domingo, 9 de marzo de 2014

DECIRLO TODO SOBRE 'CONTARLO TODO'. ENVÍO DE JORGE CUBA LUQUE


                                              
                                                                  
La publicación literaria más sonada del 2013 en el Perú fue la novela de Jeremías Gamboa, Contarlo todo. El libro fue lanzado al mercado mediante un gran despliegue publicitario en el que tomó parte Mario Vargas Llosa quien, allá y acullá, decía a cuantos lo escuchaban que la susodicha novela “es enormemente ambiciosa, muy bien escrita, muy bien construida”[1]. Los editores, por su parte, pusieron en el cintillo promocional del libro que “es una primera novela que sacude el panorama narrativo en lengua española”: espaldarazo contundente, calificativo laudatorio en extremo. ¿Se puede pedir más?
Aprovecho la invitación de este ya clásico Café Literario del CECUPE para compartir con ustedes mi opinión sobre Contarlo todo. Debo antes precisar dos cosas.  La primera: no he leído la novela. La segunda: a Jeremías Gamboa no lo conozco ni en pelea de perros. Sobre lo primero alguno de los aquí presentes me dirá “Señor Jorge, ¿cómo puede usted comentar un libro que no ha leído?” Paso por alto eso de “señor” Jorge…o bien emplea “señor” seguido de mi apellido o bien me llama simplemente “Jorge”, nada de “Señor Jorge”, porfa; entonces, ¿cómo puedo comentar un libro que no he leído? Facil: gracias a la del profesor Pierre Bayard, Comment parler des livres que l’on n’a pas lus. En cuanto a lo segundo el hecho de no conocer a Jeremías Gamboa me exonera de cualquier animosidad pero, cierto, también de cualquier afecto, y me quiero objetivo.
Ahora sí, digámoslo todo. Como se sabe, ya meses antes de la puesta en venta del libro, la prensa hablaba de él con un coordinado dejo ditirámbico, por el hecho poco usual de que iba a ser publicado por una de las editoriales de más poder en Europa, Mondadori, siendo Jeremías Gamboa casi desconocido fuera del Perú; aunque tiene en su haber un libro de cuentos, Punto de fuga, el nombre de Jeremías Gamboa es asociado en Lima sobre todo a su trabajo de periodista. Además de esto, la prensa enfatizaba que el manuscrito de Contarlo todo había antes llegado nada menos que a la legendaria agencia literaria de Carmen Balcells, recomendado por el mismísimo Vargas Llosa. Finalmente, la prensa resaltó la salida del libro pues Contarlo todo no pudo tener mejor lugar de presentación: la última Feria del Libro de Guadalajara. El libro fue pues lanzado como un producto eminentemente comercial con los mejores recursos del marketing. “Ahí está el detalle”, como diría Cantinflas.
En efecto, es ese detalle que en el Perú de las capillas literarias desató una polémica cuyo primer momento giró en torno a si un libro, una obra literaria, puede ser legítimamente promocionada como un producto comercial cualquiera. Unos van a decir que sí, otros van a decir que no. Personalmente pienso que sí y que no: un libro llega a los lectores mediante el circuito comercial —las librerías—, y hay un precio que el lector tiene que pagar para poseerlo, por eso pienso que sí; pero una novela es una creación artística, sus eventuales cualidades no pueden, no deben promoverse de la misma manera que otros productos puestos en venta, por eso pienso que no. En este caso, de lo que se ha tratado es de presentar Contarlo todo no como una obra literaria sino como un producto revestido por el éxito, apadrinado por un Premio Nobel y garantizado por una prestigiosa agencia literaria, así que comprar este libro es comprar éxito: el éxito de su autor, quien nacido en un medio social humilde triunfa más tarde como periodista y luego como escritor. Contarlo todo es un producto, sí, pero literario aunque en su promoción no ha habido prácticamente ningún comentario literario, como lo observa Marlon Aquino Ramírez[2] en su artículo sobre un reportaje de la televisión peruana que trata del libro de Jeremías Gamboa. Es este, a mi parecer, el primer el momento perturbador del lanzamiento de Contarlo todo.
El segundo aspecto que entró en polémica fue el tema de la novela. Se trata, como informan las páginas web que se han ocupado de Contarlo todo, de una “novela de aprendizaje”, esto es, la historia de un personaje por lo general joven, y cómo va dejando el estatuto de inocencia y/o dependencia en el que estaba al inicio de la historia hasta llegar a la culminación de un recorrido vital. Es el caso de la novela de Jeremías Gamboa, que es también un roman à clé pues los personajes e instituciones son identificables en el medio local. Repito, este ha sido otro  punto fuerte de la polémica…Gabriel Lisboa, el personaje central de Contarlo todo, lo logra todo: a despecho de su inicial estatuto social humilde logra estudiar en una exclusiva universidad de Lima, llega a trabajar en un importante medio de prensa de la capital, es reconocido como periodista, se consigue una novia pituca y triunfa como escritor: Happy end incontestable.
