{Afiche de la película American Psycho basada en la novela del mismo nombre. La directora fue Marry Harron, la misma que filmó I shot Andy Warhol. Dos películas de culto, aunque, valgan verdades, la última, donde se narra la vida de Valery Solanas, la formuladora del SCUM o sociedad castradora de hombres, fue mejor que la American Psycho (cualquier explicación lo dejo para los comentarios)}.
A mediados de los noventas, la poeta huarasina Tania Guerrero (http://urbanotopia.blogspot.com/2006/10/tania-guerrero.html ) vino a buscarme porque tenía que recoger unos materiales en Lima y consultar algún tema con la poeta C. O a quien fuimos a buscar en un conocido instituto documentario dedicado a la mujer. Aquél día, mientras mi amiga revisaba algunos libros en una oficina que fungía de biblioteca, tuve una conversación informal con C.O. El tema, lo recuerdo bien, fue la novela American Psycho de Bret Easton Ellis (recomiendo leer Menos que Cero y Las Reglas de la Atracción, después se ha entrampado en un asunto de vampiros, chupasangres, chupacabras y chupacualquiercosa). Mientras yo me inclinaba por los asesinatos y la brutalidad del personaje, un yuppie desquiciado que empieza a matar sin motivos aparentes, C.O. se inclinaba por las cien primeras páginas de la novela, las que narran y describen los electrodomésticos y el recargado uso de marcas de ropa y de enceres inservibles. En un punto de no retorno de la conversación (esos momentos en los que es mejor callar para no amargar al interlocutor, más si es una dama que trata de ponerse interesante y culturosa) pensé secretamente en Yasuo Tanaka, el fenómeno cultural japonés de los ochentas de quien yo había leído la novela Nantonaku, Sentimiento Cristal (o “Cristal” simplemente, según las escasas traducciones al inglés), repleta de nombres de marcas y estribillos comerciales que es de donde copia American Psycho (publicada en 1991) todo ese discursillo marcketero. Obviamente, preferí callar, no había razón para convertirme en aguafiestas ni atropellar tamaña emoción por la incorporación de marcas en las novelas (aunque no lo crean soy muy respetuoso de la emoción ajena, así sea una emoción falsa o basada en un elemento chueco). Entre el consumista acartonado Easton Ellis y el protoconsumista del capitalismo oriental anti-Zen Yasuo Tanaka (no confundir con un politólogo decadente local), es claro que el segundo se lo lleva de encuentro, por lo menos es auténtico y le canta al mercado sin aspavientos. Es un enemigo declarado y se enorgullece de serlo. ¡Que le pasen las espadas de la crítica!
Por lo tanto, perdonando esas cien primeras páginas de American Psycho, lo mejor que tiene esa novela son los asesinatos: cómo cocina a una mujer y cómo degolla a un niño, entre otros donde la sangre llega al río y al rostro sorprendido del lector. La parte final de la persecución donde los yuppies se mimetizan y se confunden (porque todos son y deben ser el mismo) y explotan autos y otros recursos hollywoodenses puede pasarse por alto y sólo sirven de “masa muscular” (o, mejor, grasa, “aceite de avión”) para la arquitectura del texto, el cuerpo escritural.
Hay que recordar que en el Perú en 1997 se publicó “Contraeltráfico” de Manuel Rilo que también apela con criterio cachaciento (y harta violencia callejera) al recurso de las marcas, aunque en su caso está más ligado a la moda y a las marcas de ropa de élite (Armani, Chanel, DK, Dolce Gabana, Valentino, etc.,); aunque (habráse visto) también apoya la industria nacional: “Terminé de vestirme. Me decidí por unas bermudas a cuadros Náutica. Un polo negro con un estampado de un bebé gruñón de Efetus (industria nacional), y unas zapatillas negras de Topaia. En la mochila metí otras prendas para la noche. Un jean desteñido de Canal y una camisa verde de Marithe Girbaud”. Contraeltráfico, El Santo Oficio Ediciones, pg. 106.
