x Rodolfo Ybarra
Giancarlo Huapaya ha publicado la plaquette electrónica “Incertidumbre” (2004) y el libro reversible y bifronte “Estado de Contemplación” y “Canción de Canción Se Gana” (Hipocampo Editores, 2005), en el que ya había indicios y un derrotero accidentado de lo que se viene denominando hace buen tiempo el neobarroco (o neobarroso, según sea el caso).
Antes de revisar el libro que nos ocupa, quiero adelantar que esta categoría me parece insuficiente como “premisa conceptual”, sobre todo cuando se trata de libros poéticos donde el discurso se ve situado (y sitiado) por una temática que no sólo recala en la provocación, sino que plantea una subversión (y sumersión) pornopoética o en su extremo pornoversicular, a un paso quizás del pornotractatus, si revisamos con meticulosidad a Wittgenstein, a quien quisiera acercar como “padrino” y mecenas ideológico de lo que tengo que decir.
Asimismo, así como insuficiente, es también excesivo para muchos casos donde el solo hecho de alterar el orden escritural tiene que aceptarse a regañadientes bajo este paraguas que no sé por qué extraña razón está siendo cobijo y parapeto para proyectos fracasados y para vicios poéticos evidentes, por eso el descreimiento y la duda cartesiana de una mayoría que requiere mayores pruebas y exige la exposición, tipo abarrote de la hybris. Felizmente no es este el caso y por eso me he atrevido a desmenuzar, con los peligros que esto acarrea, su contenido.
“Polisexual” plantea no sólo una reconstrucción del género masculino, tal y como afirma Roberto Echavarren en la contratapa, que se queda en lo aparente o las evidencias del crimen poético acometido, entiendo que esto último también es posible por razones de espacio y de apertura donde no debe agotarse las explicaciones y donde sólo debe haber indicios. Esto último no es una afirmación propia sino una conclusión rebatible (la contratapa no es un buen lugar para decir lo mejor que se tiene que decir, de repente en cuestiones capciosamente publicitarias sí lo sea. Desconfío de esto y no creo que sea necesario, salvo para vender más libros o generar atención, a veces inmerecidas). Sino que sobrepasa la estela biológica (hombre-mujer-animal) para ubicarse en el plano de las cosas o el orgasmo impropio de los juguetes sexuales, los aparatos de inventiva retorcida de las dominatrix y de los dominados o sometidos masocos o enmasocados, no violados sino seducidos (no de seducción sino por ortoconjugación de sedición). Ah, claro, también del voyeur, quien quizás es el que más goza, por eso la razón de este libro que podría también, según la imaginación y la altura intelectual, tomarse como un juguete sexual de infinitas posibilidades, sobre todo si se enrollara el libro en forma de cono. Lastimosamente ahora nos vamos a remitir al texto y vamos a tratar (intentona indesligable) de dejar el elemento libido, cuasi lascivo y concupiscente, a un lado.
El libro arranca, y no en primera sino en tercera o en cuarto cambio con el título: “Calle desnudos de una vez por todas las veces” (p. 7), e inmediatamente la primera llamada con el número “1”: ¿Qué es tener una mente abierta? Pregunta el poeta, no en su “arrechura” sino en su estro poético que quiere empezar con pie derecho antes de despojarse las primeras prendas, quiere allanar el camino al lector, o entregarle un escalpelo o consolador para que él mismo (el lector, el escritor se da por descontado) se dé cuenta de que al coger el libro e iniciar la lectura está también sujeto a una seducción y a unas reglas que son tácitas y que no se cuestionan sino que se aceptan en silencio: Mil gramos desinfectados desinhibidos mil vulvas arrogantes encimadas/ mil perchas subliman hidratando miles se cuelgan ventilados miles (ya)/ militan como alfombras. La piel asexuada se acaricia.
