lunes, 29 de septiembre de 2008

LITERATURA DEL BANG. Parte I.(Guerra de la literatura o literatura de la guerra. Algunos tópicos sobre el "Bang Literario")



Escribir sobre política como escribir sobre cualquier tema que comprometa nuestra posición cosmogónica –imagino- es un problema ético y deontológico en el que se debate cada cierto tiempo el escritor “libertario”, “independiente”, acucioso intérprete y maniobrador nato de los continuas actualizaciones y deformaciones de la palabra “democracia” y de los clisés “Estado”, “pueblo”, “desarrollo”, etc.; términos licuefactados y mal definidos en el vademécum reaccionario y glosario heterodoxo sujeto a los peores barbarismos, con los que muchos –en este caso- logran remontar y justificar una obra literaria, por lo general, retórica y sinuosa, trastabillando en los limbos de la mitomanía y la soberbia teórica que en política –el fin supremo de sus vicios- simplemente equivaldría a demagogia, o sea la cháchara de los candidatos y el discursillo exclamativo para ganar electores desatentos y aculturados, cuando no los marginados de siempre mantenidos en la ignorancia educativa y social.
La política para el escritor complaciente, alérgico y prurítico a los debates y polémicas ideológicas, es como resultado esmegmático poco menos que “La Peste” de Camus, o el golém metafísico (monstruo creado para fines egotistas –judíos con anhelos libertarios de fórmulas aberrantes- que como el Frankenstein se vuelve contra su amo), un tópico tan temido como el lupus u otra enfermedad endémica donde el cuerpo, sin razón, se ataca a sí mismo (¿es acaso la conciencia del escritor diletante su propio enemigo?). Es por ello que estos escribas buscan a toda costa crear una realidad aparente y paradigmática donde las cosas suceden al modo en que el escritor desclasado y lobotomizado quiere que sean, atropellando y desvirtuando en su loca carrera la realidad y la historia misma.
A menudo escucho problematizar a mis compañeros de ruta sobre algún mal entendido entre literatura, política e historia, ética-estética, o alguna “alteración del orden” donde algún escribidor “ha metido la pata” mostrando su desteñido tinte político-partidario o diciendo (o escribiendo) algo que estaba “subido de tono” en relación a alguna toma de posición o a alguna condena con respecto al orden establecido (¿por quién?), por los mismos que no quieren escuchar nada de política ni nada que se le parezca, ni mucho menos condenas a un status quo aprobado y sacramentado por –supuestamente- todos.
Quizás sea por miedo o por falta de cultura o conocimiento de la realidad concreta o derrepente por cuestiones acomodaticias para permitir que su obra no sea censurada y que se le sigan “abriendo las puertas” editoriales, las invitaciones, los vernisagges, la difusión tan dada a los amarres y a las mafias literarias (los perros de presa, señorones con birrete o criticuelos con motosierra) defensores de un sistema decadente en estos tiempos de exterminio y libremercadismo ad portas –y lo digo sin delirios, ni posturas de profeta y a pesar de que esto suene también a literatura ficcional, pero en realidad no lo es- de que se acabe el petróleo y empiecen las luchas por el agua y por mejores lugares donde no se halla dañado indefectiblemente a la naturaleza. Y, tal vez por ello, a lo que los especialistas denominan comfort, es que muchos escritores prefieren mostrarse como “independientes”, “amigos de todos”, “ni con dios ni con el diablo” en un perfecto centro catatónico y mediocampista, sin definición posible (literatura del “justo medio” lo denominan algunos) que le permita sobrevivir, reptar ramplonamente en un mundo cultural, no exento de la lucha de clases y los innegables antagonismos, mucho menos de los falsos valores y la típica hipocresía y doble moral en que se desenvuelven día a día, mostrando sus rostros de Jano, los rostros del “mito del andrógino” platónico o del ente geminiano.
Siempre he pensado que el cobarde engendra al traidor, toda mi vida he caminado –sin ser un eremita- en la verdad y en la razón, mi raison d’etre, a veces más tirado a uno de estos dos grandes faroles; hubo momentos en que la crisis político-social me pusieron –como a muchos de mi generación- entre la espada y la pared. Nunca bajé (bajamos) la guardia, ni en los momentos más difíciles cuando fui(mos) detenido(s) y obligado(s) a declarar lo que no era cierto en una de esas marchas que desde 1980, y aún antes, no han parado de darse en este país, unas más violentas que otras, unas más históricas o “rutinarias” donde se ganó o perdió algo, aún así como dijo alguien “no desperdiciamos nuestra juventud”, ni escapamos a los vaivenes de la historia o a nuestro sulfurado hábitat. Acudimos prestos a dar lo mejor de nosotros. Las batallas se dieron y se darán, todas persiguieron casi lo mismo: mejores derechos reivindicativos (a corto plazo) dentro de una lucha política en función a derribar una farsa democrática -un supuesto estado de derecho y una legitimidad impuesta a latigazos vía los gendarmes y los mercenarios que custodian al poder- y en el que las huelgas, las marchas, la agitación y propaganda (agit-prop) lucha y batalla constante por devolverle al pueblo su natural derecho a gobernarse jugaron un papel preponderante, como ocurrió con los actos de sabotaje y enfrentamientos directos al tirano apátrida y criminal Alberto Fujimori, ahora sentado en el banquillo de los acusados, a quien prácticamente el pueblo expectoró en perfecta y encarnada desobediencia civil; la justicia no se hace en el papel, sino en las calles en la confrontación con el mundo material, con la Babilonia de cemento.
Así entre patadas, bombas lacrimógenas, varazos y sumergimientos, de mi boca y de mi puño–como ahora y como en aquellos tiempos- sólo salió la verdad, y es que el escritor no ha nacido para escribir desde su torre de marfil alejado del mundo que lo rodea, el escritor ha nacido para ensuciarse las manos y palpar y revolucionar su espacio-tiempo histórico. El escritor ha nacido para bajar al llano. El escritor ha nacido en el “Llano en llamas”, bregando por un “Mundo Feliz” en el que tiene que “intelectualizarse” para entender la humildad de su pueblo y reflejar sus necesidades y ambiciones. En resumidas cuentas el escritor ha nacido del mismo pueblo y se debe a él: “todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él” dijo el poeta, le hacemos caso y lo refrendamos con la realidad.
Alguien por ahí afirmó que “nunca olvidamos a nuestros amigos muertos, mucho menos olvidaremos a nuestros enemigos vivos”. Ahora que el tiempo ha pasado y luego que la mordaza parece haberse institucionalizado y haberse forjado un bozal de acero, gracias al engaño y al trabajo masmediático: “una cultura de la automordaza”, el miedo y la coerción en sus formas más sutiles y deplorables generando esa raza de ganapanes y turiferarios que no son capaces de levantar la voz ante un hecho indignante y que más bien se complacen en sobarle la espalda y sus dolores reumáticos al sistema decadente, susurrando ominosas odas, cánticos de alabanza y loas al grillete impuesto, haciendo las veces de alcanzarrejones, vulgares chupamedias y rastreros comediantes de una historia que no tardará en enjuiciarlos. Ahora que cualquier trabajo, y menos si este tiene que ver con opinión se pide seas “apolítico”, libre de alguna mancha que lo pueda sindicar a uno al cáncer de la izquierda, a la “lepra terrorista” como te motejan cuando se reclama justicia social, escuelas, universidades, centros de salud o por una justa “canasta familiar”, sueldos más justos a un Estado (leviatán) sátrapa que se ha vuelto más necio y peor negociante, embrujado y envilecido por la gorgona del imperialismo, gendarme de intereses ajenos y convertido en esa piedra de sal que le da la espalda a las masas hambrientas; pero sí cuando hay que reprimir muestra los filudos dientes y las garras y no depara en mandar a las mazmorras o al paredón a quien ose enfrentarlo. Cuestiones de las que el escritor o el que dice serlo no está al margen, así quiera proteger su pellejo o enterrar su cabeza como el avestruz para no ver lo que la realidad cotidiana le enrostra infaliblemente en una tautología que no admite errores, equívocos o abstracciones.
Un escritor respira y calza, paga pasaje, impuestos, arbitrios, tiene que hacer el mercado o comprarse un lapicero, un USB, hojas, fólderes, fichas, libros, revistas, etc., aparte del castigo que es pagar la renta, estudios, y en el peor de los casos hospital y servicios médicos; todo eso le hace un ser partícipe de su entorno social, del proceso productivo, quiera o no. El escritor, en la división internacional del trabajo, no es más que un asalariado (del sistema), que tiene que tener cuidado en no empeñar –lo único que es verdaderamente intrínseco a su yo- su conciencia y sus principios. El “arma” principal del escritor entonces, no es su “tecnología literaria”, su “arte gramatical”, su “creatio”, a fin de cuentas, herramientas que se pueden aprehender, sino su moral, su ética, sus principios, su ideología con el que decodificar y enfrentar al mundo y al tiempo que le ha tocado vivir. He ahí donde tiene que justificar su existencia y su intelecto.


