sábado, 25 de agosto de 2012

"EN NOMBRE DE LA MEMORIA", ENVÍO DE CÉSAR ÁNGELES






La reciente columna de Victoria Guerrero, Tiempo pasado: a 20 años de la Cantuta y más de Accomarca me sugirió este comentario:

Hace algunas semanas, vi la obra de teatro La ciudad y los perros, dirigida por Edgar Saba, basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa. Mientras transcurría la representación pensaba: qué mierda, aquí Vargas Llosa pasa por ser un escritor impecablemente democrático, cuando tiene esa gran mancha política que fue concluir, en la ‘Comisión Uchuracccay’ que presidió, que los campesinos de dicha comunidad ayacuchana, atávicos de su ‘pensamiento arcaico’ (sí, el mismo que le endilgó injustamente a Arguedas en su ensayo La utopía arcaica), mataron a los ocho periodistas y dos guías de la zona en la recordada trágica matanza de Uchuraccay (1983).

Así que, al final de la obra (lo lamento por los puristas y ortodoxos del teatro), y segundos antes de los merecidos aplausos (la obra estaba bien montada), grité: ¡‘UCHURACCAY’!

Lo hice para dejar siquiera un átomo en el aire sobre aquello que decía de la conducta criticable del novelista, que nunca quiso ver lo evidente (y demostrado por otra comisión, tiempo después, así como por el Octavo Tribunal Correccional de Lima en 1985): que los militares, que habían ocupado la sierra a comienzos de aquella década, instigaban a los campesinos a matar todo sujeto foráneo que se moviera por esos cerros ayacuchanos. En realidad, los militares no querían que los periodistas fueran al fondo de la verdad acerca de fosas clandestinas denunciadas en aquel entonces.

Empero, mi agitprop fugaz fue solo un grito (una suerte de Munch magenta) que resonó en la sala llena, e iba dirigido especialmente a quienes vivieron aquellos años. Ese día, había asistido un grupo de alumnos de un colegio privado de Lima. Al final, algunos de ellos se preguntaban, y a su profesora (quien fue alumna mía a inicios de los 90), qué era ‘Charajay’ (sic).

Luego, entré al camerino a saludar a los actores, y dos de ellos, de mi generación, me comentaron que los otros jóvenes actores se preguntaban al final qué era ‘Uchuraccay’. A lo que Gustavo Bueno había respondido que fue una matanza hecha por campesinos ayacuchanos contra los periodistas. Ricardo Velásquez le replicó que no fue solo así, que también hubo participación militar, etcétera, con lo que se generó un encendido debate entre estos dos actores mayores, y del que, lamentablemente, solo me enteré por el relato de otro que lo presenció.

Así que, en efecto, este tipo de asuntos no se tematiza en la escuela, ni menos aún en las escuelas de arte o teatro. La memoria de los más jóvenes se está entrenando, metódicamente, para olvidar toda esa parte de la historia sobre la guerra interna de nuestros años 80-90 que incomode o cuestione al poder. Se les entrena para repetir el fácil sambenito de que fue una guerra de ‘terroristas’ contra ‘el país’, y que aquellos fueron felizmente derrotados por ‘nuestras heroicas fuerzas armadas’, y que sino cómo estarían ‘el país’ y ‘la democracia’. Como sabemos, con Louis Althusser, la educación (y en este país, la Comisión de la Verdad y Reconciliación –CVR– y su Informe final son parte de dicha labor oficial) es un poderoso aparato ideológico del Estado, por lo cual, dejarla en manos de sus representantes es algo que, quienes creemos en una sociedad justa y democrática, no debemos hacer. Desde nuestras diferentes trincheras es siempre hora de poner los puntos y lo que haga falta sobre la íes. Sobre todo, en las varias íes de ignominia, injusticia e impunidad.


PD:

Recomiendo el siguiente enlace:
Recordando a Mario Vargas: A propósito del Premio Nobel de Literatura. http://www.argenpress.info/2010/10/recordando-mario-vargas-proposito-del.html

martes, 21 de agosto de 2012

EN CHICLAYO


Este 31 de agosto y 1 de septiembre estaré presentando la novela MATAGENTE en Chiclayo. Nos vemos allá.

jueves, 16 de agosto de 2012

LA FRASE DEL DÍA




Aquí una frase con la que podría empezar una película de Cantinflas o cualquier discurso de borrachos, fumadores de opio o fenilcetonúricos: "Los que quieren destruirme, en realidad quieren hacerme presidente otra vez". Alan García dixit.
Al susodicho sería fácil desbaratarlo con un "análisis craneal" a lo Lombroso o algún dibujito del test de Rorschach; pero dejemoslo así, aunque sea por un instante. "Al simio lo que es del simio", decían en la película de Franklin Schaffner. Ni siquiera La Risa de Bergson le podríamos aplicar a este homúnculo que lo único que ha dejado en abundancia (en sus dos periodos) es cadáveres, desnutrición infantil, tuberculosis MDR (multidrogoresistente), gente sin trabajo, remate de empresas, firmas de acuerdos perjudiciales para nuestro futuro y la promesa de un desarrollo que solo llegará el día que nos gobierne un presidente peruano. Mientras tanto, la mandíbula batiente de este endriago seguirá retumbando en los oídos de 30 millones de ciudadanos olvidados a su suerte, pisoteados por la pezuña de un Estado que solo se sostiene en sus fuerzas armadas, su policía y guardia pretoriana y una clase política a la medida de sus intereses, no los nuestros.

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HOY EN EL QUEIROLO DE LIMA.

"BETHOVEN MEDINA Y LA CONVERGENCIA DE ULISES Y TAYKANAMO", ENVÍO DE ANDRÉS AGUIRRE LYNCH






He leído con mucha dedicación el libro ULISES Y TAYKANAMO EN ALTAMAR que el autor ha puesto en mis manos y puedo decir que he encontrado en éste no sólo la convergencia de dos personajes forjados por la historia y la leyenda en un espacio cargado de misterios insondables, de posibilidades y bondades como es el mar, sino también la reafirmación de la calidad artística de un autor en permanente búsqueda en el camino de la creación poética. Esto, no por halagar a Bethoven cuyo trabajo es silencioso y sin agentes publicitarios.



Creo que para comprender y valorar esta obra es necesario tener en cuenta que el mundo al que pertenece es el del arte; es decir, el de la creación y la verosimilitud donde la belleza es plasmada por su autor. Entendiendo que ésta no es material ni surge de lo físico y que tampoco debe ser confundida con el poema, con el que guarda íntima relación. Lo cual nos lleva a deslindar con el malentendido de que en el arte lo fundamental es el ingenio para conseguir formas de impacto dadivoso en el público y que la belleza es manifestación agradable a los sentidos por ser producto de dichas formas.



Si el arte, como bien lo señala Jacques Maritain en su obra “Arte y Escolástica”, pertenece al orden práctico, considero que es insoslayable reconocer la existencia de una capacidad creadora o sea una facultad o potencialidad para producir una obra bella, a cuyo eje concurren: vocación y sensibilidad artísticas, imaginación, gusto estético y capacidad valorativa; también un trabajo creador al que convergen : inspiración, emoción, goce, juicio y expresión estéticos; y, por consiguiente, un producto creado u obra de arte, en este caso la obra literaria. Todo lo cual tiene como centro al hombre (varón o mujer) creador o artista, que no es un ser sobrenatural ni esencialmente superior a los demás hombres, ni tiene por qué considerarse tal, sino alguien que con inteligencia, afectividad y libertad ejercita su capacidad creativa que Dios le ha dado, y se afirma social , responsablemente y con identidad en la vida y el desarrollo de la cultura de su comunidad desde un compromiso también de vida. De allí que publicar una obra literaria no es cuestión de entusiasmo sino de responsabilidad social.