En “La Fiebre del Oro”, metatextualmente el remitente es el juego sexual clásico y setentero llamado lluvia dorada o en su original “The Golden Rain” donde se describe la curva de Gauss o parábola que ejecuta el orín al expelerse del cuerpo; recuerdo alguna película porno en la que la Cicciolina se deleitaba y simulaba nadar sobre el líquido de varios acompañantes. Leamos: Cae crecido Cae el oro esplendente/ nutricio nervoso desmesurado/ refrescante en perfecto refreno Ingrávido en sus hebras Indiscreto/ obligando oblicuar Venas bergantes/ pronunciando ahogo/ parálisis Fresca laguna en fango al pie de la mina. Por cierto la palabra “orín”, de referente necesario dentro de un glosario escatológico, aparece aquí subvertido y desliteralizado, hay que hacer un pequeño esfuerzo visual para conseguir literalmente la palabra o.r.í.n. y en todo el poema ciertas letras en negritas nos van a decir lo siguiente: Cae Ingrávido Venas Fresca. Ese OR. Orín. Orín. Orín. Orín.
Lo novedoso no es precisamente la estructura ya usada por poetas como Apollinaire o E. E. Cummings, sino la situación impropia en la que el poeta parece (o simula) orinar sobre el lector, el cual debe hacer otro breve esfuerzo para darse cuenta de esta situación, no sé si incómoda –para algunos–, pero sí sorpresiva: cuesta perfecta delimitando espacios/ es / un riachuelo germinando espesor.
En “Voy Euritmia” (p. 9), hay un elemento coprolálico que es producto –imagino y deduzco– de una relación contranatura –recordemos la imagen de la mantequilla en “El último Tango en París”, obviamente la pulsión de estos últimos tiempos nos hace ver esta película como si fuera un cartón para niños–, o en su defecto de una descripción anal: ¡dónde mierda no es más grande! ¡dónde mierda está agujereado!/ grandioso sir ojuelo encajado por la resolución imantada/ baboseo férvido término inferior/ se irrita y ve velo/ fidedigna vellosa ábrela toda, descuajo/ cargando al setenta y cinco por ciento/ por cierto striptease no retórico en vivo al rojo/ vivo / explícito/ foco tungsteno / incandescente / duro / denso / y sube y baja y baja y sube/ hada de asentaderas reincidentes rebosa tachos agachadita / y re, re, re, re y re.
En “Antinovenomandamiento” (p. 11), por antonomasia al “no cometerás adulterio” del decálogo entregado a Moisés, se presenta a los swingers o parejas intercambiables que se alejan del concepto de propiedad y respeto burgueses para entregarse a una frenética búsqueda del placer epicureano y, también, cireneico, la necesidad natural de la aventura y el rol intercambiable y corporativo comunistoide, socialistoide, recordemos los matrimonios corporativos de los años sesenta, los hippies y sus comunas donde los padres y las madres de uno lo eran también de todos, emulando a las manadas de elefantes. Es decir polisexual también en el terreno de la “poligamización” en analogía a la polinización, el efecto de recorrer tantas “plantas” posibles y ayudar al florecimiento. Leamos: Normal. Lazo, sí, quién. Res –adagio-/ norte ama su traba –a fichas-a jugadores-/ y pervivimos- por pares-por duplicidad-por complicidad/ contornos con resalte la transgresión-amistades-amantes/ salteando camastro-carrusel/ decoro manejo, collage cicerone –disparidad-/ disfrute primo ante mortal, di promesa de amor de/con otrora/ sobremanera otrora (o) uno sumamente otro/ ahora ante hecho ninfas endógenos/ ahogos tísicos variantes/ mano a mango-mano, mango, mano, mango, mano, mango, mango,/ mano, mango, mango, mango, mango/ muchísimo gusto:/ el primer derritiendo/ del, saludo deshielo desvergüenza/ staff se apretó/ strip botón desflora/ primer cuartro y ocho/ en las extrema pieles/ de los intramusculares/ intercambiados/ manoseándose sesudos/ profusos un convite/ en swing rebozado/ de ríos lenguas es lo mejor amistades, calados sofá al frente y yacer más zambullida/ la voltean bolsa agua/ la juntan clamor y humareda/ la cena senos apisona/ pulgar anular exprime/ pieza pezón dedo, hacia baba, concurren entre dientes/ mientras la sinfonía jala cabellos,/ arreando arrechas/ arrebatados hard core/ chorreadas ajenos de aplausos rebotes/ de swingers intrínsecos mojados/ delegados dando, dando, des matrimonio/ goce y goce atentos.// Reguladas, piernas ventilador/ hombro abdominal/ de nudos hincapié enterrados intrusos/ ajetreados largos/ bocas en segunda/ bi, trío, contra/ contáctanos y manda foto.
