(Dentro de mis apuntes, novelas, cuentos, poemas, traducciones, etc., manejo una especie de “diario”, un cuaderno de 400 páginas donde anoto situaciones bizarras, experiencias resaltables, avances de mis textos narrativos y poéticos, dibujos, trazos, resúmenes, etc. Un poco para ordenarme y no perder el la ilación de las cosas y, a veces, como seguridad por si falla la computer. No le tengo mucha fe a estos aparatos aunque se han hecho una necesidad junto a otros útiles (como una linterna que funciona con energía mecánica) dentro de la mochila.
El día de ayer me visitó R.L., personaje “histórico” y subterráneo con el que suelo tener conversaciones interesantes, por lo menos para mí. Aquí el apunte con el que inicio una nueva sección titulada YBARRARIO. Quiero confesar que al principio iba a crear un blog para dar rienda suelta a mi desenfreno escritural (aún estoy en duda), pero lamentablemente tengo que cumplir con mi trabajo diario, aparte de que pronto estaré visitando algunas ciudades cosmopolitas, un tanto para cumplir con las promesas y con los amigos, y como parte de las experiencias tan necesarias en estos tiempos monocíclicos y autómatas. Bueno, sin más preámbulos, aquí un acápite del YBARRARIO que sucedió ayer viernes 5 de diciembre).
5/12/2008
7 pm.
R. L. viene a buscarme desesperado, quiere que escriba urgente un ensayo sobre Bukowski para su fanzine “Poetas del Asfalto” próximo a cumplir su número 50. “Son varios años, doctor, usted sabe, doce años en este asunto no es poca cosa” dice, mientras me cuenta su trágica experiencia con la máquina de escribir cuando estudiaba mecanografía: “fue una desgracia, yo no entendía cómo cada dedo tenía que ocupar una tecla y tanta huevada que asdfg, ñlkjh, asdfg, ñlkjh, eso era un infierno y terminaba con las manos y los dedos acalambrados, además la profesora era una bruta, por eso no aprendí nada”. ¿Cómo? ¿usted todavía escribe con carretes, liquid paper, borradex, etc.,?, le digo. “No, nunca usé máquina de escribir mucho menos computadora, a mano nomás”. Lo importante es el texto, le digo. No se olvide que Saramago dice que nada puede reemplazar a una lágrima sobre el papel con tinta. “Sí pues, por eso escribo con lápiz, lapicero o plumón sobre hojas de cuaderno, hojas bond o lo que sea; no me hago paltas por eso, soy recontrapunk, recontrarrata, recontradestroyer”. Oiga, usted me hace recordar ese mito urbano que me contó su socio el Primo Mujica (leer “La Vagina de Ana”), acerca de que sus textos los maneja su esposa bajo llave, para obligarlo a trabajar. El primo dice que cuando usted se vuelve “ocioso” u empieza a holgazanear simplemente su mujer saca el encendedor y amenaza con quemar todos sus textos, y usted se pone sedita, se hace el hacendoso y trabaja de lo que sea. ¿Cómo ha llegado a esos tratos tan bajos? “No, pues, doctor, imagínese que mi hija se llama Barfly en homenaje al maestro Bukowski. Ud., doctor, vio la película”; pero claro, por supuesto que sí, “Mosca de bar”, la actuación de Micky Rourke, previamente engordado, arrastrando los pies como un borracho y peleando como hobby fue genial, y ni qué decir la actuación de Faye Dunaway sobre todo cuando le arranca un mechón a la editora. El nombre de la editora no lo recuerdo, pero fácil si hago memoria…Además esa película la repiten en canal 9 y en canal 13 en la madrugada, y como yo soy noctámbulo, pues a veces la vuelvo a ver fraccionada porque ya no la soporto íntegra. “Ud. recuerda que alguna vez le conté que mis dos hijas, Barfly y Marina, ya eran señoritas” Sí claro, ya me lo ha contado un par de veces, lástima que usted mismo no se acuerde porque estaba en estado etílico; esa es una larga historia, es decir, su borrachera y sus hijas, creo que debería