lunes, 30 de octubre de 2017

ADIÓS MAESTRO, RAÚL GARCÍA ZÁRATE




Raúl García Zárate ha muerto y con él, su fabulosa guitarra. Siempre lo recordaré como el señor amable que fue a mi viejo colegio militarizado y en formación de lunes tocó para nosotros su “Adiós, pueblo de Ayachucho” y otros temas. Yo tendría 9 o 10 años y no sabía que la guitarra podría tener ese color nostálgico que este excelente guitarrista le daba a las cuerdas. Esa tarde, recuerdo, también tocó el maestro quenista Alejandro Vivanco, quien se subió a una carpeta para entonar con nosotros el “himno nacional argentino” que, al parecer, le había pedido nuestra directora Nelly Morón de Miranda. Después crearía su fabuloso “Orfeón de Quenas”.
Esa tarde, de fines de los setenta, cuando llegué a casa, le dije a mi madre que unos señores músicos habían tocado en el colegio y cuando en la mesa del almuerzo me preguntaron quiénes eran, fui corriendo a sacar mi cuaderno donde había apuntado sus nombres: Alejandro Vivanco y Raúl García Zárate. Y lo que más me sorprendió fue que mi madre se acercó a la radiola Phillips que, como un ataúd reluciente, ocupaba la mitad de nuestra sala y sacó dos long plays de estos enormes músicos y escuché lo que ya había escuchado en vivo.
Esa fue mi primera clase de música andina, creo que nunca más me volvería a encontrar con estos dos grandes maestros. Alejandro Vivanco moriría en 1991 abrazado a su quena y a Raúl García Zárate siempre lo vería en televisión o en documentales.
Hoy ha partido Raúl García Zárate y yo busco desesperadamente ese LP que mi madre me regaló cuando ingresé a la universidad y el mundo del rock hacía mucho ruido en mi cabeza. Si no lo encuentro, tocaré con mi guitarra rota ese Adiós, Pueblo de Ayacucho que aprendí a tocar en La Cantuta: “Adiós, pueblo de Ayacucho, perlas challay, ya me voy, ya me estoy yendo, perlas challay, a luchar por los ideales, perlas challay, contra el hambre y la miseria, perlas challay…”. 

domingo, 29 de octubre de 2017

“La poesía es mi niña de la lámpara azul” / Una entrevista con el poeta Willy Gómez Migliaro



Por: Vanna Urquía

Considerado uno de los poetas más importantes del Perú e Hispanoamérica de las últimas décadas, nació en Lima-Perú el 13 de agosto de 1968. Ha dirigido las revistas de poesía Polvo enamorado (1990-1992) y Tokapus (1993-1996). Así mismo ha publicado los libros de poesía Etérea (2002), Nada como los campos (2003) y La breve eternidad de Raymundo Nóvak (2005), todos bajo el sello Hipocampo Editores; Moridor (Pakarina Ediciones, 2010), Construcción civil (Paracaídas Editores, 2013), Nuevas Batallas (Arteidea Editores, 2013), Pintura roja (Paracaídas Editores, 2016), Lírico puro (Hipocampo Editores, 2017) Entre los libros de investigación ha sido compilador del libro OPEMPE, relatos orales asháninka y nomatsiguenga (Editorial AndesBook, 2009) y Cholos, 13 poetas peruanos nacidos entre el 70 y el 90  (Catafixia, 2014). Ganador del premio hispanoamericano de poesía Festival de la Lira 2015. Sus poemas han aparecido en importantes revistas hispanoamericanas y europeas. Ha sido publicado en diferentes antologías de poesía nacionales e internacionales. Actualmente es profesor de literatura, escritura creativa y asesor literario. En esta oportunidad para conocerlo un poco más, nos cuenta sus comienzos como poeta, su rutina con la escritura, su sentido de la vida y sus grandes amores. Además comparte con nosotros Cuatro poemas chinos en calidad de inéditos.

¿Cómo fueron tus inicios en la escritura de poemas?

De pronto a los 11 años sentí un llamado, siempre hubo voces en mi cabeza, pero ese llamado fue el detonante. Me asusté. Hablé con mis padres y ellos como que no me entendieron. Mi padre me dijo: “tú eres inteligente, lo superarás” Después me vi escribiendo como hasta ahora, desesperadamente.
En ese tiempo yo no sabía que escribía poemas. Solo en la escuela y luego los maestros del Taller de poesía de San Marcos, vislumbraron mi camino. A los 14 años llegaba a los talleres y ahí estaban Hildebrando Pérez, Pablo Guevara, Marco Martos, Washington Delgado para dar luces al despertar del poeta salvaje que era.

