“Al poeta o al
narrador le va bien escribir en lugar de preocuparse por cojudeces”
Por Robert Jara
L
|
uego
del retiro voluntario, o quizá obligado por las circunstancias, Cromwell
Castillo, autor de los poemarios Estética
de las revelaciones y Estados de coma,
entre otros, vuelve a la escena cultural dispuesto a patear el tablero.
El
fundador del Grupo Literario Signos
vuelve, también, decidido a recuperar el espacio que verso a verso, libro a
libro, había edificado con solvencia.
Sus textos, recordemos, han sido publicados en diversas revistas impresas y
virtuales de Perú y el extranjero (Venezuela, Chile, Argentina, Colombia,
México, Brasil, Estados Unidos, España y Francia).
Cromwell, ¿cómo
fue tu acercamiento a la poesía?
Todo
acercamiento a lo desconocido es perturbador. En poesía, el asunto no es
distinto. Uno se lanza a tientas tras ese universo que no conoce, se vuelve
presa de la oscuridad y el asombro, y en medio de la ingenuidad iniciática se
van sintiendo las pulsiones del desencanto. Luego nacen las primeras rebeldías:
deseas, por ejemplo, no dejar de escribir jamás, y empieza tu maldito viaje a
contracorriente. ¿Qué seríamos sin indagaciones, cuestionamientos e
insatisfacciones? Con el tiempo he aprendido que en poesía uno no puede
proponerse nada, no existen certidumbres, por eso reafirmo que poesía es
resistencia. No estoy declarando mi fe, solo propongo una amenaza dentro del
trayecto que vivo.
¿Cuáles son tus
referentes literarios?
Honestamente
no me gusta hablar de referentes porque no sé si deba creer en ello.
Resulta
un tanto absurdo mencionar autores de gran valía literaria y suponer
forzadamente que se deba cantar su influencia para sentir importancia
colectiva. Yo pienso que vivimos influenciándonos de todo y de todos. Si hasta
los “malos autores” refuerzan esa suerte de proceso literario que proponemos.
Por otro lado, si bien suelen haber lecturas recurrentes, es mejor saber marcar
bien la escena del crimen. Pues, si yo releo a Leopoldo María Panero, Octavio
Paz o a Jorge Eduardo Eielson, no es porque quisiera llegar a escribir como
ellos. El acto de relectura solo puedo compararlo con un asesinato en serie, en
donde en realidad se quiere agotar la estética del autor hasta matarla, y eso
implica entenderla, asumirla y dejarla volar dentro de uno mismo.
¿Cómo
describirías tu proceso creativo?
Yo
suelo pensar que los libros deben contener una tensión irremediable, una
manifestación de salvajismo que nos golpee los sentidos. Cuando los poemas
tienen naturaleza instintiva hacen brotar su fuerza ciega. Pero los resultados
también dependen del trabajo arduo. No significa que los poemas deban sacarse
del horno como pan caliente, todos los días. Ante todo hay que ser cómplice del
silencio y el ritmo. La lectura, el estudio y el razonamiento harán lo suyo
para completar el desmadre. De ese proceso deviene la columna vertebral del libro:
su eje temático. Luego, que el tiempo no importe, tampoco los propósitos, las
presunciones o los desafíos sobrehumanos. El libro tiene que ser un acto
revolucionario de resistencia y contenido.
¿Qué buscas
en/con tu poesía, Cromwell?
El
arte, en general, busca humanizar. La poesía en sí misma tiene ese efecto. En
lo personal, no suelo pensar qué busco en y con mi poesía, quizás porque me
rehúso a darle un sentido utilitario. Si el lector le asigna alguna bondad y
cree que sirve, entonces el favor se hace suficiente. Solo el tiempo le hace
justicia a un libro.
¿Trabajas mucho
un poema o te conformas con lo que la inspiración te dicta?
La
inspiración no es suficiente. No puede dejársele a un falso plumazo la
responsabilidad de cortar la fruta prohibida. Hacer arte requiere de factores
importantes que convergen y se funden en el espacio-tiempo de creación. A mí,
por ejemplo, me gusta leer por la noche y escribir de madrugada, lo cual hace
que la actividad literaria sea más intensa y gozosa porque es un horario en el
que también me gusta hacer el amor con mi mujer. El amor para mí representa un
factor esencial. Escribo en mi cama, junto a Herica. Ella es mi impulso desde
hace catorce años, toda mi vida está llena de ella, incluso los momentos en los
que no estuvo. Mi poesía, mi pintura y todo lo que nunca me he atrevido a
publicar le pertenece. Herica me incita, me pregunta, me cuestiona, me despoja
y me devuelve al arte con una facilidad increíble, por eso nos fundimos en la
misma fragua. Me ha devuelto la disciplina con tanta determinación como me
enseñó el amor un día, hasta hoy, con toda justicia.
