sábado, 18 de julio de 2009

CON RESPE(C)TO A LOS MUERTOS



“No hay hijo feo ni muerto malo” dice el dicho. Curiosamente, los últimos muertos de la farándula, entre asesinados, metastáticos, etc., ––hechos noticiosos aprovechados al máximo por los que fungen de gobierno–– han sido “reivindicados”, remaquillados y licuefactados hasta el hartazgo por la prensa servil y lambiscona, acaparando primeras planas, titulares a 30 puntos, horas de horas en la radio y la televisión–desagüe. Pero eso es lo que no nos importa, lo preocupante aquí es el “exceso”, el despropósito, el trabalenguas en que han caído algunas personalidades que incluso hablan del “legado”, el “aporte”, la “escuela”, etc., etc., de los fallecidos.
Pregunto a boca de jarro y disculpen mi crudeza (y mi falta de “sensibilidad” o delicatessen, igual me importa un carajo las formas protoburquesas de aggiornamiento inquisitorial): ¿cuál es el “legado” de Alicia Delgado, solícita al escándalo y a la publicidad barata de su socia, manager, amante y todo terreno Abencia Meza para compensar lo que su música por sí misma no podía ofrecer (me he tomado un tiempo para revisar su música que apela a la cursilería, los estribillos y los acordes planos, faltos de genio y populacheros, reflejos de una decadencia migrante que no ha podido superar al “Picaflor de los Andes”, “Pastorita Huarasina”, etc.,). Eso sin olvidar su “amor” al Perú por el cual se nacionalizó norteamericana escupiendo sobre sus paisanos, y motivo por el cual este país está siguiendo este caso como si fuera suyo.
Sobre el peluquero Marco Antonio, acostumbrado a corromper a jovenzuelos, menores de edad y darles de baja cuando alcanzaban la mayoría de edad, fue víctima de su propio sistema de vida repleta de vicios y juergas. Las noches de orgías, desenfreno y perdición tenían que acabar mal, y así fue. En cuanto a su “legado” del cual hablan las bataclanas y seres impresentables que infectan la televisión nacional no hay nada que decir, salvo que alguien piense que los ruleros y la secadora sobre un pelo hirsuto sean hechos para admirar en la posteridad.

De otro lado, y siguiendo la retahíla de decesos, ¿cuál es el legado de Micky Rospligiosi, fallecido el día de ayer, ocupado del fútbol peruano en su peor etapa cuando ni siquiera se podía hablar de segundillas, sino de un picapedreo de salvajes tras un objeto cilíndrico (lo cual no ha cambiado nada hasta el día de hoy) al cual nosotros llamamos “fútbol” sólo para sentirnos parte de un mundo excluyente que muestra una sus aristas vía los deportes. Quizás su padre el “gran” Pocho Rospligiosi se “ganó” a las multitudes con ese cuento chino de “ya vienen los goles de Cubillas” que, en el fondo, fue su único “legado” al deporte nacional y por eso Cubillas y unos cuantos discapacitados de México 70’ le siguen rindiendo pleitesía.

Como fatal coincidencia nos enteramos la semana que pasó del sensible fallecimiento del escritor Enrique Congrains Martín, para quien la prensa (ese conjunto de burdéganos y cebroides parlantes) sólo reservó pequeños espacios, los que se destinan al clima, a las quejas de los vecinos o al horóscopo. Aquí nadie habló (o pocos, contados con los dedos de la mano) del legado, de la escuela y el verdadero mensaje de un escritor honesto, motejado por ahí como “extraño” sólo porque no le gustaba participar del circo seudointelectivo y la patraña culturosa que parasita Lima. Para los que lo conocieron no había ningún estigma entre Congrains el editor, Congrains escritor y Congrains amigo; siempre fue un tipo comprometido con su trabajo y con el mundo editorial del que, de alguna manera, habló en ese cuento lejano “El niño de junto al cielo” (en relación al distrito de “El Agustino” y los cerros que lo circundan), donde dos niños, uno provinciano y el otro limeño, se ponen a vender revistas en la plaza san Martín.

Finalmente, me viene al recuerdo el día que visité en su casa de Jesús María al profesor y estudioso de las obras de Abraham Valdelomar y César Vallejo: Manuel de Priego. Ese día me avisó del fallecimiento de otro amigo el profesor Mayta. “Rodolfo –me dijo– no sabes la tristeza que me embarga enterarme de la muerte de Mayta tres meses después, sin que nadie dijera nada, ni siquiera una reseña, una anotación. No te imaginas, qué dolor y qué impotencia siento que un hecho tan lamentable pase desapercibido”.

