martes, 18 de agosto de 2009

ENVÍO DE RAFAEL INOCENTE SOBRE EL ENTUERTO DESATADO EN TORNO AL DICCIONARIO "ABRACADABRA" DE GREGORIO MARTÍNEZ


El novelista y biólogo, Rafael Inocente, me envía el siguiente texto sobre la polémica desatada en torno al “Diccionario Abracadabra” de Gregorio Martínez. Lo posteo tal cual.

Tribulaciones de un corazón angustiado

Rafael Inocente


“Yo quiero un pueblo gentil, meditativo, capaz de escuchar el canto de sus poetas y el concierto de sus sinfonistas, y de encantarse frente a un cuadro de su museo o de su iglesia. No quiero el pueblo torpe de la taberna, sino el pueblo que sabe saludar, que sabe vestirse con respeto de sí mismo y de los otros (aunque sea pobremente), que no salive en cualquier parte, que no destruya las plantas, que no persiga a los pájaros, que no parlotee demasiado, que no golpee a su mujer y a sus hijos.”

Giuseppe Lombardo Radice, Vita nuova della Scuola del popolo




Me encontraba yo repantigado después de trabajar todo el santo día domingo, cuando una llamada telefónica me sacó del merecido descanso vespertino. Debo decir primeramente que no soy lector habitual ni de El Comercio ni Perú 21, ni La República, mucho menos Expreso o cualquier otro gasto inútil de papel y tinta que ofende al buen tino, al sagrado bosque y la tranquilidad de los viandantes. Pero, a fuer de la llamada amiga, busqué en la internet el artículo de Goyo Martínez e inmediatamente pasé al de Augusto (perdón, Gustavo) Faverón en el Puente Aéreo.

¿Y qué cosa encuentro? Pues a una loca desatada, furiosa y petulante, intentando dar cátedra sobre qué cosa es la escritura, el arte del ensayo, la economía verbal y aún más, la lucidez monda y lironda. Debo agradecer entonces a tal eminencia doctoral por sacudirme de esa manera y alzarme del cieno de la ignorancia, pantano del cual él felizmente se ha librado.

Tal vez todo este chingo masmediático no me hubiese importado en lo más mínimo, como que no me importaba al principio, pues he de confesar que ni he leído completo el Abecechedario que motiva el entripado, ni creo que las susodichas mentadas al comprometido poeta Juan Cristóbal constituyan términos mayores en contra de su honra (más aún conociendo que Goyo es pendenciero viejo, malabarista de la palabra, lúdico y achorado), pero si pienso que gordo favor se les hace a quienes oportunamente sacarán provecho de esta bronquita al ventilar púbicamente dicho asunto.

En el tiempo que birlo al trabajo y las obligaciones, leo en las combis y en los baños. Peleando con los cobradores para que bajen el volumen de sus ofensivas radios. Cuasi insultando al rebaño estólido que permanece en un silencio atroz frente el abuso de estos zopencos que crecieron con pan popular en los comedores del fascismo liberal. Robando efectivamente minutos a mis colegas pues permanezco en los baños libro en mano más tiempo del que el sentido común y los proctólogos aconsejan.

Así leí ese desconcertante Libro de los Espejos, Siete ensayos al filo del catre, un genial y polémico compendio de historias sobre literatura, política, jerga y chuchumecas. Así leo ahora con delectación y en tándem Crónica de músicos y diablos, El Rey siempre está por encima del pueblo, Este Amor no es para cobardes y Escuela de Asesinos, estremecedor y bellísimo poemario de Niko Velita.

Por eso me he sentido primero horrorizado, luego asqueado al leer la diatriba de Faverón contra Martínez. Me he dado de bruces con el verbo alharaquiento y pretencioso de una loca rabiosa que dice solazarse en Montaigne pero afirma muy suelta de huesos, que Gregorio Martínez —sí, el mismo autor de libros tan caros a la imaginación y al arte de contar como Biblia de Guarango, Tierra de Caléndula o Canto de Sirena— no es un escritor, y ciertamente no es un ensayista, sino un paciente de verborragia que confunde su malestar con una virtud, haciendo gala del atrevimiento ramplón de quien no ha comprendido nada de lo que ha leído y pretende esconder esa falta de cacúmen bajo una sarta de citas de terceros, convirtiendo su crítica en una palomillada de gansazo de Católica Letras, vociferando desde su ventana.

