Casaquilla con la bandera y escudo del Perú, cortesía de la patriótica y nacionalista "Adidas" (nota del blogger)
Aquí un vídeo en tono de ciancia sobre el "mensaje presidencial".
Un sábado que cayó 28 de julio, en 1821, en medio de la algarabía general de la “aristocracia” limeña, el argentino José de San Martín Matorras, proclamó la llamada Independencia del Perú de la metrópoli española. Respecto a dicho sainete, creo pertinente realizar algunos apuntes basados en investigaciones históricas que, no por poco difundidas, merecen el silencio. Veamos.
1. El 28 de julio sólo marca el maridaje de San Martín con gran parte de la aristocracia limeña y el Clero, filovirreynales hasta el tuétano. Esa “nobleza” limeña, oportunista y monárquica, volvió a serlo cuando poco tiempo después combatió inútilmente a Bolívar.
2. El 28 de julio de 1821 no corrió una gota de sangre en Lima. Mientras en las sierras y en los extramuros de la ciudad (los palenques de Huachipa y Piñonate), combatían fieramente patriotas indios, cholos y negros contra las tropas realistas, en Lima los señorones y sus rabonas celebraban con baile, floro y harto trago.
3. En el Perú real y profundo se combatía en varios frentes: en la sierra, en la costa norte y en la costa sur. Las guerrillas montoneras asediaban Lima desde Huarochirí, Yauyos y Huaura. Más animados por el instinto de libertad que por la dirección de algún militar experimentado, grupos compactos y arrojados de campesinos, arrieros, mercachifles, bandidos, desocupados, todos zambos, negros, cholos, indios y blancos pobres ¬¬¬¬¬¬¬-toda “la canalla de color”, como les denominaban en aquella época-, esperaban sólo una señal para tomar Lima por asalto, en una verdadera rebelión étnica. Por otro lado, en Lima misma, libertos de los palenques de Huachipa y Piñonate amenazaban las propiedades de los ricos agrupados en el Cabildo de Lima, contrario a la independencia. El ultimátum contra San Martín y la aristocracia limeña era expreso. Si el argentino no proclamaba aunque fuese simbólicamente la independencia de la metrópoli, las propiedades y las mujeres de la nobleza limeña pagarían las consecuencias. Es así que los nobles agrupados en el Cabildo se ven obligados por la guerrilla a rogar a San Martín que ingrese a Lima.
4. El ejército realista había sido vergonzosamente derrotado por bandidos y ladrones, ganados hábilmente para la causa independentista. En Huampaní cayó derrotado el arrogante pero gran cobarde Ramón Rodil (el mismo que días después quemaría vivos a cientos de indios realistas de su tropa en la iglesia de Tauripampa para evitar que pasen al bando independentista) por la montonera comandada por Francisco de Vidal y Cayetano Quiroz, famoso bandolero de la época y hombre de la causa libertaria. Igual sucedió con los terroristas Carratalá y Ricafort en la Chocica: fueron humillados por bandoleros y luego vengaron la afrenta aplicando la política de tierra arrasada con poblados indefensos de civiles.
5. Por los cerros que rodean a Lima se veían durante todo el día las avanzadas de las montoneras y a la nobleza le temblaban las canillas. Así las cosas, San Martín se ve obligado a conciliar con el Cabildo de Lima y prohíbe a los montoneros ingresar a la ciudad e incluso les impide participar en los festejos y la francachela. Es decir, a la propia gente que había combatido con su sangre y su vida por la independencia de una patria que nada les había dado, se les negaba el más mínimo crédito en la Historia.
6. Pero los montoneros no arredraron en su coraje. El ejército realista de La Serna y Canterac fue definitivamente expulsado por esa misma guerrilla montonera, chola, india, negra y zamba, que San Martín y la asustadiza nobleza limeña, habían impedido participar en la celebración del 28 de julio. El 6 de julio el Ejército Realista, uno de los mejores preparados de la época, es vergonzosamente expulsado por los montoneros hacia las cumbres del Mantaro.