La incorporación abundosa y desenfrenada de marcas en la novela de Yasuo Tanaka marca un punto de quiebre de penetración del consumismo capitalista en el mundo creador novelero (lo “novelístico” lo dejamos en duda). Es una inyección aceitosa en la nalga rosada de la literatura. Esta incorporación, que podría tranquilamente funcionar como “publicidad” (algo así como en la cinematografía cuando enfocan relojes Rolexs, Lentes Ray bam, bolsos Louis Button, autos Audi, o zapatillas Nike, New Balance, All Star, Puma, lecoq sportif, etc., usando el celuloide como vitrina), es quizá el reverso de la propaganda anarquista de fines del siglo XIX donde la bomba era “la propaganda de hecho” narrado en la novela El Agente Secreto de Joseph Conrad (la explosión y por consecuencia la destrucción y la muerte eran la expresión de la disconformidad, eran la “vitrina” de la disconformidad. En el Perú, en un libro de Roger Mercado, leí que “las bombas son el grito de expresión de las masas oprimidas” ¿!). Hoy la “bomba sucia” (de uranio o plutonio) es la totémica publicidad que como un gusano electrónico o gusano triquinoso se mete en las conciencias de los consumidores (psicosociales dirigidas) para monitorearlos y obligarlos a comprar lo que sea. Compra o muere es la consigna de estos tiempos (la oligofrenia-paranoia-compradora ha establecido el roba, mata y compra), y aunque es una verdad de perogrullo, lo cierto es que en literatura los críticos y letratenientes callan lo que le conviene. A esto hay que sumarle los escritores sutiles que venden confort, formas de vida de sumisión y sujeción, estándares de conformidad y laxitud donde la rebelión o la disconformidad es sinónimo de terrorismo (este mote es un anatema global impuesto por el imperialismo global desde las épocas del actorzuelo y criminal, Ronal Reagan). Estos escritores sutiles (opuestos a los escritores MultiDrogosResistentes de la que ya he hablado en otro post: http://rodolfoybarra.blogspot.com/search?q=escritores+multidrogos+resistentes) no nos hablan de marcas porque se han tragado entero al sistema y excretan mierda, el bagazo sintetizado y libre de impurezas, la flora intestinal-mental con la que se escribe en estos días. Basta revisar los libros de las estanterías para darnos cuenta. La estética (capitalista) ha fagocitado la ética (¿socialista?). Nos debatimos en un mundo de apariencias donde el libro también es una mercancía manipulada por la reacción y por sus peritos psiquistas.
Pero no nos alejemos, ya habrá motivo para otro post sobre este punto.
Siguiendo con las marcas publicitarias en la novela moderna hay que tener en cuenta que en novelas urbanas como la de Rilo, lo que busca el autor (por contraste) es la ironía, la denuncia y sobre todo una gran carcajada sobre los atavíos que, en algunos casos, apenas nos distinguen de los monos. De todas formas, esperamos más Rilos y menos Tanakas (a la larga este último se hizo político, siempre lo fue, y llegó a ser gobernador de Nagano-Japón en el 2000, en su biografía consta que reprobó el ingreso a la universidad). Más escritores que puedan demoler las marcas, las modas, los criterios consumistas, el catecúmeno culto a los mp3, mp4, Ipod, noteboock, las cámaras fotográficas captadoras de sonrisas cosméticas y tanta estupidez que destruye y trastorna las conciencias de los jóvenes y no tan jóvenes. Y menos escritores que hablen de banalidades o de cómo se escribe una novela, (cómo flatulentea un plagiario regio (Bryce Echenique)) o historias pequeñoburguesas o ditirámbicas que a las justas reemplazan a las telelloronas mexicanas o los stand comedys de un fenilcetonúrico que se las quiere dar de payaso (Bayly).
La muerte de la cultura de la mercancía llegará de la mano de la educación, la lectura y de la conciencia de clase o en su defecto de la posición de clase del que ha decidido apostar por las mayorías engañadas y sometidas a la dictadura de la falacia. Recordemos aquella frase de Lenin cuando dijo que “la burguesía nos vendera la soga con la que los ahorcaremos”. La literatura es, para los escritores e intelectuales del pueblo, la soga que se apretará en el cuello de la mentira. Sólo nos salvará la lucidez porque la ignorancia es entreguista y hueleguiso: calla, otorga y se pone en la cola para cobrar por los favores. Por eso entendemos a todos esos escritorzuelos que se lamen como perros entre ellos, aquellos poetastros que le cantan a “las patitas de la hormiga” o a la luna (como aquella canción del toro enamorado), aquellos blogers acojudados que no hablan de política porque no quieren “ganarse” problemas (y si hablan es para defender un sistema seudodemocrático, gusanera de tanto mediocre y que hiede a berrinche).