dejar de tomar un tiempo y preocuparse más por su familia y por usted mismo. Acuérdese lo que me contó sobre sus incipientes úlceras pépticas y esos extraños dolores de estómago. Con esas cosas no se juega. Canalice su violencia hacia fuera y no se la trague, eso no hace bien al espíritu; pero bueno, no lo quiero interrumpir, qué es lo que me decía de sus hijas…, “pues, resulta que haciendo los cálculos matemáticos y siguiendo el proceso evolutivo…ahora soy abuelo”. ¿Abuelo? Le digo, pero si hace poco usted estaba de manager del grupo de punk rock “Eutanasia”, todavía tengo el casete donde sale usted declamando un texto antiestablishment, vociferando contra las ratas gobiernistas y despotricando contra una juventud ociosa entregada al consumo y devorada por el mercado. El seudoideal norteamericano de tener un millón de dólares antes de los veintisiete años y toda esa monserga. Eso fue hace poco. Incluso recuerdo el día cuando usted vino a quejarse de que Pedrito Béjar, el vocal de “Psicosis”, había reeditado el disco de Eutanasia mutilando su discurso entregando un producto light. Usted sacó un panfleto contra ese vejamen comparable solo con los que pintan estupideces encima de la Monalisa o los que le dibujan un pene al rostro de Marylin esbozado por Wharhol, o mejor, los que le han puesto lápiz labial a Mao Tse Tung. Imagínese usted un Mao travesti como para salir corriendo e inscribirse en el partido de Lourdes (Alcorta). Oiga, todo eso no ocurrió el anteañopasado, le digo. “No doctor, usted se está confundiendo. Creo que ya le está fallando la “computadora”. Tiene que tomar agua de manzana, doctor. Eso fue antes del dos mil cuando usted tenía su programa de televisión que fue un frente bastante interesante hasta que fujirrata les quitó la antena. Es que usted era muy avezado, doctor, igual que en su blog donde usted le dice “viejo imbécil” al viejo imbécil de Delgado Parker y le dice que pague a sus trabajadores, ja ja ja. Pero si ese nunca va a pagar nada igual que el viejo Baruch que le debe a medio mundo incluido el Estado, o sea a nosotros. Cuídese doctor, no vaya a ser que le cierren el blog y lo metan al bote por decir la verdad. La verdad es sinónimo de subversión en este país. Téngalo presente. Nosotros estamos con usted. Pero mejor no nos malogremos el hígado, no le echemos más leña al fuego que con el alcohol erosionando la zona hepática es suficiente. Mire usted, doctor, cómo pasa el tiempo, ahora resulta que hay nuevas promociones de poetas (algunos más berracos que otros) dizque vanguardistas hasta tienen su club y escriben cojudeces. En el colmo de los colmos tienen la conchudez de sacar sus revistas y entrevistarse y reseñarse entre ellos. Toma y daca. Pepito entrevista a Luisito. Luisito entrevista a Ivancito y este a Fernandino y así se cierra y se abre el círculo infinitesimalmente. Si Vallejo estuviera vivo defecaría sobre ellos o, mínimo, los agarraría a patadas. Mire usted, doctor, hay tanto posero por ahí, tantos poetastros que salen de las universidades, muy buenos para conjugar versos y no se les escapa una coma o un acento y son la perfección de la oración gramatical y tanta vaina, pero ahí queda la cosa. Están más fríos que un muerto. O sea como “correctores de estilo” está bien, pero, “escritores”, eso es otra cosa. Primero hay que vivir, chocar contra la realidad” Y qué es “chocar contra la realidad” (le digo como para que termine de vomitar toda esa bilis literaria y también como catarsis ya que lo veo muy vitriólico). “Pues, recorrer las calles, conversar con la gente, entender la problemática de este país y sobre todo no evadirse, y cuando digo “evadirse”, también me estoy refiriendo a los intelectuales que se esconden detrás de un libro para