lunes, 7 de junio de 2010

RACISMO EN LA NOVELA



Mucho se ha escrito ya sobre el racismo, desde el manifiesto “Raza e Historia” que Leví-Strauss escribiera por encargo de la ONU (1953) en una posición filosófica donde “sería vano haber consagrado tanto talento y tantos esfuerzos en demostrar que nada, en el estado actual de la ciencia, permite afirmar la superioridad o inferioridad intelectual de una raza con respecto a otra”, hasta las posiciones del científico genetista y premio Nobel, James D. Watson, quien se ha pasado toda su vida demostrando que el blanco es superior, etc., podemos decir que el debate (impuesto y repuesto) se está alargando más de la cuenta, más aún porque la genética está dando avances verdaderamente asombrosos y todavía no se manifiesta en torno a este entuerto que en su mejor versión alturada se circunscribe a los círculos científicos o filósoficos y en su peor versión genera el apartheid, la segregación racial, los insultos, maltratos, etc. en el vulgo (este último término tómese como sinónimo de mayorías proletarizadas o si se quiere, bastardeadas por el neoliberalismo, enajenadas y lobotomizadas por el sistema opresor, etc.).

En el caso literario hay muchos escritores que han trabajado textos antirracistas o mostrado posiciones contrarias a una segregación desde el ya lejano “La Cabaña del Tío Tom” de Harriet Beecher Store en 1852 que sirvió de inspiración a la ideología abolicionista para los estados del Norte y a cuya autora Abraham Lincoln definiera como “la mujer pequeña que originó esta guerra tan grande”; sin embargo, algunos escritores de forma sutil casi sin intención (aunque por la escolástica psicológica sabemos que nada carece de intención) han pergeñado libros que esconden en su pollera verdaderas expresiones de racismo y mal gusto. Antes que nada quiero apuntar que toda novela (o cualquier escrito) siempre es un universo en el que el autor puede ajustar las clavijas para ocultarse y vía un ventrilocuismo hacer fluir sus pensamientos sin que su nombre se vea comprometido. Así el “sujeto narrador”, “el personaje principal”, “el monologuista interior”, etc., podrán cometer los excesos que el escritor no se atreve a firmar; pero en literatura, o en “crítica literaria”, para ser más exactos, es posible desajustar las clavijas y poner el verdadero orden de un pensamiento supeditado y oculto en el formalismo de una novela.

Me he tomado la molestia de analizar a algunos autores latinoamericanos, que poco a poco iré desentrañando. Empezaremos por casa para esta primera entrega: don Mario Vargas Llosa y, luego, Julio Cortázar.


1.-Hay diferentes tipos de racismos (verdad de perogrullo), unos más sutiles que otros, otros más desfachatados que otros; pero, hay, también, los subliminales y los, podría decir, inconscientes. En el caso de los escritores, las posibilidades crecen y se parapetan en cada línea, detrás de cualquier párrafo o, también, en la construcción de personajes, estereotipos, dicotomías, entre otras modalidades, donde el hombre blanco es el bueno, y, el negro, el malo. En el caso de Mario Vargas Llosa encontramos al negro Ambrosio en Conversación en la Catedral, un negro disminuido a conserje, guachimán, chófer y padrillo del padre de Zavalita, don Fermín Zavala, eso, claro está, cuando está bajo el amparo de la sociedad y en comunidad con los hombres de bien (léase blancos), pero cuando está solo lo único que le queda es ser cuidador de perros: “Qué trabajo tan fregado te has conseguido, Ambrosio. ¿Hace mucho que estás en la perrera?”, Conversación en La Catedral, pág. 21, Editorial Seix Barral, 1985. Por lo demás MVLL no reconoce ninguna cualidad especial a los negros. Revisemos algunas citas de su Conversación en La Catedral, aquél viejo huarique que quedaba en la primera cuadra de la avenida Alfonso Ugarte:

