I
Cuando alguien me habla de “Tarata”, lo primero que se me viene a la mente es el jirón Tarata de Lima, una callecita que desemboca en el comedor estudiantil del jirón Cangallo en la facultad de medicina de la universidad San Marcos. “Tarata”, también me hace recordar el día que llegaban las camionetas llena de cadáveres chorreando sangre, después de la matanza de los penales en junio de 1986, ahí mismo, donde, todavía, funciona el centro tanatológico de Lima.
Ese es el recuerdo más lejano y más cercano de “Tarata” que tengo, una callecita en los Barrios Altos, repleta de cadáveres y de sangre, repleta de cuerpos que pocos o nadie reclamaba y que la policía iba amontonando en plena pista. Una callecita sin importancia, homónimo de otra calle, cuya estela de horror, unos años mas tarde, daría la vuelta al mundo.
Quizás por eso, cuando explosionó el cochebomba en Tarata de Miraflores, cierto recuerdo de mi adolescencia asociaba y fundía los cuerpos de esos dos mundos distintos, mundos extraños que tenían como bisagra la violencia y la destrucción: por una lado, la desesperación demencial de un Partido por alcanzar un supuesto equilibrio estratégico en un semipaís (Lenin), y, por otro, al ejército y a las mesnadas que asesinaban, secuestraban y desaparecían a miles de ciudadanos, evaporándolos en esos hornos crematorios que fueron los cuarteles, y donde aún yacen cientos de cadáveres esperando ser descubiertos.
II
Hace unos días me invitaron a presenciar el estreno de “Tarata”, la película de Fabrizio Aguilar, y donde “actúa” la braquicéfala de Gisella Valcárcel (esto debería ser una reseña cinematográfica, pero por mi formación no puedo constreñirme a los “cánones” cinemeros; del modo que, ya que no percibo un sueldo o alguna bonificación de las compañías distribuidoras, no tengo por qué mentir, distorsionar o falsear una verdad objetiva, tal y como hacen algunos comentaristas ciniestros de la prensa burguesa, coludida con la mediocridad y con la costra de una sociedad lacaya, mediocre y arribista). La verdad es que no sé cómo asir este producto aberrante y sinuoso donde Gisella apelando a sus referentes de mexicanadas lloronas hace un remedo mamarrachiento de un papel que bien merecido hubiera tenido en la doña María Félix como el arquetipo a imitar (me refiero a la dureza, don de mando y severidad del personaje). De tal forma que Gisella, con un ridículo “corte carré”, chilla, vocifera, se jala de los pelos y llora al peor estilo de la telenovelesca, pero sin convencer a nadie, ni siquiera a ella misma (ese llanto de cocodrilo de supuesta impotencia, echada en la cama, no trasmite mas que vergüenza ajena; y encima, para remate, la peluca negra, caracterización del personaje, no logra cubrir el pelambre pintado color escabeche de la “señito”).
El personaje que hace de amiga de Gisella, interpretado por una arribista y trepadora Lorena Caravedo, tiene una actuación lamentable (representándose a sí mismo) y sin ningún tipo de talento, felizmente el personaje muere y desaparece, aliviando, aunque no en mucho, el fastidio que ha resultado ver esta película.
El guión es pobrísimo: una familia clasemediera miraflorina que bajo la batuta de la “madre-esposa-amiga-empresaria-y vendedora de cremas” busca salir del atolladero impulsado por la crisis económica y por el avance inminente de la subversión. Un esposo contador, Daniel Valdivia (Miguel Iza), cuya debilidad, mal construida, interpola al personaje-Gisella y esta convierte al esposo en un monigote, un muñeco inservible al que el ventrílocuo no quiere prestar su voz y cuyas expresiones simulan más al sonido de una flatulencia que al correcto trabajo vocal del actor entregado. En el medio, los hijos: el menor, enajenado y delirante, pensando siempre en coches bombas y recomendando a todo el mundo las “reglas de seguridad” (a quién diablos se le ha ocurrido presentar a este personajillo del expresionismo alemán, laxado y hemodialisado en la truculencia; bueno, es un niño, perdonémosle, por esta vez; aunque esa escena de los playgos volando, remedo de una explosión simulada del niño es culpa única del director); y la hija acojudada por la situación política-social (de ninguna manera podemos ubicarla dentro de lo flemático) en una actuación sin mayores riesgos, plano y carente de aristas, estéril, pero, por sobre todo, aburrido.