no ver la realidad. Puede usted, doctor, creer, que hasta se inventan alter egos. Pessoa les llamaba los heterónimos…” Sí, claro, Alberto claeiro, Álvaro de Campos, Ricardo Reis, etc., pero déjelos en paz a ellos y responda: acaso el trago no es una forma de evasión (creo que está vez estoy tocando carne, espero que no se vaya a ofender). “No, pues, doctor, el trago es un inspirador, un acompañante, tampoco vamos a perder créditos porque nos tomamos unos piscachos en la esquina o con el negro Acosta y Leyla en “El Averno”. Además, nosotros, los Poetas del Asfalto somos herederos del maestro Bukowski. No se olvide usted que Miguel Ildefonso y Enrique Verástegui también colaboraron con nosotros. Sus poemas están ahí”. No lo estoy cuestionando. Usted puede tomar todo lo que quiera. Era simple curiosidad. Hablando de curiosidades, es cierto que usted vive en un cerro. Esta historia me la contó José Picón, gran amigo y actual colaborador de Porta 9, dice que un día usted lo reto a tomar en sus terrenos, lo que no sabía Picón era que sus terrenos estaban en el cerro “El Pino”. El hombre confiesa que le robaron hasta los zapatos y que nunca en su vida había visto rostros más feos. Imagino que la ebriedad aportó en algo a la distorsión de esa visión 20 x 20. Cómo fue eso. No quiero pensar que fue una trampa o una broma de mal gusto. Cuénteme.
“Ah, Picón, tiene alma de poeta, aparte de escritor de versos y de los buenos. Fue en una juerga con los bohemios de Quilca. El hombre estaba empilado y no midió sus actos y fuimos al cerro a tomarnos unos tragos. Creo que Picón estaba celebrando algo que tenía que ver con su banda de rock “Los Falsos del Perú”. Sí claro, los nominaron en la MTV, nada más que la nominación era al peor vídeo, un poco la antítesis de los peruanos “Libido”. Entiendo la euforia de Picón. Es, salvando las distancias, como un tajo o “galón” para un delincuente. Imagínate que el imperio te ponga directamente el insecticida en la cara. Son cuestiones que enervan a un artista y fortalecen la visión de tu trabajo, sobre todo si eres subte. “Bueno, la cosa es que a mí se me borró la cinta y a Picón también. El resto es historia conocida. No fue una trampa, ni mucho menos una broma”.
Usted sabe que Picón vivía (vive todavía) a unas cuadras de mi casa en PL. Un día me llevó a conocer su casa, pero desde lejos. Nos paramos a una cuadra de su vivienda y señalando con el dedo me dijo: “vivo ahí”, yo le pregunte dónde que no veo, soy miope, uso lentes. “Ahí -me dijo- al costado donde está ese negro”. Bueno, mejor lo dejamos ahí le dije. Recuerdo la noche en que me estaba mudando, que fue en una fiesta de Hallowen, yo arrastraba una refrigeradora y la gente me miraba con extrañesas pues pensaban que era parte de mi disfraz ¿¿¿???; y el hombre apareció como un ángel, estaba con un trago en la mano, pero usted sabe que soy abstemio. Luego apareció un moreno y la policía que pensaba que me estaba robando a mí mismo. Qué imbéciles, por eso nunca atrapan a nadie. Como le decía siempre me muevo en los extremos. “Y por qué se mudaba, doctor”. Esa es otra historia que se resume en una frase simple, marxismo puro, materialismo ortodoxo o si se quiere el “nous” de Plotino cuando explica el espíritu en sentido intelectual y no en sentido místico como sus contemporáneos esperaban. No lo quiero marear, simplemente: “la base material determina el pensamiento” y pues, cada casa es un proyecto literario, y cuando el proyecto literario se acaba hay que mudarse para no repetir el discurso. Míralo como una cábala. “Una cábala un poco cara y bastante trabajosa, no, doctor”. No creas tanto, uno se acostumbra. Quizás el trajín sea por los libros, como usted sabe tengo unos veinte mil títulos. Aparte de