La “mermelada” y los buenos puestos han hecho de algunos escritores unos perfectos criados y sirvientes del sistema que -quieran o no- los oprime y sólo les da las sobras y las migajas, motivo por el cual traicionan a su base social de la cual son parte. Muchos felipillos literarios se rasgan las vestiduras cuando le mencionan el tema, se hacen los orates, miran a un costado, se enjugan la frente y te responden con voz engolada que ellos “no se meten en política, porque la política es asquerosa” y precisa e irónicamente es asquerosa porque justifican con sus vidas erráticas el escarnio y la mentira, el poder y el robo viviendo en un silencio cómplice con el que se aseguran a sí mismos y a sus familias que justifican –a su vez- al “mermelero”, porque esa es la idea de “familia” que infunde el viejo estado: una idea decadente, basada en las mentiras y en las apariencias, una máscara de cera que se derrite ante el fuego propano de la verdad. La política –o la praxis política, inevitable- no puede ser sucia si quienes la practican no están sucios también, ellos son quienes le otorgan el adjetivo correspondiente, así traten de pasar desapercibidos o mimetizarse con respuestas excluyentes o salivaciones majestuosas.
Nadie quiere decir nada, ni dar una opinión; y sería un “horror” si algún cuento, poema o escrito de su factoría lo delatara como portavoz de algún desencanto con el sistema, alguna línea torcida o retorcida cuyo cordón de plata podría estar en las bases de algún partido declarado ilegal. Horror vacui cien veces y el peso de la ley y el orden en látigos de cilicio o la rectificación inmediata (…No quise decir eso, hubo una equivocación, me retracto, sírvase por favor publicar mi carta aclaratoria, disculpe Ud. no volverá a ocurrir, mis respetos, etc.).
En los ochentas, esto estuvo más acentuado y se dio en todos los estatus y para coronar con una mitra de espinas dicha actitud infame salió la famosa y draconiana ley de “apología del terrorismo” que conminaba a una prisión efectiva de 2 a 8 años a quien osara dar su opinión y mostrar sus acercamientos ideológicos por más que sólo fueran coincidencias, nada oficial, ningún cargo de confianza con algún grupo alzado en armas, etc. La caza de brujas reprimió una temática histórica y la redujo a escasos panfletos y a textos periodísticos de diarios en la clandestinidad. Muchos recuerdan a fines de los ochentas a un puesto de periódicos en el Parque Universitario donde a través de fotostáticas se difundían cuentos, noticias y literatura sobre la guerra interna. Hay que recordar que muchos canillitas fueron puestos a disposición de la procuraduría para casos de terrorismo. Espichán Tumay, uno de los procuradores de aquella época, al modo de los macartistas, se regocijaba mandando a la cárcel a cuanto “terrorista” encontrara en su camino. La inocencia no era un concepto a priori que se tenía que respetar, sino una debilidad sobre la que el más fuerte podía demostrar su poderío y su ensañamiento; pero siempre, como en las mayorías de las historias de la humanidad, la soberbia del fuerte encontró la violencia del débil.

