lunes, 26 de abril de 2010

SOBRE LA NOVELA (I)


En los años sesenta los debates sobre la función y el fin de la novela como género estaban, quizás, en su más alto grado de efervescencia. Aprovechando la coyuntura de aquella época la revista italiana Paese Sera organizó un debate entre cuyos miembros estaban Alberto Moravia, Pier Paolo Pasolini, Alberto Arbasino, Edoardo Sanguineti, Franceso Leonetti y Armando Vitelli. El título del extracto --publicado luego en el libro “Destino de la novela” (Editorial Orbelus, 1967, 269 pgs.)-- es el de “Réquiem por la novela” y la fecha exacta del conversatorio es el 26/3/1965. (Curiosamente, con el mismo título encuentro un texto provocador del mexicano Jorge Volpi situado en un futuro inverosímil).
Hoy, 45 años después, que se discute y se escribe mucho sobre novelas virtuales (esto del formato, al parecer, es lo que está condicionando de alguna manera los escritos de esta última década) y se inventan géneros nuevos como el blog novela, la twitter novela, la novela e-mail, la micro novela, etc. Es quizás tiempo de iniciar un nuevo conversatorio sobre “la nueva novela”, un conversatorio que debiera tener como discusión la concepción, la filosofía de la novela y no su formato (hace medio siglo se hablaba, entre otras cosas, de la muerte de la novela o muerte del personaje novelístico; y mucho más atrás, después de cierto auge en el siglo XVIII, la novela mostraba ya signos de progeria y decadencia); a fin de cuentas, en caso de que algún día el libro tal y como lo conocemos desaparezca, pues, entonces, la necesidad de contar no decrecerá porque le es natural al hombre quien desde sus orígenes ha necesitado dejar en las cavernas los trazos de sus actividades diarias, su problemática de vida, como después lo hizo en los papiros y en el papel cuando el lenguaje articulado, la escritura y, luego, el invento de la imprenta se lo permitieron.
Dejo aquí algunas preguntas que me gustaría –objetiva y particularmente-- que se discutiera:
Si la novela es un invento burgués que se cocinó a fuego lento entre los siglos XVIII y XIX (Lukács habla de la crisis de 1910, una crisis no vinculada a las guerras mundiales, que viene a coincidir con la crisis de la individualidad burguesa) ¿cómo, luego del derrumbe del comunismo (y la “caída” de los novelistas clasistas como Sholojov), se puede hablar de la novela sin referirnos a la condición de clase de los escritores? ¿Es esto acaso una anacronía? ¿Existen hoy en día el escritor burgués, el escritor proletario, el escritor desempleado, etc., o son sólo desvaríos de la (post-post)modernidad y no se deberían de tomar en cuenta porque en literatura –como dicen algunos—sólo importa el producto. Y si el producto es lo importante, ¿por qué entonces no nos vamos olvidando de firmar los libros, rechazamos los derechos de autor y pasamos de una vez al anonimato y nos acogemos sin problemas al copy left? (como ejemplo de esto último puedo citar a mi amigo Gonzalo Portals que hace unos años empezó a publicar unas novelas de forma anónima: “Reyezuelo” era el título de su zaga).
Para los que propugnan el fin de la novela y de la ficción en general, copio aquí un pequeño párrafo de Jorge Volpi (voy a tratar de pensar que Volpi no se robó el título y es más bien una casualidad literaria), por cierto, nacido años después del citado conversatorio (obviamente me gustaría que alguien me explicara de alguna forma la vigencia o no vigencia de la novela actual):
La ficción siempre tuvo una vida artificial: concebida como un engaño similar a la magia o la hechicería, sólo podía haber prosperado en sociedades con un precario desarrollo intelectual. De otro modo, ¿cómo entender que adultos racionales se consagrasen a tramar estos divertimentos, que seres racionales disfrutasen con sus engaños, que lectores sensatos se conmoviesen con sus mentiras? Durante siglos las novelas sirvieron para confundir a las mentes menos preparadas: su público estaba conformado por mujeres crédulas, adolescentes infatuados, viejos prematuros, solteros insatisfechos: gente ociosa.
De otro lado –y aprovecho la ocasión para una queja personal--, ¿por qué la novela de ciencia ficción encuentra opositores cuasigratuitos en los escritores de no ficción (quizás el caso más conocido sea el de MVLL)? Como hecho anecdótico quiero apuntar que en un encuentro sobre literatura de ciencia ficción envié unas sumillas en las que resumía un trabajo mío sobre el empleo de nuevas palabras de uso común en la C/F que provenían de la ufología, mi tesis se titulaba Ufoccionario, el cual fue rechazado porque a los académicos les parecía que se escapaba a las delimitaciones de lo literario y se ubicaba en el terreno de lo especulativo seudocientífico ¿¿¿???. (Alguien me podría responder cuáles son los límites para considerar un tema como literario o extraliterario por más que esta discusión se encuentre dentro de la crítica que se dice especializada).
Se me ocurre pensar que, de repente, los personajes de la novela actual son los nuevos formatos de la novela actual. El peso del formato termina aplastando al personaje, es la forma lo que prima en la novela actual. Por ejemplo, la cyber novela no es importante por tratar temas relacionado con un futuro virtual, sino porque, aún cuando se habla de cuestiones humanas, románticas o domésticas, lo importante es el soporte, eso es lo que le hace importante y por lo cual se le cita y se le estudia (si es que se le estudia). Aunque, claro, alguien por ahí se le puede ocurrir (para eso están los teóricos) que el formato es el contenido objetivado o materializado, tal y como piensa o pensaba Vadim Koyinov en los años sesentas, o como lo intuyó mucho antes Ludwig Wittgenstein quien con su Tractatus Logicus Philosophicus no sólo influyo en la "incorporación" del pensamiento en el lenguaje (o viceversa) sino que sirvió de base a los positivistas lógicos del Círculo de Viena.
Finalmente, la palabra novela viene, entre otras (novella), de la palabra “novel”, y que alguna vez se llamaron “romances” (en francés: roman; en italiano: romanzo), que era a como se denominaban a las obras literarias que no estaban escritas en latín; curiosamente, luego, romance ha pasado a significar lo contrario: lenguas derivadas del latín. Y si las palabras cambian de acuerdo a los tiempos, podemos decir que la palabra “novela” ya no expresa lo que debiera, en todo caso es un título envejecido que ha perdido lozanía y necesita renovarse, [tanto la palabra como la concepción, necesitamos a un nuevo Joyce en Suiza (que es donde se escribió gran parte el Ulises y no en Dublín como piensan muchos cacógrafos)]. Es hora de intentar un neologismo, como por ejemplo: noveleta (Arturo Delgado Galimberti), noveloide, o quizás atendiendo a los varios siglos que tiene la novela: viejela, gerontovela, etc.