De tal modo se sucede la película que el espectador ansía que ocurra algo, una explosión o un muertito por ahí (y aquí no tiene nada que ver las estupideces de Hollywood); hasta que la escena esperada ocurre, casi a mitad del bodrio, sin mayores efectos: un cochebomba que lanza a Gisella por los aires, y es bañada por vidrio molido y no por trozos de ventana; para cualquier conocedor es fácil percibir que se ha usado vidrio templado, el que se usa para los parabrisas de los carros, porque es en cuadraditos y con puntas romas, donde se percibe la falta de imaginación y la poca pericia de nuestros cinemeros para hacer escenas como esa.
III
Un trato aparte tienen los “subversivos” que, supuestamente, son los que aparecen conspirando, pero siempre de lejos, siempre detrás de una ventana gritando arengas o corriendo, escapando después de dejar una bomba o gritando consignas como robots. La mayor cercanía con los “senderistas” es a través de las empleadas domésticas que se supone (eso es lo que supone la película) son las que han ingresado a los hogares clasemedieros para sabotear, soplonear cómo están las cosas y despojarlos de sus comodidades (¿¿¿???).
Por otro lado, Miguel Iza, el esposo imbécil (reflejo del actor mediocre), es, también, contador y trabaja en una universidad nacional (por lo que se desprende del contexto), la universidad sería “La Cantuta”; y se encuentra con Róger, el hijo de la empleada que trabaja en su propia casa. Iza, en uno de sus peores caracterizaciones, para con una libreta copiando y redibujando las pintas senderistas formulando una supuesta tesis de fuerzas de equilibrios (¿equilibrio estratégico?) donde la "paz" se impone por igualdad de fuerzas entre la subversión y las “fuerzas del orden” (¿de dónde diablos han sacado esa teoría?).
En una escena Daniel Valdivia (Iza), quien para copiando las pintas senderistas, se encuentra en la universidad con el hijo de la empleada, y este le avisa de que lo que está haciendo es peligroso. Luego, en otra escena, Daniel Valdivia y el hijo de la empleada son conminados a ayudar a desplegar una banderola con el rostro del “presidente Gonzalo”. Luego, en otra escena, una redada policiaca cae por la universidad y se llevan a Róger, el universitario, hijo de la empleada, el que, por cierto, no volverá a aparecer.
Al final, en una estupidez mayor (y esto le alcanza al director quien es el responsable de este comistrajo), Daniel Valdivia, apurado por un berrinche de la hija cojuda, es atrapado en pleno toque de queda y sorprendido con la libreta de apuntes y llevado a prisión. El breve encuentro entre Gisella clasemediera buscando al marido imbécil, y la empleada doméstica buscando al hijo desaparecido por las fuerzas del orden, no es aprovechado ni por el guión, ni por la actuación, ni por la dirección, ni por la cámara floja, ni por la fotografía fuera de cuadro, ni por la música repetitiva, ni siquiera por las escenografías de cartón piedra y pintura al agua.
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Luego de un bostezo concluye el bodrio.
Un fracaso total y una pérdida de tiempo.
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22 comentarios:
Bueno, qué se puede esperar. El bajo presupuesto nunca es excusa para hacer un cine malo.
El caso de esta película era recontra obvia,si Gisella estaba como protagonista y tocan este tema tan vendedor para los limeños, a leguas se nota que solo querían vender chorizo con pan. El problema es la gente que se muere por verla en los escenarios, pero bueno, nadie los culpa porque tal vez no tienen la oportunidad de ver buenas peliculas. Quizás por ahí los canales tienen la culpa, no enseñan ver cine, solo está ese Brunito Pinasco que pasa la lengua a los pies de todos los gerentes de los cines para atiborrar de adjetivos chupamedieros a las películas de joliwud.