una cantidad similar repartida en la casa de mi madre y de mi suegra. Entonces el trajín, más que mudarse y mover los enseres, es encontrar una casa amplia. Por ejemplo, en P.L. la casa era amplia y daba a un hermoso parque, y el parque se llama “Libertad”, qué más podía pedir. Los pájaros cantaban en mi ventana. El sunset rebotaba en mi baño. Ahí duramos dos años. Ahora estoy en Orrantia del Mar, la que en algún tiempo albergó a una burguesía ridícula cuyas casonas se están convirtiendo en esos cubos mágicos llamados “Mi vivienda”. Imagínate que en la casona en la que vivo hay una piscina seca a la que aviento piedras por la tarde. Desde aquí puedo ver el mar y eso está bien porque estoy acabando un texto batipelágico en donde el mundo submarino cobra vida y venganza contra el hombre que todo lo contamina y destruye. “Usted es bien loco, no, doctor. La gente dice que usted está quemado”. La gente siempre habla estupideces, no me interesa el vulgo, es decir el pensamiento acartonado, cero creatividad, que saca conclusiones fáciles y ante problemas geométricos salen con respuestas aritméticas, y no se toman el tiempo para reflexionar o sacar sus cuentas. “¿Qué cuentas, doctor?” Me refiero al cuestionamiento natural con respecto a cualquier criterio, poner en práctica la hybris en el sentido griego, es decir la desmesura tan necesaria en tiempos de minimalismos aliennantes. Como usted se habrá dado cuenta soy MAXIMALISTA. Oiga creo que ya se está haciendo tarde. Ah, verdad, usted vino a pedirme un artículo sobre Charles Bukowski. Pero qué puedo decirle yo de ese señor. “Doctor, usted ha leído todos los libros del viejo, hágase un artículo pequeño de una o dos carillas, eso no le va a costar nada. Lo único que se le pide es premura porque estamos a punto de cerrar el fanzine y hemos sacado fecha en dos locales, una para un concierto en la que está programada su banda y otra para una presentación en el Yakana para lo cual hemos hablado con “La hija del Carnicero” Vanessa Martínez. No nos puede fallar, doctor, contamos con usted, su presencia se hace necesaria”. No se preocupe, ahí estaré y prometo escribir el artículo sobre Bukowski esta misma noche. En cuanto a “mi” banda hace tiempo está desarticulada, pero algo se hará. Qué le parece si improviso algo en un piano o en su defecto en guitarra o harmónica. Hay por ahí un saxo. Algo se puede trabajar. Déme tiempo para pensarlo. “Es que no hay mucho tiempo, doctor”. No te preocupes, voy a acelerar el paso. “Sí doctor, la pelota queda en su cancha”. En cuanto al artículo, creo que voy a empezar con “El Cartero” a quien le mordía el perro cada vez que quería dejar una carta. Hay por ahí una historia que empieza cuando un yonky (léase pastrulo) va a visitar al maestro y se queda a vivir sin más hasta se apodera del licor y la comida y quiere compartir sexo con la damisela de la casa. El viejo dice que la vida es como jugar pokker: hay que aceptar las cartas que la vida te da. Creo que en algún momento el yonky le pide a Bukowski que le escriba un poema. Imagínate qué poema se le podría escribir a un yonki. Bueno, esta noche voy a tratar de imaginarlo. “No imagine mucho, doctor, y haga el artículo”. Bueno, sí, el artículo va de todas formas, pero después no se vaya a quejar usted y no me ponga esas limitaciones de una o dos carillas, ya parece una revista burguesa. “¿Revista burguesa? No ofenda, pues, doctor”. No se trata de ofensas sino de poner las cosas claras, además, como usted sabe bien, siempre me respalda la verdad, pues la verdad, como dice Juan Cap. 8 vers. 23, me ha hecho libre. “Bueno, salud por eso aunque sin trago, pero salud doctor. Yo también soy libre. Eso creo. Y mejor me voy para que pueda usted escribir el artículo”.
