En carácter de exclusiva, Gregorio Martínez me envía la siguiente colaboración sobre una palabra de uso popular (todavía recordamos las variantes: chulapi y chupila); y ojalá los miembros de la Real Academia Peruana sugieran la inclusión de esta "incómoda" y "malsonante" palabra en los próximos diccionarios :
EL DICCIONARIO NO TIENE PICHULA
Gregorio Martínez
!DE PELICULA!, así como exclamaba el cantante cubano Rolando Laserie que usaba una gorrita tumbada sobre los ojos que luego imito Alfredo Bryce y en seguida el poeta Roger Santibáñez. El caso es que la Real Academia de la Lengua hace gala de un rico coño peludo, pues contiene en sus páginas la palabra respectiva, coño, aunque marca al vocablo con el estigma de que se trata de una "voz malsonante", pero en el colmo del prejuicio cultural, el Diccionario oficial de la institución que norma el idioma no tiene pichula. Esta palabra, pichula, brilla por su estentórea ausencia en las páginas del lexicón de la Real Academia.
En el espacio que debería ocupar la palabra pichula, el Diccionario muestra un páramo semejante al que exhiben en la entrepierna los muñecos de juguete, no los de consuelo. Consuelo Velásquez, la autora del bolerazo Bésame mucho. Entonces, si el Diccionario carece de pichula, !como folla el susodicho calepino con la señorona Real Academia? !Como hace el mataburro para desbrozarle el matorral al rico coño de la institución académica?
Señores de la Real Academia, déjense de gilipolleces y pongan el vocablo pichula en el lugar que le corresponde, allí donde encaja con toda su extensión, y con sus dos acepciones, la que le atañe al puro nervio, a la guasamaya (de guasa, peje caribeño), y la segunda que se refiere a una variedad de paloma torcaza, con cuya carne fina sobrevivió el Cholo Cirilo Cornejo, en los años 30, cuando huyó a la ceja de selva después del levantamiento revolucionario de Huancavelica, en el cual aniquilo a las autoridades y a sus fuerzas represivas.
Miembros de la institución que fija, pule y da esplendor al idioma castellano, no sean miedosos, no se amilanen (!milan o chancay?) al igual que Mario Vargas Llosa cuando, por temor al generalísimo Franco y al fantasma de Torquemada, cambio el titulo Pichula Cuellar por el tibio y cojudazo Los cachorros. Y de paso, señores académicos, quítense de la mente eso de "voz malsonante". Desde los tiempos de Ferdinand de Saussure, a principios del siglo pasado, la ciencia lingüística nos viene diciendo que en los idiomas no existen voces malsonantes ni buenas ni malas palabras.
Conforme al actual Diccionario de la Lengua Española, publicado por la Real Academia, el vocablo pichula tendría que encajar, !que rico!, en el espacio después de "pichona" y antes de "pichuleador" y de "pichulear" y de "pichuleo" y de "pichulero".
Curioso, el Diccionario de la Real Academia menciona una retahíla de acciones pichulescas, pero no incluye al sujeto agente, a la pichula. !Como puede haber pichuleo y pichuleador sin la existencia de pichula? Cojudismo puro de la institución académica que anacrónicamente registra decires del lunfardo (dialecto argentino) que ya perdieron vigencia y ni siquiera señala este hecho.
Según la Real Academia, pichulear significa engañar, sacar pequeñas ventajas en compras o negocios. Eso se llama sencillamente sisa. Antes, cuando existía la pulpería de la esquina, cada chiquillo y chiquilla eran expertos en sacar sisa cuando los enviaban a comprar. Pero el verdadero pichuleo ocurría cuando uno se encontraba en el urinario de un bar con alguien como el poeta Juan Ojeda que, inspirado, proponía una topadita de pichulas.