Tampoco quiero caer en eso de que "para ser peruano está bien". Qué mediocridad.
Saludos Ybarra. Estuvo bueno eso de la hija acojudada. Jajaja.
Felipe
Saludos, Felipe.
El cine peruano es fiel reflejo del arte decadente, seudo "clasemediero" y desclasado, fiel reflejo, a su vez, de la realidad decadente, alienada y dirigida por un cogollo imperialista, también, decadente.
En ese círculo vicioso el cine peruano cumple un papel ramplón, alejado de toda sensibilidad y de todo aporte estético.
esa película está hecho para cerebros como el de cierto blogger.
TARATA ES UNA PORQUERÍA. DE ACUERDO CON USTÉ SEÑOR YBARRA.
Ybarra, excelente el post sobre la miseria de la educación en el país, recién lo hemos visto en casa y es indignante. Felicitaciones por difundir ese tipo de información.
Respecto a lo del bodrio llamado Tarata, qué decir, loco, pa qué pìerdes el tiempo?
Cine en el Perú no hay. Lo mejor que he visto en los últimos tiempos es Jarjacha, si mal no recuerdo. El resto no existe, por más magalisolier, sobrinas de vargasllosas y premios teutones que quieran mostrarnos.
Qué distinto con el gran cine de Pasolini, por poner un ejemplo europeo(Saló o los 120 días de Gomorra, El evangelio según Mateo, etc.), el autor de Poesía en forma de Rosa escogía a sus actores en la lleca, como hizo con Enrique Irazoki, ese vasco que vagaba por las calles de la Ciudad Abierta con el torso desnudo. Pier Paolo lo vio y dijo, caray, éste es mi Cristo. El muchacho encarnaba desde antes al Cristo que Pasolini tenía prefigurado en el cerebro, sin necesidad de aprender libretos o intentar caracterizar a quien no encarna desde antes.
¿A quién encarna Gisella? ¿Quién es Gisella? ¿A quién encarna Iza?¿Quién es Iza?
Esos están bien para las series nacionales que embrutecen al pueblo y punto.
El director es un hombre bienintencionado, que quiere gustar a todo el mundo, ya desde Paloma de Papel, se veía su calibre.
Rafael
PD: Tal vez peque de prejuicioso. Seguramente. Pero sólo ver a Iza y Gisella me pone los pelos de punta.
Muy buen comentario, Rodolfo. En la línea del fuego siempre.
Ya quisieran tener ese valor para decir su palabra todos esos mierdosos que se las dan de críticos de cine. Y encima pagados, csm!
Avanti, camarada.
Desde Huanca-York
Huancaíno Furioso Reloaded
La Gisella se ve más bataclana que nunca con ese peinado carré, ta las huevas, oe!
Bataclana fue y bataclana será.
Titus
Rafael, tienes razón. Lo que pasa es que de un tiempo a esta parte han aparecido ciertos personajillos que intentan establecer un canon del cine peruano en base a críticas lambisconas financiadas por las sacha productoras locales. Estos señores (Ricardo Bedoya y su "placer de los ojos", Federico de Cárdenas, etc., etc.,) engarzan su crítica dentro de un concepto clasemediero y ramplón donde suponen que el arte cinemero peruano está ligado a sus creadores (hijos de la burguesía parasitaria que han accedido a clases de cinematografía), y lejos de la realidad a la cual tratan de matizar y falsear. Sin embargo, el cine peruano, en sí, es una estafa (compruébenlo viendo "Tarata"). Se salvan algunas películas y algunos creadores, pero siempre contados con los dedos de la mano.
"Jarjacha" es, quizás, la primera película gore peruana filmada con cámara al hombro, equivalente al sesentero "Bloodfeast" de Herschell Gordon Lewis, la primera película gore filmada en el mundo (a propósito de esto, "Yawar Fiesta" también es traducida al inglés como "Bloodfeast". Opiniones al respecto, muchas)
Saludos, y a no ir al cine, mejor comprar "piratas" de cine de autor.
