viernes, 18 de julio de 2008

CHAFA CHAVE CHARÓN (PÉSIMOS Y TENDENCIOSOS COMENTARIOS)



Últimamente he recibido comentarios y correos acusándome de antijudío, de xenófobo, de racista, misógino y homófobo (¿?). Debo admitir que no sufro alodoxafobia (miedo a emitir opinión) y si algún tipo de temor me aqueja, pues este está relacionado con las combis y al tráfico desastroso de esta ciudad de Lima (bombardeada por la desidia gobiernista con el apoyo de los alcaldes mermeleros y otros organismos que han visto negocio donde debería haber vocación de servicio). No sé a qué tipo de comentaristas con evidentes cuadros psicopáticos o con algún servomecanismo animal se le ha ocurrido que yo odio (misos) a todo el mundo o que quiero “derrocar” y destruir a un conocido blogger, a quien respeto a pesar de sus posturas ideológicas que no comparto para nada. E incluso me han inventado que asistí a una cita clandestina y con café y cigarros de por medio ¿?, para empezar no tomo café, ni fumo hace años; y, sobre todo, no suelo transar con nadie, creo estar libre de cualquier tipo de coacción, y mis respetos hacia el mundo no está basado en prejuicios de credo raza o posición social o académica. No tengo “aliados estratégicos” (me piden nombres, nombres y apellidos, algún mote, algún indicio, alguna clave, etc., ¿es acaso necesario? ¿Por qué no se esfuerzan un poco más?, además son muy pocos, casi contados con los dedos de una mano, los bloggers que merecen mi atención y mi respeto, el resto conforman la recua ordeñada por la sed de información periodística o por datos librescos para lectores poco aprovechados).
La literatura es más que la consignación de libros, revistas, autores (quizás también es eso, pero siempre puede ser un poco más de lo que se cree), es un debate permanente, un lugar de conflictos inevitables, de pugnas verdaderas y, por supuesto, de imaginación, mucha imaginación, lectura y trabajo.
Es lamentable que estos agitadores de mercados, llamadores de combis, dateros de esquina, candeleros de peleas callejeras, comentaristas fronterizos o hidrocefálicos (¿necesitarán su válvula de Pudens?) estén inventando caracteres que no corresponden a mi personalidad; entiendo que detrás de ello estén tratando de generar conflictos extraliterarios, atmósferas enrarecidas de beligerancia, odios y disputas por un podio virtual (una fama, un lugarcito, un “nicho” virtual) que a mí, en lo particular, no me interesa {esos rankings o carrera de burros sólo miden cantidades mensurables, pero a los que no se les puede aplicar diferenciaciones (¿podrán los “cálculos diferenciales” diferenciar, valga la redundancia, 100 comentaristas de bajo CI, de otros que no lo son?) cumplen con medir el tamaño de las masas, en el sentido de Ortega y Gasset, pero no pueden medir la “masa” cerebral, ni descubrir quién es quien, ni cuál es la “calidad” real de los que se acercan a tu blog (¿alguien puede confiar en los comentarios donde muchos se esfuerzan en vomitar lo mejor que pueden? y todavía se esfuerzan en “jalar” datos de precisión de google). Esto último sólo se puede lograr con test de estudios, con disciplinas más severas y más profundas que las estadísticas (por cierto, algunos no lo consideran ciencia, al menos si no va aliado a la estadística de diseño)}
Espero que esto no se vea como una disculpa (no creo ser tan prosaico, mucho menos rastrero), sino como una aclaración necesaria, puesto que la búsqueda de la verdad -aunque suene misticón- es uno de mis mayores desafíos, aparte de los continuos dilemas en torno a las lecturas de interés y de la escritura misma. De otro lado, no creo que sea necesario explicar por qué no guardo mayores odios, ni rencores; en todo caso puedo “odiar” los “pecados”, pero no al “pecador”, puedo “detestar” posturas ridículas, pensamientos retrógrados, teorías contranaturales; pero eso no me ubica en una situación de “enemigo”, al menos no en el sentido belicista (con AKM y con chaleco antibalas) en que algunos quisieran que me ubique. Ojalá que esos espíritus larvarios que quieren crear inquinas, antipatías, ojerizas innecesarias se preocupen más en aportar al debate, y no valerse de él para satisfacer deseos (sexuales o digestivos) insatisfechos y/o reprimidos. La compulsión de esto último puede llevar a severas frustraciones y a la anulación de la libido (climaterio y menopausia prematura) o a una trombosis digestiva, trayendo funestas conclusiones y, sobre todo, mal humor y pésimos comentarios dignos de una letrina pública.

(Arriba: Boris Karloff en plena transformación de hombre en monstruo)

jueves, 17 de julio de 2008

CARTA (¿VETADA?) DE HÉCTOR ÑAUPARI



Acabo de llegar de un viaje corto y (al abrir mi correo) me encuentro con la respuesta, casi inmediata, de Héctor Ñaupari a Rafael Inocente. No sé de quién es la queja que aparece en “Luz de Limbo” sobre un posible “veto” ¿? Creo que hay una agilidad por sindicar a los antidemocráticos, en todo caso sirva la presente para alentar la amistad crítica y el comportamiento alturado, donde la búsqueda de la verdad y la razón estén por encima de intereses suntuarios; asimismo, sirva la aclaración para apuntar que no es este blog el primero en recibir la carta de Inocente, y, según me cuenta él mismo, la carta fue dirigida primero a otros blogs donde no halló mayores respuestas.

Sin mayores comentarios dejo aquí la carta del polémico Héctor Ñaupari:


Estimado Rafael,

En primer lugar, mis saludos. Felicito lo que considero un gran avance, de parte de un sector de la progresía intelectual que usted integra, reconocer que Cuba no era el paraíso terrenal que habían defendido con tanto ardor durante tantos años y, aunque ya en una significativa minoría, todavía defienden.

Lo que sí debo aclarar de entrada era que, en mi visita a Cuba, no iba a esperar encontrar esa “Familia Ingalls caribeña” a la que alude. Sólo el inmenso peso de la evidencia informada hasta el agotamiento por sectores e instituciones progresistas como Amnistía Internacional, denunciando las incontables violaciones a los derechos humanos cometidos por la dictadura cubana me parece suficiente para, uniéndolo a lo que ví y padecí en mi estancia en la isla, diera cuenta de este testimonio: un país del que no se puede salir, no se puede leer lo que uno quiera, no se puede expresar libremente, no se puede trabajar libremente, no se puede ser dueño de lo que se gana, en el que no se puede caminar por sus calles, sus playas, y en el que todos se suponen delatores, no es un país que mereciera tal nombre.

En tal caso, si usted considerara dignos y elevados los principios del socialismo, tendría por fuerza que coincidir conmigo que esta terrible situación no se asemeja, ni por asomo, al socialismo en el que usted cree con convicción. De hecho, en mis conversaciones con los cubanos socialistas en la isla, era evidente que no poder comer, ni tener un techo que protegerlos del aguacero, ni una medicina, no tenía nada que ver con el socialismo que defienden.

En lo que sí debo discrepar con usted es que se pretenda confundir una realidad como la peruana con la cubana. Los males de los demás no alivian los propios. Tampoco, a fuerza de hacerlos semejantes, los males nuestros se convierten mágicamente en más llevaderos. Los males de los cubanos, por ende, no se hacen buenos ni se atenúan sólo por contrastarlos con los nuestros. Y es que estábamos hablando de la situación de Cuba. Por difíciles que sean nuestras propias circunstancias y vicisitudes, en la medida en que no nos sean conculcados nuestros derechos, podemos superar esos problemas. En una dictadura, como seguramente sabrá por su experiencia y sus lecturas, eso no es posible.

Terminando, déjeme decirle que no guardo ninguna nostalgia por el régimen de Fulgencio Batista, al cual se ha terminando pareciendo tanto esta dictadura castrista. La idea de una democracia cubana, con libertad y con igualdad, con oportunidades y bienestar, no tiene porque ser incompatible con las metas a las que ambos aspiramos, pues a pesar de parecer opuestas, no lo son tanto, si son bien analizadas. Un librepensador debería entender esto, ¿no le parece?

Para concluir, ¿Para qué juego? Para la libertad. La de los cubanos. La de nosotros. ¿Para quién juego? Para todo aquél que quiera ser libre, y pensar libremente, parecido o diferente a mí, como por ejemplo usted, pues a pesar de tener ideas distintas defenderé siempre su derecho de expresarlas.

Atentamente

Héctor Ñaupari

miércoles, 16 de julio de 2008

"BREVE CARTA A HÉCTOR ÑAUPARI" POR RAFAEL INOCENTE



El novelista Rafael Inocente me ha alcanzado un texto contrario a la visión liberal y mercadista de Héctor Ñaupari (“Rosa de los Vientos”, "En los sótanos del crepúsculo"), quien por estos días está presentando un nuevo libro de ensayos titulado “Libertad Para Todos” ¿!
Este texto de Inocente se opone a la apreciación de “peso escurrido”, galvanizado y vulcanizado al paso que habitualmente se da sobre Cuba.
No está demás apuntar que este administrador está contra el progerioso Fidel Castro, así como también a los encarnados en el que fue el tirano Fulgencio Batista. Antes de pasar al texto en cuestión quiero apuntar que este humilde blog no se encuentra enceguecido por ideología o dogma alguno, y siempre está abierto al debate, por lo que cualquier contra respuesta será recibido a bien.