“No era él, todos los negros se parecían, no podía ser él. Piensa: ¿por qué no va a ser él? El zambo se agacha, levanta el costal, sí era él, lo lleva hasta un rincón del descampado, lo arroja entre otros costales sanguinolentos, vuelve balanceándose sobre sus largas piernas sobándose la frente. Era él, era él (..)
El zambo alza los brazos, era él: ellos no habían salido esta mañana en el camión, don, se las había pasado tirando palo. Piensa: él. Su voz, su cuerpo son los de él, pero parece tener treinta años más. La misma jeta fina, la misma nariz chata, el mismo pelo crespo. Pero ahora, además, hay bolsones violáceos en los párpados, arrugas en su cuello, un sarro amarillo verdoso en los dientes de caballo. Piensa: eran blanquísimos. Qué cambiado, qué arruinado. Está más flaco, más sucio, muchísimo más viejo, pero ése es su andar rumboso y demorado, ésas sus piernas de araña. Sus manazas tienen ahora una corteza nudosa y hay un bozal de saliva alrededor de su boca. Han desandado el canchón, están en la oficina, el Batuque se refriega contra los pies de Santiago. Piensa: no sabe quien soy. No se lo iba a decir, no le iba a hablar. Qué te iba a reconocer Zavalita, tenías ¿dieciséis, dieciocho? Y ahora eres un viejo de treinta. El calvo pone papel carbón entre dos hojas, garabatea unas líneas de letra arrodillada y avara. Recostado contra el vano, el zambo se come los labios.
(..) No, Zavalita, no te reconoce. Escucha con atención y su mirada es turbia, distante y respetuosa. Además de envejecer se habría embrutecido también. Piensa: jodido, también”.
pg 21, 22. Op. Cit.

-“Toreaban tres, pero la estrella era Santa Cruz, llamaba la atención ver a un negro en traje de luces. Le haces barra porque es tu hermano de raza, le bromeaba Ludovico a Ambrosio, y él, sin enojarse, sí y además porque es valiente”.
-Sólo para demostrar que no es como los demás, acabará casándose con una negra, china o india—se rió el chispas—Ya verás, Teté
. Pg. 364 Op. Cit.

-Los negros son buenos bailarines, espero que tú también –dijo Queta-. Por una vez en tu vida date el gusto de bailar conmigo. Pg 571 op. Cit.


2.-Julio Cortázar en su Rayuela deja deslizar al negro Ireneo, un negro apestoso, “con olor a catinga” (olor desagradable) entregado a los vicios y a la tortura de gusanos (capítulo 120), quien se supone desvirga y viola repetidas veces a la Maga Lucía cuando tenía sólo 13 años. En este caso ya no encontramos al negro servil y que se presta a ciertos encargos sexuales, sino que aquí el negro (de su depravación natural por el color y “olor” de su piel) pasa a convertirse en una bestia humana que satisface sus bajos instintos a costa de mujeres-niñas indefensas bajo el amparo de la oscuridad y con las facilidades del hacinamiento.
Leamos lo que expresa Cortázar a través de la boca de la Maga Lucía:
"El negro tenía unos ojos colorados, como una boca mojada. Yo les tenía un poco de asco, prefería jugar en la calle. Si mi padre me encontraba jugando en la calle me hacía entrar y me pegaba. Un día, mientras me estaba pegando, vi que el negro espiaba por la puerta entreabierta. Al principio no me di bien cuenta, parecía que se estaba rascando la pierna, hacía algo con la mano (..) Cuando iba a encender la vela de la mesa de luz, una mano caliente me agarró por el hombro, sentí que cerraban la puerta, otra mano me tapó la boca, y empecé a oler a catinga, el negro me sobaba por todos lados y me decía cosas en la oreja, me babeaba la cara, me arrancaba la ropa y yo no podía hacer nada , ni gritar siquiera porque sabía que me iba a matar si gritaba y no quería que me mataran, cualquier cosa era mejor que eso, morir era la peor ofensa, la estupidez más completa. ¿Por qué me mirás con esa cara, Horacio? Le estoy contando cómo me violó el negro del conventillo.
Rayuela, Cap. 15, pg 76-77, Seix Barral, 1984.