El argumento de Contarlo todo ha sido bien acogido por muchos lectores: aquellos que consideran que esta novela contiene un significado positivo, un ejemplo de la lucha contra las adversidades, y hasta plantean una pregunta: ¿por qué escribir siempre historias tristes, que terminan mal, sobre personajes derrotados? Contarlo todo presenta un happy end…¿cuál es el problema con los finales felices? Ninguno, obviamente. “Entonces, señor Jorge, es una bonita historia, un chico pobre que triunfa”. Otra vez “señor” Jorge…Ese no es el problema. Lo que ocurre es que el triunfo del personaje central es representado sin una relación de crítica con la realidad social excluyente ni con el racismo del cual Gabriel Lisboa ha sido víctima: él en realidad lucha por ser aceptado por el sistema de exclusión, ni siquiera lo cuestiona: la discriminación social y racial del Perú es presentada como un decorado, como el pretexto del autor para que su  personaje triunfe, lo que hace de Contarlo todo una suerte de novela de superación personal, como agudamente apunta el mexicano Guillermo Espinosa Estrada[3] al observar los desafíos que el personaje va encontrando y superando, ignorando todo conflicto social o político a despecho de su referente realista.
Pero ¿es una buena o mala novela? ¿qué es una buena novela? ¿una historia apasionante aunque esté mal escrita? ¿una historia aburrida pero bien escrita? ¿una historia que “engancha” al lector? En todo caso, Rodolfo Ybarra enumera una larga lista de flagrantes errores formales de escritura[4], y coincide con Jorge Frisancho quien habla “del tremendo descuido con al que algunos pasajes están escritos”[5], ambos comentarios situados en las antípodas de los elogios vertidos por Fernando Ampuero, Guillermo Niño de Guzmán y Alonso Cueto, quienes coinciden en sus alabanzas con las de su maître à penser, Mario Vargas Llosa quien habla de un escritor “perfectamente dueño de sus medios expresivos”...
Contarlo todo es en todo caso un éxito de ventas, y en estos tiempos vender mucho significa, en el Perú de hoy, ser bueno. “Amigo Luque” me dirá tal vez otro asistente al Café Literario, “¿no le habría gustado que Vargas Llosa lo apadrinara por su novela La rebelión los mutantes y que ésta hubiera sido editada por Mondadori?…”Amigo”, no más, Luque es mi apellido materno. Respondo: yo ya pasé la edad de tener padrinos; si Vargas Llosa hubiera escrito un artículo favorable sobre La rebelión de los mutantes desde luego no me habría molestado pero, francamente, hoy me interesa más la opinión de escritores jóvenes, si hablamos de escritores. Ahora, cuidadito con los padrinos literarios: uno puede enfadarse con su  padre, puede incluso “matarlo” como dice el sicoanálisis pero a nadie se le ocurriría matar a su padrino…¿qué va a decir Jeremías Gamboa si no está de acuerdo con alguna opinión de Vargas Llosa o si no le gusta por ejemplo su última novela, El héroe discreto? Va a estar “en un compromiso”, como se dice. Por otro lado, por supuesto que me habría  gustado que mi novela La rebelión de los mutantes hubiera sido publicada por Mondadori: todo escritor desea que su obra sea editada por una editorial con capacidad de difusión. Pero no habría aceptado recetas ni acomodado la línea argumental de La rebelión de los mutantes a la imagen que la editorial preconiza. Hay algunos escritores peruanos editados en España, y no hablo ahora de Jeremías Gamboa, cuyos personajes peruanos no viajan en carro sino en coche, no visten saco sino chaqueta, y tienen una escritura neutra que passe partout.[6] 
“Pero señor Jorge, usted qué piensa, Contarlo todo es buena o es mala?”. Y dale con lo de “señor” Jorge…Sospecho que debe ser una novela con méritos, como la agilidad de la narración y su capacidad de capturar al lector, aunque también con numerosos defectos formales y una excesiva superficialidad que hacen de Contarlo todo una novela banal, a lo mejor decorosa…evoquemos aquella boutade que Cervantes pone en boca del bachiller Sansón Carrasco: “No hay libro malo que no tenga algo bueno”. Lo cierto es que  el inmenso despliegue publicitario que esta novela ha recibido le ha hecho mucho daño en lo que a literatura se refiere; digo bien literatura pues, en lo que a ganancias contantes y sonantes se refiere, Contarlo todo se ha vendido como pan caliente.  En cuanto a Jeremías Gamboa, saludo el estoicismo con el que ha soportado este circo mediático sin haber caído en alegres  triunfalismos y, aunque ya haya contado todo, de contar más cosas en una próxima novela, que se preserve de estos fuegos artificiosos de la publicidad, si quiere y si puede. “Gracias por responderme, señor Jorge”. ¡Y ya deje de llamarme “señor” Jorge! ”Como usted diga, señor Jorge”.
                                                                                  Montauban, enero 2014