Así durante largos años muchos escritores escribieron “en azul” y se cuidaron de que su palabra se viera teñida por la sangre de la guerra interna, cuyos muertos no solo nos tocaban las plantas de los pies cuando uno cruzaba una calle camino a la universidad o a la fábrica, sino que a veces tocaban a nuestras puertas, sólo había que ver. Después del cochebomba de Tarata no dudaron de que algo habría que hacerse, alguna novelilla o cuento para capitalizar a todas las víctimas que no se veían reflejadas en algún libro o no terminaban de pasar por la páginas de defunciones de algún periódico burgués (estercolero lo llaman los obreros leídos) o vocero de las transnacionales plutócratas.
La famosa Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) nos dio un pequeño viso de lo que aquí se vivió. Aprovechando, quizá, la coyuntura, muchos escritores se han librado aparentemente de sus grilletes y están escribiendo de lo que aquí pasó; lamentablemente –era de esperarse- que ciertos plumíferos mostraran una realidad trastocada con una “historia de los vencedores” (Herodoto dixit) que ni ellos mismos se lo creen. La guerra se ha convertido en un buen tema y “vende” tal y como descaradamente manifiesta Santiago Roncagliolo en la introducción de su libro “La Cuarta Espada”, sin mayores ambiciones que la netamente y metálica crematística. Lo cierto es que libros como “Abril Rojo” o “Historia de Mayta” de MVLL, o “La Hora Azul” de Alonso Cueto dan una versión (re)torcida de los hechos, la historia secular cuyo final feliz muchos contaron (o cantaron) antes de tiempo. De ello se desprende que la violencia política vivida en nuestro país fue absorbida por el demencial proceso productivo (mundo del samsara) y ahora es “un producto” pasteurizado y homogenizado cuyas “mejores manufacturas” te entregan un “trabajo”, una “novela” o varias “novelas” para saciar y almibarar el paladar de los lectores sibaritas, los ensebados señores feudales y yuppies embriagados por un rumor de “estabilidad” que todavía guardaban en su memoria fosilizada el amargor y los resabios de la guerra.

Ésta fructificación de versiones nos genera un sincretismo de la verdad, más aún cuando el concepto “Guerra Interna” entra en serias contradicciones con el género que la acoge llámese novela y/o cuento donde el autor se apoya en el recurso de la recreación y la fantasía –otra vez la consabida “libertad del escritor”- para ocultar, desmerecer y sazonar su verdadero protagonismo. Entonces el plumífero crea sus alter egos, disfraza su mentalidad mercado-clérigo-militar y se mimetiza como un insecto asustado en el nuevo mundo Disney, que no es otra cosa que el mundo de Orwell, creado específicamente para consolidar el sistema aberrante en el que es “feliz” por generación espontánea y no necesita nada más que de las migajas de sus amos y las escasas libertadas en el que cree alcanzar la ataraxia y el orgasmo. Salvo –lo digo penosamente- honrosas excepciones.

Acaso no es posible distinguir (en las últimas novelas que tratan sobre la “guerra interna”) al mismo Roncagliolo en el opa Saldívar asustado por un cadáver achicharrado y por la aparición de las “huestes senderistas”. O en “Radio Ciudad Perdida” no hay acaso una visión clasemediera diletante, propio de un radioescucha quien es capaz de entender un mensaje radial a su perfección (acaso la falta de comprensión de lectura no es también una falta de comprensión auditiva). Acaso en la sierra no se habla quechua, aymara; y en la selva (uno de los escenarios de la novela aunque no lo especifique) no primaba el shipibo, conibo, aguaruna u otros dialectos. El programa de radio –habría que preguntarse primero si en estas zonas había aparatos de radio- o buscapersonas que mueve el centro de la novela de los desplazados; no explica –como no se explica el mismo autor- de qué vive, quien los auspicia, cuál es el poder detrás de los medios, quienes la dirigen, qué broadcaster están detrás de todo. Entonces uno se encuentra con una novela fofa, una recreación pequeñoburguesa y delirante, una pantomima de lo que aquí pasó. El recurso telenovelesco del niño que encuentra la absolución de los “pecados” de su padre en la –ahora convertida ipso facto- madrastra discjokey no nos da una claridad necesaria en una literatura que se reclama de la guerra interna o que nos muestra una arista de idealismo humano travestido y prejuiciado al punto que uno de los personajes finales, un subversivo aparece con un nombre árabe (Alaf) ¿?