Al parecer este palomilla de tragaluz es de aquellos que no tuvieron ni esquina ni calle ni mundo ni maña. Todo indica que jamás bailó a Fruko, ni al Jilguero del Huascarán ni a los Destellos, no se enamoró con Leonardo Favio ni pogueó en un concierto de rock subterráneo y es de aquellos listos que cree que sólo la burrería libresca y el rock anglosajón justifican sus días sobre esta tierra. Ignora el palomilloso que el gordo y resinoso Balzac recomendaba sumergirse de vez en cuando en las delicias de la vulgaridad para extraer de ella la savia de la vida. Pero en fin, cada uno es dueño de sus propios traumas y temores y si cree el palomilla que sólo hay viveza criolla, estupidez y exiguo ingenio en la prosa del coyungano cherokee surgido de las grandes mayorías de un país envilecido por la desnutrición crónica, la educación convencional, la televisión y los psicotrónicos, allá él y sus embustes.

Un pueblo como el que anhela Giuseppe Lombardo, un pueblo manso y resignado, respetuoso y discreto, un pueblo para quien los amos siempre tienen la razón, ¿cómo no habría de ser el ideal de una burguesía que sólo aspira a resolver su propia crisis? Sólo un pueblo “gentil, meditativo” podría soportar sin “parloteo” la explotación feroz del liberalismo económico. Y ese pueblo que el fascismo necesita es el que jamás pudo haber parido a un escritor achorado como Goyo Martínez, pero si a un académico delirante, autoritario y racista (¿o a estas alturas creen todavía que es necesario gritar choloemierda o zambacanuta para graficar el desprecio por el pueblo de piel oscura?), cuyo pensamiento corresponde al de la burguesía chola contemporánea, expresado con una nitidez que no se presta a confusiones: no arrojar a las masas las margaritas de la cultura y reservar únicamente para el hombre de “las clases superiores” el completo desarrollo del espíritu. Sólo le faltó decir que la lumpenización de la inteligencia del mestizo peruano, rebelde pero cachaciento, debería redimirse volviendo a aceptar un dios de barbas blancas.

Pregunto: ¿ha leído Faverón el Abradacadra? ¿Ha leído Faverón alguna de las magníficas novelas de Goyo Martínez? ¿Las ha leído cordial o ventralmente? Usted es crítico literario, o por lo menos pretende serlo. Entonces, ¿desde qué oscura mezquindad le niega a Gregorio Martínez el arte de la narrativa y el ensayo, si no se ha sumergido en los mundos ficticios que él recrea para parodiar esta sórdida realidad que nos asfixia?¿Desde qué recóndita angustia cardíaca lanza usted sus invectivas? Porque debo decirlo. Algunas veces sus artículos son brillantes, pero siempre está presente esa duda característica de lo que Carlitos llamó la canalla pequeño-burguesa. Burgués unas veces, proletario otras, presiento que usted vive sentado perpetuamente entre dos sillas: rechazado por la burguesía en la cual desearía entrar, atraído por il popolo (y sus vulgaridades) en el cual teme caer. Ergo: Goyo Martínez lumpeniza la inteligencia.

¿Qué malestar le endilga a Goyo? Sospecho que su estirpe tripartita.



La prosa de Martínez es brillante por donde se la mire. Es más brillante aún porque Goyo, al igual que muchos de su generación, al igual que mi padre huérfano, seguramente debió aprender a leer por audacia y no esclavizado en escuelas taradizantes. De allí la creatividad y el genio de quien ha bebido de las fuentes más increíbles y de la poesía más excelsa y condensa ambas vertientes aparentemente inmiscibles en una obra ficcional que sobrevivirá al tiempo y que ya doblegó a ese Monstruo que nos antecede a los escritores, ese monstruo que juzga, desecha, clasifica e insulta. Y una de las caras de ese Monstruo protervo hijo de la Bestia Tricéfala tiene el rostro suyo, Augusto Faverón. Y ese Monstruo tiene nombre propio y se llama canon literario. Y es evidente que a Gregorio Martínez le importa un pirincho la opinión del Monstruo. Por eso ha sabido imponerse en un medio preñado de mediocres, envidiosos y sujetos coloniales. A pesar del “malestar” que usted le achaca. ¿O usted no tiene “malestares”?