Para el lector esta obra se presenta como un volumen de noventiún páginas que, desde el punto de vista gráfico se estructura en cuatro secciones precedidas de un texto denominado ANTECEDENTE TAYKANAMO y de una CANTATA A ULISES Y TAYKANAMO. Dichas secciones son: FRENTE AL MAR; A LA MAR; ENTUSIASMADOS EN EL NAVÍO; y, DESCUBRIR EL CIELO EN EL MAR. A través de ellas se desarrolla, en paralelo, de manera sugerida, las travesías de los personajes (todo personaje es símbolo) protagonistas: Ulises y Taykanamo. El primero, que retorna a Itaca, la isla donde tiene su reino y su familia; y el segundo, dirigiéndose hacia las costas del norte peruano (Huanchaco) enviado por el dios Kon para fundar la cultura Chimú. Ambos navegando en el mar que les sirve de vía hacia su destino, pero que, al mismo tiempo, los llena de circunstancias y vicisitudes en dicho tránsito; ambos en embarcaciones distintas: Ulises en barcos de madera y Taykanamo en caballitos de totora. El mismo mar, a pesar de la distancia geográfica, los une en su aventura y su destino.



Entre las secciones hay una continuidad que no se presenta a manera de relato sino a través de la exteriorización vivencial de sentimientos, recuerdos y esperanzas propios del género lírico y que van unidos a las respectivas travesías de los navegantes.



Al abordar la obra de Bethoven Medina nos encontramos con un lenguaje fluido de manifiesta naturalidad; un lenguaje lejos de rebuscamientos, afectaciones y artificios, que permite la captación del contenido sin mayores esfuerzos; un lenguaje con claridad y sencillez, aún cuando en algunos versos pareciera difícil la aprehensión de lo que el poeta nos quiere decir. Debido al no empleo de algunas preposiciones y el manejo de la puntuación que el autor emplea –me lo imagino- para dar unidad, continuidad y fluidez a su expresión. No se trata, pues, de un lenguaje críptico. Por el contrario, se puede percibir un marcado esfuerzo del autor para manifestar su sentir. No olvidemos que el lenguaje es un sistema de signos y relaciones lingüísticos propios de una comunidad idiomática y que en la creación literaria adquiere calidad simbólica y, por lo tanto, un gran poder de sugerencia. De modo que la tarea del lector es desentrañar dichos signos para llegar al contenido estructurado en un mensaje estético, lograr establecer comunicación con el autor y, por lo tanto, llegar a la comprensión y la identificación vivencial entre ambos. Y en esto, el acercamiento para tal fin no es igual en todos los lectores.



El lenguaje poético de Bethoven Medina en ULISES Y TAYKANAMO EN ALTAMAR tiene importantes logros donde la belleza no es forjada con términos ni sintaxis altisonantes , como por ejemplo cuando dice en el poema “La primera ola” (pp. 22-23):

Agua que no se mantuvo en su cuerpo,

oración hecha de un roce del hidrógeno y oxígeno.



Creación salada de la fuerza marina

que ha ido tejiéndose hasta ser milagro.



(…)



La ola celebra la vida en las playas

donde los vientos dejan caer sus trinos



(…)





También en el poema “Andrómeda! (p. 24):



Celebremos la vida mientras la tierra rote

y el mar

en encendido dardo nos devuelve el navío.



De igual manera en “Ave del paraíso” (p. 27)

Mis nervios en sus movimientos

desdoblan dolido vivir

y las baladas calzan la exactitud del asombro



O cuando en el poema “Ulises” (p.34) dice:



Son tus manos estrellas de mar

cansadas de curvar la cintura de Penélope.



Entrando al contenido, percibimos que la obra que nos ocupa se sostiene sobre cuatro ejes: el mar, los personajes o protagonistas, las constelaciones y la tierra como destino; y de cuya trama se enuncian el amor, la fidelidad y la identidad cultural y social.



El mar, esa gran masa de agua creada por Dios, cargado de misterios y sorpresas; unas veces sereno y otras, arrebatado; con su voz suave y hasta quejumbrosa en unas oportunidades y en otras, ronco y furioso; fraterno y molesto; en fin, inmensidad que asombra y nos brinda sus productos no sólo para nuestra subsistencia humana sino también para las aves y otros seres terrestres. Para Bethoven, como lo dice en “La primera ola” (p. 22):



El mar es divinidad del agua

ahí la vida y la muerte

nacen y fallecen

todo el tiempo

como olas continuas.



Es el mismo mar cantado por Homero en la “Odisea” y por Virgilio en la “Eneida”. El mar cantado por Abraham Valdelomar, Carlos Augusto Salaverry, Horacio Alva y Wilfredo Torres Ortega. Mar de cuerpo ecuménico que, a pesar de las distancias, desde tiempos inmemoriales viene hermanando hombres y pueblos, y que, en este libro, aun considerando la casi diametralidad de la ubicación de los acontecimientos de la antigua Grecia como del antiguo Perú, van unidos y hay valores que se enuncian.



Por otra parte, debemos reconocer que la mayoría de los poemas que hacen referencia a los acontecimientos y a sus protagonistas tienen como motivo a las constelaciones: esas maravillosas expresiones celestes, luminarias eternas que, al caer la noche se conjugan con el mar en sus bravezas o en sus resacas, y que a veces, por el reflejo, parecen desprenderse del cielo y acunarse en el pecho tierno y bondadoso del mar. Presencias solemnes que la incomprensión humana y el desenfreno industrial indebido prácticamente las están ocultando a nuestra vista. Presencias que promueven el éxtasis y el vuelo imaginativo y nos dan el reconocimiento del orden del universo y ante las cuales no hay navegante que no las tome en cuenta.



Asimismo, los personajes, asumidos por la voz poética del autor, quien unas veces los refiere y otras los encarna, son presentados y definidos plenos de vida. Y la tierra entendida no sólo como elemento geográfico sino como asiento de un pueblo, como una comunidad viviente cargada de esperanza y también de sufrimiento, clamando su derecho a realizarse humanamente, se manifiesta abierta, sencilla, maternal.



Sin soslayar el valor de los poemas anteriores, creo que en los que integran las dos últimas secciones, el acento lírico y vivencial se acrecienta. Allí se definen valores fundamentales que sostienen la razón de la existencia humana. Veamos algunos fragmentos:



Patria

gaviotas se despliegan en el cielo

a limpiar tu dolor inédito

la gravedad irredenta en mis venas



(…)



Patria velaré tus huellas

Acuéstate en mis brazos

Quiero leerte descalzo

Llaga viva Cuerpo

Hombre mismo



(“Y mi dolor de años” pp. 58-59)



Ante vespertinos gestos del ocaso

y los hilos de sol,

se rasga mi pecho.



Otra vez

el ritual arribo en balsas de totora

al parpadear el mar que me conoce absorto.



Cercado el instante del asombro

padezco mi soledad,

las líneas de mis pasos,

mi corazón enterrado en la arena.



(…)



Amor, luz vívida,

que roza mis dominios interiores,

último gesto

en la entrada de la noche.



Y no poder

ni cantar,

ni morir,

sino rompernos el pecho

y desatar desde su fondo



este vuelo de palabras,

que se estrellan contra las piedras,

lluvia para mañana

desde el arco iris.



(“Indio” pp. 64-65 )

Evidencia de su arte poética y de su concepción del arte y la creación literaria desde la vida. Definición (no teorización) de la palabra poética desde una hondura existencial trabajada con la vida consciente y responsable y sin aderezos engañosos que maquillan las formas para hacerlas aceptables. Palabra que sale ante un mundo que puede acogerla o no, sobre todo en esta época de desarraigo humano y de Dios, pero cargada de intelectualismo, soberbia, e inconsciencia como las piedras.



Es casi un grito de rebeldía sin las rispideces de la grita que agudiza contradicciones, que no acepta el actual estado de cosas, el desquiciamiento social, el enriquecimiento indebido de los que manejan el sistema imperante a costa de la vida de los pobres y la destrucción de la naturaleza y del Planeta. Pero al mismo tiempo es un grito que lleva implícita la esperanza que, como el arco iris, sea anuncio de un mundo mejor, si es que el hombre cambia.



Aquí destaca el valor de la raza indígena y el del peruano que, a pesar de su mestizaje, no reniega de su pasado histórico ni de su origen, que tiene conciencia del valor de sí mismo y de la sociedad a la que pertenece y con la que –repito- está comprometido vivencialmente y por la que tiene que trabajar creando y construyendo el auténtico desarrollo que necesita y no derramando la sangre de los hermanos cuando elevan su protesta reclamando su derecho a una vida digna ante la voracidad individualista de los que sólo buscan la ganancia destruyendo.