PD: tengo la película "Bloodfeast" en formato original, la compré en uno de mis viajes. Te la paso cuando gustes.
Giácomo (o Giacomo), tus "correcciones" llegan tarde. Sobre apreciar una película o cualquier cuestión artística con "ojo de divertimento", qué puedo decirte. Es tu opción, no la mía.
Perdona, algo pasó con el comment. Si lo vuelves a enviar lo posteo, igual.
A ese que envía una retahíla de insultos, voy a aprobar sus "comentarios" cuando aprenda a escribir; mientras tanto que siga practicando en su blog de alcantarilla.
Buen comentario sacarronchas. Lo mejor que he leído en la semana.
enrique
mi querido ybarretze usté siempre haciendo hígado. tómese un yogurt de mi parte.
Leoncio B.
Un abrazo honesto, Ybarra, por lo que dices de “Tarata”. Confirmas lo que yo adivinaba y que me evitó perder el tiempo viendo semejante engendro. En verdad debo agradecer a Gisella por aparecer tan huevona y tan anti-artística en la publicidad barata que le hacían a la película lo que determinó que no tenga ningún deseo de verla. En verdad la televisión local es enmierdadora y putificadora de tanta gente que se desvive por adquirir esa falsa importancia que da la tv basura y así como el ladrón de cuello blanco no siente nunca que es ladrón a pesar de serlo a veces en grado superlativo, así también la tv está poblada por gentuza que se cree intelectual o artista y existen especímenes que tienen la tremenda concha de creerse ambas cosas.
JOTABE POQUELIN
Bueno, sobre mis "correcciones", Comandante, fueron hechas mientras leía su post en tiempo real. Sobre lo de "divertimento" es para que no gaste usted pólvora en gallinazo criticando esperpentos cuyo único fin parecen ser la vergüenza ajena y el pretexto ideal para que usted despotrique a mansalva (ojo que ayer vi la película). De nada por las correcciones.
Como el injerto Aldo Miyashiro (cretino natural) y el violador de niños (con denuncias en curso en el Poder Judicial) ALBERTO ORTÍZ "a" BETO ORTÍZ, quien incluso se da la gran concha de escribir en el pasquín Perú 21 una columna (la del domingo) sugiriendo a los padres cómo criar a sus hijos. Inaudito, un violador de niños, acosador de adolescentes y mujer de apristas corruptos (y no lo niegues, violador de niños, por eso quedaste en la ruina por entusiasmarte con basura aprista) escriba en una página dominical en un diario de circulación nacional una columna (plagiada de libros de autoayuda) aconseja a los padres de familia la forma en que deben educar a sus niños.
Claro, luego él los seduce. ¿
Artistas en el Perú?
Cualquiera, menos los que parlotean por la puta del sistema, la televisión.
R.F.V.
Ya pes tía Pancha, menos hígado y mas argumentos, además es Humberto el ros...perdón el periodista, y si Aldo es injerto o no, a quién miéchica le importa mi racista comentarista?
Miyashiro es injerto. Pero de cerebro, estimado Julio. A propósito a tí también se nota que te han transplantado el mesencéfalo. Pero el de un maquisapa.
Rosario Villamón
esa película es para venderla en festivales europeos, asi de paso un viajecito por las españas.
Y el crítico de SOMOS, Sebastián Pimentel, terminó por destrozar por completo este mamotreto. La última esperanza para los gestores de este engendro era esta revista, acostumbrada a la sobadita de manos y la condescendecia hacia determinados personajes. Pero no. Fabrizio Aguilar, quien con "Paloma de Papel" recibió una nota mas o menos aprobatoria de este crítico, debería por decencia esconderse cuatro o cinco años luego de haber estafado a las palteas limenas de manera verdaderamente reprobable.
"Plateas", quise decir obviamente, aunque claro, mucha gente habrá salido "palteada" con la película.
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