[1] « Qué nuevo autor peruano ha sorprendido a Vargas Llosa » ; El Comercio, 02.12.2013
[2] Marlon Aquino Ramírez, “Venderlo todo, a propósito del boom Jeremías Gamboa”, Leer Por Gusto.com
[3] Guillermo Espinosa Estrada, « Una novela de superación personal », Confabulario.eluniversal. com.mx
[4] Rodolfo Ybarra, « Contarlo todo o morir en el intento”, Limagris.com
[5] Jorge Frisancho, « Oportunidades perdidas », Lamula.com
[6] Recomiendo el artículo « La novela como mercancia », de Rafael  Lemus, en Letraslibres.com

jueves, 6 de marzo de 2014

INESPERADA VISITA E INESPERADA SALIDA DE PANERO. ENVÍO DE ZACHARY PAYNE.


Inesperada visita e inesperada salida de Panero:

Sólo nos hemos visto dos veces amigo: la primera vez en la caseta de la feria del libro donde firmabas a mi lado; tu manera de fumar y beber Coca Cola Zero me impactó pero nada en comparación a tus versos.  La segunda vez, fue hace poco más de una semana cuando me visitaste con los copos que caían afuera, viniste para hablar, hablar de Heroína y otros poemas, te comenté que el ciervo ya no come mi hierba y que ahora hay demasiado ruido para escuchar al sapo cantar. Al irte me dejaste un recado y hoy al enterarme que te has ido, lo cumplo.

HEROIN (1992) Leopoldo María Panero

(Traducción al inglés, inédito de Heroína. Para tí, amigo.)

I have my opium pipe next to
a book of German metaphysics.
Time, and not Spain, will say who I am.

HEROIN

A diamond is a request
that you inject in your flesh
the scared sun flees
when this enters into my vein.

Of only women and saliva
is the world made:
heroin is more than being
and something that exceeds life.

That I´m beaten I know this
when the poison enters my blood
the triumph is a bubble
that will unmake my morning.

If the scared deer flees
it is that in the forest its house is
so search in your arm
a lake where to hide.

To count deer on the plain
is the sport of poets
that of man is to search for misery
pleasure in a spoon,
gold in the excrement
so that the howling dies.

A faun and a defeat
women and some music
and the dream of some ephebe
is all that I know of myself
and that now the heroin
changes into nothing and into dust.

All deer know how to die
but to man it is hard
it is known by the slow drawing
of the needle on my vein.


Slow smoke from roaches
like this pride dies
pale because amongst the dust
of the spoon my future is read.

Ancient toads I‘ve looked for
in the infinite ocean
the needle bites and damages
I have cactus in my arms.

Smack is a whore
that whispers in darkness
of my hands, when I prick myself
the hair of a woman falls.

Like the wings of nothing that move amongst the forest
as the journey of my teeth through the live bodies
and like the whore that kneels in the night
the prayer of a needle in the violence of the body.

The needle draws slowly
some deer in my veins
when the poison enters my blood
my brain is a rose.

Like an old man sucking on a dry lemon
so is the poetic act.
The horse with its sword
divides life in two:
at one side pleasure with nothing
and the other, like a defeated woman

life that gives off a bad smell.

domingo, 2 de marzo de 2014

'PERUANO, NO SEAS IMBÉCIL'. MI 'COLUMNA PIRATA' EN LIMA GRIS.