(continúa en el próximo post) .
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9 comentarios:

V.R. dijo...

Excelente artículo Ibarra. Sólo una pregunta, Ud. puede decirnos si en el Perú hay novelistas o son simples imitadores sin trascendencia?

Anónimo dijo...

¿Qué ocurre ahora en la poesía? ¿Hay más conservadurismo?

En América Latina ha habido una vuelta hacia los moldes clásicos, que coinciden con un conservadurismo político. Los poetas premiados han sido más conservadores, menos Raúl Zurita. Pero en todos los países ha vuelto la onda clásica, sobre todo en México y Venezuela. Los que la practican dicen que viene del agotamiento de la experimentación, pero eso no me convence para nada. Creo que la búsqueda de las nuevas formas debe ser permanente.

¿Y qué le parecen las poetas del 80?

El Perú ha dado voces propias, lo que tuvo que ver con la situación algo extrema de la mujer en una sociedad conservadora, que ahora ha cambiado. Aquí podría mencionar a una de mis poetas favoritas: Magdalena Chocano, aunque ella se niega a aceptar que escribe una poesía femenina.

En el Perú se tiene la idea de que la poesía peruana, entre la hispanoamericana, mantiene un buen nivel. ¿Usted que cree?

Es así. Lo que pasa es que la poesía peruana no se conoce afuera tanto como la chilena o argentina. No ha habido una buena distribución de libros, como sí lo hacen en Argentina o México.

También he de destacar el artículo “Vallejo en dos tiempos”, de Jorge Paredes, subdirector de la revista, quien profundiza sobre la figura del vate liberteño a partir de una expo sobre él en el CC de la PUCP.
Es de celebrar la nueva plana de redactores y colaboradores que ha acopiado la revista.

Willian Rowe

Anónimo dijo...

Rodolfo, todos esos zonzos que hablan de DUb´lín, Dublín...estaban equivocados!!!!!!!!

qué buena!

Hernan dijo...

Mientras exista un individuo armado con una pluma en la soledad de una habitación para enfrentar al mundo real con sus ficciones, seguirá existiendo la novela.

Burgués, proletario, desempleado o altamente remunerado, quien sea fiel al arte de contar perdurará en la memoria de la gente.

Rafael Inocente

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Excelente blog,

saludos,

Peter J.

Anónimo dijo...

Vargas Llosa escritor de no ficcion? Como es eso?