He despertado

y me ha venido ese vivir de tierra húmeda.



Dice Bethoven Medina en su poema “Orión” (p. 68) en el que enuncia el origen histórico de Chan Chan y de la cultura Chimú o Mochica-Chimú, y la humedad como sustento de la identidad en la vida de la comunidad. Y sigue en “Sostenidos” (p. 71):



Soy capaz de besar las manos a tu nodriza Euriclea

y llevar el futuro hasta mi pecho

como al hijo recién nacido

ante mis ojos cargados de injusticia

porque más honda es mi sed

mientras camino los manglares

celebrando la creación.





El arribo a destino al final de la travesía, después de tántas vicisitudes, volver al lado de Penélope y encontrar su hogar sostenido por la fidelidad de su esposa, en el caso de Ulises; y hallar a su Princesa Chimú y a su pueblo que lo aclama y reconoce, en el caso de Taykanamo, por una parte; y por otra, descubrir la orilla húmeda, nos está mostrando la persistencia del amor, no como sentimiento, al que no se rechaza, sino como decisión, preocupación y búsqueda del bien del ser amado, pues tal es el amor; y también el recuerdo como prolongación del amor a través del mar como medio que al besar la orilla mantiene en los amantes una relación comunicativa en lo más profundo de su ser.



Yo creo que este libro es, sencillamente, y por ello, importante, un himno al amor y a la fidelidad tanto en el plano de la relación interpersonal como en el de la relación con la sociedad. Se trata de un producto literario con manifiesta originalidad, nacido de un trabajo artístico serio y consciente donde la capacidad creativa de Bethoven Medina Sánchez se ha puesto en evidencia con vocación, sensibilidad, imaginación y gusto estéticos unidos a su capacidad valorativa en el contexto de su propia vida y las circunstancias que le rodean.



Finalmente, quiero compartir con Uds. dos fragmentos en los que el autor une tiempos y espacios y los hace llegar a nuestros días con el evidente deseo de que nuestro pueblo oriente un cambio desde la sencillez y la bondad de su vida:



El primero:



Ahora, superados los siglos,

Yo, Taykanamo simbolizado por el hombre

común

sobrevivo en la estirpe de pescadores

y, majestuoso,

navego en el mar

en mi brioso caballito de totora



(“Taykanamo” p. 21)





Y el segundo:



Descubro tu imagen perfilada en los

Huacos retratos

signos y grafías en las paredes de

Chan Chan

testigos juncales y totorales en las playas



(…)



déjame que siempre venga del mar

y arribe

ya no en balsas de totora

sino en el viento permanente



Y deja que el silencio

sea un beso que te despierte siempre



(“Princesa Chimú” pp.87-89)



GRACIAS BETHOVEN MEDINA SÁNCHEZ POR REGALARNOS UN JIRÓN DE TU VIDA EN ESTE LIBRO.

lunes, 13 de agosto de 2012

ZACARY PAINE HA MUERTO, SEÑORES





The Death Del Oso, de Zakary Paine



Viajero empedernido, académico, profesor en la Universidad de Hawai, rudo jugador de rugby en equipos de tercera, trashumante en los países árabes, ayudante de vendedor de cachivaches, obrero de construcción civil en Utah, traductor, seguidor del Abomunismo y ex mormón, Zakary Paine nos sorprende esta vez anunciando con bombos y platillos su propia muerte e invitándonos a la exposición de sus restos mortales en formato libro: The Death Del Oso (Antología poética de un inexistente), Ediciones Umbrales, 2012, España. Que en paz descanse y que dios guarde.

Asisto a este velorio de textos con mi ramo de gladíolos, a sabiendas que el horno crematorio de la crítica no podrá acercar sus llamas (ni sus dientes de sable) a ese poema inmortal que fue (o es) su propia vida; por eso me basta con leer (con la tristeza del amigo perdido) cada verso que se desparrama como el agua de una fuente, géiser o pileta metafísica: y yo me despierto/ de nuevo un amanecer oscuro/ se me caen todas mis fachadas/ mi alma,/ mi sombra/ no me acompañará hoy/ otra vez me pongo a escribir the eulogies of my Parents/ ellos sufren de buena salud// soy yo quien muere.

Pero en este velorio de extraños y conocidos no hay capilla ardiente, ni café, ni galletitas y nadie viste de luto y no hay plañideras a las cuales pagar por sus servicios ofrecidos, solo se observan textos escritos en español por un angloparlante, un descendiente de irlandeses, alguien que aprendió la lengua Quevedo, Góngora y Argote, y Cervantes solo para darle uso exclusivo de poema y enervar la felicidad de Jacobson.

Atrás quedaron todos esos recuerdos de recitales masivos y protestas cuasisolitarias, como esa vez que se embadurnó de sangre en plena Casa de la Literatura Peruana para protestar contra la matanza de los pueblos selváticos y que él, un gringo a fin de cuentas, lo sentía más propio que cualquiera de nosotros. Atrás quedaron sus peleas y riñas callejeras para que dejaran entrar a un chinegro, amigo suyo, a una discoteca miraflorina; o sus defensas y solidaridad a un borracho que deshacía de dolor porque su esposa lo había abandonado: ¿De quién son los ojos que lloran?/ Ayer lloré/ por los tres mil que me dejaron.

Ahora que Zakary Paine ha “muerto”, me es imposible reprimir mi nostalgia por esos tiempos cuando caminamos por la bruma de Magdalena en noches que acababan en la casa de un diplomático de la hermana república de Argentina. O cuando subía a mi humilde hogar en Baca Flor a tomar el desayuno o compartir la cena de gala gracias a la invitación de un pizzero conocido de la farándula limeña (los secretos siempre se quedaron con la bella e inteligente P. Marijuán). Y lo controversial que resultaba estar un día en La Parada de Lima mirando cómo licuaban a una rana para un jugo antitebeciano y al día siguiente estaba compartiendo con los gerentes de Telefónica porque también jugaban rugby, un deporte de élite solo para paisitos perdidos en el mapamundi.

Zakary Paine ha muerto, señores, el gran oso blanco sucumbió ante las predicciones del 2012, los mayas lo sacaron de la agenda finisecular (con los avances de la ciencia/ algún día seremos capaces de mover electrons, protons and neutrons/ con estas palabras sobre estas hojas/ una bomba atómica podrá hacer/ then I will have the power to change). Es hora de escuchar La Pasión según San Mateo de Mendelsshon y de ir al aeropuerto Jorge Chávez o de aguitar en la sección reclamos donde insiste en darle su pasaje a otro (porque siempre hay alguien con más premura de llegar a su destino); quizás si tenemos suerte lo podamos ver descendiendo por las escaleras eléctricas con su amplia sonrisa y sus casi dos metros de estatura diciendo “¿Cómo está mi familia de Baca Flor?, les presento a mi bella esposa”.



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sábado, 11 de agosto de 2012

REVISTA "LIMA GRIS" Nro. 3: DESCARGA GRATIS


Para los que no lograron su ejemplar de LG (de los dos mil ejemplares que se tiraron), pueden descargar gratis su edición virtual. Hay interesantes artículos de Eloy Jáuregui, José Rosas Ribeyro, Edwin Cavello, John Martínez, Luis Chávez y una entrevista que le realicé a Giuseppe Mendiola, un pintor subte que ha sabido compensar con talento las falencias de su tiempo: http://www.limagris.com/?p=8501



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“EL MALABARISTA” DE MAURICIO MÁLAGA




El Malabarista de Mauricio Málaga es una novela de viaje, un bio pic escrito con la intensidad del mochilero, el “parcero”, "waiki" o artesano que va llevando sus trabajos, baratijas y ensueños dentro de una mochila y para quien el único lugar (hogar) estable es la calle, los parques o los pequeños hoteles donde a veces hay que recostar el cuerpo después de las andadas o los ajetreos propios del camino.

