Este blogger agradece a Giuliana Llamoja por la deferencia. Su única petición, expresa y sincera, será cumplida al pie de la letra: No habrá comments para este post; por lo demás, los poemas hablan por sí solos.
Nadie sabe de lo de las avenidas
Nadie sabe lo de las avenidas
Ignoran si a la tercera se concluyó la ceremonia
Con voces que gritan que eres mortal
Y sin embargo, Nadie sabe
Lo repito, nadie sabe lo de las avenidas
Todo resulta indefinido: la semántica de los cuerpos a la hora de nombrarlos
La brutalidad que penetra en la noche de los cuervos y me habita
El cumpleaños de Angie
No el que celebramos cuando muerta
Sino el que celebramos cuando empezó a morir
En horizontes que se tienden como pájaros rompiéndose
Nadie es capaz de nombrar el poema que habita estas paredes
Escribe me dijiste
Y quizá necesité retirar tus pedazos como en el juego del miedo capítulo dos
¿Lo recuerdas mi prolongado?
Qué era pues lo irrebatible sino sacudir el verso de las masas
Como la bandera que flamea tras la victoria de los entes
Movilizar los músculos,
Calcinar el picatoste, el proverbial relleno de las máscaras
Porque así como me era válida la libre interpretación de la biblia
Nadie supo jamás lo de las avenidas
Y aún respeto tus formas constreñidas ángel custodio de mi vocabulario
Y no me someto a la resignación, ni al abandono por ser menos intensa
Y a pesar de este defecto
Quién diría que hoy poseo un conocimiento efectivo de las cosas
Que en sentido amplio significa que vamos aprendiendo
A desprendernos nombrando falsamente al sobreviviente
Es decir lo que queda
Incluso si estamos en una casa ajena
Y de un momento a otro esperé el sonido de las letras
La circunstancia que como un juramento demande mi presencia
Y hablé desde este teorema de palabras con verbos activos
Sumando vocales
Disponiendo las formas del sonido de la noche
Duro oficio el de morir todos los minutos
Duro trance pronunciar tu nombre deletreado por el lenguaje de los buitres
Que salpican de sus picos trozos de carne que no son
Sino el remedo de mi carne pudriéndose en sus formas
Yo escribo con los ojos dorados
Mi mano se abre al poema pero el poema dice no
El poema no se complace entre magnolias
Con el tiempo detenido como cuando ocurre una desgracia
¿Pero a ti quién te ha persuadido?
¿A quién le debes un favor?
¿De dónde salieron estas notas?
No pretendo cerrar la puerta
Porque al momento de cerrar la puerta no hice
Sino voltear dándole los ojos a mis ojos y me dije “déjate sentir”
El sol aún está desde nunca en mis entrañas.
Su oscuridad es menos sombra cuando lo abrazo y me toma
Pero qué sé del sol y de sus entrañas, de la tarde fresca
Del mismo parque dispuesto en el centro de la ciudad en 1986
Yo solo reconozco el sonido de la noche
Ya no hablemos de la rosa
Pronuncia la proscripción de los cadáveres y la poesía sigue siendo
Canta lo que la muerte desolla en apenas su última caída
Un hombre abre su bragueta frente a la virgen que otros veneran
Y la poesía sigue siendo
Pero qué sabe la luz de su oscuridad
De los escombros a tiempo completo como un juramento que no se acaba
Y quizás así pueda unir las letras
Pero no se acarician
Y tal vez así pueda transmutar el vientre
Pero no se acarician
Quizá sea necesario arrancarme los ojos
Agitar mi nombre como un pañuelo de origen dudoso
Ascender al repiquetear de las aves tirando sobre el techo de mi quinto piso
Y desde allí romper las olas que se proyectan sobre mis movimientos
Y sin embargo nadie sabe lo de las avenidas
Ni de la lujuria que esconden sus casas movedizas
Ya no fue suficiente colocar el dedo sobre la ancha calle de tu cuerpo
Ni desquitarme el alma al introducir mi mano en el pozo de tus ojos
Aquilatar con precisión y en dispuesto orden tu carácter subversivo
Lo que quiero decirte
Es que debemos colocar las armas en su sitio.