Manuel de Priego murió al poco tiempo, y después de unos meses me llegó la noticia. Manolo había partido como los grandes en la soledad de sus obras, sus escritos, sus teorías, sus poemas y su gran amistad con la cultura que no se interseca por ningún lado con las multitudes y esa masa que arrea al despeñadero este sistema putrefacto de circo mediático, psicosociales y el lento devenir de una historia falseada con liquid paper y refrendada con sangre y balas.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

asu mare q ácido.

melchor dijo...

Enrique Congrains, maestro descansa en paz.

Anónimo dijo...

Estimado Rodolfo, sólo una acotación. Nuestro amigo, pues fue también profesor mío en un extinto colegio de Magdalena, se llama Manuel Miguel de Priego Chacón. Su apellido paterno (compuesto) es "Miguel de Priego". A menudo lo citas y sueles incurrir en ese error. No es necesario que publiques este comentario. Basta con que hagas la corrección.

Saludos,

Galero de la Brasil

RODOLFO YBARRA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
RODOLFO YBARRA dijo...

En un artículo pasado hice la aclaración sobre su nombre. Ciertamente su nombre completo era Manuel Miguel de Priego Chacón, pero, a menudo, firmaba como Manuel de Priego, y era como él gustaba que le llamaran. Los más cercanos le llamábamos Manolo.

Anónimo dijo...

Muy buen artículo, Rodolfo.

Pienso que se complementa con el artículo del señor Basilio Auqui, más allá de las coincidencias o disidencias sobre las ideas ortodoxas de Auqui respecto a los sodomitas, que -adjetiva él- corruptos, son dueños de la televisión y señores de la política desde hace décadas en este país.

Murió Manuel de Priego, murió Congrains, murió el profesor Mayta y así morirán muchos más seres valiosos para la cultura de este país-corralón... como dice Alaska y como corean los habitúes a las discotecas de ambiente... y...

¿A quién le importa?

Que sigue la juerga y que continúe el chongo.

Vir

Anónimo dijo...

Sonia Morales, Dina Páucar, el chato Grados y las hoy famosas Abencia Meza, Alicia Delgado, la Mecánica del Folklore, la Pícara del Folklore y todos esos espantajos son la vergüenza nacional y constituyen la caca revuelta que se gestó bajo el aprofujimontesinismo, probablemente digitados por los servicios de inteligencia y bien asesorados por expertos en psicología de masas, como el tal Segisfredo Luza, quien estudió en Heidelberg-Alemania, y fue un discípulo aplicado de lo que quedaba de la escuela nazi de psicosociales.

Este artículo y el de Auqui están muy esclarecedores, sólo una pregunta, ¿Cómo ves al tal Beto Ortíz y al tal Miyashiro? Quisieron pasar piola dándoselas de censores y defensores de la Amazonía, ahora la careta se les chorreó del rostro.

P.E.

Hector Ñaupari dijo...

Completamente de acuerdo contigo,
Rodolfo...
Hector Ñaupari

Anónimo dijo...

En el documental War photographer , James Nachtwey dice: es un hecho que los empresarios saben que una foto con un niño muriéndose desalienta el consumismo. O la reflexión de la película SAFE de Todd Haynes el mismo de Velvet goldmine (buena y recomendable pero no hay Guasón incluido) : EN los 80 todo el mundo se pudrió hablando del SIDA (homofobia + desinformación), y nadie hablaba de la muerte silenciosa que los productos químicos provocaban, hijos de la contaminación. Ahora en el 2000, de que hablan : de la PORCINA y de nuestra chola farandulería. Cualquier chanchada siempre es buena.

Mario C. a secas.

giacomo dijo...

No creo que sea algo nacional, estimado comandante. Mire usted, acaba de morir Frank Mccourt (el de "Las cenizas y de Ángela" y su continuación, "¡Lo es!"), y no creo que la prensa mundial le dé mucha bola a su muerte. Igual acá, importan más las muertes del estilista y de la vernácula, porque pertenecen a ese mundo del show donde todo vale menos el pudor o la gravedad de los temas. Eso no debe sorprender. Vivimos actualmente un universo donde todo es mercancía y lo único importante ahora es ser lo más banal posible, porque alguien comprende que eso es lo único que nos merecemos. Y nadie escapa a esa tendencia. Incluso, hasta los periódicos más "respetables" y los cronistas más "respetables" ensayan teorías y argumentos sobre la muerte de estas figuras del medio televisivo, olvidando tal vez que existan temas de mayor relevancia. Uno lamenta las muertes, sea la de una figura intelectual o la de una figura del fast food televisivo, pero la cobertura dada a estos últimos, más que ser una tendencia nacional, revela cómo se manejan actualmente los medios de comunicación del mundo.