Breve Carta a Héctor Ñaupari:

Estimado Héctor, en el 1986 César Luis Menotti arengó a los integrantes del equipo de fútbol argentino con la siguiente proclama:

El jugador de fútbol debe entender esto, que es básico para su vida: para qué juega y para quién juega. Es lo que debe preguntarse y responderse.

Desde hace años existe una corriente empecinada en demostrar que la isla de Cuba es poco menos que el infierno en la tierra y otra que alega que es el paraíso terrenal. Ninguna de los dos tiene la razón, creo yo.

Por la descripción que hace de la realidad cubana, Héctor, pareciera que usted esperaba encontrar a la Familia Ingalls retozando en el trópico caribeño.

Mi querido Héctor, no dudo de su honestidad ni de su liberalidad que de alguna forma también es la mía, pues la libertad no es privativa de los que ahora se proclaman sus abanderados, solamente quería decirle, Lima no se reduce a San Borja, Surco o La Molina, hay sus matices, estimado Héctor, hay sus matices. Sería interesante que se diese una vuelta por los asentamientos humanos de la Ciudad Enferma, que trepe a las combis asesinas repletas de zombis envilecidos por el reguetón y la puticumbia, que se introduzca en el mundo de los campesinos norteños perjudicados en su medioambiente por las mineras o en el de los pescadores artesanales sechuranos que cada año deben adentrarse más a la mar para pescar siempre menos, agárrese en fin, usted ya es urbano y citadino, a cabezazos con cualquier miembro de la ilustre policía nacional cuando le claven una ilegal multa electrónica en el Callao en complicidad con la Municipalidad que dejó Kouri.

Sería también interesante que se diese una vuelta por los burdeles y los burdeles solapas de cualquier ciudad de nuestra patria, Héctor, que el puterío con consentimiento familiar no es privativo de la heroica isla ni presupuesto anticipado de envilecimiento del alma: la de la carne no es la única forma de venderse, que hay otras peores, y si esto escandalizó su moral cuando visitó la isla, pues como le sugiero, visite usted los burdeles de nuestra patria en donde chicas de 15 tiernos años venden el culo por 10 nuevos soles (DIEZ NUEVOS SOLES) con la complicidad del municipio, la policía, los jueces y la propia familia que se hace de la vista gorda pues el padre es alcohólico y la madre, pues la madre está viendo la telenovela (o tal vez a Magaly o Gisella).

Creería más en su liberalidad, estimado "Jéctor", si así como escribe de una Cuba que percibe oprimida, sojuzgada y en donde el sólo hecho de pensar ya es sospechoso, digo, si así como escribe de esta Cuba que ha olisqueado superficialmente y unos cuantos días, casi sintiendo nostalgia por esa "ciudad de esplendores" que fue la Cuba de Fulgencio Batista, Santo Trafficante y Lucky Luciano, escribiese también algo breve, como lo que dedica a Cuba, pero referente a la Nación que rebosa de Grasa Saturada en el Cerebro.

Entonces respondería esclarecido la arenga de Menotti:

El jugador de fútbol debe entender esto, que es básico para su vida: para qué juega y para quién juega.

Cordialmente,

Rafael Innocente

martes, 15 de julio de 2008

CHILE: ESTUDIANTE ECHA AGUA EN EL ROSTRO A MINISTRA DE EDUCACIÓN



Por fin, una estudiante, pudo expresar su rabia y frustración por el continuo maltrato (aparte de recibir una educación deficiente y manipulada) donde los manifestantes son repelidos violentamente por los carabineros quienes no escatiman en lanzarles gases tóxicos y agua contaminada. La estudiante chilena de nombre Música Sepúlveda y de sólo 14 años, expresó su inconformidad y la falta de atención a los requerimientos propios del estudiantado en Chile; y a la pregunta de si lo volvería a hacer, manifestó afirmativamente, aparte dejó claro que no es con ella con quien la Ministra tiene que disculparse, sino con los dirigentes estudiantiles y con sus demás compañeros.
Qué lejos estamos de eso en este país de ganapanes y turiferarios.
Ojalá esta conciencia (y no sólo me refiero al jarrón con agua, sino a las respuestas contundentes y a la defensa de la gratuidad de la enseñanza de Música Sepúlveda) se pudiera contagiar de alguna manera. Les dejo los vídeos.

Aquí abajo las razones de la estudiante:



MUSICA SEPULVEDA

lunes, 14 de julio de 2008

¿ATENTADO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN O MEZQUINDAD LITERARIA?



El vídeo anterior (que es la misma entrevista) sobre Doris Moromisato, colgado inicialmente en youtube ha tenido problemas, no sé si por un hacker o por los mismos señores de "Porta 9". Este vídeo ha sido jalado de una cuenta de Google. A propósito, le he enviado una misiva de consulta al señor Ángeles, la que copio aquí:
Señores de "Porta 9", quisiera saber la razón por la que se ha retirado el vídeo sobre la entrevista a Doris Moromisato
que jalé a través de youtube a mi respectivo blog. Entiendo las diferencias de posiciones, aún así me parece que si uno
cuelga un vídeo en un servidor abierto es para que se masifique y se difunda. Ustedes están en su derecho de permitir quien mire y quien no. Yo estoy en mi derecho de asumir esto como una marginación y como un atentado a la libertad de expresión.
A la espera de su respuesta. Atentamente


Rodolfo Ybarra

sábado, 12 de julio de 2008

LA CÁMARA FRIGORÍFICA DEL LIBRO (CFG)

(VÍDEO RETIRADO, ¿HACKEADO?, O ATROPELLO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN. LEER POST DE ARRIBA)



La cámara frigorífica del libro, así se debería llamar esta institución que ha usurpado el justo término y el buen título de una institución supuestamente dedicada a la difusión de la literatura y de la cultura en nuestro país, cuando en realidad se ha dedicado a desmerecer y lucrar con el “buen” nombre de los escritores y de las editoriales con intereses subalternos. Dicen que es una institución privada (¿no habrá alguien por ahí que lava su dinero o que quiere hacerse el cultoroso para encubrir alguna acción ilícita?), por eso hace lo que quiere y no le rinde cuentas a nadie, se empecina en creer que la cultura es esa comida para perros, ese vomitivo remedo de aullidos enajenados como Gianmarco Zignago (ver entrevista a D. Moromisato, el lado visible de este endriago) quien le cantó una canción de amor al delincuente Bush (y ahora último, como buen cortesano le sobó la barriga al Ubú Rey Alan García); o peor, cree que la vendida Cecilia Barraza o ese grupete de rockeros plagiadores de canciones desconocidas como “Zen” son de necesidad en una feria del libro (¿?), sólo falta que terminen invitando a Tongo, Abencia Meza, kike “suero” o al “Grupo 5”; quizás ellos “puedan llevar más gente” (que es lo que en realidad buscan) y representan más certeramente lo que es, en realidad, la cultura peruana.
A esta fría institución metálica y crematística no le basta con haber mudado su armatoste de circo europeo al Jockey Plaza, popular centro de reunión de la clase media ascendente, sino que, aparte de cobrar entrada (por más que sea un sol), se empecina en difundir escritores que viven de espaldas a la realidad peruana, escritores que arañan el cielo cuando hablan de libros de autoayuda o de “Zonas Erógenas”, escritores que se deleitan en la evasión de una realidad que le ha sabido premiar con migajas y con puestitos estratégicos en la faja de transmisión de la cultura peruana, y se flagelan y tasajean cuando le hablan de que hay escritores andinos o serranos, o cuando les dicen que hay una literatura asimétrica, una literatura del proceso de guerra que se vivió en este país (algunos, los más avezados, les gusta coger con la punta de los dedos estos temas para llenarse los bolsillos y crear seuda controversias cuyo mayor fin es inflar sus cuentas bancarias) .
Pero la gran falla de estas Cámara Frigorífica del Libro, como se está viendo ahora, siempre va a ser la promoción de editoriales jóvenes a quienes últimamente se ha encargado de ningunear por temor a la potencial competencia en que se están convirtiendo, no hay otra razón visible; el gran monstruo editorial, como en la ley de la selva, se come a los más pequeños. Peisa que es el pequeño monstruo, o el mediano, supuestamente encabeza esta lista de vetados, pero Peisa no es más que una editorial invitada al ALPE (Alianza Peruana de Editores) que está conformada por otras editoriales más pequeñas como Jaime Campodónico, Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Asociación Cultural Antares, Sarita Cartonera, Estruendomudo, Matalamanga, etc. Hay un asunto de costos y de precios que salta a la vista si comparamos libros de editoriales grandes con editoriales pequeñas, algunas de estas últimas han ofrecido libros desde diez soles, ahí la verdadera razón y el real juego que hay detrás de todo este veto. Competencia desleal le llaman los antropófagos editoriales.

