El filántropo y científico italiano -y tenaz comentarista- Giuliano Vecco, me envía este artículo en calidad de exclusividad, convirtiéndose -ipso facto- en un valioso columnista de este blog.
En el presente trabajo, Vecco, hace un parangón necesario entre el antropófago y carnicero -quien se autoproclamó alguna vez Rey de Escocia- Idi Amín y nuestro actual presidente Alan García Pérez. (Nos vemos en la zona de comentarios)
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ALAN GABRIEL LUDWIG E IDI AMIN DADA: UN EXTRAÑO PARALELISMO
x Giuliano Vecco
Bajo el influjo de la lectura de Vidas Paralelas, aquella deliciosa colección de biografías que escribió el historiador, matemático y filósofo griego Plutarco, me he animado a pergeñar estas líneas, cuya intención, más que narrar acontecimientos políticos e históricos o hallar extrañas coincidencias prefabricadas (Kennedy y Lincoln), es la de revelar el carácter moral de los personajes tocados, indagar en aquellos rasgos anecdóticos y biográficos que contribuyan a explicar el devenir histórico de sus gobiernos y establecer comparaciones entre personajes de culturas muy diferentes, emparientados tan sólo por el inmenso poder del que hicieron mal uso. Entonces, a lo nuestro.
Idi Amin Dada, el heliogábalo africano que desangró Uganda en la década del setenta, nació y creció en el seno de una familia de agricultores africanos. Alan Gabriel Ludwig, el maníaco depresivo peruano que desangró y arruinó el Perú en la década del ochenta, nació y se formó en el seno de una familia de clase media baja en Barranco. Ambos tuvieron una educación rudimentaria en la infancia y ambos viajaron a Europa a continuar sus estudios: uno porque entró a formar parte de la Guardia del Rey de Uganda y el otro porque entró a formar parte de la Corte de la Reina de la Casa del Pueblo, el primero cuando el país todavía era una colonia británica y el segundo cuando el Perú ya era una colonia franca de EU.
Idi Amín Dada idolatraba al rey de Uganda, pero como al parecer era analfabeto, sus impresiones imberbes sobre el Monarca quedarán en el misterio. Sin embargo, las emociones adolescentes de Alan Gabriel Ludwig sobre la Reina de la Casa del Pueblo han quedado registradas para la historia en unas declaraciones que éste concedió sobre el tema en una entrevista: "Estaba en un campamento juvenil del partido a orillas del río Rímac. No me separaba ni cinco metros de este semidiós y me sentía como en la Capilla Sixtina. Era imponente, un vasco antiguo, blanco y con barba, con una enorme cabeza que para mí sólo podía ser sinónimo de una maciza inteligencia". Huelgan comentarios.
Dicen que Idi Amin Dada era analfabeto, medía 1.93 m de altura y pesaba más de 100 kg. Campeón de boxeo de todos los pesos durante diez años en su país, era un negro imponente y temible. Tuvo cinco mujeres conocidas y de 20 a 25 hijos. Alan Gabriel Ludwig, mide 1.95 m de altura (producto de una afección glandular y un desequilibrio hormonal poco frecuentes), pesa 110 kg, ha estado casado con Carla Buscaglia y Pilar Nores, trampea y legisla con Elizabeth Roxanne Cheesman Rajkovic —con quien tiene un último vástago, Federico Danton (vaya nombrecito, qué culpa tiene el niño)— y aunque dudo que haya ganado una sola pelea a puño limpio en toda su vida, su aspecto tetudo de cholo-blanco-palangana provoca sonrisas espontáneas. La fama de pico de oro que le precede en el Perú es tan grande como la susceptibilidad de prima donna que le asalta cuando algún periodista atrevido pregunta más de la cuenta.
Pese a que Idi Amin Dada implantó la poligamia, desastró su país y apoyó al pueblo árabe, durante algún tiempo fue considerado "políticamente correcto" por los poderosos. Su palabrería era izquierdista, se presentaba como un enemigo de Estados Unidos y de Israel y atacaba el colonialismo. Similarmente, Alan Gabriel Ludwig en su primer gobierno se declaró de izquierda (bueno, hasta ahora lo hace, en la Reconchacumbre, reincidió tercamente), estatizó la banca privada, controló el tipo de cambio, disminuyó a 10% el pago de la deuda externa por lo que el Perú fue declarado país inelegible en el 1986 por el FMI. Todas estas medidas radicales (con ciertas variantes folk) también fueron instauradas en la Uganda de Idi Amín Dada, con resultados equivalentes. No resulta por ello extraño que a ambos personajes se les definiera inicialmente como "héroes", no resulta por ello insólito que ambos fuesen recibidos por los socialistas europeos (¡ese Felipe Gonzáles pendenciero!) y que los dos compadres gozaran del apoyo de diferentes países "progres".
Aunque el origen militar del ugandés lo distancia en cierta forma del incaico, esto no ha sido óbice para que ambos implantaran en su momento, dictaduras de similar cuño y nefastas consecuencias.
Idi Amin Dada derrocó a Milton Obote mediante un golpe de estado apoyado por el estado judío de Israel y luego por Inglaterra, asumiendo la presidencia de facto. Apoyado por la cachaquería ugandesa, estableció un régimen de terror y genocidio que llevó a la muerte de más de 300.000 ugandeses. Idi Amin Dada inició una cruenta guerra civil haciéndose famoso en el mundo por su bestialidad y sus extravagancias (se le acusa de devorar los corazones de sus enemigos sazonados en suculentos platillos, de saborear tiernos bracitos de infantes condimentados con especería francesa, de llegar a Palacio en una carreta de oro tirada por veinte mujeres totalmente desnudas, de qué no se le puede acusar a un maldito níger). Alan Gabriel Ludwig fue sucesivamente congresista constituyente, diputado y finalmente presidente y siempre destacó por su estatura y su incontinencia verborreica. Triunfó en el 1985 en las elecciones con 53% de los votos válidos de un pueblo desnutrido y ferozmente ignorante y en la segunda vuelta, el empequeñecido (pero también en estatura) candidato de la Izquierda Unida, Alfonso Barrantes Lingán, renunció a la brega, dándole el triunfo a quien pasaría a denominarse Caballo Loco (con perdón del gran jefe de la nación sioux, aquél sabio y valiente guerrero que derrotó en Little Big Horn al genocida general Custer y al 7º de Caballería). Alan Gabriel Ludwig Inauguró un gobierno de cacos y cabros, preñado de alta corrupción en todas las esferas del gobierno y de excentricidades de todo tipo (circula todavía en Lima la historia de que Loco Litio, cuando algún asunto se le iba de las zarpas o simplemente cuando el trastorno afectivo bipolar no lo solucionaba ni el litio ni el valium ni el propanolol, escapaba raudo por la puerta posterior de Palacio de Gobierno ataviado con una casaca y un pantalón de cuero negros, a todo pedo en una Kawasaki también negra como su conciencia, abrazado por aquella presentadora de noticias de Panamericana Televisión, la chola care'bolsa Mónica Delta (a veces, dicen, era Lourdes Berninzon, quien caía rendida ante la lengua afilada de Ludwig) quien abandonó a su cornudo y avergonzado marido y ahora vive en EU a salvo de la baba pública; se cuenta también en los corrillos universitarios y en las tertulias de empresarios cuando ya las copas avanzan y la licencia permite el relax y la conversa, que en Palacio se instituyeron descomunales orgías en las que las protagonistas principales eran La Duquesa Luis Alva Castro y Agustín Tota Mantilla, completamente travestidas y maquilladas para el convite nefando. Semanas antes habían enviado a los edecanes más sometidos a buscar entre los marineros y pescadores del Callao y entre muchachos de los gimnasios de los conos a los preciados "onobelos", mancebos con pene de asno, aventajados naturales para satisfacer su furor afeminado, mientras los del Comando Rodrigo Franco recorrían las ciudades recolectando niños hermosos pero sin padres con fines inconfesables, todo ello bajo el atento escrutinio de un Alan Gabriel Ludwig siempre vestido de un negro profundo, a manera de semidiós satánico (como en la descripción que hace de la Reina de la Casa del Pueblo cuando ésta lo impactó con su cráneo de "vasco antiguo", tal vez por ello una de las últimas directivas que dio Ludwig a los jovenzuelos analfabetos de la Juventud Aprista haya sido, muchachos, hay que blanquear el Partido, hay que blanquearlo), observando todo con deleite, esperando el momento preciso para irrumpir en el desenfreno de los Jerarcas del Partido. De conducta transexual, los Jerarcas del Partido enviaban periódicamente emisarios por todo el país para que les procurasen hombres bien dotados y representaban en Palacio de Gobierno previamente acondicionado un fin de semana largo (ay, esos sospechosos feriados largos) la leyenda de París, el bello griego, haciendo uno de los Jerarcas el papel de Venus, de forma tal que, inesperadamente, dejaban caer sus tenues tules hasta los pies y quedaban desnudos, de rodillas, con una mano en el pecho y otra en los genitales, tirando hacia atrás las fofas nalgas celulíticas, presentándoselas al ocasional amante. Los Jerarcas depilaban todo su cuerpo y aderezaban también su rostro con la misma figura que la diosa Venus: ellos, los Jerarcas, se consideraban capaces de satisfacer los deseos de muchísimos machos.
Pero esas, son habladurías, exquisito material literario que tal vez, algún día no muy lejano, alguien tenga la valentía y maestría para graficarlo en una formidable novela o un magistral relato. Lo real es lo que sigue:
Después de los dos primeros años de aparente bonanza económica, agotados los recursos fiscales, el Perú entró en una terrible crisis inflacionaria que se agravó por la corrupción generalizada practicada por todas las instancias del gobierno (las reservas monetarias en 1990, último año de gobierno de Alan Gabriel Ludwig, se habían reducido de 15000 a $8 millones) y llevó al colapso de los servicios públicos (la expresión más flagrante fueron los continuos cortes del servicio eléctrico y la salida de agua con caca de los grifos de las casas). Alan Gabriel Ludwig fue acusado de múltiples y graves cargos de corrupción durante su gobierno (narcotráfico, sobornos, malversación de fondos, lavado de dinero, negocios turbios, genocidio), pero las denuncias no prosperaron debido al férreo control político que el Partido Aprista poseía en el Congreso. La mayoría de denuncias fueron archivadas sin llegar a veredicto alguno condenándolo o absolviéndolo.
Por su lado, Idi Amin Dada se declaró admirador de Adolfo Hitler y ejerció un marcado antisemitismo durante su mando. Ordenó la expulsión de la minoria hindú, estableció medidas de carácter antisemita y por lo menos 300 mil ugandeses fueron asesinados por sus fuerzas. Fue acusado de genocidio, bestialidad, antropofagia y actos sumamente crueles con su pueblo y sus mujeres, pero mucho de ello permanece aún en el terreno de lo legendario. Alan Ludwig Gabriel ordenó una de las peores matanzas de las que el Perú tenga memoria: más de 300 combatientes políticos amotinados en los distintos penales de la capital fueron masacrados en las cárceles, cañoneados desde fragatas de la Marina dirigidos por el hoy "almirante" de la Marina Peruana, Luis Giampietri Rojas, (el antónimo del Almirante Miguel Grau, el Caballero de los Mares) y ultimados extrajudicialmente cuando los combatientes ya estaban rendidos y sin ninguna defensa posible. Esta noticia recorrió el mundo entero y Alan Gabriel Ludwig fue imputado por crímenes de genocidio y de lesa humanidad: durante su mandato cerca de 50000 peruanos (la mayoría campesinos, quechuahablantes y mujeres) fueron torturados, detenidos, desaparecidos y enterrados en fosas comunes. Cientos de poblaciones serranas son ahora pueblos fantasmas por culpa suya y de los Jerarcas enloquecidos del Partido. Quedarán siempre en la memoria y el dolor del pueblo las matanzas en masa de campesinos quechuas, matanzas como las de Cayara, ordenadas y toleradas por los jefes militares de Alan Gabriel Ludwig, quien además conformó un comando paramilitar llamado Rodrigo Franco con el fin de amedrentar y asesinar a los opositores al régimen. Paralelamente, un llamado Movimiento Revolucionario Túpac Amaru diseñó, planificó y ejecutó una increíble fuga del penal de "máxima seguridad" Miguel Castro Castro, a través de un túnel de 330 metros construido desde fuera del penal. El líder de este movimiento, Víctor Polay Campos, y Alan Gabriel Ludwig, fueron compañeros en sus años de estudio en Europa.
Alan Gabriel Ludwig marcó los pasos de la Marcha Fascista y los Pañuelos Negros al ritmo de la Marsellesa aprista y el carácter sistémico, genocida y abrumadoramente corrupto de su gobierno, que incluyó matanzas sistemáticas y selectivas de luchadores sociales y amenazas y eliminación de los opositores al régimen tornan a Alan Gabriel Ludwig en un descendiente político de Adolfo Hitler, en el vampiro gordo del pueblo peruano, aquél vampiro seboso y sediento de sangre (otra forma de antropofagia) que en el año 1990 —al final de su primer gobierno— dejó una inflación de 7649% y concibió por cesárea a su socio mayor, el delincuente japonés Alberto Fujimori Fujimori. Ahora Alan Gabriel Ludwig ha vuelto —las terribles acusaciones que pendían sobre su cogote han "prescrito", Alan Gabriel Ludwig ha regresado después de 15 años con nuevo formato, pero los crímenes de lesa humanidad, no lo olvidemos, no prescriben NUNCA— y su conducta errática producto del transtorno bipolar es todavía más evidente que durante su primer gobierno, el transtorno maníaco depresivo ha empeorado su condición mental y en cada crisis (ya ni la cura del sueño lo salva) eyecta decretos, propone leyes, crea ministerios, propone cerrar el congrezoo, vender la Amazonía, privatizar el aire y las aguas y cuanto se le ocurra a su mente perturbada. Alan Gabriel Ludwig ha vuelto reloaded, corregido y aumentado, ha regresado gracias a la democracia burguesa, gracias quizá al fraude y gracias a la convivencia del APRA con los sectores más retardatarios de la colonia, con la ultraderecha católica e iletrada y la mafia fujimontesinista, ha vuelto gracias ese doble discurso que tan bien manejó el APRA a lo largo de su prostituida historia, ha regresado gracias a la brutalidad de cierta parte del pueblo desde el Callao hasta Chongoyape, pasando por Chincha, Pisco y Nasca, ahora ese vampiro seboso ha retornado para terminar de desangrar el cadáver aún insepulto.
Idi Amin Dada, murió pacíficamente el año 2003 en el Reino de Arabia Saudita, rodeado por veinte odaliscas complacientes, diez gûepardos amaestrados y la mesa colmada de vinos y manjares: sus patrones le reservaron un asiento en primera clase para que hasta el fin de sus días gozara como heliogábalo. Alan Gabriel Ludwig tiene periódicamente delirios de persecución, alucina que va a refundar la República y tiene que ingerir sobredosis de litio y ponerse la camisa de fuerza bioquímica para salir a discursear los despropósitos que eructa en los noticieros serviles. Se encierra y grita como un demente en sus habitaciones, lo esconden en el hospital militar bajo secreto y teme, con razón, por su vida.
Pero el Perú ha despertado, los peruanos no aprobamos el remate de nuestras riquezas nacionales, no aprobamos la suntuosa manera de vivir que se gasta este ladrón de cuatro esquinas, producto del enriquecimiento ilícito durante su primer gobierno, no tenemos empatía por su verborragia de cantina criolla de los años cincuenta, no compartimos su chusco sentido del humor propio del payaso imbécil Baily, detestamos a la misma gente que arruinó el país durante su primer gobierno: la vieja horrenda Cabanillas, el perro de chacra Mulder, el imbécil Aurelio Pastor, el cholo fronterizo Quesquén, el fenilcetonúrico Del Castillo, Drácula Gonzáles Posada, las pobres mujercitas que fungen de ministras —la varona Zavala Lombardi, la analfabeta funcional Mercedes Araoz, la complaciente Susana Pinillos, la reaccionaria Rosario Fernández, el señorito del Opus Dei, Rafael Rey) y las escuderas Lourdes Flores, Lourdes Alcorta y Beatriz Merino, todas ellas de impecable trayectoria democrática y caballerosos modales varoniles.
Me lo vaticinó una bruja chiclayana: Alan Gabriel Ludwig morirá ahogado en excrementos en una letrina, su cuerpo será arrastrado por las calles de Lima y sus despojos serán aventados al río Rímac desde el Puente del Ejército con una roca atada al gordo pescuezo para que no tenga jamás sepultura.
¿Estaremos a la altura de las circunstancias? ¿Revivirá el cadáver insepulto como el Ave Fénix para cumplir con una justa venganza?
PD: Idi Amin se autoproclamó Su Excelencia el Presidente Vitalicio, Mariscal de Campo AlHadji, Doctor Idi Amin, Señor de todas las bestias de la Tierra y de los peces del Mar y Conquistador del Imperio Británico en África en general y Uganda en particular y Rey de Escocia. Alan Gabriel Ludwig se contenta con ser el Presidente del Perú, el Primer Socio en América Latina del otro demente genocida George Bush, el de la sonrisa macabra, Su Excelencia la Reina de la Jaula de las Locas y cómo no, Señor de todas las bestias que votaron por mí en las elecciones desde el Callao hasta el Sólido Norte.
G.V.F.