PERUANO, NO SEAS IMBÉCIL

Foto: Peru21

Peruano, tú que hablas hasta por los codos y dices que te interesa la democracia en Venezuela; tú que lloras a moco tendido todas las noches frente a los noticieros chatarra del grupo El Comercio y demás bribones a los que solo les interesa llenarte la cabeza de pura mierda; tú que reniegas de los que no piensan como tú o no levantan la voz como tú, tan “informado” y tan “políticamente correcto”, como dices o aparentas ser, pues, ya déjate de estupideces, deja de mirar la paja en el ojo ajeno, y simplemente, no seas imbécil.

Acaso aquí 20 000 niños no mueren anualmente por cuestiones sociales fácilmente predecibles, violencia estructural que le llaman, y conste que hasta hace poco estábamos dentro de los cinco países en el mundo con mayor mortalidad infantil: un triste y vergonzoso récord. Súmenle, ahora, el medio millón de niños afectados por desnutrición crónica y el millón de niños con anemia (datos ENDES-Perú 2012-2013).
Acaso los conflictos sociales no producen cientos de muertos por los que nadie da ni siquiera un bostezo: solo el año 2012 murieron 24 personas (abaleadas por nuestra “gloriosa” Policía Nacional) durante protestas en las calles, y la cifra sigue aumentando peligrosamente, tanto así que el Perú se encuentra actualmente entre los 46 países con alto riesgo de sufrir conflictos sociales –según el último dato de la revista The Economist–.
Acaso la seguridad ciudadana no es uno de los problemas más graves de nuestra sociedad y solo de 2010 a 2012 se pasó de 194 a 254 denuncias por robo, asalto, asesinato o violación por cada 100 000 habitantes, y la cifra sigue en crecida geométrica.
Acaso, no por eso, más del 20% de presos en este país lo están por violación, o sea, 12 000 de 60 000 reos convictos y confesos
Acaso la justicia ha hecho algo por esas 300 000 mujeres y esos 22 000 hombres esterilizados contra su voluntad durante el gobierno del reptil Fujimori. Acaso la clase política y los burócratas no se zurraron en el horror de un pueblo acostumbrado a callar. Y observen lo que es el Poder Judicial: un nido asqueroso de ratas, cucarachas y lampreas.
Acaso el Perú no ocupa el penúltimo lugar en comprensión de lectura, sin contar la prueba PISA, en la que ocupamos el puesto 65 de 65 países evaluados; y el Estado solo invierte una limosna del 3% del PBI en educación.
Acaso el sueldo mínimo de un peruano no ocupa también el penúltimo lugar en todo Sudamérica (US$267 mensuales), solo encima de Bolivia (con US$206), mientras que Venezuela está en US$ 472.
Acaso los accidentes de tránsito no producen también cientos de muertos, cerca de 5000 por año. Y, curiosamente, somos los poseedores de los conductores más salvajes y sanguinarios del mundo. Asesino y psicópatas a los que les hemos entregado licencia –léase “brevete”– para cometer crímenes con impunidad.
Acaso, también, más de 600 peruanos no se suicidan cada año –casi dos muertos por día–, porque su situación socioeconómica u otros les parece insoportable.
Acaso la clase política no se burla de sus votantes, y la corrupción (sí, ese mismo mal crónico por el cual un presidente liberó a narcotraficantes sin que nadie hiciera algo para evitarlo) es pan de cada día aquí, donde los comeoros, los robacables, los lavapiés y tantos otros engendros burócratas siguen parasitando del Estado, dándose una vida de lujos y prebendas a costa de la miseria de millones de ciudadanos.
Venezuela es un país vecino y hermano, y, por supuesto, que nos importa su situación real, no las mentiras o engañifas que propalan los medios proimperialistas y/o plutocráticos, que defienden la verdad de los empresarios y transnacionales, las mismas que intentan sabotear un orden con el fin de imponer las condiciones de una invasión; así se movieron las realizadas a Irak, Irán, Kuwait, Líbano, Egipto, etc., y otras, que, con el cuco del “terrorismo”, han derivado en naciones sometidas y expoliadas, y ese mismo modelo se sigue manteniendo a costa de sangre, fuego y cerco mediático. Y cierto, la verdad de Venezuela no solo es lo que sale en Telesur, Aporrea o Rebelión, pero tampoco, y mucho menos, es la que sale en CNN o Fox News. Y, por supuesto, que este gran país llanero necesita ordenarse y que veedores internacionales, sin ataduras ideológicas o intereses particulares, sigan de cerca su proceso y que nadie ose quitarle la vida a nadie, mucho menos si este piensa diferente; pero, peruano, entiende, tu país necesita que mires hacia adentro, necesita que te toques las heridas.
Acaso no son importantes ese 34 % de niños peruanos que se ven obligados a trabajar (cifra idéntica a Nepal) o ese millón 350 mil familias que carecen de agua (solamente, en Lima hay un millón y medio de ciudadanos que carecen del líquido elemento). Cómo, pues, intentas socorrer al necesitado si te faltan las piernas, o cómo crees que le puedes dar la mano a alguien si ya no tienes mano. Y cómo vas a hacer para que tu voz llegue a otro país si ni siquiera se escucha en Conga, en el Cusco o frente al Ministerio de Trabajo, en la avenida Salaverry, de Lima.