¿Consideras
obligación del poeta asumir una postura social y/o política?
Vivir
en sociedad significa asumir una postura social y política, y sobre todo creer
que eso es una emergencia que parte de un derecho fundamental. El poeta es
ciudadano, Hombre y ser humano a la vez, dispuesto a revelar y rebelarse sin
mediar mojigaterías. La poesía como contenido-mensaje siempre ha tratado de
soportarlo todo. La poesía política aunque valida una cierta ideología, corre
el riesgo de desvirtuarse a lo panfletario; el que no me parezca –porque crea que la poesía debe de ser
apolítica–, no significa que sea incierta o desatinada.
Cromwell, se
suele decir que “la poesía no vende”. ¿Cuánto influye esta sentencia lapidaria
en la percepción que la gente tiene de la poesía?
El
contexto actual dicta que la desidia debe estremecernos con ternura, por eso lo
cultural “no vende”. Vivimos bajo la opresión del rostro de la injusticia.
Digámoslo claro: el Perú es el país de la incertidumbre, la gente tiene miedo
reconocerse en medio de sus vacíos e indolencias, por eso no lee ni se informa
adecuadamente. Debe ser vergonzoso, terriblemente doloroso mirarse a un espejo
y saber que no se tienen respuestas. Verás por qué todavía respiran esas
cloacas partidarias llamadas aprismo y fujimorismo. Nuestra democracia es la estupidez.
¿Cuál es el
estado de la crítica literaria local y/o regional?
Aunque
en Lambayeque no exista crítica literaria especializada, no dejo de sentir
cierta sospecha por el ejercicio de esta en cualquier parte del mundo. Lo que
se desarrolla comúnmente por estos lares es la reseña, cultivada por poetas,
narradores y, en algunos casos, docentes, que respaldan sus criterios en la
practicidad de su lectoría habitual. El riesgo que se corre es alto cuando
escuchamos o leemos a alguien intentar juzgar un texto o una obra, pues está
claro que el amiguismo, los favores o las rivalidades le restan confiabilidad y
rigor al análisis. ¿Nos podríamos obligar a creerles a todos estos abanderados
del buen juicio? En realidad, tanto la impertinencia o la razón de cualquier
crítico importa poco ante la presencia de un lector atento, cuya agudeza lo
hará responder firmemente ante toda falta de claridad.
Es
probable que muchos críticos literarios sean escritores fallidos. Ese es otro
polvo que deberíamos sacudir bien de nuestros libros.
¿Cómo percibes
el panorama literario local y/o regional?
La
escena literaria lambayecana tiene voces que confirman el desarrollo creciente
de excelentes propuestas estéticas, algunas con libros notables, otras con un
trabajo que empieza a surgir y otras inéditas que merecen tomarse en cuenta por
su nivel literario. Dentro de estas voces resaltan, en poesía: Ernesto Zumarán
(poeta representativo de la generación del 90, que también destaca en narrativa),
César Boyd, José Abad, Stanley Vega (responsable de Ediciones Prometeo
Desencadenado), Luis Boceli, Marcoantonio Paredes, Matilde Granados (presidenta
de la Asociación Cultural “Kaypi Kani”, subdirectora de “AgendaCIX” y
organizadora del Festival de Poesía y Arte “Festival del Diantre”), Ronald
Calle, Ernesto Facho y Ángel Centurión (director de la revista de Literatura y
Pedagogía “Jarchas”). En narrativa cito a Harold Castillo, Wilson Vera-Recoba,
Gerardo Carrillo (director de Locheros.com, Política y Cultura de Lambayeque),
Gustavo Carbonel, Alex Neira (presidente de la Asociación Civil Cultural
“Sócrates”) y Alex Miguel Castillo.
Es
oportuno hacer mención del importante trabajo que realizan el poeta Juan José
Soto (director de “AgendaCIX” y organizador de “Ciclón de Poesía”) y el
narrador Nicolás Hidrogo (responsable de “Conglomerado Cultural”), ambos con
proyectos e iniciativas vitales que fortalecen nuestro panorama literario.
¿Con qué “taras”
del mundillo literario has tenido que convivir como poeta? Has sentido el
ninguneo, por ejemplo…
A
pesar de que muchas veces se quiere combatir el ninguneo, el silenciamiento y
la mezquindad desde diferentes trincheras, lo único que se logra es robustecer
más las argollas literarias. Hay que decirlo claro: al poeta o al narrador le
va bien escribir en lugar de preocuparse por cojudeces. El temporal guarda en
sus entrañas súbitos derribos que los castillos de arena o naipes jamás
esperan. Las taras o “pendejadas” no duran porque cansan y este instinto de
sobrevivencia (literaria) que tienen algunos innombrables, pronto se convierte
en un canibalismo sin remedio.