Volviendo al escritor engagement es posible –afirmar a ciencia cierta- que pocos son los que han podido aportar a una realidad que muchas veces los sobrepasaba y a una estética correcta que muchas veces le fue esquiva. Quizás hubo una buena posición de clase pero un mal o mediano despliegue de recursos literarios, como los que se han venido recogiendo desde las provincias y desde un sector de los penales como son las publicaciones “Desde La Persistencia” o “Camino a Airabamba” donde últimamente se ha estado gestando un importante grupo de literatos cuya misión importante, al parecer, es el de reconstruir una historia a retazos, paralela y en oposición a la historia oficial narrada a través de metempsicosis por sus asalariados vendedores de ilusiones y que nos entrega, sin envíos tardíos, un estado diestro en el látigo y en poner las cosas en orden, pero novato –por decir lo menos- en gobernar para las mayorías olvidadas, incapaz en la distribución de la riqueza, hemipléjico en resarcir a sus ciudadanos infamados y donde la creatividad del “escritor” formal funciona al compás de las rotativas periodiqueras en un plan de acción psicosocial y represor.

Entonces la literatura alejada de la política -por lo expuesto y por lo que se desprende de ello- se convierte en una señora de cabaret, una celestina con un manojo variopinto de posibilidades, presta a mostrarnos el menú a bajo precio, o, en su defecto, la revisitación forzada en los venusterios del oprobio, o sea cárcel y persecución. Siempre este tipo de literatura trae enfermedades; ya Vallejo dijo que para ser revolucionario habría que matar al reaccionario que llevamos dentro, y esto solo se puede hacer quitándonos las anteojeras y el velo, el pasamontañas impuesto por los que trafican con el poder. La literatura sin un puño fuerte que la coja se convierte en un parque de diversiones, un juego de tómbolas cuya lectura de divertimento–de seguro- nos alegrará una tarde, pero luego olvidaremos –como en el mar Leteo- sin más reproches.

No creo que, con esto, esté descubriendo nada nuevo desde los debates entre –más cerca a éstas épocas- Arguedas y Cortázar o -más atrás- entre los rusos de la proletcul, (¿extrañamos a Kirillov?). Todo lo dicho hasta aquí simplemente es un jalón de orejas a los escritores diletantes, los que no quieren hacerse problemas y miran a sus compatriotas por encima del hombro, aplicando un tipo de racismo (incluso el escritor cholo acomodado literariamente cholea al escritor “no integrado”) y un tipo de apartheid que ya envidiarían los nacional-socialistas o los eskind heads, libres de cualquier estigma, más allá del bien y del mal, en los erebos o limbos del paraíso fiscal teórico donde Nietszche o Wagner les arrogarían un gargajo o les prenderían fuego. Sinceramente, creo, es necesario entender que no hay escritor libre de culpa, muchos “pecamos” por “delito” expreso (los que enfrentan al opresor y se muestran como lado visible de una inconformidad beligerante); otros por cobarde omisión (los que callan, asienten y justifican con su silencio toda la opresión) y otros por traidora falsificación, y con esto último me refiero a quienes tratan de travestizar una realidad que le es incómoda o molesta y endosar una realidad que le es más apropiada para el proceso económico libremercadista y para sus fines de “realización personal”, o sea el egoísmo transhumante y atrabiliario propio de una sociedad ortocapitalista con una economía cuyo soporte está en los esclavos (obreros pauperizados, campesinos arrinconados a la siembra de productos no comerciales, jornaleros obligados a hacer trabajos forzados o al destajo y personal de las services con sueldos de hambre, sin seguro social, ni ningún tipo de reconocimiento, comerciantes y pequeños negociantes ahogados en un mar de tributaciones e impuestos y multas) y los señores feudales (burguesía burocrática atornillada en el poder congresal y burguesía compradora con el capital expropiado y saqueado al mismo pueblo al modo sui generis de los pistachos. Alguien dijo que la grasa del pueblo está engordando a los cerdos de la reacción), y cuya pátina en la ciudad funge de modernidad y superación material con inversión foránea (capital golondrino), urbe ficticia con casas multifamiliares tipo ratoneras de 20 metros cuadrados, letreros giratorios, multicines a lo Broadway, vías rápidas (tipo la “expresa de Grau” que no sirve para nada, solo unas cuantas líneas pasan por abajo, mientras por arriba todos los autos y taxis se ven a transitar por una vía más estrecha) y playas paradisíacas en Punta Sal o aisha y telefonía celular (¿blackberry?) -para deleite de los turistas y ciertos daltónicos y estrábicos- pero cuyo real funcionamiento se pone en evidencia en casos de crisis o catástrofes como lo ocurrido en el seísmo del 2007 donde nos dimos cuenta -al colapsar las comunicaciones- que todo era una estafa, vivimos en la “Niebla” de Unamuno, solo nos falta la conciencia del perro que nos ladre al oído o como en Egipto nuestra adoración solemne y genuflexa al dios perro que preside –siempre- desde lo alto las procesiones y al mundo que ha domeñado a punta de ladridos y mordiscos.
Es necesario rescribir juntos nuestra nueva historia. Reempezar las novelas del nuevo tiempo donde el pueblo narre sus osadas epopeyas, sus gloriosas gestas, sus sísifas luchas, sus pantagruélicas huelgas, sus golpes fuenteovejunas, su capacidad de indignarse ante un proceso de degradación y sojuzgamiento. Es necesario ahora reivindicar al hombre, devolverle a la historia su corazón ahora robado y oculto como la espada de Longines. Como se grita en las calles “el miedo se acabó” y uno con la verdad en la mano es mayoría. Es hora de que el escritor verdadero se comprometa con su realidad y con su tiempo. La imaginación no puede estar al servicio del explotador y de la reafirmación del imperialismo y del deshollamiento de los pueblos. Hemos sido llamados al frente de batalla y nuestra pluma es insobornable. Revolucionar la vida dijo el adolescente Rimbaud, revolucionar al mundo dijo el longevo Marx; el superrealista Breton dijo que estas consignas para el escritor verdadero son una sola. Quizás revolucionar la escritura, sea simplemente contar la verdad y servir a la verdad, la decadencia histórica siempre estuvo marcada por la mentira y el escarnio, es momento de alinearse y mostrar lo escrito:
(continuará)