El día de ayer me visitó R.L., personaje “histórico” y subterráneo con el que suelo tener conversaciones interesantes, por lo menos para mí. Aquí el apunte con el que inicio una nueva sección titulada YBARRARIO. Quiero confesar que al principio iba a crear un blog para dar rienda suelta a mi desenfreno escritural (aún estoy en duda), pero lamentablemente tengo que cumplir con mi trabajo diario, aparte de que pronto estaré visitando algunas ciudades cosmopolitas, un tanto para cumplir con las promesas y con los amigos, y como parte de las experiencias tan necesarias en estos tiempos monocíclicos y autómatas. Bueno, sin más preámbulos, aquí un acápite del YBARRARIO que sucedió ayer viernes 5 de diciembre).
5/12/2008
7 pm.
R. L. viene a buscarme desesperado, quiere que escriba urgente un ensayo sobre Bukowski para su fanzine “Poetas del Asfalto” próximo a cumplir su número 50. “Son varios años, doctor, usted sabe, doce años en este asunto no es poca cosa” dice, mientras me cuenta su trágica experiencia con la máquina de escribir cuando estudiaba mecanografía: “fue una desgracia, yo no entendía cómo cada dedo tenía que ocupar una tecla y tanta huevada que asdfg, ñlkjh, asdfg, ñlkjh, eso era un infierno y terminaba con las manos y los dedos acalambrados, además la profesora era una bruta, por eso no aprendí nada”. ¿Cómo? ¿usted todavía escribe con carretes, liquid paper, borradex, etc.,?, le digo. “No, nunca usé máquina de escribir mucho menos computadora, a mano nomás”. Lo importante es el texto, le digo. No se olvide que Saramago dice que nada puede reemplazar a una lágrima sobre el papel con tinta. “Sí pues, por eso escribo con lápiz, lapicero o plumón sobre hojas de cuaderno, hojas bond o lo que sea; no me hago paltas por eso, soy recontrapunk, recontrarrata, recontradestroyer”. Oiga, usted me hace recordar ese mito urbano que me contó su socio el Primo Mujica (leer “La Vagina de Ana”), acerca de que sus textos los maneja su esposa bajo llave, para obligarlo a trabajar. El primo dice que cuando usted se vuelve “ocioso” u empieza a holgazanear simplemente su mujer saca el encendedor y amenaza con quemar todos sus textos, y usted se pone sedita, se hace el hacendoso y trabaja de lo que sea. ¿Cómo ha llegado a esos tratos tan bajos? “No, pues, doctor, imagínese que mi hija se llama Barfly en homenaje al maestro Bukowski. Ud., doctor, vio la película”; pero claro, por supuesto que sí, “Mosca de bar”, la actuación de Micky Rourke, previamente engordado, arrastrando los pies como un borracho y peleando como hobby fue genial, y ni qué decir la actuación de Faye Dunaway sobre todo cuando le arranca un mechón a la editora. El nombre de la editora no lo recuerdo, pero fácil si hago memoria…Además esa película la repiten en canal 9 y en canal 13 en la madrugada, y como yo soy noctámbulo, pues a veces la vuelvo a ver fraccionada porque ya no la soporto íntegra. “Ud. recuerda que alguna vez le conté que mis dos hijas, Barfly y Marina, ya eran señoritas” Sí claro, ya me lo ha contado un par de veces, lástima que usted mismo no se acuerde porque estaba en estado etílico; esa es una larga historia, es decir, su borrachera y sus hijas, creo que debería dejar de tomar un tiempo y preocuparse más por su familia y por usted mismo. Acuérdese lo que me contó sobre sus incipientes úlceras pépticas y esos extraños dolores de estómago. Con esas cosas no se juega. Canalice su violencia hacia fuera y no se la trague, eso no hace bien al espíritu; pero bueno, no lo quiero interrumpir, qué es lo que me decía de sus hijas…, “pues, resulta que haciendo los cálculos matemáticos y siguiendo el proceso evolutivo…ahora soy abuelo”. ¿Abuelo? Le digo, pero si hace poco usted estaba de manager del grupo de punk rock “Eutanasia”, todavía tengo el casete donde sale usted declamando un texto antiestablishment, vociferando contra las ratas gobiernistas y despotricando contra una juventud ociosa entregada al consumo y devorada por el mercado. El seudoideal norteamericano de tener un millón de dólares antes de los veintisiete años y toda esa monserga. Eso fue hace poco. Incluso recuerdo el día cuando usted vino a