SOBRE UNA GENERACIÓN MASTURBATORIA
Aquí un tema de mi buen amigo Kachuca (Los Mojarras) que le canta al desamor, al abandono y a los escarceos de Onán.
Aquí un tema de mi buen amigo Kachuca (Los Mojarras) que le canta al desamor, al abandono y a los escarceos de Onán.
En un último artículo, Gregorio Martínez repasa a la generación literaria del cincuenta asociándola a Huatica, la famosa calle del distrito de La Victoria dedicada al meretricio y a la satisfacción de los “bajos instintos”. Recordemos que la calle se llamaba así no porque el río Huatica pasara por ahí --en realidad el río pasaba por la calle que ahora se llama Andahuaylas paralela a la calle Abtao y paralela, a su vez, al jirón Cangallo que el novelista Alonso Cueto confunde con Caylloma en su libelo “La Hora Azul”--, sino porque llamándose “20 de septiembre” y siendo una fecha memorable para la colonia italiana, ellos --puritanos que parieron sulfatados a padrillos como Pasolini, Fellini, Scola, etc.-- se quejaron y dieron el grito al cielo, y a las autoridades chupamedias angurrientas de mármol y murano sólo se les ocurrió ponerle Huatica en relación al riachuelo afluente del Rímac que pasaba cerca y que regaba las haciendas y daba de beber a las vacas, bueyes y siervos de los señores semifeudales. Corría entonces el año 1928, año en que se publicó los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana.
El buen Goyo, haciendo uso de datos huatiqueros y revisando el azadón La Generación del cincuenta: un mundo dividido de Miguel Gutiérrez, asocia (condicionalmente) a las otras generaciones: “Si dicha hornada se denominara Generación Huatica, la del 60 sería Generación México. Mientras los poetas y narradores del 70 quedarían bajo el letrero: Generación Trocadero”. Ciñéndonos a este análisis sicalíptico podríamos decir que la generación del ochenta fue la generación del condón (marca “Sultán” --la cuasivejiga de cerdo antecedente del modernísimo “Piel” con espuelas-- el que vendían subrepticiamente, alrededor de la plaza san Martín y la avenida La Colmena, algunos señores con sacos largos en cuyo interior colgaban las serpentinas de condones y la clásica vaselina) aunque, todavía, le quedaba como último parapeto al jirón Paruro, célebre por albergar en su mejor época a un ejército de ancianas dedicadas al oficio más antiguo de la tierra que como en una arqueología libidinosa, gerontoporno, asomaban de la tierra como vampiros cada vez que el sol se ocultaba (según me han referido varios parroquianos estas señoras eran las que por la edad se habían quedado sin trabajo en los antros de la avenida Colonial, aunque otros decían que eran los remanentes de la avenida México, o quizás de ambos lados. Por cierto, Enrique Verástegui me contó, alguna vez, que en Paris hay varias cuadras de mujeres viejas que “parecen cuervos”, y que ejercen el meretricio en similares condiciones y con los mismos precios que las mujeres jóvenes. Lo mismo pasa en Alemania y en Holanda).
Siguiendo la curva de Gauss, la generación del noventa (sin desestimar al condón que camufladamente llevaban los muchachos en la billetera) en pleno auge del Sida, y la generación que le sigue, serían, pues, las generaciones de “la paja” (verba sórdida), las generaciones de “la manuela” o de las masturbaciones explícitas detrás del panel del computador o al fondo en uno de los pocos cines que subsisten con la cartelera pornográfica y función corrida todo el día. Aunque esto no signifique que los burdeles hayan desaparecido ni se hayan alejado al modo de “La Casa Verde”. Huatica desde que se trasladara al Callao, sigue ahí metamorfoseado en otros antros: La Nené, El Trocadero, La Argentina; y algunos rebautizados como “Las Cucardas” y, como dicen, “ha crecido el negocio” arrimándose estreeptiseramente hacia los edificios de Miraflores y a las casonas (de cartón) de Barranco que se cuidan de llamarse “casas de tolerancia”, absorbiendo y dando trabajo y cachuelo a conocidas presentadoras de televisión y a las vedettes (motejadas como “prostivedettes” por la celestina Magaly Medina), donde el cuadripléjico mental Kenyi Fujimori, con edecán al frente y masajeador personal (personal training prestado por el tío Montesinos), repasaba las lecciones del Kamasutra y The Golden Boock of Sex. Y Kikuyama Shimabukuro, el mítico proxeneta, músico y payador, armado hasta los dientes, y uno que otro alcalde o congresista mafioso, sigue contando sus chibilines al modo Vladimiro, seguro, lejos de alguna cámara filmadora o del olfato perruno de algún periodista en celo por alguna buena noticia relacionada a los esfínteres.