Su ataque cancerbero a la obra de Gregorio Martínez amparado en el academicismo más obtuso y colonialista es reflejo fiel de que el Monstruo no perdona la calidad si ésta es rebelde. El canon de un país colonial es una mala copia de reputados cánones de los países dominantes. Es una burda transcripción de malentendidos, chismes y prejuicios. La cultura limeña (pero debería decir mejor incultura limeña) se ha apropiado de la representación del país (¿digo país? ¿no debería decir mejor corral de chanchos?) desde épocas coloniales y esa es una verdad de Perogrullo. Ha creado un canon y lo impone astutamente a las múltiples culturas que afloran en nuestro territorio, con resultados lamentables. Hasta hace unos años el canon se forjaba en institutos y universidades en donde se enseñaba letras, se publicaba en El Dominical de El Comercio y en los suplementos de La Prensa. Convocaba a premios nacionales, promocionaba poetas y escritores, pintores, actores y escultores. Los consagraba si confirmaban sus ideales y sus criterios estéticos. Los invitaba a recepciones, ágapes y cuchipandas. Pero, ay de aquellos que osasen contradecirles, el Monstruo parido por La Bestia Tricéfala los expulsaba por siempre del parnaso literario criollo-lorcho. Hoy, con la globoidiotización en ciernes, los forjadores del canon literario han debido traspasar las fronteras. Aprendieron el inglés y se hicieron cosmopolitas, pero siguen manejando el mismo discurso monopólico, autoritario, excluyente y racista. Como debe ser. Como corresponde a una neo colonia que firma TLCs a diestra y siniestra. El Monstruo fue gestado en el vientre de la Madre Pútrea. Cuando se hizo adolescente se amaneró grotescamente a la francesa (Voltaire, como Montaigne, también se revuelve en su tumba, sobre todo aquél Voltaire que le escribió a su amigo el rey de Prusia “que prestará un servicio inmortal al género humano si consigue destruir esa infame superstición, la religión cristiana, no digo en la canalla, indigna de ser esclarecida y para la cual todos los yugos son buenos, sino en la gente de bien•”; y seguramente también Diderot volvería a morirse de leerlo a Faverón, el Diderot que dijo que “desde el primer ministro hasta el último paisano es bueno que cada uno sepa leer, escribir y contar” y poco más adelante, después de preguntarse por qué la nobleza se había opuesto a la instrucción de los paisanos, respondía “porque un paisano que sabe leer es más difícil de explotar que un paisano analfabeto”). Ya adulto el Monstruo se ha convertido en el loro de hombro de la crítica literaria norteamericana, pero sin su brillantez y su rigor dialéctico. El Monstruo es cobarde, pues tiembla de rabia cuando surgen escritores que dan la bronca, pero sigue hipnotizado por Madrid y París, Nueva York y Barcelona, siempre de espaldas a las culturas del gran Ande (costa, sierra y selva) que asimila y transforma los aportes extranjeros.

Por eso a los palomillas de tragaluz les revienta que Abracadabra licencie de una patada en el poto el castellano criollo-blancuzco, se sirva de él y luego lo parodie. Le jode el uso de la jeringa, el ingenio popular, la replana que ridiculiza la solemnidad del académico, aliado natural del poderoso de turno. Intentar comparar la prosa chispeante de Goyo Martínez con el floro barato de los Cómicos Ambulantes, propiciados por el aprofujimonte-cinismo neoliberal resulta un despropósito descomunal y verdadera estupidez rampante. ¿Alguna vez dijo o escribió algo el palomilla de ventana sobre el vocabulario soez de los cómicos lúmpenes con quienes todo el Perú se carcajeaba? No, editaba Somos.

Cuando leo su dictamen sobre la obra de Gregorio Martínez es como si escuchase a una vieja blanca, orgullosa y arruinada, erecta como un tronco seco y altiva como una llama, pero aún con fuerzas para levantar su dedo amenazador y en gesto confirmatorio indicar el who’s who de este país de cholos, indios, zambos, chinos, chichos y blancuzcos. Pero usted no vive en el Cercado de Lima ni pontifica desde el Haití de Miraflores. Usted, al igual que Goyo, se ha avecindado convenientemente en U.S.A. Pero Goyo, a diferencia suya, no ha perdido la memoria. A pesar de escribir en Perú 21 y ganar un concurso auspiciado por una empresa presidida por el conchudo tránsfuga Daniel Saba.

PD: Sus críticas a los deslices académicos de Martínez son asombrosamente cojudas (dado el caso, ¿qué importa cuántos ángeles caben en la cabeza de una aguja o la de un alfiler? ¡Plop!). Estas observaciones caen como anillo al dedo al dicho que reza, cuando el sabio señala el sol, los imbéciles miran el dedo. No vale la pena ni mencionarlas.


26 comentarios:

Anónimo dijo...

Polémico el artículo del señor Inocente.

Aunque en desacuerdo con el en algunos puntos (nada justifica la mención artera a Juan Cristóbal), coincido plenamente en que este ataque visceral de Faverón es el ataque de quienes ven en Gregorio Martínez un peligro vivo para el prestigio de los señorones letratenientes sin talento y sin cojones, endogámicos, figurines y enamorados de ellos mismos y entre ellos mismos.

Un abrazo para Inocente

Ciudadano Culto

Anónimo dijo...

qué bravo

CC

Anónimo dijo...

Gregorio Martinez participo en la polemica andinos-criollos y fue ahi que Faveron recibio la orden de tirarle barro. Un fachito.

http://www.omni-bus.com/congreso/debate/gregorio2.html

Anónimo dijo...

Hace tiempo que no leía una disertación tan buena sobre el canon literario y sus voces representativas.

Bien, Rafael Inocente

Desde Arequipa,

Carlos Alcalá

Anónimo dijo...