De esta manera, esta Cámara (de llanta) se ha institucionalizado como tal (rodando y aplastando a la competencia) se ha convertido en un lugar de paseo para equinos escritores que trotan (igual que el año pasado) orondos por sus stands, y es que esta feria del libro ha salido para hacerle la competencia a esos circos con animales amaestrados y domadores de leones que llegan para el mes de julio, ya no hay diferencia. Y así, todavía, quieren igualarse a otras ferias del libro como las de Guadalajara (DM dixit), lo que se necesita es presionar a esta seuda institución de conducta errática que en función a la economía de mercado está dañando a los escritores del pueblo y a las editoriales marginales, potenciando a las grandes editoriales que trafican con el conocimiento, reproduciendo una cultura decadente que corresponde a una burguesía decadente y parasitaria.
Lo que se tiene que hacer es un boicot activo donde las editoriales marginadas y, sobre todo, los escritores deberían negarse a ir este antro que no respeta, ni siquiera, la libertad de competencia (si serán bestias estos) y se erige como una institución estéril, un elefante blanco, un entidad manejada por monos beduinos, por fronterizos con servoconductas que nada saben de sana competencia, de promociones editoriales, ni de libros. Lastimosamente algunos escritores con acondroplasía mental se han manifestado en contra de este veto, pero hacen la deferencia de que sí irán a los eventos programados. ¿Cuál es su protesta? Otra vez la hipocresía y el desdén de estos seudoescritores, ganapanes y mermeleros comportándose como cobardes y felipillos.
¿Alguien dará el verdadero ejemplo de cómo combatir a estos enemigos de la cultura?
Por lo menos se espera la voz de los escritores de arraigo y compromiso social, desde ya es de esperar el silencio de los escritores amarretes, los aculturados, los flatulentados por la economía de mercado, los letratenientes coactados por las grandes editoriales, los temerosos a perder el trabajo de reseñistas de libros, los acobardados y metidos o entornillados en algún puesto al servicio del establishment, los escritores a sueldo fijo que lloran en silencio y se niegan a ser destetados, o los que defecan generosamente sobre su propia moral y ética; en fin, ustedes saben de quienes hablo, la lista es grande.

(Arriba: una entrevista "alegre" y de humor involuntario).

jueves, 10 de julio de 2008

EL POLÍTICO CLEPTÓCRATA



Este animal político (dotado de pies hendidos y de cuatro ruidosos estómagos: panza, bonete, librillo y cuajar) no tiene bandera, ni ética; siempre dice “servir” al pueblo, cuando en realidad quiere servirse de él. Generalmente, usa su filuda lengua (remojada en excrementos, orines y otros detritus, y aleccionada en partiduchos vendepatrias, cortesanos y angurrientos que casi siempre son vulgares escuelas de rateros, carteristas y palomillas de ventana), para convencer, engañar y expoliar a las masas famélicas y hambrientas mantenidas en la ignorancia a viva fuerza (para eso están las “invencibles” y arrogantes FF.AA. y la “gloriosa” y corrupta PNP). Su sistema de castas y herencia de apellidos (en su mayoría, pacharacamente compuestos) lo ubican dentro de la más baja calaña en la seudoespeciación de “seres humanos”. A menudo suele usar un corte de pelo que llaman “decente” con un mechoncito adelante en la forma de los “emos”, corbata que le adorna la meteorizada panza (para darse ínfulas de importancia cuando en realidad es un pobre diablo) y un terno siempre de color azul, hecho a medida (de preferencia en corte inglés) con el que suele seducir a su secretaria (rubia exagerada de ralísimo C.I. que no sabe calcular la cantidad de peróxido de hidrógeno H2O2 que se echa en la cabeza) y dar declaraciones farsescas cuando lo entrevistan sobonamente (de forma pactada y vergonzante y con ayuda del telepronter) en la televisión estatal.
Este cerdo cleptócrata (con el perdón de los ilustres porcinos del camal de Yerbateros) nunca anda solo, su cobardía es tan grande que le teme a su sombra, a sus sirvientes, a su entorno familiar y desconfía de todo el mundo; ha mandado chuponear a sus mejores amigos y ha contratado a gente para que vigile a quienes lo vigilan y son su guardia pretoriana. Nunca duerme tranquilo, sus continuas estafas, mentiras, engaños y promesas sin cumplir, le remuerden la conciencia, le causan terribles pesadillas, insomnios quejumbrosos, (nunca llega al grado “delta” de sueño a las justas llega a “gamma”, y casi siempre rebuzna y rumia en “alfa” que no es sinónimo de relajo). Las palpitaciones y sudoraciones hacen temblar su mofleteada anatomía y tiene que tomar calmantes y ansiolíticos (cuando no algunos paquetitos de cocaína u otros derivados o drogas burguesas) para estar bien en la “entrevista del día” y las “declaraciones” a la prensa burguesa que le hace vulgares “fellatios” y lo orla con adjetivos cercanos a la heroicidad o a algún santón que obra milagros inexplicables, como las cifras en positivo que figuran en sus estadísticas ditirámbicas (concesionadas a su propia familia en un nepotismo por demás ridículo) y que a nadie convencen.
A menudo busca alianzas (en el fondo del retrete de subespeciaciones humanas) con otros politiqueros de su misma calaña que fungen de adversarios, cuando todo el mundo sabe que ese nido de ratas que llamamos “Poder Político”, ese burdel ramplón llamado “Congreso”, esa bacinica elefantiásica llamada “Poder Judicial”, sólo son vulgares circos de barrio, digestores del pensamiento fascistoide, para saquear, robar y denigrar a los humildes ciudadanos que contribuyen con sus impuestos (encubiertas extorsiones) y con su trabajo mal remunerado, sumado a leyes draconianas financiadas por las grandes patronales y los dictados del Imperialismo del país-bestia que rebuzna desde lejos. De esta forma, el político cleptócrata lleva agua para sus molinos de todas las fuentes posibles, hasta ha transado con los que alguna vez persiguieron a su familia y ha hecho las paces con un político ario y racista que juega críquet y que lo trató de “cholo”, y se ha comido el escupitajo verdoso que un multimillonario xenófobo y políticastro le lanzó en pleno rostro por no apoyarlo en la privatización de unas minas de oro de reciente explotación (y no es que el político cleptócrata se opusiera a la privatización, sino que quería entregar la mina a unos conocidos que ya le habían pagado en efectivo y con unos terrenitos, cuyes y vacas en Cieneguilla al lado de un afeminado Ministro cuya debilidad por los cachaquitos es harto conocida).
Cuando hay mítines suele pedir la palabra de forma ceremoniosa y se empina para arrojar su consabido discursillo de encantador de serpientes, su cháchara fronteriza, sus adornados trabalenguas y aforismos de salón con los que suele meterse al bolsillo a las mayorías olvidadas que nada saben de política, ni de esa trampa vomitiva e intestinal que llaman “democracia” (léase demoniocracia) y en el cual “nuestro” político nada cien metros planos estilo libre, estilo mariposa, y se desenvuelve como una delicada garza, aparentando ser el salvador, el iluminado, el que vendrá a curarnos todos los males. Y es que este político cleptócrata se sabe todas las mañas, ha hecho del embuste una profesión bastante lucrativa, y se ha granjeado el respeto de los narcotraficantes, los aristócratas y las grandes mafias de sicarios, célebres por su “trata de blancas”, negocio en el que últimamente, el político cleptócrata, tiene acciones y al que a puesto a “trabajar” a varios de sus testaferros, algunos de ellos que se la dan de culturosos y poetisos que le lustran el zapato y le lamen el trasero cuando éste, el político cleptócrata, lo requiere.

Cierto día que iba camino a su exclusivo club, del cual es socio honorario (estatus heredado de sus bisabuelos terratenientes quienes eran enganchadores de esclavos e importadores de negros y de chinos coolíes), aprovechó una movilización popular para arengar por un “país nuevo”, una “democracia de bienestar”, y que la economía iba viento en popa (una mujer se preguntó: ¿será por eso que andamos casi desnudos?) y que la flecha estadística marcaba lugares nunca soñados (“si hasta la comunidad económica europea nos ha felicitado” discurseaba hipócritamente), y mientras decía todas sus cojudeces juntas, un grupo bastante numeroso de construcción civil empezó a recoger piedras, palos, botellas y objetos contundentes; las madres de familia que cargaban ollerones vacíos e instrumentos de cocina se iban acercando sigilosamente; los profesores despedidos se sacaban las correas, sus miradas se encendían, hasta unos niños pordioseros empuñaron sus latas y resorteras con las que solían matar ratas y lagartijas. Y cuando ya estaba por terminar el huaico verbal propio de un filosofastro, todo el pueblo enardecido se le fue encima, de nada valieron los diez guardias de su seguridad de apariencia temible y reclutados en los bajos fondos de la delincuencia supina, o sea ex-policías dados de baja por corrupción (quienes también fueron linchados), ni los ocho patrulleros que custodiaban el perímetro (unas cuantas molotovs harían lo suyo) ni los gritos de perdón, auxilio o la última promesa que escaparía como una flatulencia de su boca sucia: “no lo volveré a hacer”, “no volveré a mentir”. Antes de que acabara esta última frase ya los perros callejeros se disputaban unas tripas repletas de un buffet oriental que el susodicho había ingerido ayer por la noche cuando fue supinamente (al modo de los fariseos) a la embajada de un supuesto país comunista para ayudar en la firma de unos “tratados de libre comercio” (previa prebendas compuesta por viajes, una gruesa cuenta bancaria en euros y hasta la nacionalidad si le apetecía o si tenia problemas) que destruirían inmisericordemente la incipiente industria textil de este país.
Unos jubilados que habían logrado recoger unas armas del suelo apuntaron hacia donde estaba la capital, en sus ojos se podía ver el brillo lustroso de Atusparia y Uchu Pedro. Nunca más volverían a ser engañados. “Abajo los políticos cleptócratas” fue el grito iniciado por un profesor de primaria que, sin pensarlo, se convirtió en el líder de una revuelta que recorrió en pocos días, como reguero de pólvora, a todo el país.