Escrita en lenguaje directo, sin mayores retruécanos, Málaga nos va narrando su huida desde Trujillo a Lima y de ahí a Chile, Argentina, Bolivia para finalmente aterrizar en el Brasil. En el camino se va enamorando de locas o gente divertida con los cuales compartir un momento de soledad o nostalgia mientras ve la forma cómo agenciarse para encontrar dinero y continuar en el camino, llegando incluso a brindarse como "flete" o malabarista y tratando siempre de conservar sus altos valores y su ‘buena onda’ con todas las personas con las cuales ha lidiado o compartido un "porro".

A pesar de ser los viajes, el punto fuerte de la novela, la intriga central se mueve alrededor de una escena un poco confusa, un crimen pasional donde M, el personaje central, se ve envuelto en una vorágine de sangre y sale huyendo buscando respuestas y tratando de encontrarse consigo mismo o con una verdad o revelación que le sea manifiesta en algún lugar de la tierra sudamericana, aun cuando la respuesta esté en su propio interior.

La novela por ratos logra niveles emocionantes, como cuando M guía a un grupo de artesanos, malabaristas y demás “parceros” para que liberen a uno de los suyos en una ciudad boliviana; o cuando M junto a otro grupo de locos participa de una sesión de San Pedro llevándolo a situaciones oníricas donde la palabra pierde sentido y las sombras de un pasado se apoderan para ayudarle a seguir en el viaje.

Es menester resaltar que entre sus antecedentes podríamos citar el clásico On the Road de Jack Keroack, Los Sabuesos de Bafut de Gerald Durell o El Lazarillo de Thormes; novelas donde la franqueza del narrador en primera persona no deja dudas sobre el mensaje y la condición testimonial del texto, y, claro, cómo no, convirtiéndose en el eje de un género que cada día tiene más adeptos en la actualidad: la autoficción.

Recomendable no solo para los que gustan leer dentro del micro u ómnibus interprovincial, sino también para los interesados en la cultura sudamericana, las costumbres, las sociedades, los tratos entre paisanos, la búsqueda de un destino o de los que profesan esa máxima de Antonio Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.




Links necesarios:



http://www.youtube.com/watch?v=COufqEraBNQ     .

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jueves, 9 de agosto de 2012

EN RADIO NACIONAL DEL PERÚ

Hace unos días fui cordialmente invitado al programa Como en Familia de Radio Nacional del Perú. Les dejo con el link y con el agradecimiento a los conductores Socorro Sampén y Manuel Bejarano: http://www.radionacional.com.pe/programacion/icalrepeat.detail/2011/10/01/4329/-/como-en-familia.html


martes, 7 de agosto de 2012

"MATAGENTE: LA EXPLORACIÓN DEL INCONSCIENTE DE LA SOCIEDAD PROTECTORA DE ASESINOS", ENVÍO DE RAFAEL INOCENTE





En la foto: Diego Trelles Paz, Rafael Inocente, RY, Arturo Delgado Galimberti.
Con este original nombre, que nos remite al popular juego de nuestra infancia, Rodolfo Ybarra nos presenta una novela nauseabunda, exasperante, una novela gore (vocablo inglés que significa “sangre espesa“), género gringo por excelencia, nacido en la post-guerra, después de la saturación que causaron las películas nudies en el público norteamericano.

Matagente es la historia de un huerfanito de nombre Atoj. Matagente no tiene padre y tampoco lo recuerda. Matagente es un psicópata culto e inteligente, incapaz de sentir dolor físico y espiritual, un lunático con sobrepeso que, según auto-confesión, nació de un huevo y, sin embargo, no se inmuta por ser mantenido de su familia, comodidad que le permite dedicarse a filosofar, hasta que un buen día, decide hacerse psicólogo, “sólo con el fin de entender y justificar mi propia mente” y para tratar de “entender un poco a la gente que sacaba del camino” y quizá también comprender por qué quemó su biblioteca de diez mil libros, luego mató a su exigente madre y después a su abuelo pornófilo que le obligaba a leer y así hasta contar dos o tres fríos diarios, según confesión del propio Atoj Matagente que no puede ni quiere reprimir la caída, el impulso, el deseo de matar, pero no matar en un arranque de ira, celos, odio o temor, no por venganza o ánimo de lucro, si no meramente por el deseo de ejercer su imperio y por el placer del impulso tanático, el deseo de muerte.

Atoj es un reputado psicólogo laborista, encargado de seleccionar personal “sano” para trabajar en grandes empresas e instituciones, lo que le otorga una posición privilegiada en la cadena alimenticia del trabajo, en palabras del propio Atoj, se dedicaba a enganchar “peones, animales de carga, capataces y burócratas en puestos claves del sector privado y estatal” y tenía a su cargo un ejército de “putas sociales, felipillos rastreros, gays reprimidos, borrachos, coqueros y sociópatas con títulos universitarios, diplomados y masterados que me lamían los interdigitales de los pies cada vez que yo lo requería y que, por cobardía supina, no eran capaces de señalarme algún error, mucho menos mirarme a los ojos o cuestionarme”.

La labor de selección de personal la ejerce Atoj como “si fuera una venganza u otra forma, paralela, de matar” y dice que “quizá por eso, por varios años, paré la mano y dejé de salir por las noches a buscar posibles víctimas”, se hizo socio de un club de cine gore, manteniendo siempre prudente distancia con todos quienes le rodeaban, con la “gente cerril e inútil, la recua que arreaban al matadero, la masa que algún flautista de Hamelin se encargaría de ahogar en el mar como a ratas”, orgulloso de haberse convertido en un “tratante de negros, en un cazador de yanaconas y de carne para arrojar al molino de la producción, la industria y el consumo”, ejército de seres inservibles (…) que vendían su mano de obra por un ripio, al destajo o por un plato de lentejas”, justificando su proceder en que “en estos tiempos, pocos se daban cuenta de que estaban vivos o muertos y de que el trabajo era el sinónimo de sometimiento, marginación, desprecio, insulto y maltrato”. Argumenta más y dice que por eso “muchos crímenes no se denunciaban sino meses después de haber ocurrido y había gentes por las que nadie reclamaba y, como en la selva, quedaban a expensas de los animales carroñeros, el periodismo amarillo o los literatos con poca creatividad”. “Por eso —prosigue— podría sostener una cabeza decapitada y arrastrarla por las calles dejando un rastro de sangre hasta mi guarida sin que nadie dijera nada ni hiciera nada.” Ese es el perfil del serial killer que nos regala Ybarra.

La lectura de Matagente me ha costado trabajo. La he leído a grandes trancazos y tragando saliva. No me considero un gran lector de este género. Gracias a Virginia Macías y José Carlos Ocampo he recordado que leí El Niño Proletario, un cuento sadiano de Oswaldo Lamborghini, narrado de manera jubilosa por uno de los protagonistas, desde una clara perspectiva de clase. Stroppani, un niño pobre, ve sellado su destino al ser rebautizado por la maestra-monstruo como Estropeado. Stroppani es sometido por tres niños burgueses, quienes luego de vejarlo, cortarlo y mutilarlo lo violan y asesinan con crueldad inaudita en la Argentina peronista. Este relato refleja la brutalidad y el desprecio absoluto de la burguesía argentina en su trato a un pueblo inerme y mudo que ni siquiera atina a defenderse. También hace muchos años leí los 120 Días de Sodoma y Los Cantos de Maldoror del Conde del Otro Monte, Lautreamont. Creí entonces estar preparado para todo. Quizá porque conozco al autor, quizá porque estoy harto de la violencia diaria, la violencia estructural que desestabiliza el Perú desde hace siglos, quizá a pesar de que el propio autor afirme que el personaje le ha rebasado, cada dos o tres páginas que avanzaba en la lectura de Matagente, debía aguantar el vómito y suspender la lectura durante varios días.