A propósito de esto, el grupo limeño de rockabilly “Combustible” (antes llamado “Éxodo” y después “César N y el Cabaret Fragor”) compuso el tema generacional de idéntico nombre “La Paja” cantándole en cuatro cuartos a este tiempo nuevo del homus novis. Recuerdo, también, ese poema que el chato Antonio Sarmiento, poeta chalaco, leía en el auditorio de la Universidad Garcilaso en la avenida Brasil: “Metamorfoseo Orgásmico”, a inicios de los noventas. (Al hombre le temblaba el cuerpo y le tamborileaban los dedos, y sudaba frío y acababa la lectura como si un mechón de pelos creciera ipso facto en la palma de sus manos). También vienen a mi mente los poemas pegajosos con foto fálica incluida del Primo Mujica vociferando sus odas a Onán y a la huidiza Vagina de Ana (libro publicado en fotocopia). O las lecturas del mismo Héctor Ñaupari (hoy viajero de las doctrinas libertarias ligadas al mercado), quien con voz arrechosa y jadeante le hablaba al oído a su amada, pero sólo eran palabras, tropos salidos de la ingle, pues la amada –en esos tiempos—no existía. Hoy Ñaupari ha salido de Los sótanos del Crepúsculo y ha fundado y refundado su instituto Ludwig Von Mises, y es padre de una niña.
Aquí un poema de José Carlos Yrigoyen del libro La balada del anormal incluido en Los Días y Las Noches, y que canta a la masturbación y a la desesperación y que, según razonamiento Yrigoyenesco, uno anula al otro: Paso las horas distinguiendo tus contornos/ en la oscuridad, como quien desea asirse/ a la forma de un sueño; y a medianoche/ me invade el sueño/ de ser dueño de una pasión estéril./ Por eso escribo, pienso, para otorgarnos fertilidad,/ aunque sé que mis versos no son/ sino las huellas y los rastros de una desesperación/ que ningún placer provoca.
Contrario a esta voz poética surge el prosaico Kachuca y “Los Mojarras” quien en la canción “Confesiones” dice: ¿Qué hago llegando a casa?/ Es la pregunta de siempre/ entre sus cuatro paredes/ y esa cama indecente/ llevo una vida de perros/ pero eso a nadie le importa/ mi soledad me soporta/ hasta cuando hago el amor a solas/
Si extendemos el término de la masturbación y lo aplicamos al arte peruano post noventas nos vamos a dar cuenta que la mayor parte de lo creado hasta aquí (salvo honrosas excepciones) ha sido puro “pajazo mental” (tengo varios ensayos dedicados a este turgente tema); pero si estiramos un poco más las verijas y la acercamos a la política nos vamos a dar cuenta que el “vuelo de la cometa” ha reemplazado al “vuelo del cóndor” (degenerado en el “Cóndor Pasta” del pajeroso roqueril “Manganzoides”) y ahora sólo nos queda unos froteuristas, pajeros y masturba-oradores llamados los "padres de la patria" cuyos erráticos y torpes movimientos de manos en el wáter-Congreso y en la letrina palaciega los pagamos con nuestros sufridos impuestos. (Pregunta al respetable: ¿y cómo hace el congresista que en vez de brazos y manos tiene prótesis de fierro? ¿y cómo hacen esos mofletudos y barrigones que miccionan sentados en las baldosas del congrezoo? O los que embebidos en drogas sociales y cocaína solo se dedican a hacer leyes coactadas y beneficiar a sus patrones o a sus amigos).
