sábado, 1 de octubre de 2011

AQUÍ “VIOLENCIA GRATIS”


Foto: Implicados en el asesinato de Walter Oyarce en el Monumental.
Fue el reptil Alberto Fujimori quien minó este país con el terrorismo lumpen que ahora asuela este país. Gracias a la destrucción sistemática de valores, la institución del robo, la coima, la mentira, la estafa, el asesinato, congresistas comprados al peso, jueces genuflexos, generales con cuentas bancarias en el Gran Caimán; familias destruidas con políticas económicas que desaparecían (desaparecen) del hogar al padre, a la madre y a los hijos (obligados a trabajar en lo que sea para sacar adelante hogares disfuncionales donde los más pequeños, los que aún no podían trabajar, tenían como único referente al televisor y al excremento que este esparcía –y esparce- por doquier). A lo que hay que sumar la desarticulación del núcleo familiar vía los comedores populares, los wawa wasis o el asistencialismo hipócrita y déspota que corta(ba) con la comunicación en el seno de la familia, generando la semilla de desconfianza, el odio y resentimiento entre padres e hijos que prácticamente no se reconocían como tales. Fue Fujimori –y todos los malos gobiernos–, y su séquito de sicarios, ladrones y pobres diablos los que putrefactaron y corrompieron la psiquis de este país.

Hay que recordar que el copro relave de toda esta época maldita y de oprobio son los hijos de las polladas, “los hijos del desorden” que ahora se han apoderado de las calles y amenazan con destruir el orden establecido. Fue Goethe quien dijo que “es preferible la injustica al desorden”, pero no hay que olvidar que la injusticia es también un tipo de desorden, y la única forma de retornar a la ley es haciendo a la ley más severa o abolirla por completo. Ante una realidad de farsa o pantomima es preferible la nada.

Particularmente, no soy afecto a las leguleyadas que han salido de la mente y el bolsillo de unos cuantos señores que han construido la cerca para que los muertos de hambre no recuperen lo que les han robado o les siguen robando. Y, menos, soy afecto a las leyes que ha vomitado una constitución apócrifa como la que nos rige (¡cambien ya ese estropajo seudoconstitucional!) y con la cual se pretende que este “país” sea considerado país o aspire a un “segundo mundo” que cada día está más lejos (como más cerca estamos de un “cuarto mundo” o de extinguirnos como nación).

Lo que viene ocurriendo en las calles. La guerra desatada por las bandas criminales (las que gobiernan el narcoestado y las que imponen el caos en las calles y en los estadios) no son más que reflejo de la descomposición moral en la que se debate el Perú. Es decir, robar, violar y matar no son más los delitos por las cuales una persona debería ir a las cárceles. Hay un tratocamiento de valores, y esto por culpa del mal ejemplo en que se ha regido el gobierno y quienes usurparon el título de “padres de la patria”, quienes juramentaron por la plata y ocuparon una curul para llenarse los bolsillos, robar a mansalva y engañar a un pueblo famélico y hambriento que se siguió ahogando en el mar de los olvidos donde nadie escuchó sus gritos o sus reclamos.

Hoy, ese mal ejemplo es la consigna de todos los depravados y maniáticos que rellenan las páginas policiales de los diarios. Que un energúmeno arroje al vacío a un barrista no nos debería causar sorpresa (el hecho se mediatiza porque era un clásico del fútbol transmitido en directo y con más de 30 mil almas presentes). Que una banda de asaltantes esté integrada por policías o por ex policías no nos debe causar asombro. Que tres niños mueran envenenados por comer un producto entregado por manos estatales tampoco nos debe causar mayor interés. Que un padre (y sacerdote) viole a su propia hija no es ya un escándalo, es la normalidad dentro de la anormalidad.