quejarse de que Pedrito Béjar, el vocal de “Psicosis”, había reeditado el disco de Eutanasia mutilando su discurso entregando un producto light. Usted sacó un panfleto contra ese vejamen comparable solo con los que pintan estupideces encima de la Monalisa o los que le dibujan un pene al rostro de Marylin esbozado por Wharhol, o mejor, los que le han puesto lápiz labial a Mao Tse Tung. Imagínese usted un Mao travesti como para salir corriendo e inscribirse en el partido de Lourdes (Alcorta). Oiga, todo eso no ocurrió el anteañopasado, le digo. “No doctor, usted se está confundiendo. Creo que ya le está fallando la “computadora”. Tiene que tomar agua de manzana, doctor. Eso fue antes del dos mil cuando usted tenía su programa de televisión que fue un frente bastante interesante hasta que fujirrata les quitó la antena. Es que usted era muy avezado, doctor, igual que en su blog donde usted le dice “viejo imbécil” al viejo imbécil de Delgado Parker y le dice que pague a sus trabajadores, ja ja ja. Pero si ese nunca va a pagar nada igual que el viejo Baruch que le debe a medio mundo incluido el Estado, o sea a nosotros. Cuídese doctor, no vaya a ser que le cierren el blog y lo metan al bote por decir la verdad. La verdad es sinónimo de subversión en este país. Téngalo presente. Nosotros estamos con usted. Pero mejor no nos malogremos el hígado, no le echemos más leña al fuego que con el alcohol erosionando la zona hepática es suficiente. Mire usted, doctor, cómo pasa el tiempo, ahora resulta que hay nuevas promociones de poetas (algunos más berracos que otros) dizque vanguardistas hasta tienen su club y escriben cojudeces. En el colmo de los colmos tienen la conchudez de sacar sus revistas y entrevistarse y reseñarse entre ellos. Toma y daca. Pepito entrevista a Luisito. Luisito entrevista a Ivancito y este a Fernandino y así se cierra y se abre el círculo infinitesimalmente. Si Vallejo estuviera vivo defecaría sobre ellos o, mínimo, los agarraría a patadas. Mire usted, doctor, hay tanto posero por ahí, tantos poetastros que salen de las universidades, muy buenos para conjugar versos y no se les escapa una coma o un acento y son la perfección de la oración gramatical y tanta vaina, pero ahí queda la cosa. Están más fríos que un muerto. O sea como “correctores de estilo” está bien, pero, “escritores”, eso es otra cosa. Primero hay que vivir, chocar contra la realidad” Y qué es “chocar contra la realidad” (le digo como para que termine de vomitar toda esa bilis literaria y también como catarsis ya que lo veo muy vitriólico). “Pues, recorrer las calles, conversar con la gente, entender la problemática de este país y sobre todo no evadirse, y cuando digo “evadirse”, también me estoy refiriendo a los intelectuales que se esconden detrás de un libro para no ver la realidad. Puede usted, doctor, creer, que hasta se inventan alter egos. Pessoa les llamaba los heterónimos…” Sí, claro, Alberto claeiro, Álvaro de Campos, Ricardo Reis, etc., pero déjelos en paz a ellos y responda: acaso el trago no es una forma de evasión (creo que está vez estoy tocando carne, espero que no se vaya a ofender). “No, pues, doctor, el trago es un inspirador, un acompañante, tampoco vamos a perder créditos porque nos tomamos unos piscachos en la esquina o con el negro Acosta y Leyla en “El Averno”. Además, nosotros, los Poetas del Asfalto somos herederos del maestro Bukowski. No se olvide usted que Miguel Ildefonso y Enrique Verástegui también colaboraron con nosotros. Sus poemas están ahí”. No lo estoy cuestionando. Usted puede tomar todo lo que quiera. Era simple curiosidad. Hablando de curiosidades, es cierto que usted vive en un cerro. Esta historia me la contó José Picón, gran amigo y actual colaborador de Porta 9, dice que un día usted lo reto a tomar en sus terrenos, lo que no sabía Picón era que sus terrenos estaban en el cerro “El Pino”. El hombre confiesa que le robaron hasta los zapatos y que nunca en su vida había visto rostros más feos. Imagino que la ebriedad aportó en algo a la distorsión de esa visión 20 x 20. Cómo fue eso. No quiero pensar que fue una trampa o una broma de mal gusto. Cuénteme.