Quisiera acabar, asumiendo una “propaganda de hecho” escritural, con una cita de Condorcet que aparece en “Los Muros Tienen La Palabra”, periódico mural de La Sorbona en mayo del 68. Recopilación de Julián Besancon, Editorial Extemporáneos, pag, 159:
“La Humanidad sólo será feliz cuando el último capitalista sea colgado con las tripas del último izquierdista”.
Continuará.
Por lo tanto, perdonando esas cien primeras páginas de American Psycho, lo mejor que tiene esa novela son los asesinatos: cómo cocina a una mujer y cómo degolla a un niño, entre otros donde la sangre llega al río y al rostro sorprendido del lector. La parte final de la persecución donde los yuppies se mimetizan y se confunden (porque todos son y deben ser el mismo) y explotan autos y otros recursos hollywoodenses puede pasarse por alto y sólo sirven de “masa muscular” (o, mejor, grasa, “aceite de avión”) para la arquitectura del texto, el cuerpo escritural.
Hay que recordar que en el Perú en 1997 se publicó “Contraeltráfico” de Manuel Rilo que también apela con criterio cachaciento (y harta violencia callejera) al recurso de las marcas, aunque en su caso está más ligado a la moda y a las marcas de ropa de élite (Armani, Chanel, DK, Dolce Gabana, Valentino, etc.,); aunque (habráse visto) también apoya la industria nacional: “Terminé de vestirme. Me decidí por unas bermudas a cuadros Náutica. Un polo negro con un estampado de un bebé gruñón de Efetus (industria nacional), y unas zapatillas negras de Topaia. En la mochila metí otras prendas para la noche. Un jean desteñido de Canal y una camisa verde de Marithe Girbaud”. Contraeltráfico, El Santo Oficio Ediciones, pg. 106.
La incorporación abundosa y desenfrenada de marcas en la novela de Yasuo Tanaka marca un punto de quiebre de penetración del consumismo capitalista en el mundo creador novelero (lo “novelístico” lo dejamos en duda). Es una inyección aceitosa en la nalga rosada de la literatura. Esta incorporación, que podría tranquilamente funcionar como “publicidad” (algo así como en la cinematografía cuando enfocan relojes Rolexs, Lentes Ray bam, bolsos Louis Button, autos Audi, o zapatillas Nike, New Balance, All Star, Puma, lecoq sportif, etc., usando el celuloide como vitrina), es quizá el reverso de la propaganda anarquista de fines del siglo XIX donde la bomba era “la propaganda de hecho” narrado en la novela El Agente Secreto de Joseph Conrad (la explosión y por consecuencia la destrucción y la muerte eran la expresión de la disconformidad, eran la “vitrina” de la disconformidad. En el Perú, en un libro de Roger Mercado, leí que “las bombas son el grito de expresión de las masas oprimidas” ¿!). Hoy la “bomba sucia” (de uranio o plutonio) es la totémica publicidad que como un gusano electrónico o gusano triquinoso se mete en las conciencias de los consumidores (psicosociales dirigidas) para monitorearlos y obligarlos a comprar lo que sea. Compra o muere es la consigna de estos tiempos (la oligofrenia-paranoia-compradora ha establecido el roba, mata y compra), y aunque es una verdad de perogrullo, lo cierto es que en literatura los críticos y letratenientes callan lo que le conviene. A esto hay que sumarle los escritores sutiles que venden confort, formas de vida de sumisión y sujeción, estándares de conformidad y laxitud donde la rebelión o la disconformidad es sinónimo de terrorismo (este mote es un anatema global impuesto por el imperialismo global desde las épocas del actorzuelo y criminal, Ronal Reagan). Estos escritores sutiles (opuestos a los escritores MultiDrogosResistentes de la que ya he hablado en otro post: http://rodolfoybarra.blogspot.com/search?q=escritores+multidrogos+resistentes) no nos hablan de marcas porque se han tragado entero al sistema y excretan mierda, el bagazo sintetizado y libre de impurezas, la flora intestinal-mental con la que se escribe en estos días. Basta revisar los libros de las estanterías para darnos cuenta. La estética (capitalista) ha fagocitado la ética (¿socialista?). Nos debatimos en un mundo de apariencias donde el libro también es una mercancía manipulada por la reacción y por sus peritos psiquistas.