Gregorio Martínez
!DE PELICULA!, así como exclamaba el cantante cubano Rolando Laserie que usaba una gorrita tumbada sobre los ojos que luego imito Alfredo Bryce y en seguida el poeta Roger Santibáñez. El caso es que la Real Academia de la Lengua hace gala de un rico coño peludo, pues contiene en sus páginas la palabra respectiva, coño, aunque marca al vocablo con el estigma de que se trata de una "voz malsonante", pero en el colmo del prejuicio cultural, el Diccionario oficial de la institución que norma el idioma no tiene pichula. Esta palabra, pichula, brilla por su estentórea ausencia en las páginas del lexicón de la Real Academia.
En el espacio que debería ocupar la palabra pichula, el Diccionario muestra un páramo semejante al que exhiben en la entrepierna los muñecos de juguete, no los de consuelo. Consuelo Velásquez, la autora del bolerazo Bésame mucho. Entonces, si el Diccionario carece de pichula, !como folla el susodicho calepino con la señorona Real Academia? !Como hace el mataburro para desbrozarle el matorral al rico coño de la institución académica?
Señores de la Real Academia, déjense de gilipolleces y pongan el vocablo pichula en el lugar que le corresponde, allí donde encaja con toda su extensión, y con sus dos acepciones, la que le atañe al puro nervio, a la guasamaya (de guasa, peje caribeño), y la segunda que se refiere a una variedad de paloma torcaza, con cuya carne fina sobrevivió el Cholo Cirilo Cornejo, en los años 30, cuando huyó a la ceja de selva después del levantamiento revolucionario de Huancavelica, en el cual aniquilo a las autoridades y a sus fuerzas represivas.
Miembros de la institución que fija, pule y da esplendor al idioma castellano, no sean miedosos, no se amilanen (!milan o chancay?) al igual que Mario Vargas Llosa cuando, por temor al generalísimo Franco y al fantasma de Torquemada, cambio el titulo Pichula Cuellar por el tibio y cojudazo Los cachorros. Y de paso, señores académicos, quítense de la mente eso de "voz malsonante". Desde los tiempos de Ferdinand de Saussure, a principios del siglo pasado, la ciencia lingüística nos viene diciendo que en los idiomas no existen voces malsonantes ni buenas ni malas palabras.
Conforme al actual Diccionario de la Lengua Española, publicado por la Real Academia, el vocablo pichula tendría que encajar, !que rico!, en el espacio después de "pichona" y antes de "pichuleador" y de "pichulear" y de "pichuleo" y de "pichulero".
Curioso, el Diccionario de la Real Academia menciona una retahíla de acciones pichulescas, pero no incluye al sujeto agente, a la pichula. !Como puede haber pichuleo y pichuleador sin la existencia de pichula? Cojudismo puro de la institución académica que anacrónicamente registra decires del lunfardo (dialecto argentino) que ya perdieron vigencia y ni siquiera señala este hecho.
Según la Real Academia, pichulear significa engañar, sacar pequeñas ventajas en compras o negocios. Eso se llama sencillamente sisa. Antes, cuando existía la pulpería de la esquina, cada chiquillo y chiquilla eran expertos en sacar sisa cuando los enviaban a comprar. Pero el verdadero pichuleo ocurría cuando uno se encontraba en el urinario de un bar con alguien como el poeta Juan Ojeda que, inspirado, proponía una topadita de pichulas.
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9 comentarios:
Esto es, obviamente, un adelanto más de su nuevo Diccionario dedicado sólo al amor, cuya existencia ya fue revelada en julio del año pasado, durante la presentación del premio Copé de Ensayo. Dicho libro, sin embargo, no tiene fecha de aparición, tal vez Martínez pudiera dar un dato concreto.
Pirulo: tu comentario aporta sobre el tema, pero los insultos al autor malogran la perspectiva. Ojalá puedas distinguir entre el orden, respeto y lo que llaman "veto".
¿Orden?¿respeto?.¿Quizás pueda yo aprender de frases como "meterle la pinga al coño de la academia"?Me has decepcionado, Rodolfo (por supuesto que no por la frasecita, tú eres inteligente y te das cuenta que no es por eso). No publiques esto.Que Gregorio se equivoca a cada rato te lo podría demostrar personalmente.