16 comentarios:

Anónimo dijo...

BACÁN ESE BAILECITO DE FAVI...JE JE JE. QUE SIGA LA GUERRITA. NO NOS ABURRAN CON TREMENDO SABADONES, AL MENOS EL TUYO ES MÁS CONSISTENTE Y LE GUSTA A LA TEGEN..

Anónimo dijo...

oye, si no vas a poner nombres, mejor no escribas nada pues. Tanto rollo por gusto.

Anónimo dijo...

BIEN YBARRÓN, NOS VACILA QUE COMBATAS A TODA ESA MAFIA LITERARIA QUE TANTO DAÑO A ESTE PAÌS. SIGUE ADELANTE Y NOSOTROS ATRÀS.

Anónimo dijo...

YBARRA, MIRA LO QUE DICE FAVERÓN DE TU AMIGO HUAMÁN, A QUIEN ATACA SIN QUE SE PUEDA DEFENDER. SOLO TU PUEDES HACERLO YBARREX, NO LO DEJES SOLO:

"La confusión del profesor Huamán es evidente, la vaguedad de las categorías que maneja es problemática y la paradoja que indica no es otra cosa que un fruto de la superficialidad de su aproximación. Si hasta ese punto ha recurrido a Said para explicar que el crítico no debe nunca claudicar en su denuncia y su refutación de los discursos dominantes (en la medida, cabe aclarar, en que esos discursos validen una inequidad social o una situación de subyugación), ahora el profesor Huamán echa mano de las teorías de Benedict Anderson para reclamar que la crítica abra el espacio a la formación de una “comunidad imaginada”.

En otros lugares he señalado los errores frecuentes de la ciega aplicación de las hipótesis de Anderson al caso de la literatura latinoamericana*. No me detendré a mencionar que las especulaciones de Anderson están hechas desde el terreno de la historia y las ciencias sociales que tanto espanto le producen al profesor Huamán cuando se aplican al estudio de la literatura**. Prefiero sólo hacer notar que en ningún lugar de la obra de Anderson se podrá encontrar la idea de que la formación de la “comunidad imaginada” (que Anderson no postula como sucedáneo de país, como piensa el profesor Huamán, sino como explicación del concepto de nación) sea un proceso simbólico deseable o un objetivo que deba ser activamente perseguido.

De hecho, Anderson es profundamente crítico de la forma en que América Latina ha vivido el proceso violentamente nacionalista de constitución de sus “comunidades imaginadas”, porque encuentra que ese proceso siempre ha existido sobre la base de discursos no sólo hegemónicos (lo cual es inevitable) sino ferozmente hegemonizantes, homogeneizadores, que han supuesto en la práctica la relegación y marginación de cualquier forma de discurso disidente, contrahegemónico, residual-contestatario o emergente-reivindicativo.

La “comunidad imaginada” no es, para Anderson --quien acuñó el término y lo definió-- otra cosa que el espacio simbólico de construcción de los discursos nacionalistas, y el resultado de esa construcción, y el nacionalismo, como sabemos, no es jamás un discurso inocente, y no deja de implicar, nunca, diversas formas de segregación. El profesor Huamán, acaso por su consistente rechazo a recurrir a las ciencias sociales en el campo de los estudios literarios, demuestra una inocencia sorprendente cuando postula la posibilidad de constituir, desde la literatura, el espacio de una “comunidad imaginada” que permita “superar las contradicciones de la experiencia colectiva” como si ese proceso se pudiera llevar a cabo sin atropellar las profundas diferencias políticas, culturales y sociales de sus actores, y, es más, como si la constitución de la “comunidad imaginada” fuera un proceso de pacificación (quizá lo sea, pero en el hipócrita sentido de las pacificaciones argentinas del diecinueve, por ejemplo).

La “comunidad imaginada” que describe Anderson es un constructo eminentemente político, y no uno que busca la conciliación, sino el avasallamiento de los discursos contrahegemónicos. Si recordamos que apenas un par de páginas antes mi colega ha criticado la inclusión de escritores marxistas en la antología, notaremos hasta qué punto el profesor Huamán echa a la basura los consejos de Said que él mismo ha mencionado antes: la propuesta del profesor Huamán no es en lo más mínimo una recusación de las ideologías dominantes, sino un atropello contra la existencia misma de los discursos opositores a las estructuras de dominación, y su ideal es la constitución de una nación “pacificada” no mediante el diálogo y la conciliación, sino a partir de la obliteración de lo contrahegemónico.