Pero no nos alejemos, ya habrá motivo para otro post sobre este punto.
Siguiendo con las marcas publicitarias en la novela moderna hay que tener en cuenta que en novelas urbanas como la de Rilo, lo que busca el autor (por contraste) es la ironía, la denuncia y sobre todo una gran carcajada sobre los atavíos que, en algunos casos, apenas nos distinguen de los monos. De todas formas, esperamos más Rilos y menos Tanakas (a la larga este último se hizo político, siempre lo fue, y llegó a ser gobernador de Nagano-Japón en el 2000, en su biografía consta que reprobó el ingreso a la universidad). Más escritores que puedan demoler las marcas, las modas, los criterios consumistas, el catecúmeno culto a los mp3, mp4, Ipod, noteboock, las cámaras fotográficas captadoras de sonrisas cosméticas y tanta estupidez que destruye y trastorna las conciencias de los jóvenes y no tan jóvenes. Y menos escritores que hablen de banalidades o de cómo se escribe una novela, (cómo flatulentea un plagiario regio (Bryce Echenique)) o historias pequeñoburguesas o ditirámbicas que a las justas reemplazan a las telelloronas mexicanas o los stand comedys de un fenilcetonúrico que se las quiere dar de payaso (Bayly).
La muerte de la cultura de la mercancía llegará de la mano de la educación, la lectura y de la conciencia de clase o en su defecto de la posición de clase del que ha decidido apostar por las mayorías engañadas y sometidas a la dictadura de la falacia. Recordemos aquella frase de Lenin cuando dijo que “la burguesía nos vendera la soga con la que los ahorcaremos”. La literatura es, para los escritores e intelectuales del pueblo, la soga que se apretará en el cuello de la mentira. Sólo nos salvará la lucidez porque la ignorancia es entreguista y hueleguiso: calla, otorga y se pone en la cola para cobrar por los favores. Por eso entendemos a todos esos escritorzuelos que se lamen como perros entre ellos, aquellos poetastros que le cantan a “las patitas de la hormiga” o a la luna (como aquella canción del toro enamorado), aquellos blogers acojudados que no hablan de política porque no quieren “ganarse” problemas (y si hablan es para defender un sistema seudodemocrático, gusanera de tanto mediocre y que hiede a berrinche).
Quisiera acabar, asumiendo una “propaganda de hecho” escritural, con una cita de Condorcet que aparece en “Los Muros Tienen La Palabra”, periódico mural de La Sorbona en mayo del 68. Recopilación de Julián Besancon, Editorial Extemporáneos, pag, 159:
“La Humanidad sólo será feliz cuando el último capitalista sea colgado con las tripas del último izquierdista”.
Continuará.
10 comentarios:
Adelante compañero, nadie puede negar su lucidez y su antiacademicismo. Siga adelante. Lo apoyamos.
José Córdova
Qué tal, Rodolfo:
La otra película de Marry Harron no la he visto. Así que no te puedo dar mi parecer si ésta o American Psycho es mejor o no.
Y como afirmas, la película no es una típica película gore o de satisfacción sexual como lo ven algunos. Relacionándolo con todo lo que dices en tu post, este patita cree sentirse mejor haciendo alarde de la mierda del consumo, mas no lo consigue. Sufre tanto, y vemos ahí -creo yo- esa actitud de ocultarse ante lo "cool". El sexo, de igual forma, es más un alarde que una pasión; un desahogo no carnal, sino de superioridad. Solo asesinando este personaje es lo que es Patrick Pateman -así se llama, no?-. El filme es genial. Es uno de los pocos asesinos que merecen mi simpatía.
