lunes, 24 de agosto de 2009

AL DIABLO LA CLASE OBRERA. AL DIABLO LOS INTELECTUALES DE AVIGNON

A PROPÓSITO DE UN ARTÍCULO DE UMBERTO ECO


En un último artículo de Umberto Eco (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=88705), publicado en L’espresso de Italia, reniega sobre el proletariado y tiene palabras exclamativas sobre la aparente “liberación” del intelectual con respecto al "yugo" que le impusieran los “adoradores burgueses de izquierdas” (¿¿??). Eco, repasando al acéfalo Fukuyama, le canta al pensamiento purista y enajenado donde la responsabilidad del escritor atropella la verdad histórica (proletariado: término marxista acuñado en el siglo XIX) y se zurra en la opresión de las mayorías:
“Los de mi generación, que encararon el Sesenta y Ocho entre los treinta y cinco y los cuarenta años, demasiado mayores ya para ser estudiantes en revuelta y demasiado jóvenes para ser venerables ancianos que rehuían el enfrentamiento, se han visto durante largo tiempo chantajeados por la clase obrera. Mejor dicho, no por la propia clase, los pobres, con todos los problemas que tenían, sino por sus adoradores burgueses de izquierdas que, apelando al nacimiento de una ciencia proletaria, te preguntaban qué sentido tenía seguir ocupándose de Dante, de Kant o de Joyce. Y como, de una u otra forma, lo que se quería era seguir hablando de ello incluso en una facultad ocupada (bastaba con quererlo y era perfectamente posible) nos esforzábamos por demostrar cómo, a la larga, conocer a Dante o a Joyce también podía contribuir a la redención de la clase obrera” (…)
“Libres del chantaje de la clase obrera, ahora escribiremos no sólo sobre Dante, sino inclusive sobre Burchiello y, como el protagonista de 'A rebours', pondremos sobre nuestra alfombra persa una tortuga con el caparazón incrustado de rubíes, turquesas, aguamarinas y crisoberilos verde espárrago”.
Si bien es cierto, este asunto del proletariado cada día está quedando sin efecto, pero no porque exista una categoría de reemplazo, (o el aparecimiento de un hombre nuevo con espiritualidad y creencias como lo planteaba Mariátegui en el “Alma Matinal”) sino, simplemente, porque se está quedando sin trabajo y por ende sin familia y sin futuro.
Hace un par de meses en una conversación que sostuve con Oswaldo Reynoso, saliendo de una presentación, hablamos sobre el desmadejado tema del proletariado. Para Reynoso, tal categoría ya no tenía efecto porque simplemente, para él, el proletariado ya no tenía prole, las familias cada vez más son reducidas a la pareja; y si “proletariado” venía de prole, y ahora ya no hay grandes familias, pues, simplemente era un término que estaba perdiendo fuerza y caminaba a su extinción (cabe recordar que a fines del siglo XIX e inicios del XX el proletariado estaba comprendido en las listas vecinales por su persona y la prole que pudiera tener, ya que carecía y carece de bienes materiales).
Mao Tse Tung en su libro “Sobre la Contradicción”, en el acápite sobre “La contradicción principal y el aspecto principal de una contradicción” Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1966, pg. 30, dice lo siguiente: “Por ejemplo: en la sociedad capitalista, las dos fuerzas opuestas, el proletariado y la burguesía, constituyen la contradicción principal. Las otras contradicciones, como por ejemplo las que existen entre la clase feudal remanente y la burguesía, la pequeña burguesía campesina y la burguesía, el proletariado y la pequeña burguesía campesina, la burguesía liberal y la burguesía monopolista, la democracia burguesa y el fascismo burgués, así como entre los mismos países capitalistas, entre el imperialismo y las colonias, etc. Están determinadas e influidas por esta contradicción principal”.
En otras palabras, Mao no deja de ver que, a pesar de que una sociedad capitalista (o seudocapitalista con rasgos semifeudales, por decir un ejemplo) tenga diferentes contradicciones, hay que resaltar que la contradicción principal prevalece para poder dar un diagnóstico social y encarar (intelectivamente) el dilema planteado. O sea, si una sociedad como la italiana (o la peruana, salvando las distancias) está quedando sin obreros debido a paras, despidos o el reemplazo progresivo del hombre por la máquina (o la burocratización de un sistema donde los servicios reemplazan a las industrias productivas, extractivas o metal mecánica como es el caso peruano. Sobre el tema de las industrias recomiendo leer a Lenin), lo importante dentro del análisis es que el obrero, así sea minoritario, sigue siendo quien expresa la esencia de la contradicción dentro de una sociedad donde el capital sigue siendo la herramienta de sojuzgamiento y la pala del enterrador de lo que llaman “democracia” o “modernidad”. Nótese que las expresiones esclavo-amo, siervo-señor feudal y obrero-capitalista burgués no son más que terminologías cambiantes que expresan casi lo mismo: la opresión del fuerte sobre el débil.
(La cuestión del reemplazo del hombre por la máquina fue previsto por Norbert Wiener o quizás antes por Samuel Butler en su libro de ciencia ficción del siglo XIX: Erewhon. O quizás por Arthur Clarke, coguionista de Stanley Kubrick en la película 2001: Una Odisea del Espacio, e introductor de la teoría del “robot amable” analizado luego por Alvin Tofler; cuestiones que exceden este análisis pero que irán en otro post. Clarke, quien predijo el uso de satélites por la televisión y el aterrizaje de un cohete en la luna en 1959, pronosticó que el 2080 la máquina excederá en inteligencia y dominará al hombre).