Julio Cortázar no sólo imprime en el negro Ireneo todos sus aversiones sino que licencia las violaciones (o seducciones) de hombres blancos (o eso es lo que supones de la lectura donde la Maga, cuando niña, se enamora de “un niño rubio que vendía diarios en la plaza” op. Cit. Pag 76), limpiándolos de malos olores y baboseos y a quienes la Maga Lucía no demuestra asco, por lo demás se divierte contando sus experiencias “traumáticas” (teniendo en cuenta que sólo el encuentro con el negro se convierte en tal). Leamos:
-Una especie de ceremonia expiatoria, y por qué no propiciatoria. Primero el negro.
-Sí –dijo la maga, mirándolo--. Primero el negro. Después Ledesma, claro.
-Después Ledesma, claro.
-Y los tres del callejón, la noche del carnaval.
-Por delante –dijo Oliveira, cebando el mate.
-Y monsieur Vincent, el hermano del hotelero.
-Por detrás.
-Y un soldado que lloraba en un parque.
-Por delante.
-Y vos.

Op. Citada, cap. 20, pag,102.


Continuará.


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21 comentarios:

CENSURADO EN "PUENTE ARIO" dijo...

en mi opinión el pasado literario se ha hecho ingente e inconmensurable. Los escritores de ahora no tenemos tiempo para conocer toooooda la tradición literaria universal como los profesores universitarios conservadores como tú quisieran. Simplemente no hay tiempo, las urgencias expresivas de hoy son muy otras y, finalmente, nos aburre soberanamente vuestro rollo.
Disculpa pero la diferencia generacional entre un hombre de 40 y tantos como tú y un hombre de 36 como Bombardero es abismal, nunca entenderás lo que está pasando ahora, así que mejor quédate estudiando rebeliones coloniales del XIX, eso es estático y seguro, ahí la puedes hacer. Con todo respeto.

LuchinG dijo...

Se lo hubieras dicho cuando fuiste a que te dé su autógrafo.

A LUCHAR!!! dijo...

HOY MARCHA POR BAGUA CONTRA LA OEA

Anónimo dijo...

Mientras la dupla Faverón-Thays "invierte" su tiempo en mandarse besitos volados, el Bombardero la rompe en EE.UU. Otra lección más para ese par de tortolitos, los eternos noviecitos, las viejas travestidas literatas de blog, jajajaja.

La Roca dijo...

alguien me puede decir quién es ese tal luching?

Anónimo dijo...

luching es un zombi cropopedofilico

Anónimo dijo...

ya olvídense de ese mocotete, hoy todos a la marcha en la plaza san martín. Bagua no se olvida!!!


VDR

Herbert dijo...

Pobre Faveron, debe sufrir mucho el pobre con la maraña de envidias y frustraciones, es el eterno problema de los críticos, que jamás podrán ser creadores, primero se enfrentó a Vico y perdió y despueés trampeó a Bombardero con una entrevista, antes de guardar silencio sobre todo lo que generó Gutiérrez. Pero de vez en cuando asoma con sus uñas cochinas a intentar bajarse a los verdaderos creadores. Triste y patético. Pero no deberían prestarle demasiada atención, es verdad que hay que leer a los creadores y a los críticos, pero más a los creadores porque de allí proviene lo sustancial.

Nico Laercio dijo...

Excelente, maese Ybarra. Me gustó esto: "Antes que nada quiero apuntar que toda novela (o cualquier escrito) siempre es un universo en el que el autor puede ajustar las clavijas para ocultarse y vía un ventrilocuismo hacer fluir sus pensamientos sin que su nombre se vea comprometido. Así el “sujeto narrador”, “el personaje principal”, “el monologuista interior”, etc., podrán cometer los excesos que el escritor no se atreve a firmar; pero en literatura, o en “crítica literaria”, para ser más exactos, es posible desajustar las clavijas y poner el verdadero orden de un pensamiento supeditado y oculto en el formalismo de una novela".

Anónimo dijo...

Confundir lo que dicen los personajes con lo que dice el autor es un error, asimismo no se puede confundir la realidad de la novela con la realidad concreta.

RODOLFO YBARRA dijo...