Esto del consumo, y todas sus ramificaciones se ha vuelvo en la didáctica de los que no ven o no perciben mayores problemas. A veces veo el Face de algunas personas y es lamentable lo que se puede encontrar: vanalidad en su más alto grado.
La novela se puede hallar en internet para los que desean leerla. Y sí, desde la primera página ya se cita las marcas de diferentes prendas de vestir. La novela del japonés tengo que conseguirla.
Una pregunta, Rodolfo. Particularmente, yo comparto tu idea de que se deje de teorizar sobre la literatura en la misma literatura. De ahí salió la metaliteratura y todos los seguidores peruanos de este estilo. Actualmente es "el" estilo, como creen muchos.
Pero, mejor novela que La disciplina de la vanidad (Thays) me parece Casa de Islandia (Castañeda, el cual -creo- luego de este libro, ya no ha vuelvo a ser el mismo. Sus demás obras creo que se olvidarán rápido, mas no la primera). Y si bien es cierto que estas últimas ni les va ni les viene lo político en sus páginas, creo que en su estilo pueden considerarse buenas. bueno, como te digo, mejor me parece Casa de Islandia. Ambas se deben bastante. Y ambas deben a la literatura foránea más que a la nuestra.
La pregunta es: ¿Qué te parece ese libro, el de Luis Herán?
Saludos, Rodolfo.
Lamentablemente no pude asistir al bar Zela el pasado viernes. ¿En qué quedó todo? ¿Las disculpas del tombo ese fueron suficientes?
Jesús Jara.
Qué tal, Rodolfo:
1.- La otra película de Marry Harron no la he visto. Así que no te puedo dar mi parecer si ésta o American Psycho es mejor o no.
Y como afirmas, la película no es una típica película gore o de satisfacción sexual como lo ven algunos. Relacionándolo con todo lo que dices en tu post, este patita cree sentirse mejor haciendo alarde de la mierda del consumo, mas no lo consigue. Sufre tanto, y vemos ahí -creo yo- esa actitud de ocultarse ante lo "cool". El sexo, de igual forma, es más un alarde que una pasión; un desahogo no carnal, sino de superioridad. Solo asesinando este personaje es lo que es Patrick Pateman -así se llama, no?-. El filme es genial. Es uno de los pocos asesinos de ficción que merecen mi simpatía.
Esto del consumo, y todas sus ramificaciones se ha vuelvo en la didáctica de los que no ven o no perciben mayores problemas. A veces veo el Face de algunas personas y es lamentable lo que se puede encontrar: vanalidad en su más alto grado.
La novela se puede hallar en internet para los que desean leerla. Y sí, desde la primera página ya se cita las marcas de diferentes prendas de vestir. La novela del japonés tengo que conseguirla.
Una pregunta, Rodolfo. Particularmente, yo comparto tu idea de que se deje de teorizar sobre la literatura en la misma literatura. De ahí salió la metaliteratura y todos los seguidores peruanos de este estilo. Actualmente es "el" estilo, como creen muchos.
Pero, mejor novela que La disciplina de la vanidad (Thays) me parece Casa de Islandia (Castañeda, el cual -creo- luego de este libro, ya no ha vuelvo a ser el mismo. Sus demás obras creo que se olvidarán rápido, mas no la primera). Y si bien es cierto que estas últimas ni les va ni les viene lo político en sus páginas, creo que en su estilo pueden considerarse buenas. bueno, como te digo, mejor me parece Casa de Islandia. Ambas se deben bastante. Y ambas deben a la literatura foránea más que a la nuestra.
La pregunta es: ¿Qué te parece ese libro, el de Luis Herán?
Saludos, Rodolfo.
Lamentablemente no pude asistir al bar Zela el pasado viernes. ¿En qué quedó todo? ¿Las disculpas del tombo ese fueron suficientes?
Jesús Jara.
Qué tal, Rodolfo:
La otra película de Marry Harron no la he visto. Así que no te puedo dar mi parecer si ésta o American Psycho es mejor o no.