Atoj es un misántropo que hiere, muerde, mutila, viola, veja, tortura y mata con delectación y luego se come a sus víctimas, pero sobre todo Atoj goza infiriendo daño con extrema crueldad a bebés lactantes, niñas pequeñas, ancianos, jóvenes, pobres, ricos, todos aquellos a quienes por el sólo hecho de existir, Atoj detesta. Por el solo hecho de existir. A la manera de un Borges redivivo quien dejó patente que para él y sus amigos, Victoria Ocampo y el tremendo Bioy Casares, el monstruo era el pueblo (La Fiesta del Monstruo, 1967) y que afirmaba que el reduccionismo clasista había pretendido disminuir los motivos por los cuales un ser humano debía detestar a otro hasta matarlo, atribuyendo todo al odio de clase, Atoj odia a la gente por el solo hecho de serlo.

Por eso creo que la pregunta central es, ¿qué linaje ha sido capaz de engendrar a un monstruo de esta naturaleza? ¿Qué tipo de sociedad ha acunado a un monstruo que goza haciendo daño hasta el paroxismo?

Si no nos tragamos el cuento aquel de que los serial killer, las criminal minds, son un producto exclusivo del ADN inmemorial, de un cortocircuito biológico de los genes, es decir, si coincidimos en que el peso de la cultura es decisivo en la generación de estos fenómenos, entonces creo que podríamos lanzarnos a la lectura de Matagente sin conciencia de culpa.

Según genetistas, apenas el 1% de los homicidios son cometidos por asesinos en serie. Dicen que estos sujetos tienen una estructura cerebral diferente al común de los mortales. El sistema límbico y el cerebro reptiliano, aquellas zonas del cerebro responsables del control de las emociones e instintos como el sexual y el de la sobrevivencia, serían diferentes en los Atoj que van por ahí matando a diestra y siniestra, a solas o como corporativizados integrantes de algún Grupo Colina experto en secuestrar, torturar y matar niños y estudiantes.

El 2000 en la revista Science, el Dr. Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin, publicó un estudio acerca de escaneos cerebrales a más de 500 personas propensas a la violencia y otras tantas que no lo eran. Se encontró que las imágenes cerebrales de los asesinos y violentos mostraban una actividad cerebral diferente respecto a los normales. La arriesgada conclusión a la que llegó el estudio decía que los violentos y asesinos debieron haber nacido con una estructura genética diferente al resto de mortales. El equipo de científicos encontró que la región del cerebro llamada corteza cerebral frontal, corteza cingulada anterior y amígdala, responsables del control de las emociones negativas y violentas, del control de los estallidos emocionales y de las reacciones ante el miedo, tenían una actividad mucho menor o inexistente en los individuos violentos. Achacaron todo a los genes. Pero, la pregunta que motivó posteriormente un enconado debate que prosigue hasta hoy, es ¿Esta nula actividad de ciertas partes del cerebro no pudo deberse o estar influenciada por la cultura y el medio que rodeó a estos individuo violentos? Entonces, ¿Volvemos a la lobotomía, quirúrgica o química? La investigación fue mucho más allá en su diagnóstico e insinuó que si se podían predecir estos defectos genéticos a temprana edad, los candidatos a asesinos podían ser tratados y vigilados para asegurarse de que sus tendencias emocionales no se conviertan en incontrolables y causen daño a quienes les rodean.

Así como se usa la ciencia para convertir a inocentes ciudadanos desprevenidos en irreflexivos consumidores compulsivos, de la misma manera criminólogos, médicos, jueces y psicólogos sociales pretenden, amparándose en escáneres y mediciones, controlar la conducta de quienes se salen del molde y podrían por eso ser calificados de violentos o peor, aún futuros antisociales, pasibles de ser vigilados y controlados en bien de la sociedad.

Hace unos días vimos en Cajamarca el odio gratuito con que las fuerzas policiales atacaban a las madres de familia en una plaza pública, tan sólo por preparar una olla común para los huelguistas, este odio visceral contra el pueblo por parte de la policía se expresó en un lumpen uniformado quien insultó a una mujer cuando ésta le increpó por su conducta, ¡porque son perros, pe, conchatumare!

Volvamos a Matagente, volvamos al asesino en serie Atoj y volvamos a la etología de estas disfunciones, ¿Alguien dudaría que, de darse el caso o la orden, este policía lumpen protegido por el Estado mataría a la mujer a la que desprecia absolutamente? ¿Esta violencia gratuita del uniformado se debe a un ADN perturbado, a una corteza cerebral con escasa o decidida inactividad, a una infancia conflictiva y repleta de malos tratos, a una formación militar humillante y racista que amplifica todo lo anterior o son todos estos factores juntos los que transforman a quienes monopolizan la violencia en lugares como América del Sur, en asesinos en serie capaces de actuar obedeciendo ciegamente órdenes criminales de las altas jerarquías, tal como hizo el Grupo Colina? ¿Y quienes actuaron inspirados en ideologías cegadoras, tenían ya en sus genes una determinación siniestra?

¿Qué pasa cuando el sistema, representado por esa expresión de la dominación de una clase sobre otra, no castiga a los asesinos, en serie o de los otros, si no por el contrario los protege con su legislación o por su estatus de clase? Diferentes estudios en América Latina dicen que las fuerzas que garantizan el monopolio de la violencia por parte del Estado, entiéndase policía y fuerzas armadas, están constituidas en un grueso porcentaje por individuos borderline y débiles mentales, gentes con un coeficiente intelectual por debajo del promedio, gentes que han sufrido graves maltratos en su niñez, sujetos propensos por tanto a repentinos estallidos violentos como forma de liberación emocional del odio empozado por décadas. Para nadie es secreto que quienes monopolizan la violencia en países como el nuestro, aplican ilegales procedimientos de tortura física, psicológica y mental contra detenidos y se ensañan con ellos hasta matarlos (caso de Gerson Falla, detenidos en Bagua, Padre Arana, etc.)

Ilustremos esta pregunta con tres casos ejemplares:

Madame Bathory: Llamada La Condesa Sangrienta, una melancólica mujer nacida en Transilvania en 1560 en el seno de una poderosa familia húngara. Tenía entre sus parientes a un cardenal, al príncipe de Transilvania, a ministros, al Rey Esteban de Polonia y hasta al propio Vlad Drakull. Pasaba muchas horas mirándose frente a un gran espejo y después torturaba y asesinaba a niños y doncellas, en cuya sangre se bañaba, obsesionada por mantener la belleza física. Todo hubiera pasado desapercibido de no ser porque la Condesa empezó a asesinar a hijos de nobles y reyes y estalló el escándalo. Alejandra Pizarnik dice que en sus funerales, el párroco del lugar afirmó “es la mujer más hermosas que mis ojos hayan visto”.

Issei Sagawa: En 1981, un multimillonario japonés obsesionado con las mujeres altas de rasgos occidentales (pero él mismo se consideraba feísimo, cojeaba y era muy tímido, incapaz de atraer a cualquier mujer) premeditó el asesinato de una bella estudiante alemana en París, la trozó para configurar a la mujer perfecta y excitado por el olor de la sangre se la comió por pedazos (declaró que la carne humana era como la del atún en sushi, suave y sin olor, y declaró también que la máxima demostración de amor era devorar al ser amado). La justicia francesa lo declaró loco, Issei escribió un relato gastronómico-caníbal (La Niebla) y fue recluido de por vida en un frenopático francés. Akira Sagawa, su padre (presidente de Kurita Water Industries, en Tokyo), hizo un trato con la justicia francesa y el antropófago fue liberado y transferido a un hospital psiquiátrico nipón, donde sólo permaneció preso 15 meses. En 1985 fue liberado gracias a los tratos que, nuevamente el padre, hizo con los tribunales japoneses (en todos lados existe un Villa Stein y Jueces Supremos) y actualmente vive en la isla de Kobe, firmando autógrafos, aparece en talk shows y películas porno, escribe libros y pinta cuadros con mujeres blancas, desnudas y voluptuosas. Es considerado por sus compatriotas una celebridad internacional.

El Grupo Colina: Un escuadrón de la muerte formado al interior del Ejército Peruano con el conocimiento del Presidente de la República, Fujimori, integrado por 32 hombres y 6 mujeres, operativo desde los años ochenta a los noventa, encargado del trabajo sucio (secuestrar, torturar y asesinar a supuestos subversivos) dentro de lo que se llamó guerra de baja intensidad del Estado peruano contra los movimientos subversivos. Un reciente fallo de los Jueces Supremos reduce su pena argumentando que los crímenes cometidos (propios de cualquier serial killer) no configuran el delito de lesa humanidad, pese a haberse comprobado que tan sólo en la masacre de Barrios Altos asesinaron a 15 personas, incluido un niño de ocho años a quien le dispararon doce balazos.