De ese modo, cuando, un par de páginas más adelante, el profesor Huamán, apoyándose en su lectura de ciertos autores de la “literatura andina”, proponga la afirmación de una “cultura integradora” como “respuesta crítica a los intentos de fomentar una ‘narrativa oficial’ de la violencia política”, estará postulando, claro, algo en lo que todos querremos creer, pero su afirmación será no paradójica ni simplemente contradictoria, sino radicalmente insostenible a partir de los conceptos que él mismo ha defendido hasta ese punto: no se puede contravenir ni lo hegemónico ni lo dominante obliterando al mismo tiempo lo contrahegemónico y lo contestatario".

Anónimo dijo...

ese Faverón se mete con el pobre profesor que a las justas puede leer con su sueldo de hambre...menos mal que tú ybarrón estàs de nuestro lado...

Anónimo dijo...

Ybarrón: el profe Faverón te dice ignorantón y negado para la lógica, dice que en tus posts no hay ideas, ESE JUDÍO MALDITO ATACA CON TODO COMO LOS MISILES ASESINOS DE LOS ISRRAELÍES, RESISTE MI TALIBÁN, RESISTE!, EL PARÁISO DE ALÁ ES DE LOS REVOLUCIONARIOS!!!!

Anónimo dijo...

Martincito:
Por tu comentario, puedo asegurar que nunca has conversado con el Prof. Huamán.

Anónimo dijo...

es tu deber defender al profe huamán ybarrón. no te chupes, mafiéstate, no hables en voz baja ni agaches la cabeza, demuestra que no te falta cerebro para hacerlo. ese faverón ahora se burla de ti.

jeremías sprinfield

Anónimo dijo...

ybarrón, con quién estás, con el pueblo o con Faverón, no decepciones otra vez, alíneate con el profe Huamán que viene del seno del pueblo!

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Ybarra:
¿Qué tienes contra los judios?
¿El problema son solo algunos o todos?
¿Cuáles son los argumentos para promover el odio a los judíos?
¿En realidad son odiosos todos los judíos?
¿Crees que eres mejor que ellos? ¿Por qué?
¿Eres comunista o nazi?
¿Todo lo que dices es cierto o cabe la posibilidad de que algunas cosas sean mentira?
¿Siempre tienes la razón o crees que de vez en cuando puedes estar equivocado?
¿Todos los que están en tu contra son dignos de tu repudio?
¿Todos los que están a tu favor son tus amigos?

Anónimo dijo...

MIGUEL ÁNGEL HUAMÁN ES UN HOMBRE DE LETRAS RE-AC-CIONARIO...

EN SAN MARCOS ES CONOCIDO POR TODOS... A QUÉ TANTO CUENTO, QUE LE SAQUE SU MIERDA FAVERÓN, YA LUEGO SE SEPARARÁ LA PAJA DEL GRANO.

ARTURO

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

FLASH DE ÚLTIMO MINUTO: 15PROFESORES DE ECONOMÍA NEOLIBERAL, 25 PERIODISTAS Y 180 ABOGADOS SE HAN SUICIDADO EN USA

La “noticia” del suicidio de 15 profesores de economía neoclásica, periodistas y abogados por la crisis del capitalismo de Estado es, por supuesto, falsa. Para que fuera cierta, tendría que haber ética científica en las facultades económicas de los neoliberales. Y eso es justo lo que más falta en las lonjas de esa cofradía. Hoy día, las FACULTADES DE ECONOMÍA Y DE ABOGACÍA (DERECHO, SIC)son, sin duda, dos de los departamentos moralmente más corruptos y cínicos que se encuentran en nuestras universidades.

Por eso, la vox populi llama a los abogados “abogangsteres” y a los economistas-banqueros “ladrones”.

Qué esperan pues para SUICIDARSE, EN HONOR A LA ÉTICA Y LA DECENCIA los que nombro seguidamente?

LOS AREQUIPEÑOS ACOMPLEJADOS LLAMADOS VARGAS LLOSA (PADRE E HIJO)

ALDO MARIÁTEGUI, RATA NEOFASCISTA, DIRECTOR DE LA CLOACA CORREO, CHOLO ACOMPLEJADO Y SIRVIENTE DEL APROFUJIMONTESINISMO LIBERAL MÁS DELINCUENCIAL Y AGRESIVO

LA GUSANERÍA CUBANA EN MIAMI, CAPITANEADA POR EL TERRORISTA ALBERTICO MONTANER

HÉCTOR ÑAUPARI BELUPÚ, "poeta", abogado y ensayista nativo, PREMIADO POR LA GUSANERÍA DE MIAMI

EL IGNORANTÓN FEDERICO SALAZAR, LOCUTOR DE TELEVISIÓN

RAÚL MENDOZA CÁNEPA, PÉSIMO ESCRITOR Y PERIODISTA ARGOLLERO

DANIEL SALAS, MANTENIDO DEL SISTEMA DECADENTE NORTEAMERICANO, CURSA UNA MAESTRÍA DE OCHO AÑOS EN YANKILANDIA, DEFENSOR ACÉRRIMO DEL NEOLIBERALISMO MÁS OBTUSO

LA CORRUPTA BEATRIZ MERINO, FUJIMONTESINISTA ASOLAPADA, ACTUAL "DEFENSORA DEL PUEBLO"