(esta historia continuará)


Arriba: conocido personaje cleptocrático, "Mayor Quimby", del dibujo para acondroplásicos mentales y turiferarios, los Simpsons.

martes, 8 de julio de 2008

"PARO NACIONAL"



A pocas horas del "Paro Nacional", convocado por centrales obreras y campesinas, se respira un ambiente tenso; para "apaciguar" los ánimos el ejército ya salió a las calles (dizque que para "resguardar" los locales públicos; si serán imbéciles estos señores, acaso no se han dado cuenta que es la "vida" lo más importante y no las construcciones de cemento). Aquí les dejo un spot (no escuchado) que reclama justicia a los acondroplásicos mentales del gobierno (escucharán alguna vez, o se harán los oídos sordos). No todo es teoría (ya quisieran algunos). Nos vemos en el paro.

lunes, 7 de julio de 2008

"LA CREACIÓN Y LA POLÍTICA" UN ARTÍCULO DE RAFAEL INOCENTE



El novelista Rafael Inocente me envía este artículo en apoyo a lo vertido por mi persona en los últimos posts. Quiero resaltar que no comparto todo lo dicho por Rafael, creo que es por razones de formación, ya que el novelista ejerce, además, labor científica; entonces los conceptos tienden a encontrar parapeto en funciones naturalistas {Darwin-Lamarck; este último por cierto, organizó a los seres vivos en tres grandes grupos que, me parecen, exceden la formación ósea y puede explicarse en el desarrollo mental en la actualidad (o lo que yo denomino acondroplasía mental): aquellos dotados de irritabilidad que el denomina "invertebrados inferiores", aquellos que poseen además el «sentimiento interior» (invertebrados superiores) y aquellos que revelan inteligencia y voluntad (vertebrados)}.
En mi caso siempre trato de acercarme (con dificultad matemática, sobre todo cuando se trata de "circuitos eléctricos" y esa vaina de las resistencias y condensadores que fungen de red cerebral)a una visión holística que no excluye la biología.
Les dejo el artículo, sin corrección alguna, nos vemos en la zona de comentarios.


"LA CREACIÓN Y LA POLÍTICA"

«Me parece que hay la necesidad de una gran cólera y de un terrible impulso destructor de todo lo que existe en estos lugares. Hay que destruir y destruirse a sí mismo. Eso no puede continuar; no debe continuar. Puesto que no hay hombres dirigentes con quiénes contar, necesario es, por lo menos, unirse en un apretado haz de gentes heridas e indignadas y reventar, haciendo trizas todo cuanto nos rodea o está a nuestro alcance. Y, sobre todo: hay que destruirse a sí mismo y, después lo demás. Sin el sacrificio previo de uno mismo, no hay salud posible».

Carta de César Vallejo a Pablo Abril de Vivero, fechada el 18 de abril de 1928

Respecto a los polémicos artículos de Rodolfo Ybarra, a saber, Cuestión de Orden, Critikus Cirkus, La Poetisa Ridícula y El Intelectualoide en estado de reposo, tengo aquí algunos alcances que espero aporten al debate y aderecen el guiso.

Una constante en dichos artículos es la pregunta no formulada que gira en torno a la decisión sobre la forma en que el artista —llámese escritor, pintor o escultor— toma acerca de su propia emancipación. Esta decisión del artista está ligada y antecedida por el grado de conciencia, responsabilidad y cuestionamiento que el artista posea respecto a su medio. Querámoslo o no, la forma en que el artista decide convertirse en su escritura u obra es una decisión que no deja de ser ni una pizca, una decisión política.

En los tiempos asesinos que vivimos, ahora que la acumulación progresiva, deliberada y perversa de la ganancia se ha tergiversado tras los discursos socialdemócratas y liberales, ahora que ese excedente de la explotación hacia los no poseedores de los medios de producción por los dueños de estos medios se baraja de su origen enajenante porque permite “mas que sea” comprarte un carrito sanguchero, ¿Cómo se refleja esa pugna en el laboratorio creativo de los artistas? La post-modernidad ha intentado negar la lucha de clases y la existencia de la plusvalía, pero esa sociedad biclasista (con sus respectivos matices) en donde una minoría dominante construye mecanismos cada vez más sutiles de control y dominación social para mantener al rebaño adormecido y asegurar así la reproducción ad infinitum del capital, remarcando la idea de tiempo de trabajo como tiempo efectivo de control social, esa sociedad en la que cada vez es más peligroso tener ratos libres y en donde el poco tiempo “ocioso” es malversado por formas prostituidas de arte, esa sociedad, ¿podrá generar artistas genuinos? Esa enajenación del trabajo del que no posee medios de producción, ¿cómo se traduce en el campo del arte? Alguien dijo alguna vez que había épocas en la historia de la humanidad en las que un panfleto contundente resultaba mil veces más valioso que un farragoso novelón de mil páginas que sólo leían unos cuantos iluminati. Alguien dijo también que si el arte era genuinamente rebelde, aquello afloraba, fluía como agua de puquio a través de la obra, sin necesidad de adjetivos, discursos ni poses asumidas. Entonces, repetimos la pregunta, ¿cómo se traduce en el campo del arte la enajenación del individuo por el capital? Ensayemos una respuesta. Podría traducirse mediante el sometimiento de la obra, consciente o inconscientemente, a los designios del mercado, la obra de arte convertida en un artefacto útil sólo para hacer girar la rueda de la oferta y la demanda. Pues, ¿qué si no son la poetisa ridícula, el intelectual cansado y el crítico circense, si no especimenes prostituidos por las leyes de un mercado al que quieren acceder aún a costa de sus propias almas?

Este no es un debate nuevo. Hace por lo menos cien años se discute sobre la función del arte, lo que ha generado resistencias que han devenido en la teoría del arte por el arte (casi una teología del arte) y la radicalización posterior que derivó en un rechazo absoluto de cualquier función social y de toda determinación que se diera a través de un contenido objetivo, activo y político del arte (recordar el financiamiento de la CIA a escritores, intelectuales y vanguardias de centro y extrema izquierda en la primera mitad del siglo pasado).

En la actualidad no es diferente. ¿Cuántos intercambian consciente o inconscientemente la crítica al modelo económico, social y político por prebendas, cócteles, eventos, viajes, becas, membresías, entrevistas, cuando no dinero contante y sonante? El mercado, aquella diosa ebria y sedienta de carne di ragazzini, ha logrado hoy integrar formas de crítica que la resisten así como crear espacios adecuados para el desarrollo de “escritores disidentes” (premios y concursos amañados con ganador elegido un año antes por un jurado asalariado), y por otra parte, el Estado utilizado convenientemente por los gobiernos de turno financia y promueve aparatos ideológicos que permiten la simulación de la democracia integrando la crítica oficial complaciente del modelo económico por medio de la creación de una rimbombante y hueca cultura oficial.

Más allá de las coincidencias o disidencias entre nuestros pareceres, Rodolfo Ybarra ha llegado a un punto extremo en la radicalización de su intención y su praxis de vida, en su crítica a los valores oficiales de la existencia, el arte y el establecimiento burgueses y si algún desliz tuvo en su edad de piedra, que de haberlos hailos, quien esté libre de culpa que tire la primera piedra.

Este paso al costado que Ybarra y su escritura poética acometen, probablemente lo marginen aún más (de seguro a complacencia suya) y lo condenen al ostracismo literario. Pero este gesto del poeta, este “desenmascaramiento del autor” que ha ejecutado con sus últimos artículos, demostrando de manera ineludible que el artista es también responsable de un orden social y no es de forma alguna un alienado de su entorno, digo, este gesto es ya de por sí valiente e insólito en un medio preñado de cabilderos, cobardes e ignorantes en grado sumo. “Escribir” como un acto que desliga de todo tipo de responsabilidad a quien lo hace, “escribir” como un acto en el que no hay un nexo de responsabilidad del escritor con la obra que brotó de sus entrañas,”escribir” como quien acude al inodoro, escribir así entonces deja de ser una actividad que conlleve una responsabilidad y pasa a ser una actividad fútil propia de indolentes o borrachines ansiosos de protagonismo.

¿Cuál sería entonces el sentido de escribir bajo las actuales condiciones históricas, políticas y económicas de producción, ahora que se anulan de una patada en el poto las culturas nacionales ante la globoidiotización o ahora que el nacionalismo liberal que infesta las repúblicas sudamericanas vende la ilusión del progreso a los incautos?