¿Por qué una Corte Suprema reduce la pena a comprobados asesinos de niños que actuaron de manera sistemática, por qué Jueces Supremos se escudan en razones técnicas para alegar que no fueron crímenes de lesa humanidad? Al igual que villaestein nipones liberaron al multimillonario Sagawa y los mass media lo convirtieron en super estrella, en el Perú, un grupo de psicópatas a sueldo, financiados por el propio Estado, son protegidos por la Corte Suprema y se les rebaja la pena para luego exculpar a los autores intelectuales que causaron tanta muerte y dolor porque como monologa Atoj, “la ciencia jurídica es el dominio codificado de los inteligentes sobre los ignorantes. Las leyes protegen a los poderosos y condenan a los débiles. Las leyes son la expresión máxima de la seudo civilidad.” No nos extrañe entonces que de aquí a pocos años, los integrantes del Grupo Colina sean invitados en horario estelar para hablar de gastronomía, concursos de canto o manuales de autoayuda.

El valor de la novela de Rodolfo Ybarra reside no sólo en la dimensión estética de la monstruosidad humana. Además esta novela es valiosa porque Ybarra nos refriega en la cara la hipocresía de una sociedad que se precia de su racionalidad y su estado de derecho, pero que desde antaño es cómplice de asesinos en masa y monopoliza el uso de la violencia para garantizar los privilegios de unos pocos. Ybarra nos entrega con Matagente la versión morbosa y sin censura, por momentos simpática, por momentos grotescamente cómica pero siempre nauseabunda, de un burgués sincero, limeño a todas luces, racista, clasista y excluyente, pero lúcido dentro de lo que le puede permitir su desprecio absoluto por el género humano. Atoj es la imagen del bárbaro ciego y criminal, civilizado y culto, pero mutatis mutandis el bárbaro también es el escuadrón de la muerte de la dictadura fujimontesinista, el sanguinario grupo de militares asesinos dirigidos por las élites políticas, para quienes el monstruo ha sido siempre el otro, aquél cuyo único crimen es la pertenencia a una clase social y su propio pensamiento.

Finalmente, una pregunta morbosa. Dicen que cuando a Oswaldo Lamborghini le preguntaron por El Niño Proletario, éste respondió, llorando, El Niño Proletario soy yo… habría que repetir la pregunta a Ybarra, ¿quién es Atoj, el Matagente?

"El hombre que revivió a John Lennon", Nota de Ghiovani Hinojosa

La excelente novela de Arturo Delgado Galimberti sigue dando buenas reseñas y comentarios en los medios periodísticos. Aquí la última nota aparecida en El Domingo de La República: http://www.larepublica.pe/05-08-2012/el-hombre-que-revivio-john-lennon

¿Qué sería del legendario beatle si no hubiera sido asesinado por un fanático en 1980? ¿Dónde viviría, qué cantaría, con quién se juntaría? El escritor peruano Arturo Delgado Galimberti lo imagina en su novela Karma instantáneo para John Lennon, construida en base a hechos reales. Su retrato humaniza al endiosado ícono de Liverpool: lo muestra propenso a las paradojas, al extremismo político y a la envidia.

Un día, navegando en Internet, Arturo Delgado conoció el rostro más fiero del fanatismo. Había escrito en un foro sobre los Beatles que Paul McCartney participó en la composición de varias canciones atribuidas únicamente a John Lennon. Lo hizo citando la biografía oficial de McCartney, realizada por el escritor Barry Miles. Precisaba así que clásicos del cuarteto británico como “Help!”, “It won’t be long” y “This boy” fueron creados a cuatro oídos por Paul y John y no solo por este último, como se había creído por años. Los devotos de Lennon tomaron el comentario de Arturo como una herejía y empezaron a atacarlo a través de mensajes anónimos. Alguien, sumamente indignado, escribió en la bandeja de la comunidad que todo esto resultaba injusto para Lennon y que el autor de lo que consideraba una patraña se había ganado el título de “Mark David Chapman del foro”. Sí, Chapman fue el hombre que disparó cinco veces a John Lennon.

Arturo se había convertido en el asesino virtual de una leyenda del rock solo por haber recordado que la creatividad humana tiene límites. La “canonización” de Lennon tras su muerte había entrado a un terreno perverso. El escritor Arturo Delgado decidió entonces concebir una ficción que desmitificara al líder de Liverpool, considerado por muchos como el único genio de los Beatles y como un pacifista a ultranza. La mejor forma de hacerlo, pensó, era devolverle la vida, resucitarlo en un libro.

Lo primero que Arturo hizo fue desempolvar los libros, discos y películas que tenía sobre los Beatles en casa. Había sido un fetichista del rock desde niño. Poseía la discografía completa de varias bandas. De los británicos lo tenía todo en varios formatos: vinilo, CD, casete y MP3. Esta investigación le permitió asentar su proyección literaria sobre la base de hechos consumados. Así la historia se hacía creíble. Por ejemplo, un dato real es que Paul McCartney, ya como solista, fue detenido en Japón en enero de 1980 por posesión ilegal de marihuana. Había llegado allí con los Wings como parte de una gira planetaria. El esperado concierto se canceló por un poco de yerba. En su novela, Delgado Galimberti menciona este episodio y elucubra que un fan indignado por el aborto del show se acercó al ex beatle en el aeropuerto y le clavó una filuda katana en el vientre. En esta ficción no es John quien muere, sino Paul. Otro hecho que da verosimilitud a la novela son los rumores que aseguraban, a fines de los setenta, que Yoko Ono tenía una relación extramatrimonial con un artista que es hoy su pareja. En la novela, John y Yoko se divorcian el 2000 luego de que Lennon tuviera un sonado affaire con la actriz y modelo Halle Berry.

En este proceso literario, humanizar a Lennon pasó por mostrar sus contradicciones. A inicios de los setenta, cuando los Beatles ya se habían separado, el músico inició una carrera solista de la que no solía sentirse orgulloso. Por esos años, su ex compañero Paul, con los Wings, sonaba más en las radios. Yoko Ono ha recordado en una entrevista a la revista Q, en el 2005, que John a veces la levantaba a la medianoche y le preguntaba, soñoliento: “¿Por qué (otros artistas) interpretan las canciones de Paul y nunca las mías?”. “Porque tú eres un buen autor de canciones, no escribes rimas facilonas”, le decía Yoko para consolarlo. Al mismo tiempo, el ex beatle había radicalizado su posición política: de apoyar al hippismo en los sesenta había pasado a involucrarse en movimientos trotskistas. En una entrevista que concedió al periódico de izquierda Red Mole jugó con la idea de que era posible utilizar métodos no pacíficos para conseguir la revolución. Por ejemplo, respaldó al Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés), un grupo que buscaba la independencia del Reino Unido a través de las armas. En la canción “The luck of the Irish”, Lennon reclama: “¿Por qué diablos están ahí los ingleses de todos modos?/Mientras matan con Dios de su lado/Culpan de todo a los muchachos del IRA/Mientras los bastardos cometen genocidio. ¡Sí! ¡Genocidio!”. Lo peculiar del caso es que a mediados de la década John Lennon, que había denostado al Imperio británico, le ofreció disculpas al gobierno por haber devuelto una medalla honorífica cuando era beatle. A la luz de esto, la figura de un Lennon totalmente coherente es parte del mito creado tras su muerte.

El hombre que revivió a Lennon en la ficción se ha encargado de ubicarlo en situaciones, lugares y momentos altamente probables. En la novela de Arturo Delgado Galimberti, el ex genio británico vive solo en el edificio Dakota, frente al Central Park de New York. Suele frecuentar un bar exclusivo en el que suben al escenario a cantar personajes hollywoodenses como el cineasta Woody Allen. Algunos de sus interlocutores más frecuentes son el músico David Bowie y el documentalista Michael Moore. Este último le propone a Lennon participar en un filme que cuestiona la política exterior del gobierno estadounidense. Es el tiempo post-Torres Gemelas y se respira un ambiente de persecución a los movimientos underground.