Visto de este modo, Umberto Eco se deja confundir por los movimientos de Minué del Capitalismo en su etapa imperialista, y le niega la categoría clasista de proletario a quien está “de para”, ha sido despedido o se encuentra en problemas de estrés:
¿cómo se le puede pedir que se reconozca como clase, con problemas comunes, a quien, si es que aún trabaja, lo hace cada vez menos junto con otros, durante periodos cada vez más cortos y ve el trabajo no ya como algo que se respeta sino que se soporta, como un accidente cuya vida es cada vez más breve, si una milagrosa automatización que ni siquiera requiere operadores en la consola resolverá los problemas económicos y todos gozaremos de una libre e infinita circulación de 'subprimes'?

Y es que, aunque muchos lo quisieran negar (y Umberto Eco ha pisado el palito de la reacción atrabiliaria y de los enemigos de la dialéctica) el proletariado es, quiérase o no, una fuerza beligerante, una fuerza con dinámica social que empujo la Revolución Bolchevique cuando numerariamente no significaba ni siquiera el 5 % del total de la población rusa. Ese es el valor real del proletariado: no su cantidad, no su papel mecanicista dentro de la maquinaria capitalista, no su etimología, ni sus relaciones sociales (salvo la contradicción proletario-burgués) con su entorno íntimo o particular (error doméstico en el que ha caído Reynoso), sino su carácter simbólico que expresa en su vida y en sus relaciones particulares el asco frente al robo plusválico y el maltrato social, y su rol no precisamente “revolucionario” (esa idea incendiaria cayó con el muro de Berlín y con el derrumbe de la U.R.S.S.), pero sí de vanguardia de un tiempo tecnológico que crea brumas y nubosidades de metano que extravían a los teóricos y científicos sociales, y no le permiten ver la realidad descarrilándolos a la incomprensión, al marasmo y, cómo no, al cinismo.

8 comentarios:

eduardo dijo...

Pobre Eco, las regalías de sus libros han degenerado su pensamiento. Buen artículo, Ibarra.

Anónimo dijo...

POR QUÉ DICES "AL DIABLO LA CLASE OBRERA" AH...

RODOLFO YBARRA dijo...

Lee antes de teclear. Así se titula el artículo de Eco.

Hernan dijo...

Rodolfo:

¿Realmente crees que puede hablarse de proletariado en el Perú?

Cierto que el valor del proletariado no reside en su cantidad, pero,

¿Y las masas de millones de subproletarios que sobreviven vendiendo chucherías en las calles, o esos otros millones que sobreviven alquilando su fuerza laboral (sea el lomo o el cerebro) por un sueldo miserable?