Me disgustan las respuestas precisas, tipo examen de admisión. Lo que se es que la escritura poética y en general la obra de arte, no debiera convertirse en lerdas ambiciones y volverse un folletín farandulero para aparecer en las páginas de sociales de El Comercio. Ya el mismo Vallejo afirmó en alguna ocasión que “el tipo perfecto del intelectual revolucionario, es el del hombre que lucha escribiendo y militando, simultáneamente”. Un viejo amigo, escritor polémico y muy querido, me dijo alguna vez que una obra de arte debería escribirse sin pensar más que en contar una buena historia, pero con honestidad absoluta, si se hacía eso, la permanencia de la obra y el deseo de esclarecer —que no sólo divertir— al lector aunque sea por unas horas de la miseria cultural en la que ha sido sumido por líderes inescrupulosos, estaban garantizadas, pues aquella obra de arte justificaba tus días sobre esta tierra. Ahora vemos jóvenes autores que se desgañitan en la publicidad de sí mismos, jóvenes poetas y escritores que se agotan en una carrera de cien metros para la obtención de premios, becas y publicaciones aligeradas que exigen resultados inmediatos que se traducen rápidamente en éxitos a corto plazo otorgados por la necedad y la ignorancia públicas cuando no por intereses creados de grupos editoriales y el sacrosanto mercado.

En contra de lo que profetiza dogmáticamente el discurso de la crítica reactiva y academicista y en contra de los escritores chupamedias, anarquizantes (que no anarquistas), francotiradores y esos sí, marginados, en el sentido de que la posición política esclarecida y militante mutila la capacidad creativa, ya lo demostró Vallejo que tanto la práctica como la teoría revolucionarias fortalecen las facultades creativas cuando se trata de un genuino creador de honesta, firme y constante vocación popular.

Si estos artículos de Rodolfo Ybarra han servido para que ciertos escritores y aspirantes a serlo encuentren una inspiración o una salida para todas las coacciones que imponen quienes actúan con fines elitistas, creo que el esfuerzo está justificado. Si estos lectores plasman luego en sus creaciones una posición política de resistencia y cambio reflejada en crítica y rechazo de un modelo económico fundado en la explotación, el consumo, el endeudamiento y el irrespeto a la Madre Tierra, un modelo que somete a los individuos y hiere sus corazones de muerte, estos artículos de Rodolfo están más que justificados.


Rafael Inocente

sábado, 5 de julio de 2008

Primus Wynona's Big B.B





Aquí el legendario Primus y su "Wynona's Big B.B " en dos versiones: primero con el inefable David Letterman (hasta cuándo el arte tendrá que asociarse a shows lamentables), y luego la versión conocida a inicios de los noventas cuando Les Claypool hacía de las suyas combinando sonidos con animaciones bufonescas.
Para los que no saben de lo que estoy hablando les dejo un pequeño bio:
Clapool es más conocido por ser componente de la banda estadounidense de rock alternativo Primus en la cual toca bajo eléctrico, bajo fretless (sin trastes), contrabajo, fiddle (violín rústico), fuzz, clarinete y mandolina y en la que también ejerce de voz. También tiene varios proyectos paralelos. Claypool tiene un estilo propio a la hora de tocar el bajo mezclando influencias muy variadas: heavy metal, funky, flamenco... y es respetado como un gran talento del bajo siendo una gran influencia para los jóvenes bajistas en estos últimos años.

Afortunadamente, según me cuenta un amigo recién regresado del país de las bestias, la banda sigue en pie. Salud por ello.

SOBRE LOS ENANOS ACONDROPLÁSICOS MENTALES (E.A.M.)



Hace un buen tiempo debatíamos con Arturo Delgado (“Los Espejos del Infierno”) y Rafael Inocente (“La Ciudad de Los Culpables”) sobre el estado mental de estas últimas generaciones, para quienes la alimentación se ha convertido en una dieta de grasas saturadas, gaseosas carbonatadas, condimentos que estimulan la libido (pero no la inteligencia) y una suerte de conservantes y preservantes extraños, muchos de ellos con mercurio , sumados al temible aspartame que viene en formato de reemplazo a las sacarinas y que se usa mucho en chocolatería, galletería y dulcería en general. Claro está, todos estos elementos aparte de dañar el estómago y el sistema gástrico, dañan directamente la mente de quien los consume. Esta alimentación sumada a las domesticaciones idiotizantes massmediáticas (televisión que tiende a la automatización, radio que promueve la enajenación y conductas de sometimiento, internet cada vez más al borde de la irrealidad y de los delirios ( un ejemplo claro es un tipo de comentarista de blogs, en su mayoría representante de una seudoespeciación humanoide con un C.I. muy por debajo al de un mono, por lo cual se explica que tenga mayores habilidades manuales, casi las mismas que tiene el primate para subir a un árbol, y menos inteligencia sobre todo para entender conceptos, teorías, cuestionamientos, lo cual entiende como “castigo divino”, por eso reacciona insultando, agrediendo, dando rabietas o tropezones que cualquier veterinario podría entender como un “ataque de ira” ante un hecho inusitado, y que necesita de un sedante, un anestésico, etc).
Entre los mayores placeres cireneicos (los placeres epicureanos sería demasiado) de este enano acondroplásico está su gustó por la satisfacción de deseos básicos y elementales, gusta de vestir bien, casi siempre compra ropa de marcas conocidas y se esfuerza en renovar su closet muy a menudo (cuando no tiene dinero compra vulgares imitaciones y se da por satisfecho. La publicidad ha cavado en su interior dejando una huella coercitiva difícil de romper), gusta comer “bien” como ya he anotado arriba (lo que le hace subir el nivel de sus lípidos HDL y ) y le gustan los placeres mundanos, licor metílico y sexo al paso y a balazos. El enano acondroplásico mental no duda en gastar sus ingresos en contratar los servicios del meretricio, su mente se ve nublada constantemente por el deseo sexual que no puede reprimir y le devora su escasísima capacidad de discernimiento. Como se puede deducir, la prostitución (masculina o femenina) y la pornografía son buenos lugares de solazamiento para el E.A.M. motivo por el cual estas industrias últimamente han tenido un crecimiento geométrico, obligándose a sí mismas ha renovar sus guiones y exigir mayor capacidad histriónica a sus actores (hace poco un pornostar se colocó una microcámara en el pene para filmar una penetración que más parecía un papanicolau).
Todos estos elementos sumados han dado origen al enano acondroplásico mental de conducta simiesca, muy dado a la envidia, la pachotada, la jodienda, sin capacidad de razonamiento o de sostener una conversación alturada, a las justas lanza improperios, insultos de bajo calibre, escupitajos verbales; una de sus “cualidades” es la cobardía y el temor a ser “descubierto”; como no tiene habilidad para mentir, basta leer, por ejemplo, su tipo de escritura para entender qué tipo de E.A.M está detrás. Por lo demás, es fácil entender por qué siempre este nuevo espécimen quiere desautorizar a quien lo señala con el dedo. En el fondo teme ser acorralado, atrapado y puesto en evidencia que su naturaleza es una seudoespeciación del homus novis, el hombre moderno, por eso se entremezcla con algunos seres pensantes, funge de poeta, escritorzuelo, a veces es más audaz y quiere pasar de crítico literario o de editor, a veces busca aparentar que puede desarrollarse en sociedad y se busca una pareja de la misma subespecie; y así entre los dos se hacen un espacio dentro del mundo cognoscitivo, se desenvuelven o intentan hacerlo…hasta que alguien (¡oh horror!) lo descubre.

(Arriba: foto de enano acondroplásico físico)

viernes, 4 de julio de 2008

(CUESTIÓN DE ORDEN)