7. Ignacio Quispe Ninavilca y Juan Evangelista Bivas, de Yauyos, el audaz morochuco Basilio Auqui Huaytalla, de Cangallo-Ayacucho, José María Guzmán, del Valle del Mantaro, el cusqueño Marcelino Carreño, los curas montoneros Domingo Villegas y Bruno Terreros también en el Mantaro, el negro Ildefonso, valeroso chinchano, comandante de las tropas de cimarrones procedentes de Acarí y Caravelí, José Cairo y José Padín, procedentes de quién sabe dónde, se batieron fieramente a rejonazos, lanzazos, galgazos y guaracazos contra las armas de fuego del ejército realista, despertando la admiración de experimentados militares como el gaucho Mariano Necochea y ese valiente inglés devoto del Perú, Guillermo Miller, quien habría luego de entroncar su sangre con una india de apellido Cahuas. Ellos son quienes realmente combatieron en las llamadas luchas independentistas. Ellos y miles de indios más, subvertidos en sus valores, que prefirieron seguir sojuzgados e integraron las tropas realistas, al mando de generales españoles genocidas que arrasaron pueblos enteros en su cobarde huida hasta su derrota militar definitiva en Junín y Ayacucho.
Entonces, el 28 de julio de 1821 lo que se celebró fue mero producto de las circunstancias, una fiesta de pocos, para salvar las riquezas de unos cuantos. Fue un desfile de modas de criollos capones, curas pedorrientos, nobles intemperantes y sus mujeres de calzón flojo, que con el rabillo del ojo miraban allende los cerros, deseosas de avistar la mítica potencia de los cimarrones o la furia ancestral de los morochucos.
No fue una rebelión lo que celebran hoy los de mente adormecida y cojones fraudulentos, los aborregados que temen decir, no pues, carajo, yo no festejo fraudes de integración de un país de cartón-piedra. La proclamación de la independencia no fue una arremetida victoriosa producto de acciones militares. Su solidez en el tiempo y la historia fue y sigue siendo insignificante. Sólo marcó el paso del dominio español al colonialismo de los ingleses y fue el inicio de ese gran fraude salmodiado cual letanía durante los inútiles once años escolares: “El Perú es libre e independiente por la voluntad general de …. bla, bla, bla, bla…..
Fuentes:
Proceso Histórico Peruano. Luis Guzmán Palomino-Germán Calderón Ticse
Perú, Mito y Realidad. Julio Roldán Aquino
Historia de la República del Perú. Jorge Basadre Grohman
Llaves para entender al mundo andino. Sebastiano Sperandeo
Una emancipación teñida de feudalidad. César Guardia Mayorga
Aquí un vídeo en tono de ciancia sobre el "mensaje presidencial".
Un sábado que cayó 28 de julio, en 1821, en medio de la algarabía general de la “aristocracia” limeña, el argentino José de San Martín Matorras, proclamó la llamada Independencia del Perú de la metrópoli española. Respecto a dicho sainete, creo pertinente realizar algunos apuntes basados en investigaciones históricas que, no por poco difundidas, merecen el silencio. Veamos.
1. El 28 de julio sólo marca el maridaje de San Martín con gran parte de la aristocracia limeña y el Clero, filovirreynales hasta el tuétano. Esa “nobleza” limeña, oportunista y monárquica, volvió a serlo cuando poco tiempo después combatió inútilmente a Bolívar.
2. El 28 de julio de 1821 no corrió una gota de sangre en Lima. Mientras en las sierras y en los extramuros de la ciudad (los palenques de Huachipa y Piñonate), combatían fieramente patriotas indios, cholos y negros contra las tropas realistas, en Lima los señorones y sus rabonas celebraban con baile, floro y harto trago.
3. En el Perú real y profundo se combatía en varios frentes: en la sierra, en la costa norte y en la costa sur. Las guerrillas montoneras asediaban Lima desde Huarochirí, Yauyos y Huaura. Más animados por el instinto de libertad que por la dirección de algún militar experimentado, grupos compactos y arrojados de campesinos, arrieros, mercachifles, bandidos, desocupados, todos zambos, negros, cholos, indios y blancos pobres ¬¬¬¬¬¬¬-toda “la canalla de color”, como les denominaban en aquella época-, esperaban sólo una señal para tomar Lima por asalto, en una verdadera rebelión étnica. Por otro lado, en Lima misma, libertos de los palenques de Huachipa y Piñonate amenazaban las propiedades de los ricos agrupados en el Cabildo de Lima, contrario a la independencia. El ultimátum contra San Martín y la aristocracia limeña era expreso. Si el argentino no proclamaba aunque fuese simbólicamente la independencia de la metrópoli, las propiedades y las mujeres de la nobleza limeña pagarían las consecuencias. Es así que los nobles agrupados en el Cabildo se ven obligados por la guerrilla a rogar a San Martín que ingrese a Lima.