Peruano, escucha, no digo más: no seas imbécil.

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Author: Rodolfo Ybarra
Rodolfo Ybarra
Rodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.
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martes, 25 de febrero de 2014

"LA AGONÍA DE QUILCA", EN LA REVISTA VELAVERDE



La Agonía de Quilca: Domingo de Ramos y este SS en la Revista Velaverde. Construyendo la resistencia cultural ante el avance del mercantilismo draconiano, la iglesia oscurantista y la ceguera de los que fungen comos 'autoridades' en este país de cartón piedra.

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domingo, 9 de febrero de 2014

ENTREVISTA EN LA REVISTA CHILENA S5

La revista chilena S5 acaba de publicar un extracto de la entrevista que me hiciera el profesor Gonzalo Geraldo (de la Universidad de Chile) para un trabajo sobre la poesía latinoamericana. La conversa se hizo en Lima. 

Aquí pueden leer el material completo: 
http://letras.s5.com/ryba050214.html




Proyecto Patrimonio - 2014 | index Rodolfo Ybarra Autores |








Rodolfo Ybarra, poeta

La palabra llega a ser bella porque transmite una verdad, ahí donde el texto dice una verdad,
muestra algo que no ha visto nadie

Por Gonzalo Geraldo Peláez


 .. .. .. .. .. .
La agitación y la propaganda definen la inacaba búsqueda de este Héctor de la poesía peruana, matador de hombres y tradiciones. Compartimos con los hipócritas lectores sus cínicas y agudas amonestaciones sobre el actual estado de la cultura en nuestros países.

Lo ideológico es intrínseco al texto

Si en las puertas de tu casa están matando a alguien, y tú le estás escribiendo un poema de amor a alguien que duerme contigo al costado de tu almohada, estás siendo reaccionario porque estás negando esa realidad que está ahí. Ese es el punto de discusión que a veces tenemos con aquellos escritores que se llaman “puristas”, pero en realidad no son nada “puristas”, son más bien impuros respecto a una verdad que se manifiesta en el texto. Por eso, considero que los grupos poéticos más importantes del Perú como Colónida, Hora Zero y Kloaka han tenido un fuerte contenido ideológico-popular, y reflejaban pues en sus textos su realidad (En los extramuros del mundo de Enrique Verástegui, Arquitectura del espanto de Domingo de Ramos, Cinco razones puras para comprometerse con la huelga de Cesáreo Martínez, etc).

La época planetaria del nihilismo

El sistema postcolonial ha creado las nuevas formas de la industria de la diversión porque no le interesa que el joven sepa su realidad, que no sea consciente de lo que vive, para que evite organizarse y enfrentarse al poder. Mejor es mantenerlos idiotizados, mejor es que no estén al tanto de las cosas, de las estadísticas, mirando el vacío como decía Nietzsche. ¿Quién sabe? ¿Quién investiga? Nosotros hemos vivido una guerra interna, ha habido 4600 fosas comunes en este país. 4600 fosas comunes hechas por el Estado con la venia del Presidente de la República, de los ministros y del Congreso. Llegaron a los pueblos a destazar, matar y enterrarlos en los cuarteles. Pero esos datos estadísticos no están, no cuentan. Los muchachos de hoy en día corren en tablas de surf y skates, pero no saben nada de nada. Esas cosas nos están aventando al vacío. La globalización o globoidiotización que viven los pueblos del Tercer Mundo está guiado por un imperio, el cual produce toda la industria del entretenimiento y genera un nuevo tipo de persona, servil y genuflexa que no dice nada, que asiente, que trabaja y que produce.