El problema recién toma importancia de acuerdo al lugar, el momento y a quien le ocurra. Es decir, si una bala le cae a un niño pobre importa un comino, pero si la bala le cae al hijo o hija de un congresista este adquiere el carácter de problema nacional. Si un barrista pobre y miserable mata a otro barrista pobre y miserable, no tiene mayor importancia y simplemente forma parte de las frías estadísticas que todos los días rellenan las páginas del INEI; pero si el crimen ocurre en palco privado y el muerto no es un miserere (sino el hijo de un capitán de fragata de la MGP), pues entonces las cosas cambian, y más cuando el asesino es alguien con cierta capacidad adquisitiva. Entonces ya no se habla de crimen, sino de “accidente” o se le echa la culpa al cholo (“Payet”) o al negro (“Ampilio”).

El crimen en este país sí paga y paga bien.

(PD: El "negro Ampilio”, uno de los partícipes del último hecho sangriento en el estadio Monumental, acaba de declarar que se le ha ofrecido 200 mil soles para que se autoinculpe).

6 comentarios:

Jorge Suazo G. dijo...

Felicitaciones, rodo, me dijeron que estabas de viaje. Buen retorno con el blog en ristre, man.

Anónimo dijo...

SUBIR Y BAJAR DEL AVIÓN NO ES BUENO PARA LA SALUD, IBARRÓN. MEJR QUÉDATE EN CASA TRANQUILITO Y SIGUE ESCRIBIENDO ESTOS ARTÍCULOS QUE ESTÁN BUENOS.

OFG

Anónimo dijo...

"Entonces ya no se habla de crimen, sino de “accidente” o se le echa la culpa al cholo (“Payet”) o al negro (“Ampilio”). " ... Tienes razón en todas las ideas anteriores, pero creo que en ésta no : no he oido o leido en ningún medio decir que l ocurrido fue un "accidente", al contrario,es innegable que fue un crimen; tampoco creo que sea como tú dices, eso de echarle la culpa al "cholo" o al "negro", son simplemente apelativos de estos delincuentes.Coincido contigo cuando dices que si esto le ocurriera a otra persona, a una que no tenga el dinero o la posición que tiene el joven asesinado, tan solo pasaria a engrsar la lista de victimas de barristas - eufemismo para designar a estos delincuentes -, sin una consecuencia mayor.

Saludos

Anónimo dijo...

EXCELENTE ART{ICULO, YBARR{ON!!!!

Anónimo dijo...

Los hijos de la LUMPENBURGUESÌA, acostumbrados a la impunidad desde niños, hoy se ufanan de su proeza.

En los sitios que frecuentan estos delincuentes de San Borja y La Molina, en los cafès, bares y discotecas, el asesinato de Oyarce se comenta como si se hubiese matado a un perro, eran un CAGÒN, dicen estos infelices de la lumpenburguesìa.

¿Què persona decente de 36 años tiene movimientos mensuales de 70, 80 mil soles? ¿Què persona decente menor de 40 años tiene una hipoteca inmobiliaria por casi medio millón de soles?

Estos miserables, hijos de quienes viven de la minería, la pesca, la burguesía burocrática que infesta las instituciones públicas, el lumpenempresariado cómplice del fujimontesinismo, esa mierda que creció al amparo de la impunidad fomentada por la ultraderecha, esos hijos del desorden que para todo apelaban al papi, al guardaespaldas y a las drogas duras, esos malditos protegidos en el poder de la turba son los barristas que hoy matan sin ninguna mala conciencia en nombre de un asqueroso equipo de fútbol.

No es casual que libros como la porquería escrita por el injerto Miyashiro, Misterio, hayan tenido récord de ventas.

Rafael Inocente

Anónimo dijo...

Puras cortinas de humo.

Primero fue el aniñado de la Agraria, seguramente muerto por la maléfica Rosario Ponce, en complicidad con su suegro del SIN.

Ahora estos pitucos maleantes se matan entre ellos y la prensa les da toda la cobertura, como si se tratase de un asunto de interés nacional.

Mientras tanto, no se ven cambios sustantivos en el Estado y Ollanta se hace al cojudo, manipulado a su antojo por el judío mafioso Salomón Lerner Ghitis.

Muy buen artículo Ybarra.

Por mí fuera al paredón todos los hinchas y barristas lúmpenes. Todos, csm!

Elidio Tirofijo Espinoza