Oe, Ybarrón, tu y Rafael Inocente están golpeando duro a estos señoritos culturosos.

El palomilla de tragaluz está tramando venganza.


ARRRRDE LA BLOGÓSFERA!!!

Viva este blog liberado!

Desde el Superba

Poetico y maldito

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Ampuero y Cueto alistan baterías para defender, ahora sí, a sus muchachos. Dicen que el orejón llora sola por las frías avenidas de Lima, nadie le hace caso...

Viva este blog de la p.m!

Viva el negro Goyo, el lumpen de la literatura chola que ha metido chaira y desmondongado a favi!

Titus

Anónimo dijo...

Cueto y Thays andan ahora mismo en la Feria del Libro de Panama invitados por la Cancilleria.

Lucho dijo...

Faverón ha sido contundente con sus respuestas, tienes que reconocer eso Ybarra. Si no lo haces no vuelvo a este blog.

RODOLFO YBARRA dijo...

No vuelvas, y deja de estar dejando insultos por aquí.

Basilio Ignacio dijo...

Hay que darles duro a estos fascistas, cómplices solapas de los asesinos del pueblo.

Mientras se discute el fascismo literario de Faverón, el asesino Alan García y su cómplice Giampietri gozan de total IMPUNIDAD, rematan la isla San Lorenzo, cagándose en los intereses nacionales y preparan el fraude electoral del 2010 ante la pasividad del felón Ollanta.

Hoy los cabecillas de LAS MASACRES DEL AÑO 1986 EN CONTRA DE PRESOS POLÍTICOS INDEFENSOS gozan no sólo de impunidad, sino también fueron premiados por su aporte y cumplimiento de su deber en la lucha contra la subversión.


Luis Giampietri, responsable de la matanza de El Frontón, es Vicepresidente del Perú; Telmo Hurtado, asesino de campesinos (no terroristas), quien dijo que mató para que los diputados sigan confortablemente sentados en sus sillones, fue agregado militar en Estados Unidos, su cómplice José Williams Zapata fue nombrado por Alan García en este, su segundo gobierno, representante del Perú ante la Junta Interamericana de Defensa, en Estados Unidos, a pesar de tener un impedimento de salida por los hechos acontecidos en 1985.


¿Ustedes creen que un Faverón, un Cueto, un Ampuero, un Thays, un Benavides, contarán alguna vez lo que realmente sucedió en el país para que no vuelva a pasar?

JAMÁS, PORQUE ESTAS RATAS, TODAS COMEN JUNTAS, CHUPAN JUNTAS, SE DIVIERTEN Y SE CASAN ENTRE ELLOS.

TODOS SON HIJOS DE LA MISMA MADRE.

Basilio Auqui

Anónimo dijo...

El 14 de noviembre llegué a la carceleta judicial y el 20 me llevan al penal, ingresando al pabellón Azul, previa golpiza… éramos 30 presos acusados de terrorismo y no sólo nosotros fuimos víctimas de abuso, también nuestros familiares. Sabe, organizaban planes de aniquilamiento en nuestro pabellón, primero aparecieron dos presos envenenados, luego dos con disparos de balas hechos por los guardias republicanos y diversos heridos… y eso no es imaginación como argumentaron en su defensa los implicados, todo lo que le digo consta en las fichas forenses y las denuncias hechas por presos y familiares. Como denunciábamos todos estos abusos llegaron hasta el punto de recortarnos el agua durante seis meses, ¿sabe Ud. lo que eso significa para gente que vive en condiciones denigrantes?, sin embargo lo aguantamos. Entonces pasaron a recortarnos la visita y hostigar a nuestros familiares, eso significaba recortar los alimentos que nos traían y que preparábamos nosotros mismos aunque sea solo camote y ají amarillo, porque los republicanos solo nos daban cebo con agua.

El 4 de octubre de 1985 se suscita la matanza en Lurigancho donde mueren quemados 35 presos en el Pabellón Británico. Como duró todo el día el asalto a ese penal, ya no tuvieron tiempo para ir al Frontón, además de que la opinión pública estaba al tanto de lo que sucedía y no querían complicarse con otro asalto. Nunca cesaron los hostigamientos a nuestros familiares y lo peor fue que la Republicana permitió el ingreso de gente de inteligencia de la Marina, que cometieron torturas con los presos, incluso dos de ellos perdieron la vida y lo pasaron como que murieron en una reyerta.

Anónimo dijo...

-Estas torturas ¿fueron denunciadas ante las autoridades?, ¿existe prueba de ello?
-Mucho más que pruebas de hostigamiento, abusos y torturas, existen fichas forenses de los muertos. Por todo esto presentamos denuncias, Hábeas Corpus; sin embargo, nunca fueron aceptadas. Al contrario, argumentaban que sólo eran para llamar la atención.