Pero, en el fondo, lo que más descoloca al ícono de Liverpool es la “santificación” que se ha hecho de su fallecido amigo Paul McCartney. Lennon ve cómo la sociedad exalta las cualidades de Paul y no valora las suyas. El escritor Arturo Delgado asegura que en la realidad McCartney sufre algo parecido a lo del John de la ficción. ¿Acaso el Paul de carne y hueso que visitó Lima el año pasado sufre en silencio por la fatalidad de no haber muerto? Puede ser. “Todos hemos sido un poco injustos con él”, dice Arturo. Su novela, escrita con prosa amigable, aborda un tema usualmente soslayado por los escritores peruanos: el fundamentalismo musical. Tampoco es para tanto. Al final, ¿quién no necesita un dios sobre su cabeza?

(Ghiovani Hinojosa)

"La página once del sector pesquero", envío de Rafael Inocente




Lo auténtico no muere nunca ni dentro ni fuera y menos en los días de silencio.


JCM


A ritmo vertiginoso, el Gobierno nacionalista ha cambiado hasta cinco viceministros de Pesquería en menos de un año, en una alocada carrera por tapar el Sol con un dedo. Parecería que mantener la cerrada defensa del modelo económico neoliberal heredado de la dictadura fujimorista es la consigna. Considerando que por lo general cada viceministro adolece de notable ignorancia en temas pesqueros y asume el cargo con una corte acompañante de funcionarios y portacirios, esta precariedad laboral de doctos improvisados resulta grave para un sector que desde hace años culebrea a la vera del abismo.

Esta elevadísima rotación de altos funcionarios del sector pesquero solo es demostrativa de que algo se pudre en él, tal como se informó en lo que ha venido a llamarse “la página once del sector pesquero”.

Considero que tengo una responsabilidad y no rehúyo el compromiso de mis opiniones. Las acepto con orgullo, pues jamás han estado sujetas a contralor, policía ni tribunal alguno y son ajenas a todo tipo de complots criollos o conspiraciones. Ésta será la historia de una estafa. La historia de un informe de la comisión de transferencia gubernamental que no vio la luz del día, pese a que el propio marco legal de la Constitución atribuye carácter público a los informes de comisiones de transferencia gubernamentales.


El principio

En julio del 2011, pocos días después del triunfo electoral de Ollanta Humala, recibí una llamada telefónica. Se trataba de Luis Loja, asesor de la recién electa vicepresidenta y coordinadora de las Comisiones de Transferencia, Marisol Espinoza. Loja me manifestó que debería comunicarme de manera inmediata con la congresista Nena Escalante, pues había sido elegido para integrar la Comisión de Transferencia del Subsector Pesquero, presidida por el actual ministro de Transportes, Carlos Paredes. Al día siguiente de aquella llamada telefónica me integré al grupo de trabajo técnico de la Comisión desplegando una intensa labor de más de 15 horas diarias en la que fuimos desmadejando el hilo de la lamentable situación en que dejaba el segundo gobierno aprista al sector. Durante este tiempo vimos desfilar caras muy duras de funcionarios harto conocidos del Viceministerio de Pesquería y de sus organismos descentralizados, el Instituto del Mar del Perú, el Fondo de Desarrollo Pesquero (Fondepes) y el Instituto Tecnológico Pesquero del Perú (ITP). Una cáfila de funcionarios salientes, algunos temblorosos, otros insufriblemente zalameros, marcharon entregando la documentación sustentatoria de rendición de cuentas; esto es, los documentos de archivo generados en el transcurso de actividades, adjudicados de acuerdo con los lineamientos que señala la Contraloría General de la República.

Fruto de esta intensa labor de casi dos meses, la Comisión de Transferencia entregó un Informe en el cual se consignaba el diagnóstico del sector y una serie de sugerencias y recomendaciones de carácter urgente que debería implementar el nuevo Gobierno a través de objetivos estratégicos delineados claramente, con la finalidad de reflotar un sector que se ha distinguido por su escasísima contribución al desarrollo de la Nación, por su carácter depredatorio de los recursos y contaminador del medio marino, amén de haber servido como fuente de riqueza para el empresariado industrial harinero en contra de los intereses del país.



La importancia de una comisión de transferencia

Pero ¿por qué es tan importante el trabajo de una comisión de transferencia? En la última campaña presidencial, el tema de la transferencia fue particularmente álgido. Tras casi 20 años de neoliberalismo apareado con podredumbre, las instituciones públicas se transferirían a un nuevo gobierno que llegó al poder portando las banderas del cambio y la democratización —inclusión, para dar en la yema del gusto al nacionalismo humalista—, pero particularmente el rollo de la lucha contra la mentira y la corrupción.


Los sectores populares veían con mucha esperanza el trabajo de las comisiones, y en el litoral peruano las asociaciones y gremios de pescadores hacían público su apoyo a Ollanta Humala, pues había prometido acabar con la corrupción en la pesca. En la pesquería, este flagelo es antológico. Si el pueblo vive diariamente una guerra civil contra la delincuencia común, resulta mil veces peor la alta corrupción empresarial evidenciada en “(…) la pesca negra, la explotación y abuso contra los pescadores y trabajadores del mar (…)”, a la cual “se agrega el ocultamiento de sus verdaderos resultados económicos, subvaluando los precios reales de ventas de harina de pescado, apropiándose de las diferencias para ser depositadas en bancos extranjeros, mediante cuentas cifradas”, según denuncia del ex ministro de Pesquería Juan Rebaza Carpio publicada en el diario La Primera el 23 de junio más reciente. Entonces, la corrupción en el sector pesquero es un mal endémico, y Humala prometió, en sus discursos como candidato, combatirla.

El hoy Presidente llegó al poder con el apoyo de cientos de miles de pescadores artesanales, que son quienes, en última instancia, resultan más afectados por los desmanes del empresariado industrial pesquero. Al momento de la asunción de las nuevas autoridades era imprescindible contar con toda la documentación pertinente de la gestión aprista, no solo para darle continuidad a la labor de las distintas entidades del Estado, corrigiendo donde fuese necesario, sino también para dejar constancia de lo que se hizo y no se hizo (o se hizo mal). Además de todo esto, la información derivada de la Comisión de Transferencia resultaba vital porque permitiría llevar a cabo una evaluación y fiscalización adecuadas de lo actuado por la administración aprista.

Si lo que pretendía el Gobierno de Ollanta Humala era garantizar una gestión pública transparente, se debió contar con todo el acervo documentario en las condiciones establecidas por Ley, labor de por sí compleja; pero, además, los resultados de la evaluación realizada por la Comisión de Transferencia debieron ser de conocimiento público —como lo fueron los Informes de la Comisión de Transferencia de los sectores minero, agrario, de salud, transportes, etcétera—, pues el pueblo peruano tiene el derecho de conocer qué es lo que ha hecho del mar y sus recursos la oligarquía pesquera y un puñado de tecno-burócratas que rotan en sus cargos desde hace por lo menos 20 años ante la complacencia de los órganos de control institucional de los respectivos organismos públicos.


Un Informe ocultado a la opinión pública

¿Por qué no se hizo público el Informe de la Comisión de Transferencia del Sector Pesquero? ¿Qué verdades se develaban en él para decidir ocultarlo? ¿Quién fue el responsable de no revelar esta información al pueblo peruano? ¿Por qué se retiró del cargo al ex ministro de la Producción Kurt Burneo y a su equipo de asesores justo cuando iba a iniciarse la auditoría internacional a los datos científicos manejados por el Imarpe y pocos días después que denunciase las escandalosas cifras del faenón pesquero de empresas integrantes de la Sociedad Nacional de Pesquería? ¿Por qué se lo reemplazó por alguien como José Urquizo? ¿Por qué la guerra a muerte contra la bióloga ambientalista Patricia Majluf, que terminó con su renuncia? ¿Por qué el actual viceministro de Pesquería, el liberal Phumpiu Chang, ‘renuncia’ abruptamente del cargo de director ejecutivo del Imarpe al distinguido economista Carlos Palomares, cuya gestión no cedió a las presiones para otorgar mayor cuota de pesca de merluza y anchoveta? ¿No será que la coyuntura política que esgrimió el liberal para ‘renunciar’ a Palomares se reduce a meras cifras económicas?

