Esta frase atribuida equivocadamente al Quijote fue lo primero que se me vino a la boca, a manera de conjuro, para contrarrestar la embestida de Francisco Miranda Ávalos publicada en el libelo Oannes. Apenas alguien marca huella, no faltan adversarios que, como perros, con fuertes ladridos, tratan de amedrentarnos para que nos arredremos. Los perros alharacosos que intentan intimidar a los caminantes, como metáfora de los gritos desaforados que tratan de detener o desprestigiar a alguien que avanza pisando fuerte, datan de antaño. Pero en fin, esas son cosas de la literatura. Volvamos a hogaño, a la triste realidad de la corrupción sinfín en el sector pesquero peruano.
La ignorancia tiene brillo propio, Miranda. Y la de usted tiene el fulgor particular de la petulancia (¿amante de la literatura?¿ávido lector?¿feligrés de bibliotecas y librerías? Pero si usted escribe con el coxis y razona con el páncreas, Miranda). Le agradezco de todas formas la lectura de mi novela y la indagación de mi trayectoria literaria. Ya se habrá dado cuenta que no soy ni un Baily ni un Ortiz, como seguramente quisieran los que cuentan la historia oficial.
La ligereza de las acusaciones que vierte en el artículo “Eres senderista… No soy Inocente”, publicado en su anémico pasquín virtual, configura no solamente el delito de difamación, sino que además reflejan la catadura moral y un nivel cultural por demás lamentable. Meter en un solo plato al MOVADEF, a la izquierda peruana y a Gana Perú, dice mucho de su confusión ideológica, como puede leerse en las parrafadas que les dedica.
Acusar por una obra de ficción sólo se le ocurriría a una maruja ñoña en plena dictadura franquista. Acusar por una opinión, a todas luces manipulada, pretendiendo incriminar tendenciosamente, refleja una mente cuadriculada que reduce a los seres humanos a frascos de farmacia.
Acusar a “un funcionario del Estado pro senderista” (la sintaxis, Miranda, la sintaxis, ¿quién sería el pro-senderista? ¿yo o el Estado?) de “…meter en los últimos meses, mas de 60 personas con dudosa capacidad profesional a la institución y votar de ella a mas de 30 funcionarios capacitados por el estado (…)” refleja en el mejor de los casos desconocimiento del funcionamiento del Estado o, como lo sospecho, una tremenda mala fe administrada convenientemente por oscuros intereses. En el Instituto Tecnológico Pesquero sólo se han despedido a cuatro individuos con contrato a plazo indeterminado y se les ha pagado lo justo. Estos individuos eran dueños de plazas en las cuales rotaban casi por sorteo. Así, el ITP perdió su carácter técnico-científico y se transformó en un frigidaire gigante que regalaba paquetes tecnológicos desarrollados por expertos científicos al sector privado, se convirtió en una maquiladora barata de conservas y hamburguesas de pescado para la empresa privada. Es fácil palabrear sobre la corrupción; lo difícil es combatirla realmente. Entonces, ¿A quién sirve Francisco Miranda con su demagogia? ¿Por qué su repentino interés literario?
El valiente sacerdote Hubert Lanssiers acuñó una hermosa reflexión con respecto a la lucha por los inocentes en prisión, injustamente acusados de terrorismo, durante el régimen de Fujimori y Montesinos. Él decía que la lucha por los inocentes parecía una batalla perdida y que los caballeros gustan librar batallas perdidas, que, en ocasiones, tan perdidas no lo están.
Por eso me resisto a aceptar que esta lucha que hemos emprendido un grupo de idealistas en el sector pesquero sea una batalla perdida. Pero si así lo fuera, es una batalla que debemos librar. Es difícil vencer toda una “institución” como la corrupción en la pesca (empresas con deudas multimillonarias por transgredir la normatividad pesquera, burócratas genuflexos o decididamente corrompidos, normas absurdas y anti-técnicas fabricadas por tinterillos pitucos, ausencia de control y sanción institucional y social, canon pesquero raquítico, consumo per cápita de pescado propio del África sub sahariana) y si eso significa acusaciones de “pro senderismo” de parte de gentes que como usted, Miranda, callaron convenientemente cuando los delincuentes fujimontesinistas (un partido político que debería estar proscrito por la ley) destrozaron el Estado, remataron las empresas públicas a precio de huevo y desgraciaron la sociedad peruana, entonces pruébeme una por una las calumnias que vierte en su desacreditado libelo.
Porque si la calumnia es su emblema, yo si haré respetar mis derechos vulnerados.
Rafael Inocente
Director General Técnico del Instituto Tecnológico Pesquero del Perú
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario