sábado, 1 de agosto de 2009

POLÉMICO (Y OFENSIVO) DICCIONARIO DE GREGORIO MARTÍNEZ



Me encontraba leyendo plácidamente (esto en relación a un sillón de fieltro) el diccionario “Abracadabra” de Gregorio Martínez (premio Copé 2008 de Ensayo), cuando de pronto en la página 417 me encuentro con la acepción “zoofilia”. Grande fue mi sorpresa al ver relacionado al poeta Juan Cristóbal con semejante aberración humana (¿quién le reclama a Goyo escribir algo sobre la “pedicación” o sobre las vírgenes con penes de plástico de la cucufatería limeña o sobre los escritores negreros, de la cual no dice ni chis ni mus?).
Si bien es cierto, “Goyo” Martínez es un escritor que ha ido sumando desde sus primeros escritos, pasando por “Canto de Sirena”, "Tierra de Caléndula" y "Crónica de Músicos y Diablos" para llegar ahora a este “Diccionario”; no podemos, sin embargo, dejar de asombrarnos en cómo un libro que ofende a otros escritores puede premiarse. El jurado que estuvo integrado por Edgardo Rivera Martínez, Víctor Vich, Miguel Ángel Huamán, Jorge Iván Pérez y Sinesio López, a través de un premio nacional de literatura, ha licenciado la ofensa y el oprobio.

Por si mi “asombro” o mi “exageración” exceden a lo que ahí se ha querido decir copio el susodicho párrafo:

En ninguna doctrina existe una razón suficiente, ni kantiana ni neokantiana, que ponga en claro el porqué la zooreastia resulta un sentimiento y una pasión condenables. ¿Cuál es el mal inherente que conlleva? En la actualidad vemos que en los países ricos, muchos comparten el lecho con sus mascotas, especialmente de la familia canina. Megan Hoover fue enjuiciada por el juzgado de Alexandria, el viejo pueblo de Virginia ubicado en la ribera derecha del Potomac, frente a Washington DC, porque ella había escogido como mascota un chancho y compartía con este la cama. El juez no lo acusaba de perversidad alguna, solo que un puerco, un cabrito, un borrego, una mula, incluso una pava, caen en el renglón ganadería o granja y no se pueden criar en el hogar de un vecindario urbano. Entonces, ¿qué anatema impide que el sentimiento manifiesto, besos, caricias, infinita ternura como la que el poeta Juan Cristóbal le brindaba a su perra Zorba, pueda ahondar por la ruta sexual? ¿En qué radica la monstruosidad? Nada más pregunto si la manteca es unto. Porque Michel Foucault pensaba que se trataba de una confrontación entre la mitología griega, que acepta la zoofilia, y la mitología judeocristiana que la rechaza de plano.
(Cabe anotar que en la página 140 el autor también arremete contra J. C., la cita que corresponde a la acepción "charamusca", ya fue ventilada en "Caretas" que se escondió la página 417 en el bolsillo: "Se usa igualmente charamusca, para empezar cualquier candela y aun, dicen las lenguas serpentinas, para chamusquearles las liendres a los ladillosos como el poeta Juan Cristóbal").

EL poeta Juan Cristóbal (seudónimo de José Pardo del Arco), a quien le reenvié la cita, me envía el siguiente e-mail :

estimado rodolfo, cuando algo se publicó en tu blog sobre este problema alguno de tus comentaristas lo tomo a juego, por eso mi indignación y la carta que le envié a gregorio, por haber leído algo en caretas, pero como ves, la cosa es peor, pero no le voy a seguir el juego a dicho fulano que alguna vez fue mi amigo, pero para mi es algo así como una mierda. y todavía tiene el descaro de decir que es puro cherry lo que hace, lo que me hace, imagínate.

si deseas publicar esta nota en tu blog, hazlo. un abrazo y gracias.



(chequear: http://rodolfoybarra.blogspot.com/2009/04/gregorio-martinez-vs-juan-cristobal.html).

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12 comentarios:

Anónimo dijo...

que lo enjuicie haber si le saca algo de plata.

Anónimo dijo...

ah, o sea que el jurado o no leyó o, simplemente le pareció que Juan Cristóbal es un ladilloso y se acuesta con su perra "Zorba"...

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Que falta de correa la de Juan Cristobal. Es obvio que se cuelga de esta estupidez para ganar alguna notoriedad, pobre.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Qué más querrán los pseudo criollos, caray!

Flaco favor le hace a la gente a la que alguna vez dijo pertenecer, el nasqueño Goyo Martínez.

A propósito, ¿Tanta plata rinde vender cachivaches culturetes a los gringos esnobs?


El Mirón de la Feria del Broli

Anónimo dijo...

Rodolfo, hay un problema más grave aún en ese libro. El premio Copé es de ensayo, me pregunto hasta qué punto puede entrar dentro de ese género riguroso un glosario de chistes e ingeniosidades dizque originales como el de Martínez. Saludos, excelente blog!!

Oswaldo

oswaldo dijo...

Goyo Martínez a pesar de todo es uno de los mejores escritores que tiene el Perú, ojalá rectifique ese ofensa contra Juan Cristóbal, sería de caballeros hacerlo.

Anónimo dijo...

Fragmento del discurso mandado por Gregorio Martinez a al feria del libro:

"Señores directivos de Petroperú.
Querido público asistente a la presentación de "Diccionario Abracadabra".
Me encantaría compartir con ustedes estos momentos, pero quizás sea mejor que hablemos desde lejos, por precaución, como mismitos dragones lanzallamas. Este libro, presente aquí en la feria, está dedicado al cronopiazo Alfredo Portal, y en su persona a la entera caballada de los buenos y malos tiempos, desde Palermo hasta Chin Chin, incluido el poeta Juan Cristóbal, aunque esté resentido conmigo por la simple mención de unas honrosas tiriasis. Quizás el poeta confundió "tiriasis" con "Tiresias". Bueno, yo tampoco quisiera estar en el pellejo de Tiresias, el personaje mitológico al cual la diosa Circe lo adornó con una par de sedosas tetas para curarle la aversión a lo erótico"
etc., la lectura corrió a cargo del Sr. Hildebrando Perez.

RODOLFO YBARRA dijo...

Este post no ha querido, en ningún momento, ofender el buen nombre de Gregorio Martínez; se ha buscado encontrar una correcta respuesta a las que, creo yo, son ofensas al poeta Juan Cristóbal (páginas 117, 207-208 y 417).
De otro lado, no admitiré ningún ataque a ninguno de los implicados en este Dicccionario. Gracias.

Anónimo dijo...

Una corrección: no es desde Palermo hasta Chin Chin, sino "Chinochino", un popular bar de la época.