Como nota aparte, pero que acompañan a estas generaciones de la mano temblorosa pero no artrítica, está el tristemente célebre Víctor Polay quien dijo que ya no soportaba el encierro y que necesitaba una mujer y que la soledad (masturbatoria) lo estaba volviendo loco. Lo mismo pasó con Abimael Guzmán quien se agarró a cabezazos cuando no le permitieron la visita matrimonial, lo cual significaba que tendría que empezar a ejercitar la mano, no ya para escribir alguna tesis kantiana o un libro De puño y letra (creo que Goyo entendió el mensaje mejor que yo), sino para reemplazar el placer que un cuerpo cualesquiera puede dar.
Mientras tanto, es claro ya que lo que surca el cielo peruano post dos mil es un cometa, pero no es el Halley ni ningún otro, sino el placentero y ordinario jadeo que se ejerce en solitario.
El buen Goyo, haciendo uso de datos huatiqueros y revisando el azadón La Generación del cincuenta: un mundo dividido de Miguel Gutiérrez, asocia (condicionalmente) a las otras generaciones: “Si dicha hornada se denominara Generación Huatica, la del 60 sería Generación México. Mientras los poetas y narradores del 70 quedarían bajo el letrero: Generación Trocadero”. Ciñéndonos a este análisis sicalíptico podríamos decir que la generación del ochenta fue la generación del condón (marca “Sultán” --la cuasivejiga de cerdo antecedente del modernísimo “Piel” con espuelas-- el que vendían subrepticiamente, alrededor de la plaza san Martín y la avenida La Colmena, algunos señores con sacos largos en cuyo interior colgaban las serpentinas de condones y la clásica vaselina) aunque, todavía, le quedaba como último parapeto al jirón Paruro, célebre por albergar en su mejor época a un ejército de ancianas dedicadas al oficio más antiguo de la tierra que como en una arqueología libidinosa, gerontoporno, asomaban de la tierra como vampiros cada vez que el sol se ocultaba (según me han referido varios parroquianos estas señoras eran las que por la edad se habían quedado sin trabajo en los antros de la avenida Colonial, aunque otros decían que eran los remanentes de la avenida México, o quizás de ambos lados. Por cierto, Enrique Verástegui me contó, alguna vez, que en Paris hay varias cuadras de mujeres viejas que “parecen cuervos”, y que ejercen el meretricio en similares condiciones y con los mismos precios que las mujeres jóvenes. Lo mismo pasa en Alemania y en Holanda).
Siguiendo la curva de Gauss, la generación del noventa (sin desestimar al condón que camufladamente llevaban los muchachos en la billetera) en pleno auge del Sida, y la generación que le sigue, serían, pues, las generaciones de “la paja” (verba sórdida), las generaciones de “la manuela” o de las masturbaciones explícitas detrás del panel del computador o al fondo en uno de los pocos cines que subsisten con la cartelera pornográfica y función corrida todo el día. Aunque esto no signifique que los burdeles hayan desaparecido ni se hayan alejado al modo de “La Casa Verde”. Huatica desde que se trasladara al Callao, sigue ahí metamorfoseado en otros antros: La Nené, El Trocadero, La Argentina; y algunos rebautizados como “Las Cucardas” y, como dicen, “ha crecido el negocio” arrimándose estreeptiseramente hacia los edificios de Miraflores y a las casonas (de cartón) de Barranco que se cuidan de llamarse “casas de tolerancia”, absorbiendo y dando trabajo y cachuelo a conocidas presentadoras de televisión y a las vedettes (motejadas como “prostivedettes” por la celestina Magaly Medina), donde el cuadripléjico mental Kenyi Fujimori, con edecán al frente y masajeador personal (personal training prestado por el tío Montesinos), repasaba las lecciones del Kamasutra y The Golden Boock of Sex. Y Kikuyama Shimabukuro, el mítico proxeneta, músico y payador, armado hasta los dientes, y uno que otro alcalde o congresista mafioso, sigue contando sus chibilines al modo Vladimiro, seguro, lejos de alguna cámara filmadora o del olfato perruno de algún periodista en celo por alguna buena noticia relacionada a los esfínteres.