-¿Cómo ocurre la incursión de la Marina en El Frontón?
-Los días 18 y 19 de junio de 1986, justo cuando se efectuaba un congreso en Lima de la ­nternacional Socialista, los presos del pabellón azul buscaban el cese de las torturas, amenazas y una investigación respecto a la masacre de Lurigancho, porque se conoció que la Internacional se había comprometido con Alan García para intervenir los tres penales, Santa Bárbara, Frontón y Lurigancho, en una lucha conjunta por la defensa de la vida de los presos políticos. Ya con el antecedente del 85 y la negativa de las autoridades, los presos del pabellón Azul, con la finalidad de ser escuchados, tomamos tres republicanos de rehenes y nos encerramos todo el medio día, hasta que llegó la Comisión de Paz, que con un megáfono trataba de disuadir los reclamos y pedían que nos rindamos. Todos estábamos en el interior del pabellón y, a pesar de la seguridad, logramos entregar un documento con once puntos y solicitamos la presencia de abogados y periodistas como veedores de las negociaciones.

Pero mientras nos mantenían entretenidos con las negociaciones, la Marina de Guerra estaba trayendo en helicópteros tropas que las bajaban en medio del cerro, en la canchita de fútbol, y bajaban los oficiales camuflados con chalecos antibalas y luego los de la FOES. Cuando ya habían terminado de bajar los de la Marina, la Comisión de Paz se retiró diciéndonos que analizarían nuestros reclamos y comprometiéndose en la defensa al derecho de vida.

Anónimo dijo...

Ahí nos dimos cuenta de lo que se nos venía encima. Tarde fue nuestra reacción. A las 5.30 p.m. aproximadamente ya la Marina se encontraba dentro del penal, habían ingresado por los baños, algunos presos corrían desesperados buscando en vano ocultarse en algún lugar que los proteja de las balas, otros se arrodillaban en las esquinas y lloraban como niños desvalidos, no faltó uno por ahí que con gritos y lisuras quiso imponer dureza ante lo que se avecinaba, mientras que yo que me encontraba apostado en una ventana cuya visión daba a los baños, miraba atontado como los marinos preparaban y elevaban sus FAL. Casi a las 6.00 p.m. un compañero conocido como Tulich Morales apretaba sus manos en los barrotes de las ventanas mientras gritaba desesperado pidiendo que no nos mataran… fue el primero en caer con los primeros disparos, ocho balas le cercenaron la mano y le quitaron los gritos de auxilio de su boca, a pocos metros cayó otro preso. No sabíamos donde correr, tratábamos de protegernos con lo que podíamos y detrás de las paredes, así siguieron los disparos hasta las 8.00 p.m. No sé como nadie se alocó con la desesperación, cuando pensamos que los disparos habían cesado un ruido fuerte nos hizo saltar en simultáneo porque vimos como voló la parte posterior del pabellón abriéndose un boquete que permitió que el segundo piso se viniera abajo aplastando cuatro presos, y los que cayeron del piso de arriba con la explosión, unos se metieron abajo y otros salvaron en la rampa hecha con el techo caído.

Los que quedaron arriba corrieron a los baños para protegerse, mientras los marinos se ponían en línea y empezaban a disparar, algunos presos defienden la parte del boquete lanzando restos de ladrillos, mientras que otros traían cilindros de agua y catres para bloquear la parte caída del techo; el pabellón parecía vacío y los marinos empezaron a rampar en su afán de tomarlo y para eso iluminaron el interior apuntando con sus fal, yo me encontraba escondido con otros cinco detrás de una pared, pudimos ver a Mantilla parado en el tanque de agua, protegido con un chaleco antibalas de color mostaza, cafarena color ocre y su casco color del chaleco, pero no solo lo vi yo, también lo vieron los demás presos porque empezaron a gritar que ahí está Mantilla (Agustín) y lo insultaban, llamándolo “asesino”.

Anónimo dijo...

A las 10.00 p.m los marinos, impotentes por no poder tomar el pabellón, lanzaron gases hacia el segundo piso donde estaban los presos en los baños y la cocina. Todo se llenó de gas y aprovecharon los de la Marina para subir por la rampa y apostarse en espera que los compañeros salgan a retomar el pabellón una vez disipado el gas; cuando salen de los baños y la cocina los esperaba una ráfaga de balas donde caen siete. Los demás prefieren retroceder y quedarse ahí, luego la Marina baja la rampa para seguir atacando el primer piso, donde nuestros compañeros muertos nos sirvieron de escudos, no sé cuantos murieron, solo los veía regados en el piso, unos con la cabeza reventada y otros hasta desfigurados por la balas. A lo lejos entre disparo y disparo a órdenes del jefe de esta acción, Luis Giampietri, las paredes del pabellón Azul fueron voladas con lanzacohetes y se hizo un boquete con la explosión donde mueren tres presos más. A esos sí los vi caer, porque entre ellos estaba mi coacusado Óscar Chullunqui Prada, con el cráneo destrozado en el lado derecho. Por el boquete abierto en la pared meten un cañón y comienzan a disparar al techo de la cocina del segundo piso, donde ya estábamos hacinados la gran mayoría. La balacera fue hasta las 3.00 de la madrugada, hora en que hacen el relevo de Luis Giampietri a (Juan) Vega Llona.