ENRIQUE GHERSI, OTRO DELINCUENTE FUJIMONTESINISTA, COAUTOR DEL MAMOTRETO EL OTRO SENDERO, DEL DELINCUENTE FUJIMONTESINISTA HERNANDO DE SOTO (SOTO LO TRAICIONÓ, LUEGO SE ENJUICIARON, VÉSTAS RATAS)

HERNANDO DE SOTO, AUTOR DE EL OTRO SENDERO, FUJIMONTESINISTA ACÉRRIMO, TRAICIONÓ A SUS EX AMIGOS GHERSI Y GHIBELLINI, LUEGO AMBOS LO LIARON EN PROCESO PENAL POR QUITARLE LOS CRÉDITOS DE LA AUTORÍA DEL MAMOTRETO EL OTRO SENDERO QUE TANTO SIRVIÓ A FUJIMORI/MONTESINOS

FRITZ DUBOIS, DELINCUENTE FUJIMONTESINISTA,ASESOR DE LOS LADRONES QUE GOBERNARON EL PERÚ CON FUJIMORI Y ACTUAL ASESOR DE ALAN IDI AMIN GARCÍA (ADEMÁS AMIGO DE SU MUJERCITA, LA ROXANE CHEESMAN, OTRA RATA NEOLIBERAL)

MARIO GHIBELLINI, PERIODISTA Y EN SUS RATOS LIBRES, ARTICULISTA TORPE DEL BODRIO DE EL COMERCIO, SOMOS, ADEMÁS COAUTOR DEL BODRIO EL OTRO SENDERO

EL MINISTRO DE ECONOMÍA,EL INCAPAZ VALDERRAMA

PEDRO PABLO KUCZINSKY, SIN COMENTARIOS

LOS ASESORES DEL MINISTRO DE ECONOMÍA

LOS DELINCUENTES APRISTAS DE LAS ALTAS ESFERAS, ESOS QUE SE HAN ALIADO CON EL NEOLIBERALISMO RAMPLÓN

LA LUMPENBURGUESÍA Y SUS SERVIDORES ACADÉMICOS NEOLIBERALES

Ayer se ha dado el más grande crack en el capitalismo financiero internacional radicado en EU, el cínico circo neoliberal terminó. Ahora siguen la China del perro Den Xiao Ping y luego la Rusia del borrachín Putín... seguirán Italia, Francia, Inglaterra y los periféricos en un estremecedor efecto dominó que podría durar varios lustros. Quiénes se librarán de la debacle? La India, Brasil, los ex tigres asiáticos, los ahora llamados Tigres Sudamericanos?

La cuenta del desastre causado por la oligarquía de los entrepreneurs, managers, políticos, farsantes académicos y magos mediáticos se pagará con la destrucción de decenas de millones de vidas en todo el mundo.

Mientras tanto los catedráticos neoliberales CHOLOS bajarán la voz y seguirán cobrando sus buenos sueldos DEL ESTADO.

Y un gran paradigma histórico los consuela en su temporal soledad:

¿Si los teólogos de la Puta Iglesia Católica no se suicidaron colectivamente ante el telescopio de Galileo, por qué lo habrían de hacer ellos ante el derrumbe físico de su santuario dogmático en Wall Street?

Sócrates ha de estar en algún lugar, riéndose para no llorar de tristeza.


BASILIO AUQUI

HUAMANGA-AYACUCHO

Anónimo dijo...

YBARRA URGENTE EN PUENTE AEREO TE ESTAN JODIENDO COMPAÑERO. LOS EFEBOS DE FAVERON.

EL NEW DATERO

Anónimo dijo...

Lo que Basilio Auqui quiso decir es:

La “noticia” del suicidio de 15 profesores de economía neoclásica por la crisis del capitalismo de Estado es, por supuesto, falsa. Para que fuera cierta, tendría que haber ética científica en las facultades económicas de los neoliberales. Y eso es justo lo que más falta en las lonjas de esa cofradía. Hoy día, las facultades de economía y abogacía son, sin duda, dos de los departamentos moralmente más corruptos y cínicos que se encuentran en nuestras universidades. Por eso, la vox populi mexicana llama a los abogados “abogangsteres” y a los economistas-banqueros “ladrones”.
2. La verdad de Marx

En un evento que organicé recientemente en “mi” universidad, pregunté a un amigo y colega ---reconocido catedrático de la facultad--- si no tenían problemas de conciencia al enseñar la teología neoclásica como conocimiento científico. Ante el asombro de los estudiantes, él contestó con una brutal verdad: “Bueno, para eso nos pagan.” En efecto. En toda sociedad de clase las relaciones de producción rigen las interacciones de los sujetos.

3. El Santo Grial

Todo debate económico y político sobre el capitalismo y su alternativa civilizatoria, el Socialismo del Siglo XXI, gira en torno a dos aspectos del mercado: a) su carácter sistémico; b) la posibilidad y necesidad de sustituirlo. La pregunta decisiva de este debate es la de la sustituibilidad del mercado; pero, es imposible contestarla sin previa aclaración de su carácter sistémico (determinista, probabilístico, caótico, etc.).

4. El pecado original

La mentira constitutiva de la teología económica burguesa consiste en la ficción de que la crematística capitalista de los últimos 250 años ha sido una economía de mercado. La verdad es que esa crematística siempre ha existido como capitalismo de Estado y que no puede existir en otra forma empírica. La causa de este fenómeno radica en los tiempos y la naturaleza de los mecanismos de retroalimentación (feedback) del mercado.