A propósito de esto, el grupo limeño de rockabilly “Combustible” (antes llamado “Éxodo” y después “César N y el Cabaret Fragor”) compuso el tema generacional de idéntico nombre “La Paja” cantándole en cuatro cuartos a este tiempo nuevo del homus novis. Recuerdo, también, ese poema que el chato Antonio Sarmiento, poeta chalaco, leía en el auditorio de la Universidad Garcilaso en la avenida Brasil: “Metamorfoseo Orgásmico”, a inicios de los noventas. (Al hombre le temblaba el cuerpo y le tamborileaban los dedos, y sudaba frío y acababa la lectura como si un mechón de pelos creciera ipso facto en la palma de sus manos). También vienen a mi mente los poemas pegajosos con foto fálica incluida del Primo Mujica vociferando sus odas a Onán y a la huidiza Vagina de Ana (libro publicado en fotocopia). O las lecturas del mismo Héctor Ñaupari (hoy viajero de las doctrinas libertarias ligadas al mercado), quien con voz arrechosa y jadeante le hablaba al oído a su amada, pero sólo eran palabras, tropos salidos de la ingle, pues la amada –en esos tiempos—no existía. Hoy Ñaupari ha salido de Los sótanos del Crepúsculo y ha fundado y refundado su instituto Ludwig Von Mises, y es padre de una niña.
Aquí un poema de José Carlos Yrigoyen del libro La balada del anormal incluido en Los Días y Las Noches, y que canta a la masturbación y a la desesperación y que, según razonamiento Yrigoyenesco, uno anula al otro: Paso las horas distinguiendo tus contornos/ en la oscuridad, como quien desea asirse/ a la forma de un sueño; y a medianoche/ me invade el sueño/ de ser dueño de una pasión estéril./ Por eso escribo, pienso, para otorgarnos fertilidad,/ aunque sé que mis versos no son/ sino las huellas y los rastros de una desesperación/ que ningún placer provoca.
Contrario a esta voz poética surge el prosaico Kachuca y “Los Mojarras” quien en la canción “Confesiones” dice: ¿Qué hago llegando a casa?/ Es la pregunta de siempre/ entre sus cuatro paredes/ y esa cama indecente/ llevo una vida de perros/ pero eso a nadie le importa/ mi soledad me soporta/ hasta cuando hago el amor a solas/
Si extendemos el término de la masturbación y lo aplicamos al arte peruano post noventas nos vamos a dar cuenta que la mayor parte de lo creado hasta aquí (salvo honrosas excepciones) ha sido puro “pajazo mental” (tengo varios ensayos dedicados a este turgente tema); pero si estiramos un poco más las verijas y la acercamos a la política nos vamos a dar cuenta que el “vuelo de la cometa” ha reemplazado al “vuelo del cóndor” (degenerado en el “Cóndor Pasta” del pajeroso roqueril “Manganzoides”) y ahora sólo nos queda unos froteuristas, pajeros y masturba-oradores llamados los "padres de la patria" cuyos erráticos y torpes movimientos de manos en el wáter-Congreso y en la letrina palaciega los pagamos con nuestros sufridos impuestos. (Pregunta al respetable: ¿y cómo hace el congresista que en vez de brazos y manos tiene prótesis de fierro? ¿y cómo hacen esos mofletudos y barrigones que miccionan sentados en las baldosas del congrezoo? O los que embebidos en drogas sociales y cocaína solo se dedican a hacer leyes coactadas y beneficiar a sus patrones o a sus amigos).