Ejemplos:

Auxiliar de educación en colegio particular de barrio: S/. 150-250 por mes

Profesor de primaria/secundaria en colegio particular de barrio: S/. 450-600 por mes

Profesor nombrado en colegio nacional: S/. 800

Tombo: S/. 700-900

Empleada doméstica en Lima: S/. 300-600 por mes (dependiendo de la generosidad del patrón)

Empleada doméstica en provincias: S/. 100-250 por mes (dependiendo también de la generosidad del patrón)

Empleada de ventas en Gamarra, Megaplaza, Jockey o algún centro comercial: S/. 400-600 por mes

Empleada de ventas en centro comercial de provincias (por ejemplo el gran mercado de zapatos de Trujillo o el mercado central de Piura):

S/.150 - 250 por mes

Empleado de limpieza en service particular o del estado: S/. 450-600

Huachimán de service: S/. 600

Ingeniero zootecnista "junior" en Gloria: S/. 800-1000 por mes (con recibo por honorarios)

Ingeniero zootecnista "junior" en granja de pollos/cerdos San Fernando: S/. 1200 por mes

Agrónomo "junior" vendedor de productos veterinarios: S/. 400 fijo + comisiones

Biólogo/Ingeniero pesquero/ "junior" en alguna institución estatal de investigación: S/. 700-1000 (recibo por honorarios)

Médico joven en hospital nacional: S/. 900-1300 (con recibo por honorarios)

Enfermera en clínica particular: S/. 500-700 por mes (y con recibo por honorarios)

Obrero metalmecánico: S/. 700-1200 + horas extrañas

Obrero textil no calificado: S/. 600-800 + horas extrañas


Todos estos trabajan entre 8 a 14 horas diarias, no gozan de NINGÚN DERECHO LABORAL, VACACIONES, COMPENSACIÓN POR TIEMPO DE SERVICIOS, SEGURO SOCIAL NI NADA PARECIDO.

Además las horas libres, las pocas horas libres, son ocupadas por la diversión que ofrece el sistema.

Ahora: ¿cuánto gana por día un campesino huancavelicano reconvertido en lustrabotas eventual cuando hay sequía o hielo en su pueblo? ¿cuánto saca un campesino o hijo de campesinos transplantado a Lima vendiendo turrones arequipeños a china? ¿cuánto esas legiones de subproletarios que venden gaseosas, helados, chocolatines, caramelos, galletas, chicles, diarios o simplemente te ofrecen limpiar las lunas del auto?

¿Y los comerciantes, son acaso nuevos proletarios? Lo dudo.

¿Tienen conciencia de clase, posición de clase?

¿Cada uno de estos "proletarios" produce plusvalía?

Por otro lado, nuestro amigo Reynoso, siempre remitiéndose a las etimologías observa algo que es muy cierto, las parejas cada vez tienen menos hijos o simplemente no los tienen, porque cunde la idea nefasta de que "hay que tener los hijos que se puedan mantener", aburguesamiento cagón de cobardes y arribistas.

He leído el artículo de Eco y se siente un tufillo de desencanto, pero también mucha ironía. Sobre todo ironía.

Creo que hay que saber distinguir con claridad entre los intelectuales del mal denominado tercer mundo y los de los países imperialistas.

Mal haríamos en tomar a pie juntillas lo que dice un italiano, por muy intelectual que sea, respecto a la realidad que él vive, en sus circunstancias y su entorno, pues no interpreta la realidad objetiva y el caracter de la sociedad contemporánea de nuestro país, una realidad de post guerra.

No te olvides que el presupuesto fundamental es EL SER DETERMINA LA CONCIENCIA.

Un fuerte abrazo,

Rafael Inocente

Lucio Suárez dijo...