“Ah, Picón, tiene alma de poeta, aparte de escritor de versos y de los buenos. Fue en una juerga con los bohemios de Quilca. El hombre estaba empilado y no midió sus actos y fuimos al cerro a tomarnos unos tragos. Creo que Picón estaba celebrando algo que tenía que ver con su banda de rock “Los Falsos del Perú”. Sí claro, los nominaron en la MTV, nada más que la nominación era al peor vídeo, un poco la antítesis de los peruanos “Libido”. Entiendo la euforia de Picón. Es, salvando las distancias, como un tajo o “galón” para un delincuente. Imagínate que el imperio te ponga directamente el insecticida en la cara. Son cuestiones que enervan a un artista y fortalecen la visión de tu trabajo, sobre todo si eres subte. “Bueno, la cosa es que a mí se me borró la cinta y a Picón también. El resto es historia conocida. No fue una trampa, ni mucho menos una broma”.
Usted sabe que Picón vivía (vive todavía) a unas cuadras de mi casa en PL. Un día me llevó a conocer su casa, pero desde lejos. Nos paramos a una cuadra de su vivienda y señalando con el dedo me dijo: “vivo ahí”, yo le pregunte dónde que no veo, soy miope, uso lentes. “Ahí -me dijo- al costado donde está ese negro”. Bueno, mejor lo dejamos ahí le dije. Recuerdo la noche en que me estaba mudando, que fue en una fiesta de Hallowen, yo arrastraba una refrigeradora y la gente me miraba con extrañesas pues pensaban que era parte de mi disfraz ¿¿¿???; y el hombre apareció como un ángel, estaba con un trago en la mano, pero usted sabe que soy abstemio. Luego apareció un moreno y la policía que pensaba que me estaba robando a mí mismo. Qué imbéciles, por eso nunca atrapan a nadie. Como le decía siempre me muevo en los extremos. “Y por qué se mudaba, doctor”. Esa es otra historia que se resume en una frase simple, marxismo puro, materialismo ortodoxo o si se quiere el “nous” de Plotino cuando explica el espíritu en sentido intelectual y no en sentido místico como sus contemporáneos esperaban. No lo quiero marear, simplemente: “la base material determina el pensamiento” y pues, cada casa es un proyecto literario, y cuando el proyecto literario se acaba hay que mudarse para no repetir el discurso. Míralo como una cábala. “Una cábala un poco cara y bastante trabajosa, no, doctor”. No creas tanto, uno se acostumbra. Quizás el trajín sea por los libros, como usted sabe tengo unos veinte mil títulos. Aparte de una cantidad similar repartida en la casa de mi madre y de mi suegra. Entonces el trajín, más que mudarse y mover los enseres, es encontrar una casa amplia. Por ejemplo, en P.L. la casa era amplia y daba a un hermoso parque, y el parque se llama “Libertad”, qué más podía pedir. Los pájaros cantaban en mi ventana. El sunset rebotaba en mi baño. Ahí duramos dos años. Ahora estoy en Orrantia del Mar, la que en algún tiempo albergó a una burguesía ridícula cuyas casonas se están convirtiendo en esos cubos mágicos llamados “Mi vivienda”. Imagínate que en la casona en la que vivo hay una piscina seca a la que aviento piedras por la tarde. Desde aquí puedo ver el mar y eso está bien porque estoy acabando un texto batipelágico en donde el mundo submarino cobra vida y venganza contra el hombre que todo lo contamina y destruye. “Usted es bien loco, no, doctor. La gente dice que usted está quemado”. La gente siempre habla estupideces, no me interesa el vulgo, es decir el pensamiento acartonado, cero creatividad, que saca conclusiones fáciles y ante problemas geométricos salen con respuestas aritméticas, y no se toman el tiempo para reflexionar o sacar