El poeta saluda al sufrimiento armado

La idea de la felicidad se ha trastocado completamente. La idea de pensar no sirve, el joven que piensa está condenado al fracaso. Mientras más sepas tú, mientras más conocimiento tengas, más difícil se te va hacer ser feliz. La felicidad absoluta, la felicidad como una idea superior ha quedado en manos de los imbéciles. El poeta es el ser más triste, al poeta le quedan las migajas de todo, está condenado a morir de tristeza. Acá en Perú hay muchos poetas que han muerto de tristeza como Juan Gonzalo Rose, Juan Ramírez Ruiz. Este país ha destruido su poesía, este país ha destruido sus poetas.


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viernes, 7 de febrero de 2014

LA POESÍA DE SALÓN ES UNA MIERDA. MI COLUMNA PIRATA EN LIMA GRIS.

LA POESÍA DE SALÓN ES UNA MIERDA

Muchos jóvenes poetas se rompen el alma y la “mitra” tratando de definir a la poesía. No se hagan problemas, les digo yo, no tienen que recurrir a William Blake, Ezra Pound, John Ashbery, los dadaístas, los beats o a los poetas de la posguerra española para tener alguna respuesta. Solo basta con ver nuestra realidad de oprobio; basta con ver a los niños mineros de Huamachuco o a las niñas meretrices de la plaza Manco Cápac; basta con ver la corrupción campante y supina de nuestrosexpresidentes asaltando a mano armada, al modo de la película Punto de quiebre; basta con ver cómo el pobre desaparece en el polvo de las estadísticas y cómo el rico asciende por los cielos de Forbes sin pasar por el ojo de la aguja. Y, como queda claro, la poesía no puede ser solo palabras bonitas, definiciones de café o elucubraciones de un filosofastro. Eso solo es el chantillí de la torta, puro arte decorativo, una pátina, un bluf para señoritoscopy-paste que viajarán a Francia a tomarse una foto en la tumba de Vallejo y de Baudelaire para el feis.