¿Qué es lo más importante que has aprendido a lo largo de tu carrera literaria?

A amar la vida por sobre todas las cosas. Yo vivía procesos de autodestrucción, la vida no valía nada, nuestro país vivía una guerra política interna donde los jóvenes que éramos caminábamos entre los muertos. Sobreviví a todo, aunque a veces siga siendo un hombre triste, silencioso y solitario. La poesía es mi niña de la lámpara azul.

¿A quiénes consideras tus maestros? ¿Quién te incentivó el gusto por la poesía?

Mis padres son mis primeros maestros, luego, como siempre lo he dicho, me junté a gente hermosa de quienes aprendí lo esencial y estoy agradecido. Nunca tuve a nadie que me incentivara el gusto por la poesía. Yo nací poeta.
 
¿Qué libros te han marcado?

Definitivamente Los ríos profundos de José María Arguedas, Azul del gran Rubén Darío y Un par de vueltas por la realidad de Juan Ramírez Ruiz. Luego están mis poetas preferidas Dalmacia Ruiz Rosas con su libro Palacio de justicia y Montserrat Álvarez con Zona dark.

¿Cómo te animaste a participar al concurso de poesía Festival de la Lira?

Fue extraño. Yo no creo en los concursos de poesía. Mi esposa Margarita me pedía que participara en ellos, pero ante mi desinterés, un día en secreto agarró cinco de mis libros de poemas de Construcción civil e hizo el envío al concurso del Festival de Poesía la Lira allá en Cuenca-Ecuador. Lo demás está demás decirlo. Mi libro se alzó con el premio, y por supuesto, todo fue para ella.

¿Hubo algún cambio en tu vida después de haber obtenido el prestigioso premio hispanoamericano de poesía La Lira de Oro 2015 en Cuenca-Ecuador?

Yo creo que no. Es cierto que es un premio importante y de gran reconocimiento, qué duda cabe. Siempre pienso que me merezco lo mejor cuando de poesía se trata. Mi vida es la que es y siento que valgo mucho.

¿Cuál es tu rutina de escritura?

Ah, levantarme temprano (5:00 am) y un duchazo con agua fría para calmar mi locura, después un buen desayuno. El café pasado es indispensable. Luego escribir media hora cualquier cosa o corregir. Finalmente, antes de irme a trabajar, preparar el desayuno para mis hijos y mi esposa, y besarlos. Escribo todos los días.

¿Qué es lo mejor y lo peor que te ha traído la poesía?

La poesía me ha traído solo lo mejor.






Cuatro poemas chinos de Willy Gómez Migliaro 
Hembraga el geranio
Lung Fa Ma y no la flor verdadera donde millones de hombres pasan con el tiempo a ser lo que no han amado con el tiempo sin el acto suelta sus ideales para una estela migratoria
a las cuevas Ku Chu Tang el mejor juego de huesos es amor crecer y querer a ese hombre que toma té con el nuevo negocio la coca es imaginación en los valles salva matrimonios
el mar sale de tus cabellos y no traes lujo sino deseo un ruego como yoga ya desnuda
en lozas de luces de ciudad casi hada alma de enemiga casi Medea en la calle del jazz de Kaas de la paz sabías el mar sonaba
tuve una mano amiga como cuerdas de árbol
aire de los olivos tuve otras calles dejé vestidos de noche dividida y di paso a Shem Ming.
                                                                       De Construcción civil (2013)


                                              Año del mono
Teatral entre nosotros cuando la tierra nos llama
Aunque el maquillaje en la cara nos confunda en su interior
Siglos de sobrevivencia y él fue la dama mariposa
Esperamos cielo de inconclusiones después vida
Acción política de nuestras sillas debajo si viene
Carne de cerdo verduras canciones como huaynos y
Entran en la habitación hablando de tiendas o
Del pescado a vapor en los chifas y el ajonjolí
Luego hacen morir en sus adelantos la coronación
De una migración del futuro
De cordilleras o de nuevo la enfermedad o la meditación
Mirada de lago extensión de bosque integración de
Un vocabulario al medir de tamaño desacostumbrado Los movimientos del mono y la rata
Cierta tranquilidad de amor muerto.


                                
                                 Gorriones para Sheng Ming
Sobre la rama pluma dorada y el brillo
Entre los cambios de jaula incluido el canto
Buen extraño sino tenemos tiempo aquí
La canción es mía aun cuando resto
En mi escape del fuego hay un valor
Pájaros en cualquier arbusto
Extienden sus canciones adentro
El tiempo llama a su niña ave
De la mujer que llora diariamente es mi canto
Está encerrada en la jaula de una canción
Y no tiene marca y no tiene esperanza
De estar fuera y tejer una ventana aquí.