Se sabe que los empresarios industriales dejaron de percibir, por la pesca de 26.000 toneladas de merluza “faltante”, US$19’203.080, y que las 200.000 toneladas de anchoveta destinadas a los pescadores artesanales por recomendación de Imarpe en contra de la voracidad de los industriales hubiese significado por lo menos US$64’450.000 si se reducía a harina de pescado. Obviamente, Carlos Palomares estaba chocando con los intereses multimillonarios de la oligarquía pesquera, y sabemos que no estaba dispuesto a conceder a la SNP el incremento arbitrario de cuotas de pesca. A cifras económicas se reduce a veces el valor y la dignidad de profesionales honestos y con los cojones bien puestos.

Dejo la respuesta a todas las interrogantes planteadas a la conciencia del Presidente de la República. Dejo constancia de que no siempre es posible discurrir fluidamente de la corrupción más espantosa a la real democratización del mar y sus recursos para que sirvan al pueblo al cual pertenecen. No se puede hacer tortillas sin romper huevos, señor Presidente. Y en el sector pesquero es de necesidad urgente cocinar una tortilla gigante.

¿Por qué no se hizo público el Informe de la Comisión de Transferencia del Sector Pesquero? ¿Por qué se retiró del cargo al ex ministro de la Producción Kurt Burneo justo cuando iba a iniciarse la auditoría internacional a los datos científicos manejados por el Imarpe y pocos días después que denunciase las escandalosas cifras del faenón pesquero?



Qué decía el Informe

Veamos algunas de las principales recomendaciones de la Comisión de Transferencia del sector pesquero:



1. Formular y promover la dación de una nueva Ley General de Pesquería.



2. Promulgar un nuevo régimen de sanciones por infracciones a la normatividad sectorial y medioambiental.



3. Perfeccionar el sistema legal para que permita sanciones drásticas a los infractores de la ley que incurren en pesca ilegal. Tipificación y penalización del delito ecológico, de forma que las infracciones sean delitos penalmente sancionables, activando la Superintendencia de Vigilancia y Control de la Pesca, con autonomía técnica y administrativa.



4. Reestructurar de manera inmediata e integral del Instituto del Mar del Perú, para reivindicar su condición de instituto científico. Éste sería un paso previo para integrar al Instituto a una gran entidad técnico-científica de carácter absolutamente independiente del Vice Ministerio de Pesquería. Modificación del DL 095, Ley del Imarpe.



5. Reestructurar de manera inmediata e integral el ITP y el Fondepes, con el fin de que cumplan con sus metas y objetivos y de fortalecer científicamente la Autoridad Sanitaria.



6. Diseñar e implementar la Política Nacional de Desarrollo Pesquero y el Plan Nacional de Desarrollo Pesquero como instrumentos que orienten un accionar sectorial coordinado y eficiente.



7. Promover la eficiencia en el sector para asegurar utilidades razonables que generen impuesto a la renta y derechos de pesca acordes con la magnitud del negocio, implementando un sistema de auditorías.



8. Reestructurar la tributación del sector pesquero, con énfasis en los derechos de pesca.



9. Formular y promover la dación de una ley sobre el régimen laboral y pensionario del pescador industrial y artesanal, así como del trabajador acuícola.



10. Implementar un Programa de Empleo Temporal en el sector en periodos de ausencia de producción conservera (ligado al Plan Nacional de Seguridad Alimentaria), para las mujeres que trabajan en las industrias pesqueras del litoral.



11. Incorporar a los pescadores artesanales a los sistemas previsión y seguridad social.



12. Estructurar e implementar un Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, “A Comer Pescao”, a base de productos hidrobiológicos, sustentado en un enfoque transversal y no por segmentación de estratos sociales.



13. Apoyar las actividades de extracción de jurel, caballa, pota, anchoveta y atún destinados al consumo humano directo, orientados a la alimentación popular, con el fin de reducir los índices de desnutrición crónica, mejorar las condiciones sanitarias de manipulación de la pesca y la migración a embarcaciones multipropósito.



14. Formular un plan estratégico para el mantenimiento de una cadena de frío tanto para el comercio interno como externo, integrando a todos los niveles de la industria pesquera y acuícola.



15. Promover la modernización y uso eficiente de la infraestructura y equipamiento relacionados con las pesquerías artesanales.



16. Crear el Instituto Nacional de Acuicultura con el fin de promover la investigación acuícola y promocionar el desarrollo de la acuicultura marítima y continental, como una de las garantías de la soberanía alimentaria.



17. Instituir una política de Estado para la pesca de recursos altamente migratorios fuera de las 200 millas, actualmente en manos de flota de bandera extranjera, retomando el Acuerdo Galápagos o adhiriéndonos a la propuesta de creación de la Organización Regional de Administración Pesquera del Pacífico Sur, e implementando una flota pesquera de altura.



18. Reducir el esfuerzo pesquero sobre la anchoveta mediante el establecimiento de una cuota anual recomendada por el Imarpe con arreglo a informes científicos objetivos, para garantizar la renovación de las poblaciones y la sostenibilidad del ecosistema.



19. Re-enfoque de los Reglamentos de Ordenamiento Pesquero hacia una estructura de ordenamiento basada en la explotación sostenible, sustentable, ecosistémica y acorde con el cambio climático.



20. Aplicar de manera estricta las disposiciones para evitar la contaminación, exigiendo a las plantas pesqueras la implementación de plantas en tierra que reciban y traten residuos oleosos y basuras provenientes de las embarcaciones.



Colofón

¿Ha empezado siquiera a ponerse en marcha alguna de estas recomendaciones? Después de casi un año de gobierno humalista, fuera de un abortado plan nacional de seguridad alimentaria y una reestructuración burocrática del sector para hacerlo más funcional al esquema neoliberal que maneja el Ministerio de Economía, ninguno de los objetivos estratégicos aquí pergeñados ha sido tomado en cuenta.



Muy por el contrario, se ha nombrado como Director Ejecutivo del Imarpe a un brillante fujimorista y adicto de los empresarios industriales pesqueros, y en Fondepes y el IT languidecen dos sujetos de pocas ideas y notable incapacidad.



Basta ver la ejecución presupuestal del sector pesquero de los años 2001 al 2011 para coincidir en que hay pescado podrido en las bodegas. El nivel de ejecución presupuestal evidencia una profunda ineficiencia. Si asumimos que la ejecución del presupuesto fiscal es un indicador meridiano del nivel de capacidad y eficiencia en el desarrollo de los Planes Operativos Institucionales, queda claro, por el análisis de las cifras (véase revista Pesca, julio del 2012) que algo no marcha bien en el sector; o, peor todavía, en el sistema.



Quienes apoyamos inicialmente el proceso de transferencia desde nuestra experiencia y conocimiento, hoy somos poco menos que apestados. Acercarse a cualquiera que haya trabajado con Kurt Burneo en los pocos meses que duró su gestión significa darle un beso al leproso. Si la dignidad de una vida se mide por ser siempre uno mismo y no claudicar jamás, aun cuando esto signifique luchar contra la lógica de los sometidos y los cánones académicos, entonces, como propone el poeta César Calvo, llegó el momento de exigir que los yanaconas psíquicos, que son quienes persisten en seguir siendo esclavizados y despreciados, logren una estima personal y cultural que los libere de su sometimiento. Y me refiero específicamente a los cientos de profesionales que laboran en condiciones infrahumanas en el Imarpe, el Fondepes y el Instituto Tecnológico Pesquero.



El futuro de esa gran región natural desconocida para la mayoría de peruanos —el mar— y sus recursos depende ahora de la palabra y el coraje de científicos honestos iluminados por una creencia superior, por una esperanza. Porque la gran transformación del podrido sector pesquero fue otra estafa más del Gobierno de Ollanta Humala.