sábado, 11 de agosto de 2012

“EL MALABARISTA” DE MAURICIO MÁLAGA




El Malabarista de Mauricio Málaga es una novela de viaje, un bio pic escrito con la intensidad del mochilero, el “parcero”, "waiki" o artesano que va llevando sus trabajos, baratijas y ensueños dentro de una mochila y para quien el único lugar (hogar) estable es la calle, los parques o los pequeños hoteles donde a veces hay que recostar el cuerpo después de las andadas o los ajetreos propios del camino.

Escrita en lenguaje directo, sin mayores retruécanos, Málaga nos va narrando su huida desde Trujillo a Lima y de ahí a Chile, Argentina, Bolivia para finalmente aterrizar en el Brasil. En el camino se va enamorando de locas o gente divertida con los cuales compartir un momento de soledad o nostalgia mientras ve la forma cómo agenciarse para encontrar dinero y continuar en el camino, llegando incluso a brindarse como "flete" o malabarista y tratando siempre de conservar sus altos valores y su ‘buena onda’ con todas las personas con las cuales ha lidiado o compartido un "porro".

A pesar de ser los viajes, el punto fuerte de la novela, la intriga central se mueve alrededor de una escena un poco confusa, un crimen pasional donde M, el personaje central, se ve envuelto en una vorágine de sangre y sale huyendo buscando respuestas y tratando de encontrarse consigo mismo o con una verdad o revelación que le sea manifiesta en algún lugar de la tierra sudamericana, aun cuando la respuesta esté en su propio interior.

La novela por ratos logra niveles emocionantes, como cuando M guía a un grupo de artesanos, malabaristas y demás “parceros” para que liberen a uno de los suyos en una ciudad boliviana; o cuando M junto a otro grupo de locos participa de una sesión de San Pedro llevándolo a situaciones oníricas donde la palabra pierde sentido y las sombras de un pasado se apoderan para ayudarle a seguir en el viaje.

Es menester resaltar que entre sus antecedentes podríamos citar el clásico On the Road de Jack Keroack, Los Sabuesos de Bafut de Gerald Durell o El Lazarillo de Thormes; novelas donde la franqueza del narrador en primera persona no deja dudas sobre el mensaje y la condición testimonial del texto, y, claro, cómo no, convirtiéndose en el eje de un género que cada día tiene más adeptos en la actualidad: la autoficción.

Recomendable no solo para los que gustan leer dentro del micro u ómnibus interprovincial, sino también para los interesados en la cultura sudamericana, las costumbres, las sociedades, los tratos entre paisanos, la búsqueda de un destino o de los que profesan esa máxima de Antonio Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.




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http://www.youtube.com/watch?v=COufqEraBNQ     .

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