Adiós a Lung Fa Ma
                                    Una foto de la tierra y su paisaje nuclear
                                    Nace la playa de orillas si estiro la mano
   Las olas y sus canciones la brisa que sobresale
                                    Curvada en una ola que se aviene de lado
   Sentir dolor por la tierra al igual que otros hicieron
   Cada manera poner la cena y un desfile de carne
   Y cuidar tierras o
   Sale de la Tierra
    La cosecha futura del país
    Donde otros se quedaron ya no sirve el gasto
Los stands de comida cuando pasé factura
    La tierra se retira
                                     Las interrupciones de una canción
                                     Y su historia abandonada se extiende
    Qué pánico dibuja el viento dentro de la carne.3





domingo, 1 de octubre de 2017

FELIZ DÍA DEL PERIODISTA




Nunca dejemos de recordar que esta profesión no solo está llena de mermeleros sino también de gente honesta con ideales y que incluso ofrendaron su vida para que la verdad salga a la luz. No olvidemos a los ocho mártires de Uchuraccay, muertos por culpa de la Marina de Guerra que había azuzado a los campesinos a matar a todo aquel que no sea de la zona. Y que si no hacían eso, los militares acabarían con el pueblo. Vargas LLosa, encargado de la comisión investigadora, dijo que todo había sido culpa de la premodernidad en que vivían estos pueblos atrasados que habían confundido cámaras fotográficas con pistolas y metralletas. 
No olvidemos, también, a Melissa Alfaro Méndez, periodista, compañera de estudios, amiga y amante de la poesía, fue una víctima más del fujimontesinismo. Agentes de la Marina le enviaron un sobre-bomba al semanario donde trabajaba. (La foto que sostengo de ella la entregaron el día de su velorio que tuvo que realizarse con el ataúd cerrado. Ese año, 1992, también asesinaron al líder sindical de la CGTP: Pedro Huilca, padre de Flor Huilca, solidaria amiga y también compañera de estudios. Muchos más caerían bajo las manos del sátrapa y su “grupo Colina”: en julio ocurriría la matanza de La Cantuta. La matanza de Barrios Altos se había consumado apenas unos meses atrás, en noviembre de 1991. Por ello, la resistencia civil se aglutinó alrededor de los jóvenes universitarios y todo el pueblo en estampida que exigían el retorno a la democracia y acabar con la corrupción, el sicariato y el crimen organizado).
Todavía recordamos a Jaime Alaya Sulca, quien ingenuamente acudió a presentar una queja al cuartel militar de Huanta, en 1984, porque habían agredido a su señora madre. Y lo desaparecieron. Trabajaba para La República. O el caso emblemático del periodista de Caretas, Hugo Bustíos, en 1988, cuyos indicios apuntan a que fue el exministro del interior, Daniel Urresti, el que tiró del gatillo y lanzó la granada para no dejar ninguna huella del asesinato. 
O el caso de la periodista radial, Isabelle Chumpitaz Panta, en 1998, que trabajaba en Radio Satélite, en Piura. Cuando los sicarios llegaron a su casa preguntaron: “¿Quién es el periodista que defiende a los pobres?”. Y arremetieron contra todos los que estaban en la casa. Ahí también cayó muerto su esposo, el periodista José Amaya Jacinto, quien trató de intervenir. Y todos los que estaban en la casa fueron ametrallados. Walter Chumpitaz, el hermano de la periodista, que sobrevivió a la balacera, narró todo lo sucedido.
Todavía recuerdo el dolor de algunas familias de periodistas buscando el cuerpo de sus deudos o familias a las que le di el pésame en medio del horror y el miedo reinante cuando nadie (ni siquiera los partidos políticos o las oenegés de derechos humanos) osaba levantar la voz o solidarizarse con un caído por las balas del estado. 
Nunca olvidemos que también mucha gente de prensa tuvieron que irse del país porque los militares los acechaban y en cualquier momento se convertirían en datos estadísticos.
Existen decenas de casos de periodistas muertos o desaparecidos que ni siquiera salieron a la luz porque se trataba de periodistas de izquierda, gente que hacía periodismo popular y que el estado motejaba como "proterroristas". Y por lo tanto, no tenían derecho a nada, solo a morir en las sombras. Seguro, algún día, se sabrá la verdad y quizás los culpables paguen por sus crímenes cometidos.