No
es lo mismo una “cultura hasta el culo” que una cultura del culo, como no es lo
mismo colonización que culonización.
De hecho, vivimos tiempos mediáticos de un neobarroquismo embotador y “ganas de
excretarlo todo”, donde los que leen, cada vez menos, lo hacen con el ojo del
culo (Umberto Eco) y donde la sola –e insólita– aparición de un trasero-poto-anca-jarrete-tafanario
puede hacer cambiar la agenda política de un país, servir de cortina de humo (para
oscuros intereses seudoempresariales, por ejemplo), o fungir de hipnotizador,
“opio del pueblo” o flautista de Hamelín arrastrando al despeñadero o al
desaguadero a los que han elegido el culo como el nuevo dios-tótem non plus
ultra de estos tiempos.
Desde
la devaluada Miley Cyrus con su bailecito pendenciero en la MTV (que incluso le
robó el show a la “máter monstruo” de Lady Gaga) hasta nuestra sacerdotisa siliconeada Tilsa Lozano exponiendo a los
flashes sus glúteos neumáticos, las masas ortegaygassetianas solo pueden
asentir o sacar el celular con cámara incorporada para registrar el magno
momento y apreciarlo en la soledad del hogar o a la espalda de la esposa o de
los hijos, porque el culo ajeno se admira en multitud, junto a la familia, chacchando
maíz, pop corn, y tomando Coca-Cola, pero
se adora (se reza, se bautiza y se reconfirma) en silencio y a escondidas en el
confesionario del toilette, porque un
buen culo, digámoslo de una vez, puede conceder milagros y, como el rey Midas, puede
convertir en oro todo lo que esté a su alrededor. De esto último, sabía muy
bien el antiguo novio de Jennifer López, Ben Affleck, quien le regaló un
inodoro de oro macizo para que esté acorde con esas boteranas posaderas aseguradas
en millones de dólares, superior incluso que las piernas del futbolista más
famoso.
Lo
cierto es que el culo ha ido escalando posiciones y, de ser una parte casi
inútil y asociada a la escatología (“Mi culo ensucia el mantel de los altares”,
apunta George Bataille), hoy en día, se ha entronizado: manda, ordena y exige
atención. Las modas, la ciencia, las artes y hasta la religión piden que se lo
canonice y que tome control de este mundo diabólico,
que no anda si no le ponen un culo delante. (Y es que, por si no se dieron
cuenta, el culo exorciza, evangeliza. Siente la revolución en nalga propia, ¡vive
y vencerá!). Lo mismo que los periódicos, hasta los más “cultos”, que no dejan
de poner el culo del día, el de la semana o del mes: si no no se vende, porque
las noticias no son noticias si no hay culo o calatas, que es casi lo mismo. Y
hasta la política necesita de sus buenos culos-ánforas que atraigan los votos
(o los potos-conciencias) de todos los ciudadanos. La Cicciolina en Italia y
Susy Díaz por estos lares supieron capitalizar bien sus grupas ofreciéndolas en
bandeja de plata a sus seguidores, que acudieron a las elecciones como si
fueran a un burdel o a un casting
para películas porno triple equis.
Y,
así, el culo, impuesto también por el cine, las telenovelas y cuanto botadero mass mediático
exista,
tiene que exhibirse, con necesario close-up,
tomas de apoyo y, si se puede, fotoshop y/o animación para inflar el material. Pero,
así como se ofrecen culos a granel, también hay cultores y sátiros que los buscan y salen a la caza con una
camarita escondida o con miradas furtivas, como la del presidente
norteamericano Obama y el francés Sarkozi, fisgoneando el exuberante trasero de
una señorita brasileña, a nivel mundial y con todas las cadenas de televisión “en
vivo y en directo”. Y es que no hay persona
que se resista, incluso el intelectual marxista Slavoj Žižek cayó en “la trampa
del culo” y se casó con una modelo argentina y no precisamente por el dicho de
Parménides con respecto al universo y a la esfera “armoniosamente redonda”
(como un culo). Lo mismo le pasó a Godard, a quien los productores le exigieron
que filmara a toda costa el derrière
de Brigitte Bardot en La Luz de enfrente
(1956). Y así fue como, primero, de la cintura para abajo, se dio a conocer la
BB del cine avant-garde, y ni qué decir
de Marilyn Monroe, a quien Ernesto Cardenal le hizo una oración que tranquilamente
podría ser una plegaria para pedir al dios todopoderoso la inmortalidad de uno
de los culos más adorados de la historia, al lado de Cleopatra. “Los
inadaptados no te olvidamos”, diría, sobre la diva rubicunda, Jotamario
Arbeláez, que sufre de priapismo.