POEMAS DE
CROMWELL CASTILLO
De Estética de las revelaciones
Agua
7
Si estoy aquí
es por el agua.
¿Cómo no
transfigurarla más
cuando desciende?
Esta vez
discurre desde mí
bajo la forma
de lágrimas.
Si estoy aquí
es por el agua.
¿Cómo no
transfigurarla más
cuando desciende?
Esta vez
discurre desde mí
bajo la forma
de lágrimas.
Fuego
3
Llegar a la luz elemental.
Llegar a la orilla donde arena húmeda
sostiene nuestra incertidumbre.
La ventaja de emigrar al fuego
es no prescindir del ruido de sí mismo.
En medio de nosotros, la fogata
fragmenta la oscuridad inicial
y entiniebla los rumores del agua colindante.
Respuesta es superficie iluminada:
No temamos al origen de un reino variable.
La más reciente manifestación de tragedia
ahora es gozo y mística de resistencia.
El viaje al fuego es un conocimiento radical y
llano.
Aunque secreto y sonoro es el mensaje del agua
las llamas han alcanzado elevación de cántico
silvestre.
Nuestra condena no es ligereza natural,
es sonido voraz que la vida debe decir para
siempre.
Desde aquí hemos merecido los giros del propio
ruido.
En el día nuevo, todo mensaje es un desplome:
La espaciosa agua no pudo llevarse nada.
Hay brasa y ceniza en todo intento de fuego:
Todo está intacto.
Es que somos nada.
Tierra
1
Espera de agua.
Ruptura de fuego.
Dicotomía del trayecto.
La
tierra provee equilibrio en su estación cardinal: Prolonga raíces y prodigiosos
ramajes que adhieren frutos al azar de cara a la muerte. Pero el origen de ese
desprendimiento no concibe integridad única: La bondad de la semilla ramifica
su portento en la labranza, donde cada pensamiento sacude preguntas profanas
bajo el sol desde una cabeza mal herida por el sueño. Somos rastro de todos los
orígenes, por eso nuestro límite siempre será camino reducido. Paso en falso,
infinitud o paso esquivo. La memoria no podría ser la vida que vivimos. Nada en
teoría es muestra disponible. Superficie conductora de cráneos prematuros. Fe
maldita: Coger el fruto y mordernos la mano.
Árbol / savia / nudo tensando historias.
[Mi cruenta peregrinación]: Prohibido tragar
estaciones.
Aire
1
¿Y si el aire falsea designios
y nos va disgregando por dentro?
Las palabras traducen
su impulso de náufrago.
Y
no es evasión
ni
huída ni alarido interminable
preguntar apariencias en terreno baldío.
Yo que lo he visto conmoverse
en su agitada modestia
de pronto asomo
a las ventanas mi desencanto
y siento a bocanadas
el otoño que trae entre sus hojas.
Estamos fuera de lugar.
Nuestra orientación posee perfil desconocido:
Innegable
rastro o elevación de astro girante:
No en vano toda caída libre ostenta arrogancia
de cosmos.
De Estados
de coma
IV
El
imperio del terror afianza su próxima conspiración:
No
tenemos derecho al sueño ni a la vigilia.
Pero
su impulso atroz nos duerme en la torpeza
y
nos hace tragar perfidias en nombre de todas sus vanguardias.
El
horizonte es el filo de un presentimiento
del
que tira la oscuridad sobre nuestra cabeza.
Yo
canto con mis hermanos para apartar la niebla del camino.
Un
pueblo canta y el silencio no integra más
la
partitura clásica del mismo lenguaje.
Las
fronteras no sólo resguardan peces muertos.
Perros
guardianes, buitres rígidos,
desplazamiento
de rapiñas como impresión de ávida mordedura.
Estados
Unidos de Norteamérica:
La
emboscada acecha entre arbustos y desiertos.
Como
sueño de barca perdida que el aire sacude raudamente
a
tierra firme llegaremos
y
cortaremos tu apareo incesante de bestia salvaje.
Aunque
tu proyectil sepulte sordidez en nuestro pecho.
Aunque
tu persecución sea el próximo puerto
a
donde anclen opresiones.
Resistirá
nuestro clamor como raíz insondable
para
que no crezca el desasosiego y se restauren murallas
sobre
los cuerpos abatidos…
Desde
su celda un prisionero agónico ve sangrar la luna
mientras
recuesta su oreja en una piedra
que
afronta fuego propio.
No
elude burdamente la alegoría de su temprana muerte:
Él
siempre se escuchará latir.
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