En “Momento Pisó” (p. 13), hay una atmósfera típica del francés menage a trois (pido disculpas a los francófobos, pero no encuentro una palabra mejor, la palabra “trío” me suena delincuencial) donde un hombre es enfrentado sexualmente a dos mujeres o una mujer a dos hombres, no se descarta la conjunción y participación de otros sexos; recuerdo el trisexualismo planteado por algunos compañeros de generación, esto en torno a los cromosómicos XY y XX y al cromosoma XYZ de los peces. No descarto esta tendencia bizarra como opción poética y en algunos casos física. El poema nos da muchos visos, lamentablemente es posible, y por ello, debido a la polisemia que haga una interpretación diferente y libre. Apunto: Momento tres un cuarto/ Citando “amaneceres taxi hotel experimentales”/ cuando justo después en el baño…vamos ignoto (u) (i) (e) (a)/ (consonante) llamada activa desde esa esfera/ ecuménicos: seres-cosas/libremente libre cuerpo/ liebre aguda/ móvil: musicalidad/ entre usted entren todos/ entre nos (éntrenos) discurso: pose/ poseído poseedor (y línea cinco)/ posaderas oración dos: gloria/ al padre al hijo y al espíritu santa/ cuidado naranja: ácidos cuitados/ asido ilimitado tarjetero breve ha sido el breado.// El clima: poema de poses para tricomía./ Polémicos, consumen a puertas abiertas/ clave vital vista en tres momentos: baile. Taxi, habitación.
“Te lo pido abrir” (p. 14), es un poema de petición, una oración religiosa al deseo sexual, a la penetración lasciva y violenta, una ordenanza y grito hormonal, (pida y se os dará): Abrir viólame donde quieras. Cúbrete anónima con las miradas fieras./ Encanalla mi cuerpo con tus pieles perversas. Entúrbiame vil calor de daños/ triunfales. Lascivo hoy. Es sentir prolongo// desvergonzado/ con crudeza a flor/ hasta abrir mi piel.// Te deseo ahora mi Abrir de solo verte entraño tus garras violentas de/ luminoso cualquier sitio. Hondonada abierta muy sadista para tus nombres/ descendentes declinados mordaces/ tus herramientas tus/ herramientas/ ovante entras lacerando mi boca masoquista/ mi punición tu lengua/ punitivo gratuito con creces porque me lo merezco// Viólame entre tus delicados de dominatriz/ por favor suplico alabándote maltratamiento/ maltratamiento poseso a cordones de desgarro juvenil/ desgajando ropones múltiples destructivos/ ay Abrir hay/ me estremezco y tiemblo jugoso/ flagelo narcotizado embestidor rugoso a terso a simado a rotoso/ hay.// Abrir bio-lame entre espasmos al acabar mi sequedad/. Viólame de bondage. Mírame de latex/ Mima mis ataduras de maniatado con problemas de circulación/ lámeme las marcas y cambiemos de rol. Etc.
“Oralah ah ah ah ahah” (p. 16), “oralohoh ohoh” (p. 18), y “Posición por oralidades” (p. 19), son textos dentro de la experiencia del fellatio y el cunnilinguis, el uso de la lengua como instrumento de catación y proyección placentera, no olvidemos que el beso es la emulación primaria de la forma en que los primeros humanos alimentaban a sus hijos, y que el primer impulso del sentido de la vida es la mecánica del lactante sobre el seno de la madre, el chupar, el lamer y por extensión el besar o viceversa.
En “Conjunto de pequeñas muertes empolvadas” (p. 20) hay una coreografía de elementos que danzan en torno a una cópula o polvo (enamorado).