Los últimos días he recibido diversos correos increpándome por los post “El intelectual en estado de reposo” y por “La poetisa ridícula”; también este último post titulado “Críticus Circus” ha tenido reacciones lamentables. Quisiera decirles a mis detractores y futuros enemigos que yo no escribo para satisfacer necesidades fisiológicas, ese trabajo se lo dejo a otros bloggers, considero que cada quien tiene la libertad de escribir sobre lo que le venga en gana y, también, manejar la técnica o los recursos literarios que estén a su alcance. Si la temática a abordar me permite hacer caso omiso al nombre al cual va referido, pues, entonces mejor, no se trata de develar inmediatamente al “criminal”, sino cercarlo, enredarlo, dominarlo para que él mismo confiese su crimen, ese método me parece el más confiable y el más estético, y, también, el menos prosaico.
De otro lado, no me amilanan las amenazas, las advertencias o los “aclares”, no tengo tiempo para estar preocupándome de eso. Tampoco tengo tiempo para detenerme en los que me critican por mis primeros libros (¿que culpa tiene “Sinfonía del Kaos” de inicios de los noventas?), seguro ellos se quedaron en esas épocas, para mí es capítulo cerrado, vivo otros tiempos, leo otros libros, viajo a otros lugares, incluso mi entorno más cercano y mis amistades han cambiado (cambia la base material ergo cambia el pensamiento). El que se quedó atrás, pues simplemente no vivió. Estoy en otros asuntos y concluyendo otros libros aparte de los ya escritos y que permanecen en la ineditez. Así que a los que siguen criticando al Ybarra de la edad de piedra, pues simplemente les arrojaré pieles de buey (o de llama) para que cubran su desnudez.
Sigo pensando que es necesario reordenar toda la literatura peruana y laxar al canon literario, las nuevas versiones sobre este proceso se hacen cada vez más necesarias. No, no se preocupen no estoy pidiendo mi incorporación en este proceso (es más, ya he pedido a unos amigos que se me retire de un estudio y antología). Será para mí un honor no aparecer en esas antologías al lado de mutantes que a las justas pueden manejar los verbos en infinitivos o los que creen que plagiando versos a terceros se hacen más poetas (¿?), y, peor, los que andan como locos pidiendo unas “palabritas” a algún académico para, supuestamente, perpetuar el libro en las conciencias críticas de los lectores (que tal ridiculez). Y es que el ambiente literario por estas zona es demasiado jocoso, lástima que la risa o la alegría pasajera de estos señorones sea de carácter involuntario. Igual me río de todos esos payasos y mequetrefes (¿habrá algún arlequín por ahí?) que piensan que tienen la razón cuando no pueden ver más allá de sus narices; por lo tanto su miopía es cerebral, su torpeza es cerebral, su mediocridad es cerebral (enanismo mental o acondroplasía cerebral, aunque he visto a algunos con enanismo mental pituitario).
Creo que la buena literatura no necesita de traficantes ni de contrabandistas, está al margen de todo ello y goza de independencia y de buena salud. En cuanto a este blog, jamás me voy a dejar coaccionar o amedrentar por “llamadas de atención”, o por críticas vitriólicas, ya estoy viejo para eso, por ello he declarado que este blog es “Zona Liberada” libre del enmierdamiento y la cucufatería de los críticos decadentes, libre de la marmaja y de la mermelada, por eso mismo no he buscado algún nombrecito para este blog, simplemente he preferido dejarle mi propio nombre.
Cambio y fuera.

jueves, 3 de julio de 2008

CRITICUS CIRCUS



No es mi intención primaria hacer un análisis “profundo” sobre los “críticos” más controvertidos de la escena virtual (he tenido una petición expresa de escritores temerosos, de lectores cándidos ganados por las “luces artificiales” y las “chispitas mariposas”, y también, de motejadores o seudomotejadores, caballotroyescos con resabios de envidia y jugo biliar). Había pensado hacer un ensayo con bibliografía de apoyo y citas literarias sacadas de los clásicos literarios y mis continuos rebusques; pero ya estamos cansados de eso y no es mi intención seguir un camino trajinado, aún así quisiera dejar una cita, para no perder la costumbre, del crítico Karl Kraus (1874-1936), uno de mis principales asesores de la adolescencia, opositor por antonomasia de Sigmund Freud, Wittgenstein y Weininger y director fundador de la famosa revista “La Antorcha” (Die Fackel) y a quien debiéramos seguir: “En esta época en la que ocurre justamente lo que uno no podía imaginarse, y en la que ha de ocurrir lo que uno ya no podía imaginarse, si pudiera, no ocurriría; en esta época tan sería que se ha muerto de risa ante la posibilidad de que pudiera ir en serio; que sorprendida por su lado trágico busca el modo de disiparse, y al pillarse con las manos en la masa se pone a buscar palabras; en esta época ruidosa que retiembla con la sinfonía estremecedora de acciones que provocan noticias y de noticias que disculpan acciones, en una época así no esperen de mí ni una sola palabra propia. Ninguna salvo ésta, justamente la que protege aún al silencio de ser malentendido”.
Antes de empezar, quisiera anotar algunas características y/o errores de los críticos habitúes que generan no sólo rechazo, sino que aparte de desbordar soberbia (sobre todo a la hora de los comments) con esos airones culteranistas y un aberrante mal gusto por inventarse una razón totémica (¿esto no sería digno de un museo smithsoniano?), fruto de algún albur etéreo que exacerba el efecto de una de las variantes lamentables del “Síndrome de Estocolmo” donde el lector ve en el crítico (que lo maltrata a costa de un manejo neopositivista y de un arrebol irracional por la infalibilidad sobre cualquier texto en cuestión) una especie de salvador intelectual, una luminaria de foco incandescente que es capaz como una hidra-gorgona de pulverizar a quien le mire a los ojos o adivine el mecanismo volutivo de sus conexadas dendritas, de sus termoeléctricos axones, su motor todoterreno-neuronal a dos tiempos: aceite y combustible: oleaginosa razón que aceita al cerebro esponjiforme, y explosivo poder salido de la metralla sostenida por un mono de circo.
Aquí salta como un resorte comprimido, la pregunta: ¿qué ve el crítico cuando analiza un texto? Muchas veces he creído que el (mal) crítico (coprófago hasta el tuétano) se mueve como un carroñero, un ave de rapiña que festina sobre el cadáver y se lanza sobre la carne descompuesta (la que aparece por ejemplo en el “Acorazado Potemkin” de Serguéi Eisenstein) para quitarle a los gusanos los últimos hilachos de músculos y grasa. De esta forma el libro criticado (o la persona) no es digno de recibir los sacramentos cognoscitivos y su “elevación” a los limbos del conocimiento y la consiguiente absorción intelectual para beneficio de las mayorías proletarizadas, sino que el libro criticado (o el caído en la telaraña o la trampa de este personaje) es un pretexto para ensayar una coreografía de seudoconocimientos, un ensayado desdén de datos, fechas, piedepáginas, situaciones y precisiones que “tienen” que ser revisitadas por terceros en su arqueología personal para comprobar la verdad de la pólvora y el descubrimiento del daguerrotipo (a quien quieren engañar, señores).

Otro punto que perturba es el que se refiere al gavillismo literario, me explico, hay un círculo secreto, un complejo orden masónico (en qué nivel estarán estos señores), una organización del método phillips donde el crítico simplemente no toca ni con el pétalo de una rosa a sus adláteres, su buró literatámbico, hay una protección pretoriana con los “incluídos”, ese amiguismo, es por demás infame y causa vergüenza ajena, lástima por la exacerbación de la subjetividad. La crítica no tiene que ser nepótica sin dejar de ser alturada y/o ácida. No tiene por qué ser glucósica y mermeliana (con sus conocidos de neón, los señoritos defensores de un sistema decadente) sin dejar de ser correcta y respetuosa. Lo otro es un juego de naipes donde las barajas han sido cargadas y ya sabemos el final: “tú me comentas bien y me ensalzas y yo hago lo mismo”. Toma y daca. Simbiosis bilateral literaria.

¿Por qué asume el crítico una postura vertical donde él es el dictador-verdugo y el lector, poco menos que el ilota, el esclavo sodomizado (o la geisha en algunos casos) y sujeto con un grillete, una canga o una trampa de oso a la pesada hebilla de la incomprensión? ¿Quién le ha dicho al crítico que es el dueño, regente o siquiera el testaferro temporario de la verdad? Acaso este descubrimiento a priori, o sea antes de que empiece a revisar su verdad y, aún mucho antes de que empiece a escribir sobre tal o cual tema, el ya concibió que él personifica la verdad absoluta, él no es el camino a la ataraxia, él es la ataraxia, él no es el predicador que pregona la verdad de un dios omnipotente, él es la verdad pregonada y, más aún, él es dios: el dios perverso y castigador de alguna religión Mazdea (mazdeísmo de la “felicidad eterna”) que nos elevará al erebo si nos portamos bien (esa fábrica de laboratorio que ya estamos viendo), o sea nos linkeará, nos incluirá en su “círculo selecto” (el “eje del mal”), nos “utilizará” (allá los domesticados, enajenados a su vez por alguna mente enferma) para grupos de estudio, programas culturosos y regímenes de lectura (sólo para extender su cuestionado “poder” y su maniática obsesión por “la verdad inventada” y por los temas que él considera “de prioridad”), y nos catapultará a la fama mediática tan necesaria en estos tiempos de miseria humana, ramplonería cultural e intelectual, de anosmia lasciva y reptil; pero si nos “portamos mal” y osamos negar su discurso aprehendido, sus disquisiciones insalubres, sus bellaquerías por no aceptar que no siempre tiene la razón, seremos (bajo amenazas) lanzados, expectorados fuera del paraíso, nos indispondrán ante terceros (ante los alguaciles y termocéfalos literarios que se ganan la vida exprimiendo limoneramente a ilusos taxistas narradores de cuentos, a poetas verduleros y novelistas con pistolas de juguete), nuestro nombre se borrará automáticamente de las páginas virtuales y seremos ninguneados en todos los idiomas (merde, merde, chaizer, chaizer, shit, shit). Nuestros libros serán requeridos por alguna novedosa organización cuyo código ad hoc hallará sus mayores ninguneos en el “Librorum Prohibitorum” adscrito secretamente al establo literario o a algún poder infame. No está demás decir que entraremos en cuarentena (a eso habría que llamarle también solidaridad de clase, no en el sentido marxista sino secular, sirvengüencería nepótica, apoyo incodicional del violentado sexualmente o hamponería literaria, pirañización del intelecto, etc.).
Por razones de simple raciocinio entendemos que los felipillos, felones, oxiuros y lampreas chupamedias, más que al chancho aman al chicharrón (revisen bien quienes se venden por una migaja publicitaria, por un puestito en el establishment literario y le sirven de corifeos y de tribuna al criticón redomado, por quien, más que respeto intelectual o consideración cognoscitiva, sienten temor, fobia, horror de clase (secular, se entiende) y harto complejo de inferioridad; sino cómo se explica que nadie se atreva a enrostrarle sus falencias y más bien se deshagan en una serie de loas, falacias y relamidos de origen canino, palmaditas de hombre, algunos hasta demuestran lamentables psicopatías ninfomaniacas y marcadas conductas homosexuales, no por convicción asumida o genética, sino por “enamoramiento a primera vista”, el sacudón primario de la cognodependencia glandular, la inefable pituitaria del macho dominante, la testosterona lasciva usada como suero de la verdad o de la mentira, hasta me hacen recordar lo jugueteos entre King Kong y la bella rubia, objeto del deseo animal, la libido irracional). En mi caso, odio a los felones, turiferarios, hierofantes, psicofantes y prefiero estar en el submundo (literatura de baja intensidad) donde las cosas no pueden vencer leyes gravitacionales y caen por su propio peso (felizmente aquí las estadísticas y los cuadros maltusianos sí dicen la verdad), y donde la humildad (aquel don de los espíritus adelantados al menos para la rueda del samsara) sigue siendo esa virtud que, entre muchas otras particularidades, tiene la de entender que el conocimiento es un medio (un camino a) y no un fin (la Meca) en sí mismo. Todo desorden de esto último o alternancia equívoca se concibe como psicopatía y tiene tratamiento médico psiquiátrico e internación, y obviamente un lugar de residentado: el frenopático.