Aquí,
en Perulandia, todo se hace por imitación o por ensayo-error y, ante el injerto
de aceite de avión, GTX, los calzones con dunlopillo
o los jeans “anatómicos” (o atómicos)
“levantapompis”, lo que se ofrece, en la mayoría de los casos, son los rancios
y deformes traseros del doctor Astocóndor, el medicastro de la farándula kitsch underground limeña; o, si tienes plata, César Morillas, el cirujano
plástico que convirtió en Miss Mundo a Maju Mantilla. De todo hay y al gusto
del cliente, porque el culo siempre tiene la razón y merece todos los afeites,
mimos y concesiones que se le pueda dar para alcanzar la perfección; o sea,
seguir creciendo ad infinítum y a
pedido de la platea toucherista (tocanalgas), que exige megaculos desbordantes
como un océano e inaprensibles hasta reventar, como el Sr. Creosota en El sentido de la vida, de Monty Python. Eso
sin olvidar los culos vintage, light como el de Marlene Dietrich-Sofía
Loren-Raquel Welch, o de grasas poliinsaturadas como el de la Tongolele o la
esteatopígica ochentera Amparo
Brambilla, pues la taxonomía o la clasificación “culera” también tiene lo suyo.
Así y a la orden del día están los culos satélites que informan, desde arriba,
de la realidad: la realidad del culo; culos de motor, de propulsión a chorro, que
ascienden en la estratósfera publicitaria como si fueran globos aerostáticos, o
que son arrastrados voyeuramente en
playas paradisiacas y vírgenes; o los culos que se han ganado su derecho por herencia:
ahí tienen a la hija de “la piernona” Laura Bozo, Alejandra de la Fuente posando
para Playboy o a doble página en el mingitorio Correo. Y, si ese ejemplo no les basta, tienen a la ya célebre Florcita,
la hija de Susy Díaz y Polo Campos, haciendo hasta lo imposible para que su
nalgamenta tenga tribuna, pues lo que se hereda no se hurta, y, definitivamente,
la herencia no es un robo. (Proudhon se equivocó).
Y
así como hay kilometraje hay culometraje
y gran culometraje; democracia y culocracia; esquizofrenia y culofrenia; astronautas y culonautas; filosofía y culosofía; psicopatía y culopatía; inflación, deflación y
culoflación; Cenicienta y culicienta
(o “culisuelta”); metrópolis y culópolis;
alienígenas y culonígenas; fuerzas
policiales y fuerzas culiciales; proletariado
y culotariado (y un imaginario Marx
pontificando: “Culos del mundo, uníos”), etc. Y culos-bomba que explotan en
Bagdad, Grecia, Siria, Líbano y la Franja de Gaza. Y, si alguna vez El planeta de los simios causó furor,
hoy en día, es El planeta de los culos
lo que mueve las cadenas y las fajas de un sistema que está sentado sobre el
enorme culo fascista del club de Bildelberg o de Forbes.
Finalmente,
el culo tiene movimientos peristálticos, fagocita y es fagocitado, si no
pregúntenle a los iniciados del goatse,
ese círculo de amigos, muy exclusivos, donde cada miembro hace lo imposible por
embutir en su culo cualquier cosa: un zapato de tacón alto, un cajón de frutas,
una barrena de albañil, etc.; todo vale para un culo hambriento de nuevas
emociones, porque el neoculo habla en
lenguas romances, en arameo, chino cantonés o filipino, ¡es políglota!, y es
extrovertido: expresa sus sentimientos, se enoja, llora compungidamente, tiene
rabietas, y tiene más hambre que el África subsahariana o los biafreños, Gargantúa
y Pantagruel, todos juntos.
Y,
cómo no, los culos también piensan y escriben libros, contestan el test de Rorschach,
severos cuestionarios y entrevistas duchas. Se hacen de cargos públicos, toman
posesión en altas gerencias y en el jet
set; ganan subastas, licitaciones, olimpiadas, concursetes de medio pelo y
de pelo entero; y ganan millones solo mostrándose, estirando la tanga en
posición de lordosis, haciendo sentadillas, pilates, steps o bailando perreo chacalonero-street fighter. Y no hay lugar en donde no se le abran las puertas
si es un culo bien proporcionado, con medidas antiergonómicas y
antiaerodinámicas, porque para un buen culo siempre estará reservado el mejor
de los tronos, incluso Palacio de Gobierno.
.
5 comentarios:
Excelente...
HEY YBARRA, ESTE ARTÍCULO ESTÁ REVENTANTO LAS REDES. BRAVO POR EL Q-LO Y POR LAS GRANDES IDEAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ese artículo tiene cien mil rebotes en las redes. Felicitaciones, Comanche.
Titus
pasu machu, comanche, he vistos este artí-culo hasta en la sopa. algo bueno debe significar eso, no?
FELICITACIONES RODOLFO, ESCRIBES DE LA PUTA MARE!!!!!
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