En “Párrafo del cuento de clavito”, transcurre el viejo complejo de Edipo, los complejos freudianos, se abren paso para eyectar al poema, para decir no la aberración, porque en lo sexual no hay aberración, ni moral, todo puede suceder como en “Memorias de Adriano”, como en Calígula esquizoide, como en “Gargantúa y Pantagruel”, etc. Leamos: ...y así lo vemos como develando clavito/ sí, clavito no, clavito no sabe no, ni lo sabrá/ y clavito clavó a su madre desde que y/ o mejores recordatorios de clavita en sí/ menor techo o piso en tierno secuestro cilla/ clavó hey deudor apócrifo de la seca eros/ además de ser hacer y crecer hasta nudo/ huido en gabarra melo con melaza de clavos/ ¿si clavito clavase claviastra? ¿cómo la clavaría?/ detallista incorpora juez en el agujero/ conocedores de clavito desde el comido/ hasta oí tus extremos chocar en la punta/ martillase en genial extensivo otro clavo…
En “Mono semisexual” (p. 23), el poeta transgrede –otra vez– la sexualidad definida para “involucionar” en lo intelectivo y dejar que los instintos primarios –o primates– sean la faja de transporte de los deseos socialmente reprimidos, quizás esa expresión “semi” nos proteja también de un total irraciocinio, de un descabellado proceder sexual: Solo/ yacente semidiós semisexual/ entumecido corporal con vista para sueños con fantasías de todo lo anterior.// Con el céfiro acordonado con tregua recibiendo por los poros, todo lado.// Cavila quiromancia./ Entregándose al flujo eminente enfunda limo.// Variedad de rostros y peregrinos. Y monosílabos recios labios.// Antologías gotas de vahos/ protagonistas hervidos cotidianas de paso/ autoformulados en autoservicios para mantener el jadeo en el cuerpo.// Justificación de semis o monos relación quídam y mitad.
“Dedo” (p. 24) es la oda por razonamiento parte-todo a la mano, esa “construcción” inteligente ya estudiada por muchos artistas y filósofos, incluido Engels en su “Papel de la mano en la transformación del mono en hombre”, quién iba a pensar que el puño obrero podría ser también el fisting que como aclara el poeta es la “acción de introducir toda la mano en vagina o ano y hacer puño”. La sociedad industrializada y la búsqueda del placer olvidan a veces que es el propio cuerpo el verdadero generador de placer, los afeites estimulan pero no engendran placer, las imágenes sugieren pero todo ocurre en el cuerpo y dentro del cuerpo. El dedo, principal elemento fálico, quizás sea antes del pene el primer descubrimiento sexual en el proceso de maduración sexual humano. Recordemos el “dido, dido, dido garantito”, grito de la liberación femenina italiana en los años sesenta. El poema dice: Hagamos diferencias/ fetiches de fellatios. Parcialismo para el dedo./ Uno:// Fletado viejo él ya no posa/ llano erótico pervierte zona pasteurizada con nata embadurnada/ envergadura para Dedo para finales analíticas/ vaginas lícitas conocedor uno para todo/ todo para uno/ depende estreches dobles o mano o fisting/ pliegues agarran diez por donde quieras.// Dos:/ La lamida del Dedo ineludible lengua/ mientras humedad increpa escurre encaje/ saborean ambos hondos/ repletos de adhesión coreográficos/ desbordando sabor de yemas de huellas digitales/ quien toma ordeña no se pierde ni una.// Tres:// Mientras al dedo mayor del pie se le ama en los labios, una eufonía de beso toca las teclas// el dedo le arruma estrepitosamente de rodillas.
En “Indispensables” (p. 25), hay una suerte de versos o “monólogo interior” donde el poeta nos envuelve y connota a una sodomización: Pienso en un CHOQUE/ un cheque una chica de ano, por cierto yo no considero que esta forma sexual sea ya un tabú o una aberración, recordemos que desde el imperio de los incas y pre-incas, tal y como muestran algunos huacos eróticos ya se practicaban las relaciones contranatura. El historiador francés Louis Baudin en su “El Imperio Socialista de los Incas” nos indica que era una forma antiquísima de controlar la natalidad.