En ese lapso siguen disparando con el cañón y logran hacer un forado en el techo, la desesperación hizo que abriéramos un boquete por la pared de la cocina que da al pasadizo, pero antes de que logremos pasar al otro lado un disparo de cañón entró y mató a ocho. Yo y otros presos solo nos tiramos al suelo. Después quisimos pasar, pero el cuerpo destrozado de un joven puneño de sólo 17 años -¿se da cuenta? solo tenía 17 años y estaba preso por que dicen era terrorista-, impedía el ingreso por el boquete por lo cual lo jalamos para poder entrar, al no conseguirlo un grupo de quince presos aproximadamente intentaron retomar la cocina pero se encontraron en la puerta con las balas asesinas que los mataron a mansalva. Para ese momento ya habían cercado todo el pabellón Azul y disparaban a matar hacia la cocina donde nos replegamos casi todos.

-¿Durante toda la balacera estuvieron presentes Agustín Mantilla y Luis Giampietri?
-Claro, a Mantilla no sólo lo vi yo, lo vieron todos los presos, protegido con chaleco y escoltado por algunos marinos en el tanque de agua. Y a Giampietri también, luego le narro cómo.

Las horas se nos hacían interminables, cada disparo era un segundo menos de vida que nos quedaba y también un preso menos. Entre las 6.00 y 11.00 de la mañana, como consigna de culminación y bajo la órdenes de recuperar el principio de autoridad en el penal a como dé lugar y sin importar las consecuencias, los FOES se subieron al techo e hicieron un forado, para lanzar a mansalva granadas, eso fue lo último, unos murieron y otros caímos heridos, yo tenia la pantorrilla derecha completamente destrozada, luxaciones en los brazos y golpes fuertes en mi cuerpo. Como pude me quité el pasador del zapato y me hice un torniquete para parar la hemorragia.

Las granadas, unas tras otras, seguían invadiendo el pabellón, y también unos tras otros seguían cayendo presos destrozados, yo me cobijé debajo de mis compañeros muertos y así rampé hasta buscar un lugar donde protegerme. Una granada explotó en la puerta y las esquirlas se incrustaron en mi espalda mientras que a otro compañero una madera grande se le incrustó en su pulmón. El dolor era insoportable pero no quería gritar para evitar que me escucharan y me dispararan, luego se me nubló la visión, me senté y perdí el conocimiento. Cuando desperté ya era casi la 1.00 de la tarde, porque otro preso llamado Nelson me echó agua desesperadamente, me sentía débil había perdido sangre a pesar de estar con torniquete, tenia sed y el compañero me ayudo a beber agua, me dijo que algunos habían logrado salvarse y que estaban echando agua a todos los cadáveres para que no fueran quemados, porque los compañeros del primer piso habían sido rematados.

Anónimo dijo...

A los pocos minutos apareció el delegado del pabellón, era un trujillano que estaba buscando sobrevivientes, me dijo que saldríamos directo a enfermería y le dijo a Nelson que me ayude. No sabe, salimos por encima de los cadáveres destrozados, se me hizo difícil pasar el boquete del primer piso, por lo que empecé a arrastrarme siendo visto por un soldado, que me ordenó echarme de bruces, pero no podía por las esquirlas de la espalda, acercándose otro oficial que me puso el pie en el pecho obligándome a obedecer en medio de gritos de dolor y punzadas en la espalda, me volteé de costado y el oficial me cogió por los cabellos y me levantó la cabeza mirándome y diciendo: “se nos adelantaron porque este trabajo era para nosotros”. Todos los que logramos sobrevivir del segundo piso salimos, menos el trujillano que después apareció decapitado y sin corazón.

Mientras salíamos éramos apuntados y uno fue rematado porque intentó correr hacia el medio del patio, nos arrastramos hasta la pared de prevención y los marinos empezaron a separar a los presos que iba señalando un “soplón” y llevados atrás del pabellón, hacia los unipersonales que daban a la playa donde fueron asesinados de cinco en cinco.