Y como afirmas, la película no es una típica película gore o de satisfacción sexual como lo ven algunos. Relacionándolo con todo lo que dices en tu post, este patita cree sentirse mejor haciendo alarde de la mierda del consumo, mas no lo consigue. Sufre tanto, y vemos ahí -creo yo- esa actitud de ocultarse ante lo "cool". El sexo, de igual forma, es más un alarde que una pasión; un desahogo no carnal, sino de superioridad. Solo asesinando este personaje es lo que es Patrick Pateman -así se llama, no?-. El filme es genial. Es uno de los pocos asesinos de ficción por el que guardo simpatía.
Esto del consumo, y todas sus ramificaciones se ha vuelvo en la didáctica de los que no ven o no perciben mayores problemas. A veces veo el Face de algunas personas y es lamentable lo que se puede encontrar: vanalidad en su más alto grado.
La novela se puede hallar en internet para los que desean leerla. Y sí, desde la primera página ya se cita las marcas de diferentes prendas de vestir. La novela del japonés tengo que conseguirla.
Una pregunta, Rodolfo. Particularmente, yo comparto tu idea de que se deje de teorizar sobre la literatura en la misma literatura. De ahí salió la metaliteratura y todos los seguidores peruanos de este estilo. Actualmente es "el" estilo, como creen muchos.
Pero, mejor novela que La disciplina de la vanidad (Thays) me parece Casa de Islandia (Castañeda, el cual -creo- luego de este libro, ya no ha vuelvo a ser el mismo. Sus demás obras creo que se olvidarán rápido, mas no la primera). Y si bien es cierto que estas últimas ni les va ni les viene lo político en sus páginas, creo que en su estilo pueden considerarse buenas. bueno, como te digo, mejor me parece Casa de Islandia. Ambas se deben bastante. Y ambas deben a la literatura foránea más que a la nuestra.
La pregunta es: ¿Qué te parece ese libro, el de Luis Herán?
Saludos, Rodolfo.
Lamentablemente no pude asistir al bar Zela el pasado viernes. ¿En qué quedó todo? ¿Las disculpas del tombo ese fueron suficientes?
Jesús Jara.
El consumo, sin embargo, tiene una presencia de larga data en la novela occidental, de hecho nos remite al realismo del siglo XIX, donde las redes de relaciones estan fuertemente marcadas por la economia y una de las formas de hacer visible la ciudadania en esa tradicion narrativa es, precisamente, a traves del consumo.
La película sobre Warhol es mejor, en gran parte por la extraordinaria interpretación de Lili Taylor. Les recomendaría ver solamente la versión subtitulada, el doblaje al español arruina el efecto que provoca su trabajo.
Estos textos de metaliteratura me complican un poco, pero está bie, es tu estilo y se respeta.
Jorge
Gracias por el comentario Jesús Jara. Sobre la novela de Castañeda, espero dar una opinión pronto.
Sobre "El Averno" no creo que un apretón de manos sea suficiente, sabiendo que la "institución" policial padece de una metástasis que hace inviable cualquier credibilidad.
Saludos.
Nuevamente por aquí, Rodolfo:
Muchos comentarios de mi parte, creo. ja.
Cuando te pregunté por la novela de Castañeda, me refería a Casa de Islanda (la que hace uso de la metaliteratura totalmente), y no a la última: el futuro de mi cuerpo, aunque al final lo "real" en esta obra, puede quedar practicamente olvidado, ya que da más importancia a una personalidad y sus vicesitudes amorosas.
Y bueno, lo de El Averno y ese tombo. Solo me imagino ese apretón de manos y una risa fingida.
Recuerdo que en un post anterior, diste a conocer una editorial nueva: Inestable. ¿Solo aparecerá en las ferias o tiene su espacio propio en determinado lugar? Si es esto último espero que me puedas pasar el dato. La vez que fui pude encontrar maravillas, solo que me alcanzó para comprar algunas cuantas.
Saludos.
Jesús Jara.
Sí, claro, lo que pasa es que para dar opinión sobre un autor, no me basta leer un primer o último libro; prefiero lo holístico a lo particular.
Sobre "Inestable", tengo entendido que sólo funcionará en ferias, aunque también está en la net, cuestión de buscar un poco.
Publicar un comentario