Como nota aparte, pero que acompañan a estas generaciones de la mano temblorosa pero no artrítica, está el tristemente célebre Víctor Polay quien dijo que ya no soportaba el encierro y que necesitaba una mujer y que la soledad (masturbatoria) lo estaba volviendo loco. Lo mismo pasó con Abimael Guzmán quien se agarró a cabezazos cuando no le permitieron la visita matrimonial, lo cual significaba que tendría que empezar a ejercitar la mano, no ya para escribir alguna tesis kantiana o un libro De puño y letra (creo que Goyo entendió el mensaje mejor que yo), sino para reemplazar el placer que un cuerpo cualesquiera puede dar.
Mientras tanto, es claro ya que lo que surca el cielo peruano post dos mil es un cometa, pero no es el Halley ni ningún otro, sino el placentero y ordinario jadeo que se ejerce en solitario.
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18 comentarios:
Rodolfo, me puedes decir qué quiso decir el negro Goyo aquí:
No me consta que Abimael Guzmán, el líder de Sendero Luminoso, haya sido, alguna vez, allá por los años 50, caserito de Huatica, el famoso lupanar variopinto que extendía el vicio de la carne por toda una calle del distrito de La Victoria, rumbo que el inca Manco Capac señalaba con el dedo desde su pedestal de hormigón ubicado, entonces, en la avenida Grau. Esa brújula digital había guiado, antes, al huatiquero Marco Aurelio Denegri según propia confesión.
Pero en aquellos años del florecer de Huatica, que había nacido diverso en 1928, cuando murió la flor de Palais Concert, Abimael Guzmán ya era un sujeto hecho y derecho, a la par con Huatica en el renglón de los años y, posiblemente, con grado académico otorgado summa cum laude por la Universidad San Agustín de Arequipa.
Vale señalar, aquí, que los extremos del Perú, el norte y el sur, Piura, Arequipa, Cusco, Puno, tienen una tradición comunista que antecede a Lima, desde mucho antes que el marxismo arraigara en América, fertilizado por el triunfo de la revolución bolchevique. Luciano Castillo e Hildebrando Castro Pozo forjaron en Piura una organización socialista que la consigna de la URSS satanizó siempre.
Yo respondo por mi post. Además, las cosas están claras en ese texto de Goyo.
Ay, Ybarrita, y a quién le dedicas este post?
a tí, pues, a quién más.
TANTOS AÑOS Y AGREDA NO ENTIENDE A VALLEJO. DICE QUE SU TEMA PRINCIPAL NO ES EL AMOR, ENTONCES QUÉ PUES, PROPÓN:
Para leer a Vallejo
Lun, 19/10/2009 - 20:47
.Por Javier Ágreda
En sus más de 35 años de reconocida labor como crítico literario, Ricardo González Vigil (Lima, 1949) ha dado prioridad a las investigaciones sobre figuras emblemáticas de las letras peruanas: el Inca Garcilaso, José María Arguedas y César Vallejo. Sobre este último ha escrito numerosos prólogos para antologías y reediciones, además de ensayos publicados en libros y revistas especializadas. Buena parte de ese material ha sido reunido por el propio RGV en el libro Claves para leer a César Vallejo (San Marcos, 2009).
Las claves aquí proporcionadas son de muy diverso tipo. En primer lugar están las relacionadas con la vida del poeta, reunidas en una detallada “Cronología de César Vallejo” y la explicación de las “Cuatro etapas” de su trayectoria vital. A ellas se suman el análisis del contexto cultural y literario (modernismo, vanguardia, marxismo) y, por supuesto, capítulos completos dedicados al estudio de cada uno de los poemarios, desde Los heraldos negros (1919) hasta los libros póstumos. No faltan en estos ensayos (publicados originalmente entre 1986 y 2008) las visiones de conjunto, las interpretaciones de los poemas más herméticos (“Transido, salomónico, decente…”, Trilce XXVIII) o las afirmaciones polémicas (como decir que “el amor es el tema central de la obra de Vallejo”). A pesar de ciertas repeticiones, inevitables en recopilaciones de este tipo, Claves para leer a César Vallejo resulta una muy didáctica guía para entender la obra de nuestro gran poeta.
las generaciones de “la manuela” o de las masturbaciones explícitas detrás del panel del computador
...
buscando petardas,...