El poema “Sabor a tinto” nos lleva por asociación al glamour, el vino es una bebida orgánica, bebida viva la llaman algunos enólogos que se resisten a cambiar el corcho por un plástico y a los odres de roble por acero. No nos apartemos de la lectura del poema: Reflejos/ Hoja ahusada se vuelve vellosa con el circular/ sombra refleja y terciopelo deshilacha/ rodillas montadas, advenedizas.// Los jala y los baja, los mira y los lleva/ coge timón; otro reflejo; un claxon, un cierre, un par de manos/ se tarda y retrocede porque puede no prolongarse/ se puede no abordar si es que no tienen reflejos/ se deben al despliegue en exteriores por el relieve exhibido/ salen.//La ascensión como bramante a paredes bermejas unta por la manta adherida para sonrojar su mejilla/ sólo dos ojos, tres sujetadores/ se vuelve la hoja voraz/ piadosa.// Masajes por los invidentes en minúsculos pedazos vidriosos/ entran.// Amarillo/ Escena sin zapatos sin sostén/ para cuando regreses se mojó/ para cuando regreses huélelo bien/ para deslucir el efluvio fluido del filamento del convite.// Performance/ Me visto de porta ligas y canto una canción de Alissa/ me apunta la linterna que proyecta Habitación/ me pesan estas botas estampadas de Buscona/ me gustan las cintas negras en la marca Pectoral.// Me acerco y huelo dos cuerpos. La melodía confunde el sabor, la virilidad sabe y huele a senos. El olor pezón ha callado los cuerpos. Un silencio se ha aproximando a la pasarela. No aplauden.
En “Cita a cuerdas ¿te envuelves?” el tropel de palabras busca darnos un contexto sobre el froteurismo, aquella vieja pasión de los que suben a las combis repletas de pasajeros para satisfacer instintos precarios, de los que andan pegados a las grupas ajenas tratando de alcanzar una simulada penetración, generalmente por problemas psicológicos o psicosomáticos: (lo más rápido que puedas)/ (no lo niegues)/ (y dilo líricamente)/ (risas)// Rasar a los que raspen raso rato arista pum rastreo carnoso oropel/ orgullo ante diablos otea orto en teatro tejedor de ocasos ocasionales/ (principal maleable) bailoteando con sonoras luces paredes urgentes/ de carne gentes expresadas en roces movedizas gargantas profundas/ gargareando pistas morbo música pistones pistolas garabateando.// Garitos expresos gaudeamus toma clásicos de pretéritos y futuros/ maratón era erecciones ermita froteurismo erigido en el vaso magnético magno felicitado óptico se da sedado en el báratro usual orate orbe se ahorca recita convulsiona hedonista recordado.
“De la axila al ano” (p. 28) es invariablemente un poema escatológico con reverberancias eróticas manifiestas: Ano a la axila lengua/ cicuida/ circuida/ del ano/ al ano// de la axila// ano ano axila al otro/ otra axila/ otro ano/ unos otros// sabor olor saber// a axila// a ano// una lengua.
“Índice Polisexual” (p. 29) se retorna al dedo, nada más que ahora toma posesión el índice, dedo encargado de tomar inmanentemente la palabra y la acción: El final de todo es un índice.// El comienzo también, Ser uno o dos o lo quieras./ De gran capacidad./ Utilízame.
En “Transculturación” (p. 30) el sonido de campanas, el “din don” sirve de cortina musical para un aparatoso correteo sexual, bullen las palabras novísimas y rescatadas de la cultura porno reciente, las escatomancias, el hipermundo, la agonofília, la albutofília, el bukkake, o sea la herencia japonesa del castigo a la deshonra femenina, donde la mujer era atada a un palo en el centro de la plaza y todo el pueblo se acercaba a masturbarse en el rostro de la infiel. Leámos: din din es el sonido del desflore de mis cavidades din sueña/ mágicamente el retoño en la revelación de su trascendencia din en el/ establo de escatomancias sueña din sueña don don don desciende el ángel/ sensual y radiactivo, desciende transvasando don don desciende al hiper-/ mundo de dones que cambiarán al mundo disfuncional agonofílico don/ desciende de la carnicería para observar a su ángel sudoroso que oye y/ mira otras actividades albutofílicas don don don su ángel el ángel don/ pubefílicos y sudorofílicos, se tocan las nalgas bailando pigotripsis de/ amor den denden enden asciende la santa montada en la madrugada den/ etc.