(Espero que este primer aporte y llamado a la cordialidad encuentre eco en los críticos aludidos o aquellos que sientan alguna culpabilidad o autoculpabilidad de posible confesión -habrá algún valiente. No estoy recetando Aquinetón, Lagartil, carbamazepina o el “feliz-citado” fluoxetina y Valium, Frisium, Prozack para los tibios cerebrales, para los reblandecidos con corteza cerebral disecada-, espero que los escogidos lectores que recalan en este sitio, ahora amarillo hierático -señal de peligro, del fuego abrasador y de cambios constantes-, busquen las razones por las cuales no pueden hablar en voz alta o decir las cosas con nombres propios. Empiecen con poner sus nombres en los anónimos, sobre todo cuando van a cuestionar o cuando están pensando en insultar y agredir verbalmente con claras conductas simiescas. A qué se debe ese miedo, no creo que esas fobias sean solo una protección a una identidad que no es de “persona pública”, mucho menos el trasladado “pánico escénico” a la escritura que se muestra y que debe representar a una persona o lo que piensa una persona. Basta de cobardías, basta de ese aforismo pentatéutico repetido en los evangelios: “tirar la piedra y esconder la mano”, eso dejémoslo a los escribanos, en el sentido más literal de esta palabra. No creo que alguien esté pensando que los “anónimos” sean la gran reserva moral de estos últimos tiempos, al menos para los alicaídos blogs, sobre todo a los que dicen son de naturaleza basural. Igual, aquí como en la antisiquiatría del doctor Laing y Joseph Berke tienen casi todas las libertades. Espero que no desaprovechen la oportunidad de cambiar y ser éticamente responsables de lo piensan y de lo que escriben. Anotemos nuestras psicopatías y anotemos su procedencia. Desdeñemos al crítico equívoco pero a su vez no nos convirtamos, por antonomasia, en lo que decimos combatir).

Nos estamos observando.

(Arriba en la foto: Karl Kraus)

miércoles, 2 de julio de 2008

LA POETISA RIDÍCULA



Hay una mujercita de andar ridículo con apariencia de bataclana que se alucina poeta, no se sabe qué bicho raro le habrá picado para haber llegado a semejante conclusión. Resulta que un día unos vagonetas surferitos y otros estudiantes de ociozoología (carrera pragmática para subespeciaciones del género humano) de su universidad particular (bien llamada el “Arca de Noé”, no confundir con la “facilazo”) le dijeron que tenía un par de buenos versos (en brassiere) que se leían a simple vista y un poemón en forma de doble redondela que jamás podría pasar desapercibido tras ese jean apretado, sobre todo a la hora de tomar asiento en los unipersonales de la “U”. Estás perdiendo plata, flaca, ponte las pilas, con esos poemazas y esos versazos qué haces acá (¿de verdad?, ya me habían dicho pero una tiene sus dudas. No es fácil aceptarse parte del parnaso. Entonces, qué dicen ustedes chicos, soy poeta, ¡soy poeta!).
La mujercita, orgullosa por la alabanza, empezó a buscar la forma de editar esos “versos”, pidió ayuda a sus padres, un par de yuppies mediocres entornillados en los oscuros negocios de los corretajes y la venta de autopartes robados, tocó las puertas de la dirección académica donde el rector, un empresario ganadero, antiguo pederasta de rubia cabellera, especializado en la crianza de cerdos, lo recibió con desdén; lo primero que le preguntó fue si estaba al día en sus pensiones y qué tal estaban sus notas, y después de rumiar unas palabras en silencio, le dijo que se dedicara a sus estudios, que iba a consultar con sus asesores y que la mandaría a llamar (qué se habrá creído esta putita, “poeta” dice, todo lo que hay que aparentar para sacarles la plata a estos fracasados); entonces la mujercita acudió por indicación de su profesor de literatura (un gay reprimido que sueña con Oscar Wilde y que lee con pasión a Henry Miller) donde unos poetas setenteros caídos en desgracia cuya mejor fama era la que se alababan y se lamían como monos unos a otros, en general tristes personajes. Entre tragos, hechos con alcohol metílico y kerosén, le aconsejaron inmediatamente que se buscara el prólogo (introito) de un crítico dislocado muy conocido que siempre arroja flores a todo el mundo (para este espécimen nunca hay poeta malo, todos son perfectos y dignos de laureles, su palabra y sus reseñas son recibidas con beneplácito por sus bufones y adláteres de actuar perruno).
Pero, horror, la mujercita no había escrito más que unos cuantos garabatos, unas cuantas líneas vomitivas, a las justas lograba coincidir en género y número a sus oraciones simiescas. Cuando le hablan de “parágrafos” piensa que están hablando de un objeto volador, un adelanto de la aeronáutica, un ovni; cuando le mencionan la palabra “estructuralismo” piensa automáticamente que están hablando de andamios, mezcladoras, barrenas e instrumentos de construcción civil. Cuando le hablan de gramática generativa cree que se trata de una técnica moderna de liposucción o de cirugía plástica para rejuvenecimiento facial (pobre Chomski).
Como no había calidad en sus unigénitos textos (por todos los lados en que se mirase), el crítico dislocado le propuso que esos textos corresponderían a un nuevo género, una nueva forma de “ver y entender” la poesía (no te preocupes, no es que la torta esté mala, sino que el paladar no te tiene mayores predilecciones, ya le hallaremos una variante dentro de la escuela del dadaísmo, todo es cuestión de cómo se presente el asunto), él personalmente se encargaría de llevarla de la mano a la aceptación literaria e incluirla en sus antologías de lectura obligatoria en las facultades de letras. Como era obvio, sólo había un requerimiento, un pequeño detalle: que le acompañe a una cita para brindar juntos por el éxito esperado.
La mujercita ni tonta, ni perezosa –y entendiendo la invitación- aceptó la propuesta. Esa misma noche el crítico de rasgos equinos y cráneo cinocéfalo se cobraba el esfuerzo, cogiendo y “declamando” el par de buenos versos y el poemón que, por cierto, ya había tenido un recorrido bastante exagerado; el trajín había empezado con los surferitos (sexo normal), el rector (sexo contranatura), el profe gay (que sucumbió ante una fellatio), los carroñeros setenteros (quienes revivieron las orgías hippies, “el trencito” y otras pruebas de sometimiento) y otros chacales que aparecieron a mitad del camino (sexo al paso y en el elevador); y bueno, pues, aquí al final de la escala alimenticia, el escalafón literario de la mediocridad (como jamás lo soñaron los poetas griegos y romanos): la coronación de la poesía, el nirvana versicular. Como no estaba previsto, el premio mayor estaba compuesto en un agudo chancro blando (doce dosis de megacilina de un millón), unas perturbadoras ladillas (rasuramiento y medicamento especial) y una tentativa al premio gordo de la sífilis u otra enfermedad más grave (prueba de Elisa y Westemblot).
El crítico dislocado jadeaba de placer mientras la poetisa ridícula cabalgaba dándole bofetadas sobre el rostro caballar.
Esa noche él, orondo y soberbio se llevaría a casa su premio recién otorgado.
Ella, la poetisa ridícula ganaría, en un par de meses, un fabuloso premio literario otorgado por una institución del Estado. Todavía tenía que guardar fuerzas (de la cintura para abajo) para alcanzar la aceptación absoluta de la Real Academia de la Lengua.