Hola Rodolfo.
En realidad, no creo que debiera preocupar el que la clase proletaria exista o no exista. El problema es que la explotación y aplastamiento de la condición humana, sigue vigente. Tengo la impresión, que hoy, con más virulencia que en los viejos tiempos.
En razón de la configuración que está tomando la producción humana actual, los proletarios son cada vez menos relevantes. El problema, no deberían ser los tipos sociales, la iconografía tradicional. Lo relevante está en determinar el cómo es que se está produciendo la actual explotación, y, el empobrecimiento de la condición humana.
Para una mejor comprencsión de como la automatización y la robótica está dejándonos sin clase proletaria, hay que revisar el libro: "El Fin del Trabajo" de Jeremy Rifkin.
Lo central hoy, es indagar sobre las formas nuevas de opresión. Pero, además de fenómenos nuevos, como la muerte de la ética del trabajo. fíjate como es que hoy, mucha gente busca trabajo como loco. Casi como buscando angustiadamente que se lo explote. Pero, aquí la paradoja, una vez que encuentras trabajo, este signo de la civlización moderna, estás queriendo uhir del trabajo.
Pregúntale a cualquiera que tenga un empleo. Incluso los de oficina, en qué piensan el martes o el miércoles. La mayoría responderá, que piensan en el sábado, o en el viernes por la noche.
Esto, no es anecdótico. Esto mismo ocurre en casi todas las sociedades. Esto es un rasgo, un signo de los tiempos. El problema, y aquí está la esperanza, no ya de los cla´sicos socialistas, sinó, de los disidentes, los libertarios y emancipadores de hoy, que muchos de los factores que el capitalismo usó en su derrota del socialismo, y que lamentablemente el socialismo también usó, (pensar en los planes quinquenales de Stalin), hoy día, se han hecho incompatibles con el futuro.
Pongo algunos ejemplos, y lo dejo allí:
1. La industria mecanizada, la misma que reivindicaba Mao, hoy es perniciosa y letal para el ecosistema.
2. La acumulación de riquezas, la que enarboló el viejo Adam Smith, era un factor para la buena vida. Hoy, la acumulación, se ha hecho un fin en sí mismo.
3. El salario, choca con las posibilidades reales del sistema. Si el sistema se decide a implementar la soñada justicia social, y mete a todos a algún puesto con salario, el sistema colapsa.
4. Se necesita más energía que nunca, y la base energética, la de hidrocarburos, destruye rápidamente el entorno.
5. El ser humano, hoy ya no se realiza en el trabajo. Se requiere diseñar formas de actividad humana, verdaderamente realizadoras.
6. Y esto va de ciencia ficción, los próximos explotados, y por emancipar, serán la primera generación de robots con conciencia.
O sea, la tarea continúa.

Anónimo dijo...

Hay gente brava por aquí. Yo pensaba que se habían extinguido.

Renzo

Julio dijo...

Ya pes tío Rudolf, porqué no sintetizamos, comprimimos, reducimos, la respuesta a tantas preguntas y decimos que todos tienen razón?, que Hernán, Lucio y Tunas no se van por la dunas?

RODOLFO YBARRA dijo...

Rafael, Lucio:

El concepto “proletariado” que propongo no es, en definitiva, la clase social a la que se refería Marx; tampoco es el sentido despectivo que se aplicaba en la época del Imperio Romano (proletarii) donde los hijos tenían que ser entregados al emperador para que sirvan al sistema impuesto. Creo, con ciertos rasgos de Mariátegui expresados en el “Alma Matinal”, que el valor simbólico del proletariado es lo importante. No te olvides que Mao también se apoyaba en conceptos del proletariado pero su revolución (no sé cómo pone en corridas esa pertenencia) tuvo como columna vertebral a los campesinos.
Del mismo modo, el valor simbólico no es gratuito. ¿Qué es lo que hace que un obrero textil se pueda organizar en un sindicato y un vendedor de caramelos no (o se le haga más difícil)?
Asimismo, cuando paran los sindicatos que producen azúcar, los textiles, los pesqueros, etc. La presión sobre el seudo Estado es enormemente mayor a cuando paran (¿se han ido alguna vez a la huelga?): los guachimanes, empleadas del hogar, vendedores de cachivaches, canillitas, etc.
Hace unas semanas, las trabajadoras sexuales hicieron una marcha-paro en el Campo de Marte. Es cierto, que no se les puede desconocer el rol y el papel en una sociedad cucufata donde incriminamos la violación pero reprimimos los venusterios, androsterios, etc. Sin embargo, esa protesta no tiene mayor preponderancia en lo que respecta al Estado. Al igual que guando protestan los jubilados que es el tópico más claro de cómo ya no importan al sistema (obviamente el verbo “importar” se acerca más a la actividad de un vampiro).
El valor simbólico del proletariado incluye a su organización y su soporte directo con respecto al Estado y al sistema imperante.
Que Umberto Eco haya dejado de creer en el proletariado (la ironía no suaviza su “descreencia”) marca una tendencia y un tiempo que se cree superado. Los antagonismos y contradicciones que dieron origen al proletariado como clase no han sido superados; hay una “especialización” de estas antagonías pero, en general, continúan marcando este tiempo que algunos llaman equívocamente “postmodernidad”.