"Confundir", bla, bla, bla.
No has entendido nada, anónimo.
No tengo la culpa de que seas un analfabeto funcional. Sólo tenías que haber leído el artículo para darte cuenta de tu error.

Anónimo dijo...

Flaubert dijo, Madame Bovary soy yo... eso lo dice todo...

Además, en el caso particular de Mario Vargas, el racismo hipócrita del arequipeño ha quedado demostrado en innumerables ocasiones, no sólo literariamente:

Dos ejemplos:

Cuando presidió la Comisión Uchuraccay, prefirió callar miserablemente y dijo que a los periodistas lo habían asesinado indígenas semi salvajes azuzados.

En La Historia de Mayta, el personaje principal es un indio homosexual y comunista.

Y así por el estilo.

Basta recordar quienes gritaban libertad, libertad en la Plaza San Martín, puro pituco blancuzco hijo de la alta burguesía y por ahí lotes de arribistas al mango, la reacción totalmente esperable era que surgiera un delincuente como el chino Fujimori y otro cholo arequipeño como el astuto y delincuencial Vladimiro Montesinos Torres, quienes asesorados por Loayza utilizaron bien las contradicciones étnicas del pueblo peruano.

Entonces, ni cien novelas servirán para que Mario Vargas comprenda el conflicto ETNOCLASISTA que pervive en cada peruano desde hace siglos, menos aún deslice atisbo de solución.

E.T.

LuchinG dijo...

Lee las novelas de MVLl, clasifica a los personajes según su raza y los rasgos distintivos de su personalidad, luego haz un gráfico con dos ejes: X: raza; y: rasgos positivos/negativos. Si el resultado coincide con tu tesis, sólo entonces se podría tomar en cuenta como algo que valga la pena discutir. Sin eso, el ejemplo que das es sólo anecdótico y no demuestra nada.

RODOLFO YBARRA dijo...

Lo siento Luching, tu comentario (igual que el anterior) sigue sin decir nada. Sólo una pregunta: ¿Cuáles son los rasgos distintivos de una personalidad, por ejemplo de un cholo un negro? (estamos hablando a nivel fenotípico, no es cierto?).
No voy a agregar nada más a tu desliz. Sólo un pequeño apunte, tú recuerdas quien escribió esto:
"Sólo se puede hablar de sociedades integradas en aquellos países en los que la población nativa es escasa o inexistente, o donde los aborígenes fueron prácticamente exterminados.”

LuchinG dijo...

"¿Cuáles son los rasgos distintivos de una personalidad, por ejemplo de un cholo un negro?"

Obviamente me refiero a los rasgos distintivos de la personalidad de esos personajes en esas novelas, que es exactamente lo que tú dices que quieres denunciar en este post.

Sobre la frase: no sé de quién sea ni en qué contexto haya sido dicha. Si se trata de tomar frases aisladas, puedes encontrar a Darwin dudando del Darwinismo en "El origen de las especies".

RODOLFO YBARRA dijo...

"Los rasgos distintivos" siguen siendo los establecidos por el novelista. Yo no he hecho más que poner en el tapete lo que pocos quieren ver. En todo caso, la pregunta sería por qué MVLL escoge a un personaje negro para hacerlo "cachero" de otro y para hacer un retrato lamentable de los negros en general (lo mismo pasa con Cortázar).
Sobre la frase racista (a todas luces) y que supone una integración incluyendo una marginación, fue dicha por el mismo MVLL.

LuchinG dijo...

Habría que preguntarse entonces por qué MVLl en esa misma novela "hace un retrato lamentable" de los blancos, de los periodistas, de las familias de clase alta, de los políticos, las enfermeras y los activistas de izquierda.

RODOLFO YBARRA dijo...

Sí pues, nada más que in estricto la novela es la conversación de un negro fracasado (sirviente, chofer, prostituto y guardian de perros) con el señorito de la casa (universitario, periodista con aspiraciones sociales, etc.,). Ves la diferencia?

LuchinG dijo...

¿Aspiraciones sociales, Zavala?