5. Mercado, entropía y mono sapiens

El mercado es un sistema dinámico complejo, cuyas tendencias evolutivas lo dirigen hacia la asimetría, tal como sucede en ciertos sistemas de la naturaleza. Para describir y explicar el comportamiento de esos sistemas naturales se analizan frecuentemente con la segunda ley de la termodinámica (entropía). La aplicación de este procedimiento al mercado ha aportado conocimientos macroestadísticos útiles. Pero, el mercado opera como subsistema de un entorno socio-humano, basado en el mono sapiens, y esto hace que su cibernética se vuelva más compleja.

6. Dialéctica de la retroalimentación

Las tendencias asimétricas de la crematística moderna y, por ende, las crisis recurrentes del sistema no significan que éste termine determinísticamente en la autodestrucción o en un salto cualitativo hacia formas concretas superiores de la realidad (Socialismo del Siglo XXI). El genio científico de Marx/Engels capturó esa particularidad de la relación Crematística-Estado capitalista y diagnosticó correctamente la lógica conductiva del mercado y su relación con el Estado, un siglo antes de que apareciera la ciencia cibernética. Con W.F. Hegel presente y Norbert Wiener todavía en la pipeline de producción biológica, bautizaron esos comportamientos sistémicos “dialécticos”.

7. El mercado como Caliban

El mercado funciona, bajo ciertas condiciones generales, como un sistema autoregulativo o cibernético, de considerable sofisticación y eficiencia. Pero, sus mecanismos y tiempos de retroalimentación negativa (corrección de disfuncionalidades) son tan destructivos y largos, que ponen en peligro la estabilidad del macrosistema socio-político. Esto obliga a la intervención del Estado, ya sea para estabilizar, ya sea para revolucionar.

El mercado es un producto de la evolución social humana, pero es un producto “ciego”, lo que explica porque sus mecanismos de retroalimentación positiva o entrópicos se asemejan más a ciertos sistemas naturales que a sistemas sociales diseñados con intención humanística. El siguiente ejemplo ilustra la diferencia.

Si a un bosque le cae una plaga (insectos) y sus mecanismos de retroalimentación negativa no logran neutralizar la amenaza, los árboles se secan y perecen. Ya seco, el bosque se incendiará en algún momento, el fuego matará a la plaga y el sistema vuelve a nacer –o queda extinguido para siempre. Cualquiera de los dos desenlaces es insignificante a cualquier escala: para los individuos afectados (objetos árboles, nivel micro), para el sistema superior (biosfera terrestre, nivel meso) y para el universo (nivel macro).

8. La comunidad de resistencia y la barbarie institucionalizada

Esta situación cambia cualitativamente en la sociedad humana, porque sus individuos no son objetos (árboles) sino objetos-sujetos (mono sapiens), que se convierten en comunidad de resistencia, no solo de víctimas, ante la barbarie institucionalizada de la burguesía: la genética darwiniana del mercado, la férrea voluntad de explotación de su clase dominante y la represividad clasista de su aparato estatal.

9. La lumpenburguesía y sus servidores académicos neoliberales

La crisis financiera actual de la burguesía atlántica tiene dos causas principales: a) la corrupción política endémica de su clase política que se manifiesta en su contubernio con el capital financiero, bloqueando su función sistémica de agente de feedback negativo; b) la necesidad electoral de sostener coyunturas económicas artificiales por los medios que sean.

El sistema financiero de Bretton Woods (1944) contaba con un feedback negativo integrado, el patrón de oro, que consistía en el compromiso del gobierno estadounidense de convertir cualquier cantidad de dólares, la moneda mundial, en oro. Los costos de la guerra de Vietnam y de Johnson´s “Great Society” dieron al traste con este semi-gold standard y en 1971 R.M. Nixon desconoció la obligación respectiva del gobierno estadounidense.

Desparecido el respaldo material-financiero, la fuerza del dólar se redujo a la fe del mundo de que la estabilidad de las instituciones y la fuerza económica-militar estadounidense eran inquebrantables, aceptando, en consecuencia cualquier cantidad de dólares que Washington imprimiera. Ante esa fe, no importaba que la lumpenburguesía y su criminal clase política financiaban los gigantescos déficits fiscales y de cuenta corriente al tono de dos mil millones de dólares diarios, convirtiendo cada vez más al dólar en puro papel.

Cuando estalló la actual burbuja inmobiliaria-financiera, antecedida en los ochenta por la inmobiliaria-financiera de savings and loans y en los noventa por la de los dot.com (internet/telecom), el cínico circo neoliberal terminó. La cuenta del desastre causado por la oligarquía de los entrepreneurs, managers, políticos, farsantes académicos y magos mediáticos se pagará con la destrucción de decenas de millones de vidas en todo el mundo.

Mientras tanto los catedráticos neoliberales bajarán la voz y seguirán cobrando sus buenos sueldos. Y un gran paradigma histórico los consuela en su temporal soledad: ¿Si los teólogos de la Iglesia Católica no se suicidaron colectivamente ante el telescopio de Galileo, por qué lo habrían de hacer ellos ante el derrumbe físico de su santuario dogmático en Wall Street?

Socrates ha de estar en algún lugar, riéndose para no llorar de tristeza.
Heinz Dieterich en Kaos en la Red

http://lacomunidad.elpais.com/antoniomarinseg/2008/9/30/15-profesores-economia-neoclasica-se-han-suicidado-la