Aquel lugar que te nombra
Es curioso pensar cómo ahora estoy aquí
Es curioso observarme a las 10:41
Apelmazada de granito y distribuida en una palabra
Hoy es esperadamente posible hacer aquella transferencia
Quién sino puedo ser
Si no logro este penetrarme en el bosque
En la higuera
En posición intravenosa
Poesía
Estoy aquí
Desmantelándome
Y no he sido una cualquiera
Y tú no has sido una cualquiera por involucrarte conmigo
En octubre de 1986 han de morir vosotros en mí naciendo
Y yo que soy irreductible
No podré reencarnarme en ningún cuerpo
Porque puedo haberme equívoca
Puedo serme doble y hasta intencionalmente dolorosa
Puedo dolerme en mis células
Y al fin seré yo
Sin mar, sin cielo, sin luna
Irremediablemente
Pero tomando en consideración el día de mi nacimiento
(Digo, de mi muerte)
El sonido llamando a mi cabeza
A los reinos con alfombra
Puedo incluso (sin presunción de ningún tipo)
Despojarme de la toalla si me ducho
Y permanecer mi piel y yo solitarias
Porque soy solitaria
Porque oh no mi estimada
Pero aun así
Si llegaras habrás muerto antes de llegar a casa
Antes de llegar al bosque
Antes de llegar a la higuera
A la plaza San Martín que tanto te apesta
Y si el aullido llamara a tu cabeza ¿sabrás reconocer mi voz?
Me he consumido y no he sentido lástima
Como tampoco tu hermano ha sentido lástima
Pobre animal en busca de alguien en una noche de pájaros muertos
Ya no deseo aquel lugar que te nombra.
Lady Chaterley
Lady Charterley
Renuncio a la vejez
Qué importa si viene a buscarme al sonar del silbato esta mañana
Qué importa que haya cavado fondo
Renuncio a la vejez
Por eso compro discos de longplay para seguir jugando mientras muero
Porque si juego largo entiendo que me estiro, que hay mucho por leer
Lady Charteley reo común de la biblioteca Brartres me alimento por las dos
Corro firmemente y he sabido alejarme del humo de los carros
Y quién hubiese dicho que esto era posible
Si hoy supieras cómo te recuerda
No sabrías entender al recuerdo como nunca lo entendiste a él.
Si hoy supieras lo de las fotos de tu prematura desnudez
Vejándote
Acariciando tu deslucido cuerpo ahora más allá de mi cabeza
Quizá quisieras arrancarle sus raíces
Si comulgaras todos los domingos
Nuevamente, más allá de tu fe
Me dirías que dios no existe
Pero ya no sabes ni comulgas en los patios
En la plaza
Ya no juegas con tu espanto
Tu pico blando, blanco ha enmudecido
Y nosotros, digo ellos
Ensayan tu última sonrisa
Renuncio a la vejez por mis pálidas canas
Lady, pequeña rosada
te alimentaste de mis restos, pequeño fantasma
Y esta lágrima inunda el reflejo del espejo mientras murmura el eco de su caída
No dudes, no te preguntes quién nos habla
Es mi rostro cansado de ser mi rostro cuando ni la sombra de tu sombra
Se irroga alguno que es vecino
Ven y ve más allá de mis palabras, que arriba ya no hay espacio
Para ocupar lo que nadie ocupa y comienza a hacer frío
Los otros ríen para que nosotros no riamos
Porque ya se han venido agotando las carcajadas
Y ya estamos cansados y me ha dolido en el alma repartirlas
Es la hora del pájaro escarlata
Es la hora de del grito
El tiempo llega pesado como un grito
El horizonte se quiebra
Las calles revelan nuestros nombres
Nadie se da cuenta
Mi vocal de piedra
Mi animalita eterna, el tiempo llega pesado como un grito
Y ¿quién escucha?
Yo me tiño en las paredes de tu cuarto
Yo reparto mi carne en el vestíbulo de los locutores
Sin que ellos se atrevan a cerrar los ojos
Yo me infecto como el cañón de una pistola que no dispara
Como la poesía me intoxico
Me quiebro
Me desparramo
Me desarmo de bruces
Y ya no soy el paroxismo de la pena
Y ya no soy un animal torpemente borrado por la lluvia
Y tú me dirás que los pájaros necesitan sufrir
Lady Charteley
Y yo te diré que descanso y que hoy
Solo queda una llama larga y rota sobre la cual transitamos.
Giuliana Llamoja (Lima, 1986)