I
Hace
un año un grupo de jóvenes activistas ecológicos decidieron salvar a tres
terneros de un camal de Lurín. La primera opción, al modo de Los Nueve Monos, fue ingresar por la noche y sacarlos a viva
fuerza, sin importar lo que pudiera decir la ley y el orden. Total, rescatar a
unas bestias de otras bestias era algo
así como una epifanía.
La
segunda opción, un poco más burocrática y, no por ello, menos violenta, fue
convencer al señor ganadero y ablandarle el corazón a punta de discursos y
jaladas de oreja. Aunque, pensándolo mejor, esa sería la opción más difícil,
sobre todo porque quien se encargaría de esta misión dialéctica sería una mujer
joven, de pocas palabras y sin cortapisas: Isabel Rodríguez, estudiante de
veterinaria y amiga de perros y gatos y cuanto animal desvalido se cruce en su
camino.
Hablar
de Isabel implica quizás más literatura que periodismo, más verso que párrafos
que puedan decir algo de lo que hace a escondidas sin que su mano derecha sepa
lo que hace la izquierda. Entonces, apuntaremos que ella sirvió a la patria, se
inscribió en lo que era el SMO, le dieron un par de borceguíes, ropa de cachaco
y una MKM; en ese tiempo ella salía de un grave problema familiar, falta de
recursos que derivaron en lo que los modernos juvenólogos llaman “sociopatía”
Luego, Isabel, ha ido adaptándose para sobrevivir sin que ello signifique ir
contra sus propias ideas: veganismo, auto-oganización, lucha contra la máquina
capitalista carnívora, etc., etc.
II
Pero
no nos alejemos del ruedo. Al principio, cuando Isabel preguntó por los
terneros que iban a ser sacrificados, el señor ganadero pensó que se trataba de
una broma, chanza o guasa y empezó a hacerse el interesante; afloró el
espíritu del macho burgués a quien una empleada le pide un favor, entonces le
invitó a salir a unos tragos, pero Isabel no perdía de vista la idea central de
su misión, salvar a esos tres terneros a como dé lugar. De este modo, después
de un mes de negociaciones, cuando quedó claro lo que la interlocutora quería,
el ganadero dijo a boca de jarro que el costo de ese ganado sería de mil soles por
los tres terneros y no habría rebajas. Pero, al final –como lo estableció un
politiquero atrabiliario–: no no siempre es no, y el precio quedó en
seiscientos soles.
Isabel,
Jonhatan
Gutiérrez y Orión –conocidos activistas de la escena antitaurina– hicieron
una junta (“chancha”) y lograron sacar a los terneros del camal. Contrataron un
camión y los llevaron a buen recaudo. Los bautizaron como Tauro, Toribio y
Flor. Pero, después se dieron cuenta que eso no era la parte más difícil sino
alimentarlos y buscarles un refugio donde pudieran pastear y realizarse como
animales felices, teniendo en cuenta que cada ternero come 30 kilos de comida al
día y, cuando son jóvenes, engordan a razón de 50 kilos por mes.
El
lugar elegido para el refugio provisional fue el cementerio-zoológico de la
policía en Chorrillos donde hay otras especies que conviven en armonía. Ahí los
activistas mantienen despierto el sueño del Shangri-la y se encargan de llevar
zanahorias, camotes y legumbres para los terneros y los otros animales –como
Andrea, la chiva que se cree vaca–.
El
asunto se complicó hace unas semanas, cuando la dirección del parque les dijo
que tenían que llevarse a Toribio, Tauros y Flor porque actualmente no se cuenta
con presupuesto para su sostenimiento, ya que el recinto vive prácticamente de
la donación y los óbolos de los visitantes, y la situación del
parque-cementerio-zoológico es precaria.
Hay
un ganadero que se ha ofrecido a recibir a los ahora toritos, Tauro, Toribio y
la vaquillona, Flor. No obstante, no hay ninguna garantía porque el principal
negocio de los criaderos es la carne y la leche y que la industria agropecuaria
no contempla la crianza sin el beneficio económico.
Ante
este contratiempo, Isabel está solicitando el apoyo de todos los amigos de los
animales. Cualquier tipo de ayuda será bien recibida. Dejo aquí su fono: 988705241 y el número de una cuenta corriente:
-BCP: 191-17983185 -0-31
PD: Entiendo
que el pensamiento animalista esté poco difundido en países como Perú, donde
seudointelectuales les parece una excentricidad pequeño burguesa; pero el
animalismo está asociado a pensamientos de vanguardia, de preservación de la
naturaleza y la convivencia pacífica en un mundo que es de todos. En todo caso,
la tolerancia siempre es buena consejera.
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