Yo también fui desvestido y casi iba a ser asesinado, pero el “soplón” que estaba con pasamontañas se retractó y dijo “no jefe, él no es” y así como yo a los 37 que no fuimos ajusticiados nos trasladaron a prevención, aislándonos, prohibiéndonos las visitas y las entrevistas de los abogados, de la mentirosa Comisión de Paz, menos de la prensa. Todos los que sobrevivimos fuimos víctimas de torturas, unos cortados sus dedos, otros pasados con corrientes en las fosas nasales, yo fui hincado con un cuchillo en los genitales, aún tengo las huellas, mientras me retorcía en el suelo por el dolor en mis genitales, apareció Luis Giampietri y, como me encontraba a un costado de la puerta, empezó a patearme en la cara y en la cabeza, al ver mi espalda ensangrentada por las esquirlas también me propinó patadas en la zona. Cansado de patearme, me cogió de los cabellos y me golpeó la cabeza en las puerta que era de fierro, preguntándome mi nombre. Ante cada grito mío era una chancada en la puerta… no lo puedo olvidar, su rostro es inolvidable, como también lo son los cuerpos destrozados y mutilados de los presos del pabellón Azul, la desesperación de todos por salvar sus vidas ante las feroces embestidas de los marinos, que nos tenían cercados en el interior del pabellón.

Si Giampietri no ordenó rematarnos fue porque gente del Inpe y algunos familiares declararon que había sobrevivientes y porque no tenían pruebas de que todos eran terroristas. Nunca fui terrorista, la Comisión de la Verdad y Reconciliación me dio la razón. Hoy estoy lejos de mi país, de mi familia, solo y protegiendo mi vida y mi testimonio, que debelará la responsabilidad de quien hoy es el gran vicepresidente del Perú.

Consternados y sorprendidos ante el testimonio de Rolando Echarry, no encuentro frases para concluir este artículo, ni mucho menos para calificar los hechos producidos, por lo tanto, amigo lector, que el Perú entero y la justicia divina juzguen y castiguen a los responsables. No podemos exigir que se cumpla con las leyes de la justicia peruana, cuando la tomamos con nuestras propias manos.

Anónimo dijo...

A los pocos minutos apareció el delegado del pabellón, era un trujillano que estaba buscando sobrevivientes, me dijo que saldríamos directo a enfermería y le dijo a Nelson que me ayude. No sabe, salimos por encima de los cadáveres destrozados, se me hizo difícil pasar el boquete del primer piso, por lo que empecé a arrastrarme siendo visto por un soldado, que me ordenó echarme de bruces, pero no podía por las esquirlas de la espalda, acercándose otro oficial que me puso el pie en el pecho obligándome a obedecer en medio de gritos de dolor y punzadas en la espalda, me volteé de costado y el oficial me cogió por los cabellos y me levantó la cabeza mirándome y diciendo: “se nos adelantaron porque este trabajo era para nosotros”. Todos los que logramos sobrevivir del segundo piso salimos, menos el trujillano que después apareció decapitado y sin corazón.

Mientras salíamos éramos apuntados y uno fue rematado porque intentó correr hacia el medio del patio, nos arrastramos hasta la pared de prevención y los marinos empezaron a separar a los presos que iba señalando un “soplón” y llevados atrás del pabellón, hacia los unipersonales que daban a la playa donde fueron asesinados de cinco en cinco.

Yo también fui desvestido y casi iba a ser asesinado, pero el “soplón” que estaba con pasamontañas se retractó y dijo “no jefe, él no es” y así como yo a los 37 que no fuimos ajusticiados nos trasladaron a prevención, aislándonos, prohibiéndonos las visitas y las entrevistas de los abogados, de la mentirosa Comisión de Paz, menos de la prensa. Todos los que sobrevivimos fuimos víctimas de torturas, unos cortados sus dedos, otros pasados con corrientes en las fosas nasales, yo fui hincado con un cuchillo en los genitales, aún tengo las huellas, mientras me retorcía en el suelo por el dolor en mis genitales, apareció Luis Giampietri y, como me encontraba a un costado de la puerta, empezó a patearme en la cara y en la cabeza, al ver mi espalda ensangrentada por las esquirlas también me propinó patadas en la zona. Cansado de patearme, me cogió de los cabellos y me golpeó la cabeza en las puerta que era de fierro, preguntándome mi nombre. Ante cada grito mío era una chancada en la puerta… no lo puedo olvidar, su rostro es inolvidable, como también lo son los cuerpos destrozados y mutilados de los presos del pabellón Azul, la desesperación de todos por salvar sus vidas ante las feroces embestidas de los marinos, que nos tenían cercados en el interior del pabellón.

Si Giampietri no ordenó rematarnos fue porque gente del Inpe y algunos familiares declararon que había sobrevivientes y porque no tenían pruebas de que todos eran terroristas. Nunca fui terrorista, la Comisión de la Verdad y Reconciliación me dio la razón. Hoy estoy lejos de mi país, de mi familia, solo y protegiendo mi vida y mi testimonio, que debelará la responsabilidad de quien hoy es el gran vicepresidente del Perú.