4. El ejército realista había sido vergonzosamente derrotado por bandidos y ladrones, ganados hábilmente para la causa independentista. En Huampaní cayó derrotado el arrogante pero gran cobarde Ramón Rodil (el mismo que días después quemaría vivos a cientos de indios realistas de su tropa en la iglesia de Tauripampa para evitar que pasen al bando independentista) por la montonera comandada por Francisco de Vidal y Cayetano Quiroz, famoso bandolero de la época y hombre de la causa libertaria. Igual sucedió con los terroristas Carratalá y Ricafort en la Chocica: fueron humillados por bandoleros y luego vengaron la afrenta aplicando la política de tierra arrasada con poblados indefensos de civiles.
5. Por los cerros que rodean a Lima se veían durante todo el día las avanzadas de las montoneras y a la nobleza le temblaban las canillas. Así las cosas, San Martín se ve obligado a conciliar con el Cabildo de Lima y prohíbe a los montoneros ingresar a la ciudad e incluso les impide participar en los festejos y la francachela. Es decir, a la propia gente que había combatido con su sangre y su vida por la independencia de una patria que nada les había dado, se les negaba el más mínimo crédito en la Historia.
6. Pero los montoneros no arredraron en su coraje. El ejército realista de La Serna y Canterac fue definitivamente expulsado por esa misma guerrilla montonera, chola, india, negra y zamba, que San Martín y la asustadiza nobleza limeña, habían impedido participar en la celebración del 28 de julio. El 6 de julio el Ejército Realista, uno de los mejores preparados de la época, es vergonzosamente expulsado por los montoneros hacia las cumbres del Mantaro.
7. Ignacio Quispe Ninavilca y Juan Evangelista Bivas, de Yauyos, el audaz morochuco Basilio Auqui Huaytalla, de Cangallo-Ayacucho, José María Guzmán, del Valle del Mantaro, el cusqueño Marcelino Carreño, los curas montoneros Domingo Villegas y Bruno Terreros también en el Mantaro, el negro Ildefonso, valeroso chinchano, comandante de las tropas de cimarrones procedentes de Acarí y Caravelí, José Cairo y José Padín, procedentes de quién sabe dónde, se batieron fieramente a rejonazos, lanzazos, galgazos y guaracazos contra las armas de fuego del ejército realista, despertando la admiración de experimentados militares como el gaucho Mariano Necochea y ese valiente inglés devoto del Perú, Guillermo Miller, quien habría luego de entroncar su sangre con una india de apellido Cahuas. Ellos son quienes realmente combatieron en las llamadas luchas independentistas. Ellos y miles de indios más, subvertidos en sus valores, que prefirieron seguir sojuzgados e integraron las tropas realistas, al mando de generales españoles genocidas que arrasaron pueblos enteros en su cobarde huida hasta su derrota militar definitiva en Junín y Ayacucho.
Entonces, el 28 de julio de 1821 lo que se celebró fue mero producto de las circunstancias, una fiesta de pocos, para salvar las riquezas de unos cuantos. Fue un desfile de modas de criollos capones, curas pedorrientos, nobles intemperantes y sus mujeres de calzón flojo, que con el rabillo del ojo miraban allende los cerros, deseosas de avistar la mítica potencia de los cimarrones o la furia ancestral de los morochucos.
No fue una rebelión lo que celebran hoy los de mente adormecida y cojones fraudulentos, los aborregados que temen decir, no pues, carajo, yo no festejo fraudes de integración de un país de cartón-piedra. La proclamación de la independencia no fue una arremetida victoriosa producto de acciones militares. Su solidez en el tiempo y la historia fue y sigue siendo insignificante. Sólo marcó el paso del dominio español al colonialismo de los ingleses y fue el inicio de ese gran fraude salmodiado cual letanía durante los inútiles once años escolares: “El Perú es libre e independiente por la voluntad general de …. bla, bla, bla, bla…..
Fuentes:
Proceso Histórico Peruano. Luis Guzmán Palomino-Germán Calderón Ticse
Perú, Mito y Realidad. Julio Roldán Aquino
Historia de la República del Perú. Jorge Basadre Grohman
Llaves para entender al mundo andino. Sebastiano Sperandeo
Una emancipación teñida de feudalidad. César Guardia Mayorga
1 comentario:
Inocente, y Heraclio Bonilla?
O Lora Cam, Jose?
Buen artículo, buen vídeo, buen blog.
Pert
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