(Un viejo académico se frotaba las manos mientras repasaba la foto a colores en la contratapa del libro, recién editado, de la poetisa ridícula).

martes, 1 de julio de 2008

EL INTELECTUALOIDE EN ESTADO DE REPOSO



El intelectualoide es, antes que nada, una sabandija, siempre quiere aparentar que está en la cumbre de la “inteligencia” (léase inteligentzia), gobernando el mundo de las ideas, acechando como ave de rapiña sobre los textos que excretan editoriales burguesas, alienadas, procapitalistas, a los que no les interesa, para nada, incentivar la calidad de la lectura, mucho menos cambiar la línea de Gauss que apunta a la ignorancia, la mediocridad y al analfabetismo. Este es el reino protista putrefacto, los terrenos pantanosos y cloacales del intelectualoide, zarramplín y adocenado quien presume de una sabiduría de Leonardo, ciclópea, elefantiásica, blindada a prueba de balas y de retorcidos conocimientos de salón, geniogramas que siempre llena después de que se publican las soluciones. Las posturas son la principal condición de este homúnculo que se ha creado una fama vergonzosa y maligna, sobre todo cuando intenta engañar a jovencitos neófitos, cándidos, interesados realmente en la literatura y sus farragosos territorios nada fáciles cuando se va con pie de plomo tanteando en la oscuridad del gnosos.
El intelectualoide en estado de reposo se santigua cuando encuentra un “ejemplar” de moda, algún tipo de libro cuyo autor ha salido en televisión hablando sobre el estado del tiempo (hace frío ¿no?, este senamhi nunca acierta una) y sobre el posicionamiento del mercado en los eufemísticos “países en vías de desarrollo” (cosa que está bien ¿no? Pronto los números se pondrán en positivo, exportaremos lechugas y todos seremos felices, y nada pues), y salta en un pie cuando se encuentra con algún escritor de fama pueblerina, algún abyecto garabateador de textos imposibles, entonces lo lleva de aquí para allá (como si fuera una novia recién estrenada), le cuenta los chismes de la escena capitalina, le invita un par de cervezas en un bar de mala muerte, pero a condición que las próximos tragos y el piqueo los ponga el “ilustre” visitante. Así, aprovecha la ocasión para sacar información (transar alguna coalición importante en relación a sus enemigos letrados), jalarle la lengua al “literato”; intenta medir fuerzas, un souflé, un pedigreé, una llave “inteligente”, para eso espera que el interlocutor diga algo, que dé el primer jack, un gancho de izquierda, a lo que él con lengua de trapo dice: “sí, sí, esos personajes me son conocidos, yo leí ese libro hace años…”; cuando el libro recién ha sido editado el año pasado. En el momento en que lo ponen en evidencia del error, dice que se estaba confundiendo con otro libro (que, por cierto, no existe) que había leído en sus épocas de universitario, hace muchos años cuando acababa la carrera en letras (lo cual también es falso, ya que iba a la universidad siguiendo cursos libres relacionados con la oratoria, impostación vocal y no con cursos académicos). Y así la va pasando, eludiendo a sus compañeros de ruta, haciéndose el pendex con uno y con otro, estafando a medio mundo con el cuento de su lucidez supina y sus conocimientos erráticos y de corto alcance con una miopía y estrabismo intelectual patológico y lamentable.
Por cierto, el intelectualoide nunca lee nada completo, siempre se queda en las primeras páginas, su cerebro de jumento estibador, de acémila poronguero, sólo rebuzna ideas ajenas que él mismo no entiende, aunque siempre presume que ha leído el “Ulises” de Joyce en un día, y en dos “El Ser y La Nada” (¿habrá pasado del cogito prereflexivo?), y en tres toda la obra de Proust y se queja altaneramente de esas 100 páginas dedicadas al té de “En busca del tiempo perdido”, libro que, para variar, tampoco ha leído. Trata de darle forma a ese universo culturoso que casi siempre le llega de oídas, vulgares chapuceos, ensayos de risa (no la de Bergson). Le interesa de sobremanera los resúmenes como los que elabora el vendedor de ilusiones José Cáceres Chaupin, y tiene también sus “libros de oro” de frases célebres, sus cartillas literarias que suele citar muy a menudo alternándolo con pequeños fragmentos de obras que no le pertenecen pero que cuida en no ponerle comillas, haciéndole creer a todo el mundo que es un “gran lector”, un especializado “reseñador de libros”, crítico y articulista de primera (siguiendo las mañoserías del beodo, farsesco y cortesano Bryce Echenique. “Total, si este triunfó, ¿por qué no yo?” dice, mirándose al espejo de Onán, mientras presiona, con las uñas negras de sus pulgares, un forúnculo, divieso que le ha salido en la punta de la nariz. Y es que hay que “cuidar” también las apariencias externas. Ah, gran detalle: “La belleza tiene que ser el reflejo del alma”, piensa con su cerebro de queso fundido gruyere).
A menudo infla su abyecta y tonelesca barriga al modo de Ubú rey, Gargantúa y Pantagruel juntos, y saca pecho en sus reuniones y noches de bohemia con fracasados escritores y con culteranos darwinianos, freudianos, comteanos, decimonónicos que se han quedado congelados en los debates sobre la inmortalidad del mosquito, la filosofía del caracol y los injertos testiculares de mono en hombre practicado por el inefable ruso Voronoff, y es cuando entre todas estas seuda-discusiones por alcanzar el nirvana de la insufrible dialéctica (sobre todo cuando los practicantes carecen de alevosía y ventaja) surgen otros personajes terciarios, cuaternarios, indigentes de la cultura mediática, angurrientos escritorzuelos que le piden flacos favores, porque nuestro intelectualoide en estado de reposo permanente (título ganado con esfuerzo porque realmente no trabaja) tiene un pequeño cargo que él mismo se ha inventado en una pequeña editorial de un amigo que saca libelos a 50 céntimos, librillos de chistes, retruécanos, mataperradas, adivinanzas, y pequeños manuales de cocina. Amigo al cual ha engañado diciendo que le hace la publicidad en su muy visitado weblog que cuenta con más de un millón de visitantes y que tiene el título más esnob de toda la net: “Garita de Control de Pasajeros” (GCP) “donde sólo se detienen los entendidos”, reza su subtítulo. Ahí para todo el día webeando y dando opiniones diversas sobre escritores a los cuales ha leído sólo los títulos de sus trabajos, o conoce por fotografías (al autor y al libro), y alguno que otro comentario de otro crítico fracasado con dos dedos de frente, o por recortes de revistas, o fanzines culturales (dios los cría y ellos se juntan). Pero su mayor habilidad consiste en “copiar y pegar”, esa es su verdadera profesión: la de copista y plagero, caco, cleptómano y abigeo irrespetuoso del trabajo de terceros, el cual maquilla con palabritas que saben a cemento fresco a yeso, barro endurecido, galimatías de la peor especie y demás muletillas sacadas del sobaco. Y es que nuestro intelectualoide se sobrevive a sí mismo, hasta ha logrado granjearse un nombrecito en el cielo liliputiense, cielo plúmbeo de enano pituitario de estos lados.
Finalmente, el intelectualoide (después de sacar cita, por teléfono, con una agraciada aprendiz de escritora a la que le ha metido ideas de Anaís Nin, Simón de Beauvoir, Gala, y del sexo libre con el fin único y supremo de llevarla a la cama), posa de perfil para la fotografía, se come un cebiche con ostras y conchas negras a costa de un novel narrador de cuentos, organiza un recital para el INC con sus oportunistas mecenas que a las justas garrapatean algunos versos dromedarios, promociona una novela polifónica, un “corpus concertal” que nunca escribirá (está esperando que se la escriba algún negro literario), pero que ya tiene un provisional título: “La Calamidad”. Vocifera su discrepancia y su “abierto” desdén con el último “premio Nobel” y con el “equívoco” cometido con el “Príncipe de Asturias” y enseña orondo su reluciente invitación como ponente a la próxima “Feria del libro” (gracias a su amistad con una mercachifle de la cultura) y a un encuentro de letrados mediocres, calumniadores, racistas y figuretis en la “madre patria” España, mientras levanta el vaso de cerveza, eructa y le dice al cantinero al oído y con enérgicas palabras coprolálicas, que le “preste” para el pasaje, un pan con chicharrón con harta cebolla y un sencillo para “la causa”, y que tenga muy en cuenta (¡carajo!, serrano de mierda) a todos los comensales y borrachines que ha llevado, esta noche, al bar de mala muerte.

Tambaleándose por una calle estrecha se aleja el intelectualoide en estado de reposo, a su paso recoge torpemente unos periódicos que sobrevuelan la vereda (los lleva porque traen crucigramas), da la mitad de su pan, ahora sin chicharrón, a un perro callejero que lo recibe de mala gracia, y mientras se limpia la boca con la manga de la chompa piensa secretamente en su cita de amor unilateral a las 10 pm. Son las 9 y 30, hay que apresurarse. Olvidó los condones, pero ya es tarde para eso (qué bestia ¿no?, bueno, a pelo será. Total, es una chibola que de repente necesita ser inaugurada).
Sube a la combi en movimiento (Callao, Callao, Colonial, Fawcett, Colonial Fawcett), se sienta al lado del chofer al mismo tiempo en que timbra su celular y responde con voz impostada y galante (No te preocupes preciosa, ahora mismo vamos a corregir esos textos y darle la forma adecuada, déjalos en mis manos, estoy llegando), y un hormigueo le sube por la entrepierna. La combi traquetea sobre unos baches. El intelectualoide cabecea un par de veces, y, cuando está por llegar a su destino, sin percatarse se orina en el pantalón.