La poesía es lucha libre, cachascán, vale todo y no sirinoque o baile del cancán. La poesía tiene que tener guantes de box tailandés, tiene que andar con escafandra y con chaleco antibalas; tiene que ponerse una bazuca al hombro, un RPG tierra-aire, y andar con pies de plomo antirradiactivo. La poesía, la buena, no aguanta pulgas, no se anda con disculpas ni dimes o diretes. La buena poesía habla de frente, cuestiona todo orden imperante y se hace puño con los sentimientos más puros del ser humano. Y, claro, cómo no, por simple silogismo: no existe poesía sin sentimientos. No hay poesía sin corazón paroxístico, taquicardia, RPC y respiración boca a boca, porque la poesía tiene que estar dispuesta a salvarle la vida a alguien y darle la mano al caído en desgracia. No puede ser objeto suntuoso, absurdo verbo para contentar a los oídos burgueses de los que entienden la música como una obligación de clase o el arte como un adorno para sala la de la casa.
Para ver la poesía me voy al mar, decía el poeta; pero, hoy en día, para ver la poesía tienes que tener la megalupa de Arquímedes, un garrote o una manopla en la mano, tienes que dejar de hacerte el cojinova y dejar de mirar al costado. Escribe y vive. Lee y agárrate a cabezazos con la realidad. Ese fue el mejor método de los griegos: mente sana en cuerpo sano; si no, la palabra sale enferma, debilucha, con anemia o tísica, reptando a los pies del poderoso, al que le gusta la “poesía de salón”, o sea, la que no dice nada, la que le canta a las musarañas o a las colillas de cigarro. Y de eso ya tenemos bastante en las vitrinas de la “poesía oficial”, poesía con código de barras y que se engendra en la panza estreñida de la academia, light, cero colesterol y baja en calorías; así como de todos esos cretinos que juntan palabras bonitas y atesoran versos perfectos que luego editarán en papel marfileño de 120 gramos, con pasta gruesa y palabras del poetrasto de moda.
Mientras tanto, la poesía de fierro fundido, la de construcción civil, cemento y canto rodado, o sea, la poesía de a pie, huelga de hambre y olla común, siempre estará esperando su momento exacto, su punto de cocción, porque la verdadera poesía −si es que hay una– no apresura en editarse o convertirse en papel manchado; hay que dejarla macerar, cocinarse a fuego lento en el horno crematorio de la corrección, hay que dejarla morirun tiempo o matarla a porrazos para que pueda resucitar y tentar el erebo de la madurez. La ansiedad y la soberbia son los padres del vicio de editar cualquier cosa. La fama y el reconocimiento son los galones que caen por su propio peso, sin que nadie los pida; sucede cuando menos lo imaginas, y no tiene mayor importancia. Hay que saber domar al potro encabritado, que es la emoción sobre la lógica; o, lo que es casi lo mismo, nunca dejar que el mundo empíreo (sentidos) prime sobre la razón. Y, si eso sucede, que no sea una casualidad o un desliz: la palabra es un arma de exterminio masivo o un virus –como decía William Burroughs–, y hay que entender esto en su verdadera dimensión.
Porque a toda estética le corresponde una ética y viceversa, los enemigos de clase (jerarquía literae) o los fellatĭo-aduladores siempre dirán: pero Borges fue fascista y era gran poeta; lo mismo que Ezra Pound, admirador de Stalin, Mussolini y Hitler; y Céline –novelista con prosa poética–, antisemita y colaborador de los nazis y bla, bla, bla. Pero todos sabemos que Neruda dijo que Borges pensaba como un dinosaurio; que Fernando Vallejo siempre repite que el creador de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius “es un prosista menor de puros sonsonetes”; que a Pound, que confesó que su obra “No salió bien. Fue una chapuza”, lo salvaron, literalmente, Hemingway, Eliot y Cummings cuando los norteamericanos lo encerraron en una jaula para monos cerca de Pisa, Italia; y que a Céline todavía se le sigue considerando un traidor: Francia le negó el homenaje por el quincuagésimo aniversario de su muerte en 2011 y el alcalde de París, Bertrand Delanoë, fue claro: “Céline es un excelente escritor, pero un perfecto cabrón”. (Ya lo apuntó Hölderlin y lo reutilizó Heidegger: “poéticamente habita el hombre sobre la tierra”, y quien no lo haga así, pues, simplemente, no merece llamarse “hombre” y, menos, poeta. Y es que, en poesía, no todo se trata de “escribir bien” o de cumplir con la rima, la métrica y el ritmo. Hay algo muy puro que siempre está en juego y que siempre se expone a la hora en que uno decide escribir un poema.
Y, cuando uno escribe, lo tiene que hacer con el alma, dejar que el espíritutome posesión sobre la página en blanco y dejar que hable el interior, esa ceniza milenaria que se vuelve ave fénix, estro, magia, y que griten los que no tienen voz (ellos también habitan dentro de nosotros), los que perdieron la capacidad de expresarse y se quedaron mudos mirando el horror y convertidos en sal, como la esposa de Lot. Y cada quien decidirá qué voz emplear: si la voz del patrón o la voz del empleado; si la voz del carcelario o la voz del libertario. Y, en todo esto, habrá contradicciones, antagonismos y enfrentamientos ancestrales, de los que el poeta no ha estado exento ni al margen. Y siempre ha sido cómplice, colaboracionista, aliado o rebelde, contestatario, insubordinado, y, nunca, “independiente”, “apolítico”, “al margen” o “nuncaestoymalconnadie”. Quizás los ejemplos más claros y prosaicos sean los rapsodas y aedos que escribieron sus obras bajo el amparo de los reyes o la iglesia.