YBARRA TU TEXTO ESTÁ BACÁN, YA QUISIERA ESA GABRIELA WIENER ESCRIBIR COMO TÚ.
QUÉ PERIODISMO GONZO NI QUÉ OCHO CUARTOS.
YBARRA ES LA VOZ.
SALUD
SECO Y VOLTEADO
Crónica 4CALLE CONTRACULTURAL
Quilca es el jirón de la contracultura. Último recodo de punks, 'subtes' y metaleros. La delincuencia lo invadió los últimos años. Nuevos cambios le aguardan. El Averno le dirá adiós a su tradicional local.
Y sucede que somos el latido de la tentación
el leve insomnio del pecado
el beso sin prejuicios
sosegando el abandono
hilando las sombras
separando la anécdota
de lo improbable del silencio.
Joe Varsot, poeta del asfalto. Una noche, algunas copas, algún lugar de Quilca.
Muy buen artículo, salud por eso, mas que sea con vasito de agua.
A propósito, se que hay alguien que está escribiendo una novela con Shimabukuro como personaje central, ya Oswaldo Reynoso prefigura en sus novelas al japonés cafichón, pero habiendo tantos cucarderos dedicados a la literatura, hasta ahora nadie le hace honor al mítico ponja.
Y va con el tema de mi compare, Cachuca.
Loco
TU "BUEN AMIGO CACHUCA" SI ERA TAN BUEN AMIGO LE HUBIERAS DICHO QUE RESPETE SU RAZA Y QUE NO SE HAGA LA RINOPLASTIA. NO QUE CRITICAS A LOS QUE ESTAN ATRAPADOS EN SU CULTO AL CUERPO?
AHORA MODERAS LOS COMENTARIOS? TOTAL NO ERA UN BLOG LIBERADO
CUANTA CONTRADICCIÓN CUANTA
YBARRA EN SU ULTIMO POST DICE:
Aquí un tema de mi buen amigo Kachuca (Los Mojarras) que le canta al desamor, al abandono y a los escarceos de Onán.
HUBIERA SIDO MEJOR QUE A SU BUEN AMIGO KACHUCA LE HUBIERA ACONSEJADO NO HACERSE LA RINOPLASTIA. NO QUE YBARRA ODIA A LOS QUE HACEN CULTO AL CUERPO? PORQUE NO CRITICA A KACHUCA QUIEN EN ARAS DE INTENTAR DEJAR DE PARECERSE A EVO MORALES ACUDIO A PERFILARSE LA NARIZ CUAL GRECORROMANO.
AHH MALDITOS SERRANOS CONTRADICTORIOS.
Cachuca puede ser una contradicción con patas, pero su música tiene nervio y sale del dolor del Perú marginado.
Si te jode que se haga la cirugía, ¿por qué no pones tu nombre verdadero? Te ocultas cobardemente tras un anónimo porque tienes miedo que Cachuca te saque tu mierda.
Basilio Auqui
"Cachuca puede ser una contradicción con patas, pero su música tiene nervio y sale del dolor del Perú marginado.
Si te jode que se haga la cirugía, ¿por qué no pones tu nombre verdadero? Te ocultas cobardemente tras un anónimo porque tienes miedo que Cachuca te saque tu mierda.
Basilio Auqui"
Claro, porque todos los que tienen una cuenta de blog ponen su nombre verdadero. Además, Kachuca va a ir a buscar a todo aquel que lo critique. Y ya que todos los que lo critican son más pequeños y torpes que Kachuca, este les sacaría la mierda. Pero, para comenzar, la música de Kachuca anula cualquier argumento o comentario que se esgrima cuando se habla de un tema que no es la música de Kachuca. Lindo.
Ojo que no estoy defendiendo al comentarista criticón, sino revisando el argumento en contra de ese comentarista criticón.
HUANCAÍNO AVERGONZADO
de la lógica de sus paisanos.
cholos puteros
la paja es del pueblo y la chacota también... Mario
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