En “Hipo” (p. 31) se sucede una acción que me hace recordar la película “Historia de O”, la escena correspondería justamente a la realización sexual unida a un estrangulamiento, como es sabido, la turgencia masculina se acentúa visiblemente en el caso de los asfixiados. Aquí el poema: El hipo le produjo convulsiones de hipoxifília. Su hipocondría sufría/ nerviosamente la subordinación de su asfixia. Mantenía el mismo orden de estrangulamiento-eyaculación. La hipofunción de su erección, la hipostemia hipotecaron sus bienes de roles de degradación. Se/ manchaba de dedos y de cuellos en el onanismo de su hipoxia. Con hipocresía se comportaba para su hipotensión. Se miró y me miró salteando ojos de extrangulador a estrangulado. Del encuentro hipodérmico salió una hipótesis: “la hipoxifília es espiritual más que/ carnal”. Esta afirmación causó parálisis y sangrados del mismo orden hipostático: estrangulamiento eyaculación.
En “Inventos I” e “Inventos II” (pp. 32 y 33 respectivamente) hay una suerte de catálogo de instrumentos, aparatos y juguetes sexuales de los más novedosos, quisiera anotar aquí que como una tanga o un bikini, este se esencializa en el cuerpo de quien lo usa, de aquí va a depender que el invento funcione y se haga efectivo, obviamente es el espectador, el referente quien factura las (in)debidas ganancias: La inventiva para el sexo es su utilidad/ mecánicos electrónicos químicos ortopédicos/ ornamentales. Veo sexos donde veo. Las cosas: elementos de ligera frotación que se aprietan a nuestra sexualidad:// satisfacernos/ satisfacernos// satisfacernos/ satisfacernos// con/ la silla consoladora con/ sus palancas que regulan velocidad y profundidad// las correas en tus tobillos para los arneses y pequeñas prótesis/ los lubricantes para los orificios de las bolsas con bomba de aire/ los vibradores sumergibles a pilas de goma blanda con estimulador de/ clítoris/ los anillos para penes ajustables a seis centímetros/ de diámetro con protuberancia de gelatina/ las máquinas folladoras, los dilatadores anales de silicona de ocho cm/ de longitud los dilatadores anales electroestimuladorvaginal y/o/ estimulador de clítoris en espiral compatibles con un arnés, la tira de bolas anales/ la vagina masturbadota/ o/ las prótesis de pie en doce modelos y en cualquiera de las gamas del Pantone.
En Inventos II, el desarrollo e inventiva sexual se pragmatiza en el corpus humanus, ahí es donde el ingenio humano ha invertido más horas de creatio y reformulación de las “correctas” acepciones de las partes pudendas y no tan pudendas, y es que ahora último quedan muy pocas partes de nuestra biología que puedan ser erotizadas, todo depende de cómo se aplique y retome el respectivo descubrimiento: La inventiva sexo/ se diseña./ Andamos saltando con el conejo Playboy/ Y buscamos la mochila teta/ la mochila culo (Y) comemos de la cucharita con clítoris/ giramos un ojo 90 grados para que se convierta en una vagina/ miramos clasificados telegramáticos de kinesiólogas para caballeros emergentes/ meamos en la boca urinario/ la web Porn dibuja muñecas de ensueño Y la editorial/ Taschen diagrama sexo duro/ nuestros muebles mutan funcionalmente al retoce/ las falografías son toda la historia de la arquitectura/ la vajilla se adapta a distintas partes del cuerpo/ Y el tacón tiene una copa llena de vino/ Y los ojos de peluche/ están erectos. Y las ropas interiores usadas se envasan al vacío.