Por estos lares, es inevitable recordar a don Ricardo Palma, secretario y confidente del presidente José Balta; a Chocano, que fue secretario de Pancho Villa y del dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera; o a Carlos Orellana Quintanilla, secretario incondicional de Alberto Fujimori. Eso sin contar el rebuzno “en vivo y en directo” de algún “presidente”, como José Luis Bustamante y Rivero, que incluso publicó poemarios, y el fluoxetinado Alan García –seguidor del presidente, poeta y tirano senegalés Léopold Sédar Senghor–, que ha querido pasar por bardo con un vomitivo texto a la Batalla de San Juan; personajes que quedarán en las antípodas del enorme Cátulo, quien se enfrentó al César y a todos los poderes estatuarios y a los intelectuales conservadores, que constantemente pedían su cabeza. No obstante, la buena poesía amorosa de Cátulo sigue vigente después de dos mil años.
Fue John F. Kennedy quien le pidió a los poetas que hagan política y a los políticos que hagan poesía. Ese mismo criterio fue el que aplicó Mao Tse-Tung, el timonel chino que, pese a sus errores, se atrevió a una revolución cultural en un país que llevaba cientos de años de atraso. Y es que, en la historia de la poesía, siempre ha sido lo común poiesis/politik, desde los poetas griegos y latinos, pasando por los medievales y contemporáneos, o desde George Trakl hasta Kavafis, o de Maiakovski hasta Aragón, y ni qué decir de Nâzim Hikmet, Rafael Alberti, Bertolt Brecht, Salvatore Quasimodo, Nicolás Guillén, Nicanor Parra, Javier Heraud o Néstor Perlongher, homosexual y trotskista; porque, al fin y al cabo, quizás la poesía y la política sean las dos caras de una misma moneda; y la filosofía, su avenencia. Y, por eso mismo, el idealista Platón solo vio un lado del denario, expulsó a los poetas de su República ideal (“Libro X”) y aceptó solo los himnos a los dioses y los elogios a los hombres trascendentes.
Para los tecnócratas del verso, el asunto poético siempre tendrá una independencia intachable e indefendible; algo así como que el poeta está más allá del bien o del mal, o el poeta encerrado en la torre de marfil o alucinado. No obstante, el poeta, quiéralo o no, siempre absorbe de su entorno, se contamina, y su trabajo, por más (im)puro que sea, lo influye. Ahí tienen a Rainer María Rilke, que, cuando trabajaba de secretario del famoso escultor Rodin y corregía epístolas y otros textos por encargo, también escribió (respondió) sus Cartas a un joven poeta; a Vallejo, preso en un calabozo de Trujillo, pergeñando Trilce; a Martín Adán pidiendo limosna para tomar yonque; o, si quieren algo más contundente, a Juan Francisco Manzano, el poeta cubano esclavo, cuyo sufrimiento ha quedado expuesto para siempre en cada uno de sus versos: “Cuando miro al espacio/que he corrido desde la cuna hasta el presente día,/tiemblo, y saludo la fortuna mía,/más de terror que de atención movido./Sorpréndeme la lucha que he podido/sostener contra suerte tan impía,/si tal puede llamarse la porfía/de mi infelice ser, al mal nacido”.
Por otro lado, no se puede caer en las ínfulas de pensar que el poeta tiene-que-tener una voz característica. La voz del poeta es su espíritu, su pulsión interior, su creatio, su imago mundi, etc. Lo otro, la palabra, el logos, la puede endosar, como hizo el suicida Séneca cuando le escribió los discursos a Nerón; o Hamilton, a George Washington; o Archibald MacLeish, a Franklin Roosevelt. O la puede aprender lentamente, como hizo Merrick, el hombre elefante, de la mano del escritor y pastor protestante Isaac Watts: “Es cierto que mi forma es muy extraña,/pero culparme por ello es culpar a Dios;/si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo/me haría de modo que te gustase a ti”. Lo importante es que el poeta asuma y entienda que su compromiso con la poesía no solo es un compromiso con la palabra ni se trata de poner un verso detrás de otro, aprender las reglas gramaticales o las diversas escuelas literarias.
En la actualidad, el asunto de la marca personal se explica en las etiquetas, los códigos de barras y los derechos de autor impuestos por las normas sociales, la historia, los sistemas de producción, etc., que defienden la propiedad privada. Y el poeta que yerra el camino se pasará toda una vida buscando un caparazón que sea del tamaño de su ego, copy right, pero callará o dirá a medias lo que tiene decir y se convertirá en un diletante. Al fin y al cabo, todas las voces son personales y, con el tiempo, encuentran su cauce particular, pero no todas las voces son expresión sublime de il popolo y de la realidad inevitable e ineludible. Y, además, escritores ciclópeos, como Shakespeare o Pessoa, tuvieron varias voces personales; lo mismo que Vallejo en Trilce o Poemas humanos, o Eielson en Mutantis mutandis y La noche oscura del cuerpo, por solo nombrar algunos iconos de nuestras letras. Por lo demás, es urgente señalar que la “poesía de salón”, esa “poesía” muy de moda por estos tiempos mediáticos, es una mierda, junto a sus lacayos, turiferarios, aguateros y demás letratenientes; y puede engañarte y seducirte con su cháchara; repotenciarse o transmutarse con articulejos de blogs, periódicos y revistas, y, finalmente –ni por mímesis ni diégesis–, convertirse en “canon”, ganar “concursos de poesía” y a la crítica lambiscona de plumíferos a sueldo o enfermos de megalomanía, pero nunca, o muy pocas veces, salvo honrosas excepciones, tocará tu corazón.
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Author: Rodolfo Ybarra
Rodolfo Ybarra
Rodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.
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