PIRULO
Me fascinan las listas no se por que pero me encantan
Pecar por omisión o pecar por exceso? Prefiero lo segundo. No obstante, eso de "huevonear" a un escritor cubriéndose en el anonimato es de cobardes.
Sería muy bueno que G. Martínez renunciara a los (falsos) conocimientos bizantinos que gusta de pregonar y se dedicara con mayor tesón al cultivo de ese talento para la literatura “no informada” que le regaló la Naturaleza. No es bueno leer de relancina algo académico o científico en alguna revista de seriedad cuestionable y repetirlo en la escritura con el ánimo de que el lector crea que se ha digerido en plenitud paciente y fructuosa toda la Enciclopedia Universalis. Eso se paga con el desprestigio, como toda impostura.
Apuesto y no pierdo que Gregorio no ha acusado recibo de ese “se hace el huevón” que simplemente es una locución equivalente a “finge que” y eso de que “lo huevoneo” te aseguro que es sólo tuyo y no mío. Lo de cobarde por el anonimato, si tú lo dices vaya pues; lo que yo siento al respecto es que no me interesa la figuración y por eso soy anónimo (no es improbable que lo haga por rechazo a los que se desviven por que su nombre aparezca donde se pueda y como sea).
Aquí la verdadera reacción de ustedes me parece que se debe a esa vanidad “burguesa” de la que tanto ambos deploran. Lo más sano es olvidarse de este bosquejo erróneo sobre un diccionario despichulado -tanto más ridículo cuanto más “burlón”, “zahiriente” e “irreverente” ha pretendido ser con la Academia- y botarlo a la basura.
PIRULO
ya, ya, según tú los divulgadores científicos, los paramédicos, los técnicos dentales, etc., etc., o cualquier persona que adquiere conocimientos de "relancina" sobre algo académico o culturoso están equivocados o no deberían de existir. (¿A quién se le puede ocurrir semejante estupidez?).
Segundo,si "se hace el huevón" equivale a "finge que" (¿en qué corral de chanchos has estudiado?), entonces podemos decir que "hijo de puta" equivale a "mal hijo" y que ctumadre equivale a "mal nacido". No crees que estás justificando tu falta siendo insincero contigo mismo.
Tercero, por qué andas quejándote en otro blog de que censuro un comentario, cuando lo que estoy "censurando" es un insulto de un anónimo. Qué fácil ¿no?
Una de las características de la vanidad burguesa es el insulto gratuito, agazapado bajo un anónimo para no ensuciarse las manos. De seguro, si firmaras tus comentarios, cuidarías las formas para aparentar ese hombre cerril que desbarra y patalea pidiendo ser atendido como un caballero cuando en realidad es un patán.
PD: por cierto, la palabra "relancina" no aparece en el DRAE (hablar de esa palabra hubiera sido más interesante que escribir sobre tus medianías).
pichula.
1. f. vulg. Chile y Perú. pene.
Así figura en la Vigésimaseguna edición del DRAE.
Martínez está equivocado o es un texto muy antiguo el suyo.
No es improbable que si tú no hubieras también participado de relancina en la desbarramentazón despichularia, estarías menos exaltado (eso es vanidad burguesa, que ante el señalamiento del error cometido no agradece sino que se calienta). Yo sé que “desbarramentazón” es indebido afeminamiento de lo masculino y que el sufijo correspondiente es bastante populachero y de pretendido humor barato. Y tú deberías saber que relance sí está en el DRAE y que en cuanto a “ina”, tengo derecho a agregárselo a la palabra que me dé la puta gana, salvo a penicilina (o gallina, que sí figura en el DRAE como sinónimo de lo que según tú yo soy por esconderme en el anonimato). En todo caso “relancina” la usa un poco todo el mundo y te aseguro que después aparecerá en el DRAE (ahí sí podría quizás resarcirse GM, jodiendo a la academia antes de que el tiempo lo madrugue).
PIRULO
P.D.- Una cosa es divulgar y otra cosa es casi querer pontificar ante los huevones.
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