sus cuentas. “¿Qué cuentas, doctor?” Me refiero al cuestionamiento natural con respecto a cualquier criterio, poner en práctica la hybris en el sentido griego, es decir la desmesura tan necesaria en tiempos de minimalismos aliennantes. Como usted se habrá dado cuenta soy MAXIMALISTA. Oiga creo que ya se está haciendo tarde. Ah, verdad, usted vino a pedirme un artículo sobre Charles Bukowski. Pero qué puedo decirle yo de ese señor. “Doctor, usted ha leído todos los libros del viejo, hágase un artículo pequeño de una o dos carillas, eso no le va a costar nada. Lo único que se le pide es premura porque estamos a punto de cerrar el fanzine y hemos sacado fecha en dos locales, una para un concierto en la que está programada su banda y otra para una presentación en el Yakana para lo cual hemos hablado con “La hija del Carnicero” Vanessa Martínez. No nos puede fallar, doctor, contamos con usted, su presencia se hace necesaria”. No se preocupe, ahí estaré y prometo escribir el artículo sobre Bukowski esta misma noche. En cuanto a “mi” banda hace tiempo está desarticulada, pero algo se hará. Qué le parece si improviso algo en un piano o en su defecto en guitarra o harmónica. Hay por ahí un saxo. Algo se puede trabajar. Déme tiempo para pensarlo. “Es que no hay mucho tiempo, doctor”. No te preocupes, voy a acelerar el paso. “Sí doctor, la pelota queda en su cancha”. En cuanto al artículo, creo que voy a empezar con “El Cartero” a quien le mordía el perro cada vez que quería dejar una carta. Hay por ahí una historia que empieza cuando un yonky (léase pastrulo) va a visitar al maestro y se queda a vivir sin más hasta se apodera del licor y la comida y quiere compartir sexo con la damisela de la casa. El viejo dice que la vida es como jugar pokker: hay que aceptar las cartas que la vida te da. Creo que en algún momento el yonky le pide a Bukowski que le escriba un poema. Imagínate qué poema se le podría escribir a un yonki. Bueno, esta noche voy a tratar de imaginarlo. “No imagine mucho, doctor, y haga el artículo”. Bueno, sí, el artículo va de todas formas, pero después no se vaya a quejar usted y no me ponga esas limitaciones de una o dos carillas, ya parece una revista burguesa. “¿Revista burguesa? No ofenda, pues, doctor”. No se trata de ofensas sino de poner las cosas claras, además, como usted sabe bien, siempre me respalda la verdad, pues la verdad, como dice Juan Cap. 8 vers. 23, me ha hecho libre. “Bueno, salud por eso aunque sin trago, pero salud doctor. Yo también soy libre. Eso creo. Y mejor me voy para que pueda usted escribir el artículo”.
10 comentarios:
oye, ybarra está bacán tu moleskine
bien pelucón, nos interesa las cosas claras, de tú a tú, como debe ser.
saludiños por ahí
Joao
Ybarra,escribes mejor que esos aprendices de novelistas que aburren un montón. ¿Cuándo saca su novela?
NJ
Ybarra deberias hacer una novela. Tienes pasta de novelista.
Pasta de novelista? No sé, aunque sí cara de pastrulo, eso si.
debe ser muy difícil ser tú.
Solo por eso no me das cólera.
ese libro viejo de la foto, cuantos ácaros hospeda. dormir con ellos podría acarrearme una sinusitis terrible. bueno, sobre todo en un clima húmedo. hasta me dio alergia no más de verlo. Salud.
atte. mario c.
ybarrón, das pena con tus proyectitos misios mientras Faverón publica en España y Thays es entrevistado en El País. Eres un looser terrible.
víctor
¿looser terrible? m+as importante que publicar es qué se escribe y por ahí, Ybarra, está encima de muchos...
Óscar C.
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