“Posesión” (p. 34) es un poema donde la antropofagia se une al erotismo, no es acaso ésta la más exacta posesión. Un cuerpo que se “come” literalmente otro cuerpo y “desbroza” las partes que componen el origen del placer: no puedes poseerme no puedes poseer me/ no puedes con la necropsia/ no puedes devorarme no puedes negociarme// murió para ser chispa del poseedor que se procura una manzana para/ anulares verticalizados que untan sustancias para engrasar y fallecer// Comió un poco del cuerpo que había adquirido. Comió un pedazo, miró su rostro// rostro bello, suyo, impasible pálido/ merodeado por lo morado de su rubor/ su olor a formol de inquieta muerte/ la erección en la digestión de su músculo.// Comió un filete mientras lo penetraba// tieso cuerpo seco, suyo, rugoso con heridas de dicción// lo penetraba por las heridas// la cosa no imprimía reflejo, se deleitaba cada día hasta el acabóse de la/ carne/ dejó de ser una afonía apetecible/ entonces/ decidió adquirir otro musgo de imitación humana/ decidió untar otro pubis inanimado/ sin irritaciones ni quejas.// Los cuerpos no dicen/ no puedes poseerme// Entonces decidió adquirir el del rostro bello/ la cosa no imprimía reflejo mientras la penetraba, era durísima muerta y blando residuo de la aniquilación del accidente./ El cuerpo sin vida o la cosa era suya hasta que se descomponga/ entonces/ decidió ponerla en el refrigerador/ entonces/ el accidente no confinó la belleza/ para su reciclaje.
“Polis Sexual” (p. 36) es el poema de la redención sexual, una obra tragicómica donde los personajes copulan y son copulados, se alternan los cargos, las funciones; no hay roles que no puedan ser intercambiados y la falta de una imagen fálica es cubierta por una prótesis de caucho y viceversa: la imagen femenina puede ser in estricto una vulva de tecnoport o muñeca inflable; asimismo un árbol puede darnos mayores satisfacciones que la de sólo ser sombra, y un perro puede suplir al compañero (a). No sé qué exactamente tiene que ver un “poeta” en todo esto, salvo que sea el mismo escritor quien se devela como eslabón perdido entre la penetro-eyaculación lectural y la pasión y autosodomización del filmador del paisaje: un hombre prueba su semen en el anfiteatro de un parque sale/ corriendo mientras otros imitan la acción un hombre lleva su muñeca/ inflable al grifo para que se la parchen llega corriendo mientras otros/ continúan con la acción una mujer penetra con su vibrador a su esposo/ -las cortinas están abiertas- otras parejas los observan y repiten la/ acción un muchacho lleva puesta una minifalda y un portaligas un/ poeta joven coge su mano lo presenta a sus amigos otros travestis y poetas los miran y practican la acción una persona realiza una perform-/ ance en un paradero viste un traje blanco pegado al cuerpo sólo lleva un/ agujero en el culo y uno en la boca algunos lo miran desde el bus-/ bajan- y completan la acción una trabajadora sexual está parada sobre un pedestal luminoso que desprende calor y permite que se le vea a unas cuadras de distancia en la oscuridad otras la miran y desean la acción. Etc.
El epígrafe o colofón con el que se cierra el libro, al menos en la parte escrita puesto que después vienen unos fotogramas de mujeres que se sinceran ante el documentalista o voyeur Pierre Woodman: “Vida por favor de la promiscuidad”. En este pequeño texto el poeta nos arenga hacia la promiscuidad, hacia una afectación real de los sentidos, nos invita a hacer uso de la diversidad sexual, a amar la pornografía desde un punto de vista humano y por lo tanto deseoso: Vida pornofílica paladar para dar para frasear. Vida ninfómana para/ enseñar a ser vida promiscua. Vida para el casting vida de la enseñanza/ vida promiscua vida pornofílica paladar para dar para el fraseo del enseñante de la promiscuidad en la vida de la diversidad.
Antes de finalizar, quisiera anotar que al concluir este breve análisis me llegaron dos poemas que no fueron incluidos en “Polisexual” y que el poeta gentilmente envió a mi correo, espero en una próxima oportunidad referirme a ellos porque forman parte de ese zócalo que se forma alrededor de libros con apertura que apuestan –perdiendo a veces en lectoría- por una renovación. Giancarlo Huapaya camina ahora por lugares no asfaltados donde se hace necesario una maquinaria de afirmación o apelar a la intuición y a las sabias lecturas que le habrán de arribar a buen puerto o, dicho en sus palabras, a una “buena cama”, a un buen lecho.
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