Consternados y sorprendidos ante el testimonio de Rolando Echarry, no encuentro frases para concluir este artículo, ni mucho menos para calificar los hechos producidos, por lo tanto, amigo lector, que el Perú entero y la justicia divina juzguen y castiguen a los responsables. No podemos exigir que se cumpla con las leyes de la justicia peruana, cuando la tomamos con nuestras propias manos.

Anónimo dijo...

El testimonio de Rolando Echarry es estremecedor.

Cuánta cobardía puede haber en el corazón de estos malditos asesinos que enlodan la marina y en sus cómplices apristas.


Yo soy un marino retirado, me dedico a vender herbalife, no tengo verguenza, me retiré justamente porque siento que soy tributario del honor de Miguel Grau y codearme con asesinos cobardes como giampietri y vega llona me enfermaba hasta el vómito.


en la punta, en donde se ubica la mansión de yampietri, no puedes acercarte porque está rodeada de decenas de asesinos a sueldo que custodien a este COBARDE, quien vive amedrentado.

Recuerdo a un colega, oswaldo faverón que si no recuerdo mal renunció con el grado de teniente.

Si el Caballero de los Mares Miguel Grau se levantase de su tumba, volvería a morirse de la verguenza al ver que estos COBARDES ASESINOS capaces de masacrar gente indefensa y moribunda visten el uniforme blanco.

Marino patriota

LuchinG dijo...

"Entonces, ¿desde qué oscura mezquindad le niega a Gregorio Martínez el arte de la narrativa y el ensayo, si no se ha sumergido en los mundos ficticios que él recrea para parodiar esta sórdida realidad que nos asfixia?"

Si he entendido bien, Gregorio Martínez se sumerge en mundos ficticios creados por él para parodiar la sórdida realidad que nos asfixia. Esa es ua descripción del método, pero ¿cuáles son las ideas? Justificar la legitimidad de un método no necesariamente justifica su uso; yo podría usar el método científico para describir trivialidades. No he leído el libro de G. Martínez, pero si se parece a la respuesta a Faverón, ¿realmente podríamos llamarlo libro de ensayos?

Anónimo dijo...

Como dice el comentarista BUCHON con otras palabras en otra parte de este blog, Martínez “tiene calle”, algo que sería bruto negar que constituye un filón valioso en literatura y del cual él se ha servido con evidente provecho. Posee además ingenio y poseer es más fuerte que tener: Nicolás Yerovi tiene ingenio (y también un buen diccionario de rimas que no muestra nunca a nadie). Sin embargo tengo la impresión, creo que incambiable, de que Goyo es un irresponsable intelectual, que suele escribir sobre cosas de las que viene de enterarse por vías no exentas de errores, crasos algunos, abundantes en revistas, de vez en cuando en wikipedia. Quise conseguir su dirección privada de mail para decirle que en caso de una segunda edición de su Diccionario suprima por favor una de las “acepciones” que es un verdadero desastre, o bien que la corrija casi por completo, que es lo que haría falta. No tiene por qué querer impresionar a la audiencia con conocimientos de los que debe limitarse a ser lector y no escribidor (¡esto no le conviene!. Y el riesgo que corre no agrega nada a sus méritos, más bien los recorta).
SACAPUNTAS NEBRIJA (Correctómano)

Anónimo dijo...

uyuyuy Favrón te saca el ancho hoy en puente...es que por tu lengua fácil...dices cualquier cosa Ybarra.Un consejo no se trata de pontificar sobre todo Ybarra...ya deja tanto fugurettismo

El ladrón doblemente armao

Anónimo dijo...

Este artículo es formidable.

Faverón efectivamente es el representante del canon literario criollo que afila sus espadas en EU. Oportunamente vendrá al Perú y cobrará cuentas con todos quienes se las deben.

A propósito, se te acabó la fiesta, Ibarra: el congreso aprueba la ley de la mordaza, en la que hasta los blogs están incluidos.

Eso si lo permitimos.

Muerte al APRA genocida!

Sanmarquino Literato

Anónimo dijo...

Rodo, ahora a tí y a tu pata Inocente les llaman "cabezas de los andinos".

Qué buena!

La gente está enloqueciendo.

Viva Augusto Faverón!


H.A.V.

Anónimo dijo...

Si pues, ese es el pueblo que quieren estos izquierdosos pezuñentos egresados de la caótica, sucios oenegeros de bluyin gastado y saquito de corduroy con codera de cuero.

Les da miedo el pueblo achorado, valiente y armado.

El Niño Goyo, "lumpen" de la literatura nacional.

Anónimo dijo...

QUE SALGA LA VERSIÒN PIRATA DEL LIBRO DE GREGORIO, PERO YAAAAAAAAAAA!

*______*

Anónimo dijo...

El libro es muy extenso y el precio cómodo como para que sea pirateado.