A propósito, y luego de haber culminado en nuestro país un proceso electoral feroz, con campañas electorales destructivas; el nuevo camino exige mayor disposición de parte del nuevo presidente PPK, y de los diferentes agentes políticos para continuar con la tan deseada "gobernabilidad". A continuación un interesante articulo que invita a la reflexión.
Escribe: Viviana Suárez de Consultoría Suárez
Cuando decimos ponte en la posición del otro, sé empático o empática, es muy difícil hacerlo. Esto porque nuestro ego que vive de miedos y ansiedades no quiere salir de esa posición cómoda con la que enaltece su seguridad y tal vez su supuesta superioridad (de lo contrario estaríamos destruidos en un mundo de constantes amenazas).
Pero cuando hemos sido expuestos a los mayores ataques como una tormenta de toxinas contra la estabilidad del ego y la salud mental, y observas que muchas de las personas que te rodeaban y que debías cuidar, se desbastaron porque eran más sensibles o no tuvieron tus mismos recursos...Empiezas a analizar: ¿Qué es la ética en la política, y cuáles son los límites? o también ¿Por qué no estuvieron los valores de la templanza, la prudencia, y la exacta justicia en las palabras? Empiezas entonces a pensar si tú alguna vez humillaste a otro por una diferencia política, y te das cuenta que sí, y entonces dices: ¡No quiero eso nunca más! ¡Y quiero ser una mejor persona!
Asimismo, yo no tengo porqué pensar igual a ti, ni tú a mi.
Empero, quien quiera gobernar con liderazgo, sí o sí, tiene que tener recursos de reflexión humana de la posición del otro, de la capacidad de sacudir su corazón con los sentimientos de los otros, del respeto a los intereses del otro. De saber observar de las diferencias, y sobre todo respetarlas. Solo una persona empática puede ser líder y no hay otra manera. Eso lo saben todos los psicólogos del mundo.
Personas que perdieron la dignidad del respeto humano en una campaña, y apostaron a sabiendas por la más burdas de las estrategias para alcanzar una elección; no creo que tengan esa capacidad reflexiva - y que se cultiva a lo largo de toda la vida -de lo contrario hubiesen podido filtrar qué es lo correcto y qué es lo incorrecto en su accionar con el otro. La persona reflexiva es cautelosa, meditativa, prudente y respetuosa. Su ética de afectos hacia el mundo le pone límites (igual que cuando no robamos, no estafamos, no faltamos a las reglas de las buenas costumbres, etc).
Los políticos cultivados en razones humanas tienen límites, ya sean de izquierdas, de centro, y derechas. Asimismo, en la paz y en la guerra, no dejamos de ser seres humanos (como reclaman los defensores de los derechos humanos).
Ergo, si queremos reconciliar qué significa reponer un dolor, tenemos que tentar en la calidad humana; y para ello hay que alentar la capacidad de afrontar los propios temores, los nueves monstruos.
César Vallejo decía:
"Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más)".
Por tanto, para ir hacia la reconciliación, el camino no es el de "hacia adelante" e ir al encuentro del otro.
¿Qué haríamos caminando hacia el encuentro del otro, si estamos vacíos de humanidad por dentro?
La reconciliación no es un acto de fe, es un duro trabajo psicológico personal, es decir, de cada uno consigo mismo. Es un replanteamiento moral, propio, y luego de una larga constricción podremos estar más claros, al fortalecer nuestra ética, y así influenciar en nuestro círculo cercano. Es decir, para crear una mejor nación se empieza siendo ejemplo en uno mismo.
Vallejo, en ese doloroso atemporal redundó dolor humano que nos sentía, y que se repite como poema crítico cada cierto tiempo en el Perú.
concluyo así sobre los nueve monstruos (De ese nueve y que es el número de la compasión y abnegación, de esos monstruos que son propios y no ajenos):
Señor Ministro de Salud (mental): ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.