No, Ybarra, en esa novela nadie se salva de estar jodido. Todos son igualmente maltratados, e incluso diría -hace como veinte años que no la leo- que todos son representantes de uno u otro cliché local: los periodistas bohemios, los activistas de izquierda que se dividen y subdividen, los ricos narcistas, el patrón dentro del closet, los funcionarios corruptos y arribistas, las bataclanas mantenidas, las empleadas en romances con otros empleados, las enfermeras que le hacen más caso al niño blanco.

La novela podría hacer empezado y terminado con otros representantes de esos clichés locales; si empezó y terminó con esos dos, fue porque especificamente ese chofer negro se estaba acostando con el papá del protagonista, representaba el simbolo máximo de "estar jodido".

Ahí está LuchinG, ¿por qué tenía que ser justo el chofer negro el que se lo tiraba al papá y no Cayo Mierda, por ejemplo?

Porque el cliché no es ese; si quieres enfrentar al protagonista a sus miedos de clase, hazlo bien: que el que se tire al papá sea el chofer negro.

Pero, ¿sabés qué?, eso que he dicho es algo que se me acaba de ocurrir. Si se juntan cuatro patas, se puede llenar una lista de teorías al azar sin ningún sustento; y eso no es malo, especular está bien cuando no se tienen datos a la mano; pero tú, a partir de una suposición, te mandas de hacha a sacar conclusiones. Prueba que MVLl es racista: clasifica a sus personajes, compara resutlados, demuestra tu tésis.

RODOLFO YBARRA dijo...

Luching, te comiste el cuento de que la principal interrogante del libro era esa de ¿en qué momento se jodió el Perú?, pero ese es un cliché que un buen lector no puede tomar como premisa cuando ve errores (y horrores) de un autor que ha pasado de la deshonestidad generacional (la casa de playa que se compró con la plata del premio que dijo que donaría a Cuba. Las otras disculpas que hablan de que le estaban obligando a devolver el premio y que luego ganaría más, no tienen ningún sentido y, en el fondo, es una justificación).
Curiosamente, cuando empiezas tu descripción (los periodistas bohemios, los activistas de izquierda que se dividen y subdividen, los ricos narcistas, el patrón dentro del closet, los funcionarios corruptos y arribistas, las bataclanas mantenidas, las empleadas en romances con otros empleados, las enfermeras que le hacen más caso al niño blanco.) no te das cuenta de que ser negro no es un cargo ni una profesión; ahí es donde la novela resbala y cae y muestra el verdadero carácter del autor. Así, Zavalita no termina siendo más que el alter ego de Varguitas (¿sabes dónde vivió el personaje y dónde vivió Varguitas?) Y por qué si MVLL quería decir lo que dijo, o lo que le hizo decir al personaje (que todos los negros son iguales, que el negro solo sirve para sirviente, amante homosexual y cuidador de perros) porque mejor no se buscó a un personaje reaccionario y no puso esa kukluxklanista monserga en boca y en mente de quien se entiende es su alter ego. Eso, creo yo, es el problema principal de la novela y no el problema de Odria, el coronel Ospina que rescata de Chincha a Cayo Bernudez, Fermin Zavala, Esparza, Rocha, el gral Rodriguez el que mando construir el Ministerio de Educ, etc., etc.

Sólo un apunte más, no me interesa aplicar el método taxidérmico o comparativo (experimentación y observación, eso lo prefiero en las ciencias exactas), tampoco me interesa los asuntos kantianos de las tesis o hacer tablaturas (eso lo prefiero en música). Lamento defraudarte, pero hay métodos más interesantes, así como la demostración del crimen no está en preguntarle al criminal, sino en revisar la prueba y exponer el dato. Y eso es lo que he hecho en el post.

Anónimo dijo...

Más racista sería, entonces, lo último de Alonso Cueto, pues allí es el patrón quien se tira a la hija negra del chofer, negra que después termina de prostituta en Ica "para castigarse por haber sido mala", y en cuanto al chofer, al que por cierto le plantan un hijo delincuente prontuariado, lo encierran por robo sin pruebas... seguramente por ser negro. Qué tal inquina.