclo de la “violencia política”. Ybarra construye la voz artificial de un ex miembro de las fuerzas armadas que da testimonio a un periodista extranjero sobre los horrores de la “guerra” y sus métodos de tortura. Este punto es clave por cuanto Ybarra propone una mezcla entre la novela política y el relato de horror, que apela a referentes de la cultura pop. Es decir, por un lado, cuestiona el accionar militar; por otro, desvirtúa o mengua el horror a través de estas menciones.
Si el horror es irrepresentable y obsceno, Ybarra se vale del “falso testimonio” para dar cuenta del horror en su dimensión física. Pero no crea el lector que la novela es cómoda por este artificio, pues al final se incluye un apartado titulado “Off the record” en el que se incluyen fragmentos “reales” sobre el caso. Así, realidad y ficción quedan imbricados en un diálogo eterno por cuanto no puede saberse con certeza qué es verdadero y qué es falso.
La teoría de la conspiración, la necrofilia, son también parte de esta trama, con un final teatral, en el que la voz asesina controla totalmente el escenario. Secreto de Estado es una novela que enriquece el ciclo narrativo de la “violencia política” y pone en cuestionamiento la “mimesis” con la cual se ha tratado el tema desde la literatura, pues potencia la ficción sobre la realidad, sin dejar de aludirla.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos