Obsesión Criminal es el título en español de la película Anamorph (que tal obsesión de los distribuidores por “criminalizar” todos los títulos en inglés para hacerlos más atractivos al público cinemero). Henry Miller, homónimo del desaparecido escritor, es quien funge de director. A primera vista nos hace recordar al Artista de la Muerte, vieja película sobre la obsesión por la perfección que desembocan en asesinatos para justificar algunas esculturas que el artista (falto de talento) no podía realizar. (Esta pieza digna del cine clase B se pasó hasta el hartazgo en el canal 4 de los Croucillat).
En cambio, esta Obsesión Criminal tiene un añadido que mantiene la expectativa a pesar de su encuadre tradicional y con pocos efectos (sobre todo a los acostumbrados a las explosiones, el humo y la maquinaria computera de las f/xs), y es que detrás de los asesinatos y la (de)construcción de crímenes no está un artista mediocre (como en el caso del Artista de la Muerte que grotescamente asesina y enyesa a sus víctimas haciéndolas esculturas de sí mismas) sino, más bien, el que comete los asesinatos muestra una mirada discursiva con retorcimientos intelectuales (aplicación de la anagnórisis o la agnición visual y de la anamorfosis, o sea la visión deforme o borrosa que se da en la expetación de la imagen, y la visión correcta e “incorrecta” del corpo artístico) y el planteamiento de las “nuevas vistas”, una nueva tesis que, como Francis Bacón, plantea la revisitación de imágenes para obligarla a mostrar su verdadero rostro. (En el caso de Bacón, la obsesión por repintar a Inocencio X, célebre en la pintura de Diego Velásquez (1650), lo lleva a construir 46 cuadros donde el rostro horroroso de Inocencio X se desnaturaliza y se revela en su verdadera dimensión (in)humana).
El metatexto de la película sin mayor esfuerzo recae directamente en Bacón, artista celebrado por Samuel Beckett, Gilles Deleuze, etc., quien, siempre, nadando a la contra, ofrecía figuración y expresionismo cuando todo el mundo andaba en el abstractismo y los rezagos cubistas de Picasso, ante cuya sombra crecieron cientos de pintores ansiosos de fama y teorías que aterrizaron en el fracaso. Pero no nos apartemos de la butaca fílmica. Hay que reconocer el trabajo de Willen Dafoe (Jesucristo Superstar) quien como detective acierta en su papel dramático mostrándose a sí mismo como un obsesivo investigador lleno de manías y de algún trauma sicológico que no logra mostrarse (imaginamos que la relación entre el perseguidor y el perseguido tiene que haber algunas similitudes de espejo o algún hilo conductor que den validez a la dicotomía héroe-antihéroe). Mi única objeción es la persecución donde el Defoe-detective no logra hacerse creíble (esa corrida de maniquí le resta realismo), y es que la edad es algo que sólo se puede maquillar en el rostro, pero cuando la armadura física decae hay que poner (ipso facto) al doble y con urgencia cuando de exigencias físicas se trata.
Tampoco hay que desmerecer el trabajo de Scott Speedman y Peter Stormare y la siempre bella Clea Duvall, aunque su papel, el de una borracha sin opciones, pudo explotarse de otra manera y servir no sólo de pizarra para que el asesino pinte (tatue) la última escena del crimen en su espalda. De todas formas, la belleza brilla más en relación al horror.
Películas como esta nos plantea la pregunta de si al artista se le puede licenciar cualquier cosa, incluso el asesinato, aun cuando los “objetos artísticos” o los "ajusticiados" sean borrachos, drogadictos o seres sin razón en la tierra. No será esta una vista muy particular dentro de la anamorfosis, una justificación del yo psicopático o como decía Milán Kundera en sus reflexiones sobre el yo y que, por cierto, tomaba a Bacón de ejemplo: ¿Hasta qué grado de distorsión un individuo sigue siendo él mismo? ¿Hasta qué grado de distorsión un ser amado sigue siendo un ser amado? ¿Durante cuánto tiempo un rostro querido que se aleja en una enfermedad, en una locura, en un odio, en la muerte, sigue siendo aún reconocible? ¿Dónde está la frontera tras la cual un «yo» deja de ser «yo»? El gesto brutal del pintor, en Bacon. Retratos y autorretratos. Madrid: Debate, 1996
PD: La película está en estreno en Lima. Para los que, por alguna u otra razón no pueden verla, pueden presionar el siguiente link para descargar la película gratis: http://www.divxonline.info/pelicula/2218/Anamorph-2007
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario